Ciudades para un Futuro más Sostenible
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Calidad de Vida y Praxis Urbana
Julio Alguacil Gómez| Madrid (España), julio de 1998.
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1. Introducción

Se puede pensar en una reconciliación de la ciudad con el hombre. Ya no sería una reconciliación mágica, jurídica, mercantil, sino una reconciliación cuyo nombre desconocemos y que permitiera un nuevo equilibrio y una nueva mediación. Desconocemos el adjetivo que merecerá la nueva ciudad y si podremos recuperarla de su desviación thanática. Pero también, desconocemos lo que es el nuevo hombre que hoy comienza a manifestarse. Las incógnitas del hombre y la ciudad se cruzan, pero la investigación es demasiado importante para que se abandone.
Luis Martín Santos, 1988

Nuestro vivir histórico es cada vez más incierto, y a la vez más intenso. Lo viejo y lo nuevo se suceden con enorme celeridad y las coyunturas, los momentos, las concreciones son cada vez más efímeras. Vivimos instalados en un permanente período de transición donde se suceden múltiples paradojas que continuamente emergen en los albores de la sociedad postindustrial y en esa nueva cultura denominada de la postmodernidad. En este trabajo de investigación nos moveremos entre paradojas, siempre recurrentes e interpenetradas (lo nuevo-lo viejo, lo macro-lo micro, lo global-lo local, lo individual-lo colectivo, la identidad-la alteridad), convencidos de que las perspectivas parciales (sean científicas, sean ideológicas, desde una única disciplina o desde un sólo punto de vista) se encuentran autoaisladas y no son capaces de establecer estrategias relacionales. Desde estas perspectivas parciales y desde la práctica que se deriva de ellas aparece un entramado de efectos perversos, autodestructores, que nos empuja a buscar otro sentido del conocimiento y de su proyección sobre la práctica, esta vez con una mayor carga de reflexividad.

La superación y/o destrucción de lo comunitario --en su sentido más arcaico o pre-industrial-- que produjo la modernidad no ha conseguido su correlato en la alteridad, en la diversidad, en la sociedad igualitaria que preconizaba el Estado del Bienestar. En buena medida este trabajo responde a un intento de ayudar a resolver algunos de los enigmas que encierra esa contradicción procurando no caer en enfoques nostálgicos del comunitarismo propio de períodos pre-industriales. Si bien, se pretende desde aquí, con una estrategia dual (buscando la reciprocidad entre lo micro y lo macro, lo global y lo local), establecer el equilibrio, la potencialidad de la síntesis que se produce en un determinado movimiento de las paradojas, en la indagación de la complementariedad, de la permeabilidad y de la compatibilidad que se originan y que en buena parte definen las propias paradojas. La cita de Luis Martín Santos nos parece un buen encabezamiento que nos introduce de lleno en el sentido y en el propósito de este trabajo. Tal y como expresa, hay que pensar en una reconciliación de la ciudad con el hombre, y ese es uno de los retos que quiere afrontar este trabajo. El propósito de descubrir los nuevos retos desde la ciudadanía, desde el sujeto integrante e integrado en su medio territorial y social. Este mismo texto nos introduce algunas ideas fuerza y nos orienta en la dirección epistemológica de nuestra investigación. La idea de síntesis de la paradoja se refleja a través de esa reconciliación que ha de permitir nuevos equilibrios y nuevas mediaciones, emergencias que hoy se manifiestan, aunque tímidamente, en una «nueva ciudad» y en un «nuevo hombre». Ambas emergencias son sólo posibles pensando en su interpenetración y en su reciprocidad, «se cruzan» y ese cruzarse nos introduce también en la idea de complejidad.

El reto que tenemos por delante es, por tanto, diverso, múltiple, recurrente y se refiere siempre a las emergencias que acontecen en un desarrollo donde el cambio social se ha convertido en una dinámica sin pausa. Así, nociones emergentes que adquieren una creciente relevancia en la última década, tanto en el campo del conocimiento, como en el campo de la práctica; como la idea de reflexividad, de complejidad, de accesibilidad, de sostenibilidad-insostenibilidad, de gobernabilidad-ingobernabilidad, de identidad-alteridad, de consenso, de redes sociales, de Tercer Sector... serán nuestros instrumentos teóricos que desde una perspectiva de Sociología Aplicada y siempre con una estrategia relacional, confluyen en un objeto de investigación: un sujeto activo y pro activo, «Un sujeto-en-proceso» (Ibáñez, 1990c), «el sujeto que regresa» (Ibáñez, 1991) y que concretamos en una evidencia que hemos denominado Nuevas Iniciativas de Gestión Ciudadana.

Pero antes de entrar a delimitar más detalladamente el objeto de investigación es necesario precisar aún más los objetivos de la misma, quizá deberíamos seguir denominándolos retos de la investigación, o más bien retos que desvelamos a partir de la investigación (retos para el propio objeto --sujeto-- que se investiga y que en este caso tiene su propio objeto de intervención) que estudia un objeto en estado germinal. El objeto en nuestro caso es un sujeto (sujeto-en-proceso) y tiene como objeto de intervención la consecución de la Calidad de Vida. El poder aspirar, por parte del sujeto, a tener un objeto de intervención tan sumamente complejo como es la idea de Calidad de Vida[1] requiere por parte de éste de unas condiciones, que a la vez son su propia estrategia, y que a la vez son parte de la estrategia de esta investigación: una múltiple articulación desde una perspectiva relacional o de transpenetración[2].

Esa articulación es emergente e incipiente, y esto es una hipótesis central que se desgrana en distintos estados relacionales:

  1. Una articulación (transpenetración) en la dimensión de las escalas espaciales: micro-macro, global-local.
  2. Una múltiple articulación (transpenetración) en los sectores o áreas temáticas: esta articulación sectorial significa una interpenetración interdisciplinar y tiene una gran operatividad para la consecución de la Calidad de Vida.
  3. Una múltiple articulación (transpenetración) en la dimensión de los grandes sectores o sistemas sociales, a saber: un Primer Sector (el estado, el ámbito de lo público), un Segundo Sector (el Mercado, el ámbito de lo privado), un Tercer Sector (el tejido asociativo, el ámbito de lo comunitario), un Cuarto Sector (el tejido social, el ámbito de las redes sociales y de las relaciones sociales primarias). Este último implica un sistema relacional transversal, mientras que los tres primeros sectores implican, además de una integración transversal, una integración entre lo micro y lo macro:
  4. Una múltiple articulación (transpenetración) en los procedimientos: que a fin de cuentas significa una articulación del conocimiento y de la práctica en una estrategia operativa de integrar el conjunto de sectores, niveles y actores reflejados en los estados relacionales apuntados anteriormente, pero en nuestro interés investigador focalizados en ámbitos o espacios concretos: la periferia social y urbana de una ciudad como Madrid.

Antecedentes contextuales

Las aglomeraciones urbanas están en la encrucijada de la problemática global. En los albores del siglo XXI cerca de la mitad de la población mundial residirá en grandes ciudades. La mayor virulencia de la problemática social y ambiental se produce en causas y efectos que derivan del crecimiento y desarrollo de las grandes ciudades. De hecho, como revisaremos, desde enfoques muy diversos se tiende a converger hacia un análisis del problema de las aglomeraciones urbanas. Si bien las causas y los efectos apuntan a una distinción entre Metrópolis (grandes ciudades del Norte) y las Megalópolis (grandes ciudades del Sur). Las primeras han dejado de crecer en población y tienen su origen en una industrialización basada en la expoliación de los países de las segundas. En las metrópolis se controla la producción y se consume, en las megalópolis se concentra la población expulsada por el modelo extractivo del monocultivo, se concentra la pobreza y se sobrevive. En ambas los problemas evidenciados son una señal de alarma. Indicio de una crisis más profunda que nos obligará a cuestionarnos los actuales modelos de organización y de desarrollo urbano[3].

Nuestras grandes ciudades occidentales, al igual que cualquiera de las otras regiones metropolitanas y megalópolis del planeta se desarrollan y se adaptan a tendencias modélicas que sin superar unas crisis se sumergen en otras. La ciudad-metrópoli reformulándose en una permanente crisis, es el soporte físico, social y económico de un sistema que se fundamenta en la ciencia económica monetaria y del libre cambio. Precisamente nos situamos desde una perspectiva donde la ciencia económica ortodoxa es puesta cada vez más en cuestión ya que es incapaz de dar valor (se fundamenta en lo conmensurable) a los efectos incontrolables o externalidades provocadas por el sistema metropolitano y mercantilizado que evidencian los límites de un crecimiento continuado y sostenido.

El modelo de desarrollo de nuestras metrópolis se sustenta en un crecimiento exponencial de los problemas medioambientales generados por las actividades urbanas, ya que las tasas de incremento de la explotación de los recursos naturales, de la energía y de los residuos urbano-industriales son cada vez mayores en referencia al incremento de la población que los genera. Las repercusiones, tanto de la detracción de los recursos como la devolución de los mismos al ecosistema en forma de residuos o contaminación afectan cada vez a territorios más alejados de las regiones metropolitanas, y algunos efectos que se derivan de su desarrollo, como el efecto invernadero o el riesgo nuclear, definen la crisis ecológica a nivel planetario. Si bien los efectos globales del modelo urbano de desarrollo también tiene sus propias consecuencias para las grandes ciudades. Esa paradoja viene a explicar cómo el sistema metropolitano a partir de un determinado nivel de crecimiento es autodestructivo. La pérdida de calidad ambiental en las ciudades deviene de la crisis ambiental planetaria que ellas mismas provocan, pero sobre todo --por ser más perceptible desde las propias ciudades-- por el sobreuso y uso inadecuado de los recursos naturales propios o cercanos (fundamentalmente el suelo, el agua, la gestión de los residuos urbano-industriales y la contaminación). De tal forma que la sostenibilidad ambiental de las grandes ciudades presenta una doble vertiente del problema: de habitabilidad de las ciudades, por un lado, y de sostenibilidad a nivel mundial, por otro. En consecuencia, el sistema económico entra en conflicto con los ecosistemas ecológicos, y los modelos metropolitanos aparecen como un fiel exponente de esta contradicción.

Junto a las externalidades ambientales también persisten de forma acrecentada, las viejas y nuevas externalidades de naturaleza social[4]. Aparejado a la compartimentación espacial hay que considerar la consolidación y ampliación de la segregación espacial. El modelo de desarrollo metropolitano y de organización territorial viene condicionado por las exigencias derivadas de la internacionalización de la economía. Cualquier metrópoli que se precie de ser competitiva parece que debe esforzarse en no perder el tren de la economía global que apuesta por la creación de los soportes y canales de flujos para que sea posible la incorporación de la ciudad a la denominada economía mundo, en ese envite por la competitividad. Si bien, el dominio de la totalidad sobre las partes, de la economía mundo sobre la vida cotidiana, que no ha venido a significar otra cosa que una mayor dependencia económica y energética de lo local bajo lo global, hace que aquellos espacios más segregados y aquellas poblaciones menos competitivas se instalen en la fragilidad y se descuelguen de los procesos económicos y financieros internacionalizados.

Ese modelo de desarrollo económico y los mecanismos que facultan la reproducción del Sistema Único[5] han profundizado, no sólo las contrariedades con el ecosistema natural, sino que también ha acrecentado las desigualdades sociales, y con ello ha procurado una fragmentación social hasta límites que no tienen precedentes. Ello es más ostensible en las metrópolis americanas (del Sur y también del Norte), pero también en Europa las tendencias apuntan hacia la consolidación de la denominada Ciudad Dual donde son crecientes las contradicciones, los conflictos entre instituciones y ciudadanos, y el distanciamiento cada vez mayor entre los sectores con mayores rentas y mayores oportunidades para la promoción social y acceso a los mejores puestos y servicios, frente a aquellos otros sectores descualificados y excluidos de los procesos generadores de riqueza. Las consecuencias de ello las advierte Manuel Castells (1991: 102-103): «el tejido social que hoy conocemos podrá desintegrarse fácilmente bajo la presión de la tendencia estructural hacia el surgimiento de la Ciudad Dual. La participación ciudadana --continúa Castells buscando el cambio de esa tendencia-- y la democracia política sigue siendo la vieja receta...».

La percepción de la evolución de la ciudad como problema se viene evidenciando a través de la eclosión de una abundante elaboración de trabajos, documentos y convocatorias de jornadas y encuentros, tanto en nuestro país, como a nivel internacional[6], y que se viene a expresar bajo dos conceptos que cada vez son más habituales y motivo de preocupación: la cohesión social en las ciudades y la sostenibilidad ambiental de las ciudades. Ideas como la desvertebración social, los procesos de vulnerabilidad que se producen en determinadas áreas de periferia social y urbana, la insostenibilidad y los crecientes síntomas de ingobernabilidad e insolidaridad, son motivo de referencia continua y es, en definitiva, donde se vienen a situar el centro de los problemas de las ciudades. El reto está planteado y nuestro interés se orienta, además de en reflejar y, necesariamente, partir de esa doble contradicción: ambiental y social --que desde alguna perspectiva, insistimos, su origen se encuentra en el modelo urbano--, en evaluar el papel de responsabilidad y también de potencialidad que tienen los distintos actores-sectores sociales que intervienen en los procesos.

El objeto y objetivos de la investigación

El contexto de mundialización de la racionalidad económica del que partimos expresa su dominio en tres grandes esferas: metropolitanización (desequilibrio ambiental y territorial cuyos exponentes más claros son la sobreocupación y destrucción del medio natural), internacionalización de la economía (desigualdad formalizada que supone un sometimiento de las microorganizaciones por las macroorganizaciones, de la economía informal de escala reducida por la economía formal, de los sectores débiles por los sectores fuertes), homogeneización de la cultura (prevalencia de la cosmología occidental sobre las subculturas, destrucción de la diversidad social y cultural, dominio del pensamiento único sobre el pensamiento complejo). Una síntesis de ese dominio que pone en común a esas tres esferas es la consolidación de aquellos procesos que significan la subordinación de lo local bajo lo global.

Frente a los efectos de ese dominio surgen nuevas iniciativas de resistencia, fundamentalmente, en Occidente, en espacios de periferia social, que son una respuesta al sentido perverso de la mundialización. El objeto de nuestro trabajo son aquellas iniciativas de nuevo tipo que vienen desarrollándose desde principios de la década de los 80 en los espacios de periferia social y urbana del municipio de Madrid. Inscritas en el ámbito local son, sin embargo, experiencias que parecen recoger las nuevas perspectivas de la problemática global («pensar global actuar local») y apuntan un modelo social alternativo que pone en relación aspectos de índole cultural (identidad, apropiación, participación...), ambiental (medio ambiente urbano, reciclaje, ampliación verde...) y económico (desarrollo endógeno, economía social, economía de inserción).

Asistimos a la configuración de un nuevo escenario en el que se desenvuelve lo que se ha dado en denominar como Tercer Sector o Tercer Sistema[7]. Este Tercer Sector en su dimensión más localista significa una movilización de recursos muy diversos que se dirigen a desarrollar las potencialidades locales, a reconstruir las redes sociales de coexistencia y a orientar la satisfacción de las necesidades humanas de forma sinérgica.

Como veremos son un nuevo tipo de entidades sociales que, aunque inscritas en el ámbito del mundo de la vida cotidiana, aplican e implican la difusión de nuevos valores universales, responden cada vez más a la estrategia dual de «pensar global, actuar local» y de «pensar local, actuar global». Su nueva función es la satisfacción de las necesidades humanas desde una perspectiva universal, y precisamente por ello se inscriben en una lógica de mostrar lo que se ha denominado como necesidades radicales (optimización de las necesidades: Doyal y Gough (1994)). Presentan nuevos valores y actitudes frente a los dominios tradicionales (Estado y Mercado), así junto a la/s estrategia/s de Confrontación y/o de Colaboración toma mayor cuerpo la estrategia de Coexistencia, es decir de obtener la autonomía suficiente para aplicar, implicar, transformar su medio social con sus propias fuerzas y recursos, y a la vez construyendo su propia identidad y práctica al margen de las estrategias y de las prácticas de los otros sectores de dominio. Es decir, su estrategia no se basa tanto en exigir-pedir responsabilidades-derechos como en adquirir responsabilidades y aplicar el derecho a intervenir directamente en los procesos que les afectan directa y cotidianamente. Su objeto de intervención es la Calidad de Vida y ello implica nuevos y renovados aspectos como la democracia participativa, la apropiación de los tiempos y espacios, y la calidad ambiental. Si bien, se trata de un sector invisible (Max-Neef, 1986) tremendamente fragmentado, en correspondencia con las tendencias sociales, por lo tanto, difícil de detectar, estudiar y evaluar en su justa dimensión y proyección de futuro, por la misma razón sus aspiraciones de articulación son su propio reto. Presentan la posición de ser y la disposición de poder ser, es decir, pese a su invisibilidad son una realidad, y una realidad con proyección, en movimiento. El ser proviene de unas condiciones, el poder ser implica unas condiciones, ambos aspectos son motivo de interés para nuestro trabajo.

Las condiciones que llevan al surgimiento del Tercer Sector, y más concretamente su desarrollo en ámbitos de escala humana, creemos que son suficiente justificación para afrontar esta investigación. Éstas parece que son múltiples: las nuevas formas de exclusión social como nueva dimensión, los requerimientos de inserción cada vez más inseparables de los procesos de participación, la creciente fragmentación social, la crisis ambiental, las nuevas formas de inaccesibilidad a la satisfacción de las necesidades básicas... Todos esos nuevos componentes sociales junto a la paradoja que supone la retirada del Estado del Bienestar, y su reverso, el neoliberalismo, parece que crean determinadas condiciones para el surgimiento de estas nuevas iniciativas de resistencia (re-existencia).

Por otro lado, referente a su proyección de futuro, parece que el marco expuesto precisaría de una relación fluida, articulada y recíproca (de apoyo mutuo) entre la iniciativa ciudadana (potencia) e instituciones democráticas (poder) que en la práctica social tendría una traducción en el reconocimiento, desde el orden institucional, de la potencialidad operativa y no conflictiva de lo público (comunitario) no institucional. Supondría la adopción de estrategias duales encaminadas a la coexistencia de ambas instancias, a complementar más que excluir, a favorecer la autonomía más que a imponer o controlar, a descentralizar más que a centralizar, a diversificar más que unificar, a potenciar la autorregulación más que a imponer la regulación. En todo caso, la emergencia y consolidación de esas nuevas formas para reencontrar la ciudadanía plena parece que necesitan de un modelo urbano y de un modelo social capaz de dotarse de un estado relacional que conlleva una nueva cultura de la intervención pública.

Se pretende, por tanto, en este trabajo, en primer lugar, identificar y detectar esas iniciativas y analizar sus contenidos, sus actividades, sus interacciones sinérgicas autopoiéticas[8] , sus múltiples interdependencias con el exterior, y los requerimientos, tanto internos como externos para su consolidación y extensión. Por otra parte, se trata de apuntar las condiciones óptimas de ambiente y sistémicas (organización urbana, modelos de gestión, redes sociales como formas de regulación y de neutralizar los efectos sociales) para el desarrollo de una sociedad civil movilizada y consciente de sí misma. Es decir, la emergencia de esas iniciativas nos impelen a una reconstrucción teórica orientada hacia la búsqueda de cuáles son las nuevas prácticas sociales urbanas, el sentido de sus estrategias operativas y las potencialidades de esos espacios de intervención directa.

Finalmente, recapitulando y a la vez articulando lo que son los antecedentes contextuales y el propio objeto de la investigación, podríamos considerar que frente a las contradicciones que se producen en la dimensión ambiental y en la dimensión social de la ciudad, y que con mayor virulencia se expresa en determinados espacios de periferia social y urbana, los actores tradicionales inscritos en una lógica de Mercado o de Estado se muestran incapaces por sí solos, o se inhiben, de desarrollar los procesos adecuados para la consecución y optimización[9] de la Calidad de Vida en las ciudades. Como consecuencia de ello, entre Mercado y Estado emerge un nuevo sector de iniciativas ciudadanas que revelan nuevas prácticas sociales en el medio urbano que apuntan hacia otro modelo urbano y hacia otras formas de entender lo público y la democracia.

Algunas consideraciones sobre la posición del investigador

Contribuir a abrir este camino lleva implícito una fuerte carga de compromiso, y ello no puede ocultarse, más al contrario, hemos de reconocer y ser conscientes de que todo bagaje autodenominado científico, comprometido o no comprometido con su objeto de análisis, tiene influencias del contexto y del entorno al que irremediablemente pertenece. Desde esta perspectiva no existe el investigador aséptico absolutamente neutral exonerado de cualquier influencia del medio social. Siempre se investiga con alguna intencionalidad, para algo y para alguien, lo que tiene sus propias consecuencias sobre el sentido, el objeto, el objetivo y la estrategia de la investigación. Precisamente, reconocer este supuesto y sus efectos significa ser conscientes de los propios condicionantes personales para así convertirlos en potencia más que en inconveniente.

Nos situamos, en definitiva, en el nivel epistemológico y parece obligado responder a dos preguntas en el momento de iniciar esta investigación: ¿para qué se hace la investigación? (Ibáñez, 1979: 14), y ¿para quién se hace? En la primera pregunta a grosso modo podríamos responder, al menos, bajo tres supuestos: para explicar (mantener las funciones), para reformar (aplicar reformas de las funciones), para transformar (implicar conscientemente a los sujetos afectados en el cambio de las funciones), aspiramos en este trabajo a ubicarnos lo más posible en el último supuesto. Respecto al segundo interrogante, optamos por buscar un equilibrio que satisfaga distintos intereses y suponga distintas utilidades. Por un lado, es obligado satisfacer los requisitos de la comunidad académica y con ello los propios del investigador que afronta la lectura de su Tesis Doctoral, pero por otro, se aspira a que este trabajo sea reconocido, de uso y utilidad por el propio objeto (sujeto) que se estudia, que en cierto sentido, espera algo de una investigación en/de la que ha participado.

Superar los condicionantes aprendidos, o al menos atenuarlos, supone ser conscientes de la naturaleza de la complejidad y buscar las interdependencias en el análisis. Dominar en este sentido la corresponsabilidad del investigador, supone, como apunta García Bellido (1994: 266) «moverse en el hemisferio de la teoría aunque orientada a la pragmática». Por ello esta Tesis tiene una vocación de cierto sentido práctico, de utilidad analítica y de propuesta transformadora para el propio objeto de estudio. Realizar una investigación con vocación de intervención representa proyectar e imaginar escenarios posibles, y cuando se imagina la proyección posible de las emergencias «se hace siempre desde un lugar determinado (la posición), en una dirección (la trayectoria) y por una persona concreta (sujeto) individual o colectivo que además utiliza unos instrumentos de observación y acción (metodología)» (Díaz Méndez, 1992: 15). Imaginar, «inventar --en expresión de Jesús Ibáñez-- es posible si y sólo si nos situamos en el lugar adecuado, en un lugar de cruce» que nos permita encontrar la articulación en la complejidad. La perspectiva compleja es la que nos permite el cruce para la imaginación de lo posible, por ello la propia complejidad es un reto de esta investigación.

Precisamente el reto de la complejidad nos lleva a asumir en este trabajo un enfoque múltiple, que desde las aportaciones de muy distintos bagajes y disciplinas nos haga del soporte teórico construido un campo de interacciones y retroacciones en torno a los aspectos territoriales y ecosociales[10] con potencialidad para ofrecer una permeabilidad en lo fronterizo de las disciplinas, una cohesión y un hilo conductor capaz de integrar y dar sentido a la relación entre distintas áreas de intervención, un encuentro, en definitiva. Esta estrategia de investigación contiene una importante componente de riesgo que asumimos, sabiendo de antemano que la investigación sin riesgo queda despojada de cualquier utilidad transformadora.

Estructura del trabajo

La idea central de la que partimos es la que se refiere a que las nuevas iniciativas del Tercer Sector son un claro exponente de la idea de complejidad, sin embargo, ésta sólo cobra total plenitud en escalas reducidas que permitan el desarrollo y control humano. Desentrañar ese concepto a través de mediaciones múltiples, pero interconectadas y de interés estratégico, constituirá el hilo conductor de la investigación. Tras la presente introducción, el Apartado 2, de carácter epistemológico, nos va a permitir introducirnos en el concepto y en el paradigma de la complejidad. Partiendo pues de una idea holística, amplia, abstracta como es la de complejidad se inicia un recorrido que pretende ir estrechando cada vez más el cerco hasta llegar al análisis concreto de las Nuevas Iniciativas de Gestión Ciudadana. El recorrido por distintos vericuetos teóricos nos tiene que llevar a poder explicar el sentido de la emergencia de esas nuevas iniciativas en el medio urbano y de su potencialidad proyectada hacia el futuro.

En una Segunda Parte se pretende la aproximación teórica al sentido de la emergencia de esas iniciativas. Llegamos al concepto de Calidad de Vida a través de las Nuevas Teorías del Desarrollo, de la idea de Sostenibilidad (Apartado 3), y de la Teoría de las Necesidades Humanas (Apartado 4). El concepto de Calidad de Vida nos sitúa en la dimensión operativa de la complejidad, es decir en la multiplicidad de aspectos que dan sentido a la acción humana. El desarrollo de esta segunda parte nos permite establecer lo que, a la vez, son condiciones óptimas para su existencia y extensión, y su propia esencia e intensidad. Pero antes de desarrollar el sentido de las condiciones necesarias, en una Tercera Parte se establecen las condiciones en sí y su proyección en la vertiente de las respuestas.

Así, en el Apartado 6 se desarrolla el contexto de metropolitanización y las consecuencias que de él se derivan, y más particularmente en los espacios de periferia social y urbana de Madrid. Mientras, el Apartado 7 deja constancia de la naturaleza de los fenómenos emergentes, de su realidad y de su potencialidad, de sus rasgos identitarios y de sus riesgos, de sus dificultades y de sus retos. En el Apartado 8 se significa la concreción en casos de los aspectos teóricos desarrollados en los dos capítulos anteriores, es decir, se deja constancia del contexto y de las emergencias a través de un análisis articulado, de la estructura urbana de la periferia social y urbana de Madrid, y de las nuevas prácticas sociales que se gestan en su seno. Este capítulo ofrece, entonces, el análisis del trabajo de campo que muestra en primer lugar el origen de las iniciativas sociales emergentes y en un segundo momento evidencia la presencia y la dimensión de las que denominamos como Nuevas Iniciativas de Gestión Ciudadana, y de como éstas se inscriben en una lógica de complejidad que se expresa en una estrategia práxica dirigida a optimizar la Calidad de Vida.

Una última y Cuarta Parte aborda lo que queriendo ser conclusión, es a la vez una significación de los retos y las condiciones necesarias para que el objeto (sujeto) de estudio adquiera un papel protagonista en la consecución de un nuevo paradigma (o seudo-paradigma). En el Apartado 9 se establece el modelo urbano favorable a la sostenibilidad y la gobernabilidad de la ciudad, se sitúa por tanto en una dimensión fisiológica que en buena media se refiere a los soportes físicos para el desarrollo articulado de la Calidad de Vida y de la democracia urbana. Mientras, el Apartado 10 sincroniza las condiciones físicas con las condiciones conductuales necesarias para la articulación del desarrollo local y de la democracia urbana, lo que hemos venido a identificar como una Nueva Cultura de la Intervención Pública basada en un Estado relacional.

Tras las Referencias Bibliográficas hay un capítulo final de Anexos, donde quedan recogidas las Fichas-cuestionario realizadas a la totalidad de iniciativas detectadas en el trabajo de campo (Anexo 3). Éstas son el soporte sobre lo que se ha construido esta Tesis Doctoral y sin su incorporación no podría reflejarse toda la riqueza de la información de la que damos cuenta, y sobre todo quedaríamos en deuda con los auténticos protagonistas de este trabajo.


Notas


[1]: El término de Calidad de Vida es de uso más que corriente en el ámbito coloquial, las más de las veces en referencia a un repertorio de aspectos muy diversos y parcelados sobre la satisfacción de necesidades o deseos, y también es de un uso frecuente en el ámbito de las ciencias sociales, aunque muchas veces desde ópticas ambivalentes, a saber desde perspectivas exclusivamente objetivas y/o desde perspectivas más subjetivas. Sin embargo, la Calidad de Vida como concepto teórico es un aspecto central del presente trabajo en razón de su potencialidad epistemológica, potencialidad que como veremos a lo largo de la presente investigación viene marcada por/desde su carácter multidimensional que es lo que permite inscribirlo en la idea de complejidad.
[2]: En definición de Pablo Navarro (1997:121) «la transducción epistémica mediante la que se pone de manifiesto esa transpenetración existente entre sistemas de distinto género ontológico, consiste básicamente en lo siguiente: los fenómenos típicos de un cierto dominio ontológico son sometidos a una reinterpretación en los términos de los fenómenos característicos de otro dominio diferente. Cuando esos fenómenos peculiares de los dos dominios se representan por medio de sendos sistemas, el proceso de transducción epistémica asocia a los componentes del sistema correspondiente a uno de los dominios una reinterpretación en los términos de los componentes del sistema correspondiente al otro dominio».
[3]: Estas consideraciones han sido expresadas con mucha claridad por la Comisión de las Comunidades Europeas (1990) en el Libro Verde sobre el Medio Ambiente Urbano (Oficina para las Publicaciones Oficiales de la Comunidad Europea. Bruselas).
[4]: Simplificando, podemos considerar externalidades sociales como aquellos efectos o consecuencias sociales perversas que no son mensurables desde los parámetros de la rentabilidad económica que impone el modelo económico clásico (como por ejemplo los múltiples efectos del desempleo).
[5]: Según Pablo Bifani (1980) la concepción de centro-periferia reconoce la existencia de un solo sistema: el sistema mundial que se fundamenta en el hecho de que la innovación tecnológica se produce y se desarrolla en el centro con mucha rapidez, sirviendo eficazmente a los sectores económicos de producción y consumo, mientras que en la periferia la implantación tecnológica sólo penetra más directamente en las actividades económicas de carácter extractivo con destino en el centro.
[6]: No queremos dejar de reflejar algunas de las aportaciones que nos parecen más representativas al respecto: Libro Verde Sobre el Medio Ambiente Urbano (CEE, 1990), La eclosión de la sociedad urbana: desorden o medio ambiente urbano (VV.AA., 1994; en la revista Ciudad y Territorio-Estudios Territoriales, n. 100-101), Conferencia de Naciones Unidas Sobre Asentamiento Humanos Habitat II, Local y Global: La gestión de las ciudades en la era de la información (Borja &Castells, 1997).
[7]: Aunque en el Apartado 8 se desarrolla este aspecto nos vemos en la obligación de adelantar algunas consideraciones. El Tercer Sector es una expresión de reciente uso puesta en circulación por distintos autores y desde distintas perspectivas disciplinares (Nerfin (1988); Kramer (1981); Galtung (1984); Cesareo (1985); Sanne (1985); Ascoli (1987); García Roca (1996); Donati (1997), entre otros autores), y aunque no hay total unanimidad a la hora de definir este Tercer Sector sí se pueden establecer algunos rasgos comunes. En general su situación se referencia como de coexistencia entre los otros dos grandes sectores de la vida económica y social: la economía de mercado y las instituciones públicas. Sin embargo, este espectro del Tercer Sector es sumamente amplio y heterogéneo, y aquí nos interesa fundamentalmente aquel Tercer Sector que podemos identificar con pequeñas y medianas organizaciones descentralizadas que siendo producto de iniciativas ciudadanas de intervención en lo local pretenden buscar espacios alternativos, nuevas formas de gestión, de participación, de economía y de relaciones de producción. En todo caso, la amplitud del término permite incluir todo aquello que podemos identificar con asociacionismo, economía social, cooperativismo, voluntariado, ONGs, ONLs... Por otro lado, optamos por utilizar el término de Tercer Sector, frente al de Tercer Sistema, dada su mayor acepción.
[8]: Autopoiesis: la teoría de los sistemas autopoiéticos construida por Maturana y Varela (1986) los concibe como sistemas «organizacionalmente cerrados (en vez de ser programados desde fuera, se hacen a sí mismos), e informacionalmente abiertos (reciben y producen continuamente información)» (Ibáñez, 1991). En este caso se alude a los procesos en los que los propios sujetos descubren (devenir consciente) sus necesidades, autoproducen sus estructuras y ejercen acciones operativas en consecuencia.
[9]: El uso del término optimización se suele identificar con la medición de los fenómenos económicos proyectados en parámetros o estándares de corte cuantitativo. Al utilizar este término, por tanto, se asume un riesgo a despejar. Optimizar la Calidad de Vida desde una perspectiva de la complejidad, desde la perspectiva que pretende adoptar esta investigación, significa iniciar una trayectoria a través de la cual se pretende, se propone, traspasar la metodología subjetiva a una vertiente práctica, o lo que es lo mismo, proyectar la reflexividad hacia su capacidad/potencialidad operativa. Así, si el reconocimiento de la complejidad implica, respecto de la Calidad de Vida, y supone la reciprocidad entre las múltiples dimensiones que interactúan, cada una de éstas en su aplicación práctica/activa no podrá ir en menoscabo de las otras dimensiones.
[10]: La dimensión de los espacios locales (capacidad de control a escala humana); y el concepto de ecosistema son dos aspectos que como veremos nos posibilitan un acercamiento al objeto de investigación y a su sentido de complejidad. Nos ayudan a reinterpretar conceptos que atraviesan la investigación como por ejemplo el concepto de Calidad de Vida, la Teoría de las Necesidades, el Tercer Sector, la Economía Social, Teoría de la Comunicación, Redes Sociales...


Edición del 30-5-2006
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