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La eficiencia energética es la obtención de los mismos bienes y servicios energéticos, pero con mucha menos energía, con la misma o mayor calidad de vida, con menos contaminación, a un precio inferior al actual, alargando la vida de los recursos y con menos conflicto.AEDENAT et al. (1998)
Eficiencia energética es un término polivalente, muy empleado en los últimos años en muy diferentes contextos, y tal vez por este motivo, parece oportuno delimitar su significado. La palabra eficiencia proviene del latín efficientia que en español quiere decir, acción, fuerza, producción. En principio la eficiencia energética atendería a la definición física referente a un proceso o a un dispositivo, correspondiéndose esta a la relación entre la energía útil y la energía empleada. Actualmente esta acepción se emplea, casi exclusivamente, para maquinaria, electrodomésticos o luminarias, es decir procesos o aparatos que se relacionan más directamente con el usuario, y en los que ambas magnitudes son fácilmente mesurables. Esta se relaciona con la eficiencia energética a micro escala, entendida como la reducción del consumo para el mismo servicio, bien sea por avances tecnológicos o mejoras en la gestión (World Energy Council, 2004). Sin embargo estas mejoras, que pueden tener repercusión a la macroescala dominante en el mundo globalizado, no son la base de las mediciones energéticas. Durante los últimos años este término se viene empleando asiduamente con un concepto más amplio, que no sólo engloba la optimización en el uso, sino lo que esta conlleva para el medio y la vida, como se expone en la recogida en la campaña Ante el cambio climático: Menos CO2.[2] En general todas las definiciones que encontramos en esta línea son similares, aunque algunas toman un aspecto más económico excluyendo del termino toda acción que suponga una reducción en el PIB,[3] y otras en cambio resaltan su relación con la disminución del consumo y la consiguiente reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.[4]
A lo largo de este siglo habrá que realizar la transición energética ordenada y gradual hacia un modelo energético descarbonizado y cada vez más eficiente sin olvidar el importante problema de proporcionar un nivel de vida digno al 80% de la población mundial que vive en la pobreza.Santamarta (2007)
La crisis energética es ya una realidad en nuestra sociedad que plantea no sólo el problema del agotamiento de las principales fuentes actuales, con los consiguientes conflictos para conseguirlas, sino también la contribución al cambio climático y la pérdida de la calidad de vida producida por la contaminación cotidiana.
El consumo de energía en España ha crecido vertiginosamente en los últimos años, pasando de 91,8Mtep en 1990, a 145,1 Mtep en 2005. Los costes de la energía en este país, a pesar de que depende en un 79,2% del exterior, son bajos y no se corresponden con los reales, ambientales y sociales. La situación de consumo actual, en parte favorecida por los bajos precios, muestra una falta de concienciación y consciencia energética, impropia de un país que importa la mayor parte de su energía. Se une a esto el aumento de la actividad económica que en el último siglo parece indiscutiblemente unida al gasto energético. Aunque las energías renovables cobran cada vez más importancia, la vulnerabilidad derivada del consumo de los combustibles fósiles y la dependencia de los países exportadores de petróleo, hace pensar en la eficiencia energética como uno de los elementos imprescindibles de una posible salida (World Energy Council, 2008).
Con el fin de promover el desarrollo sostenible, (...) al cumplir los compromisos cuantificados de limitación y reducción de las emisiones contraídos en virtud del artículo 3: (a) Aplicará y/o seguirá elaborando políticas y medidas de conformidad con sus circunstancias nacionales, por ejemplo las siguientes: (i) fomento de la eficiencia energética en los sectores pertinentes de la economía nacional...Protocolo de Kyoto (1998)
Para todas las regiones, excepto la CEI (Comunidad de Estados Independientes), Europa central y del Este que durante algún tiempo sufrieron una contracción de sus economías, las emisiones de CO2 provenientes del uso de la energía han aumentado desde 1990. La indiscutible relación entre el cambio climático y los gases de efecto invernadero, cuyos principales emisores por combustión energética son los países desarrollados, ponen de manifiesto la importancia de la eficiencia enérgica como instrumento de cambio.
En un principio era síntoma de país en desarrollo ver que sus consumos energéticos crecían. Ello es cierto. (...) El bienestar de un país, en mejor o peor forma, se asocia con un incremento de la renta y éste lleva consigo un aumento de consumo de energía per cápita.Valero (2004)
La oferta energética, que se encamina a un aumento dando por hecho que la demanda seguirá la misma tendencia, es la que determina la planificación del sector energético. Los problemas medioambientales y sociales actuales parecen pedir una disminución del consumo, pero como algunos autores han recogido ya esta se hace imposible con las dinámicas económicas actuales (Fernández Güell, 2004). Desde algunos sectores se plantea la eficiencia energética como una solución posible dentro de las leyes del mercado, al disminuir, en parte, los perjuicios de la energía sin reducir el consumo (Ministerio de Industria, Turismo y Comercio e IDAE, 2003).
Cuando se trata medir la eficiencia energética, en términos generales y al igual que sucede al definirla, no se tiene en cuenta la relación entre energía útil y total empleada, como indicaría su definición física, aunque si se emplee esta medida en maquinaria, luminarias y electrodomésticos. Esta eficiencia energética a menor escala, de gran importancia a nivel usuario, se relaciona directamente con el rendimiento y constituye uno de los pilares de las políticas energéticas, por su repercusión en el cómputo global. A gran escala, y haciendo referencia a la definición del término más extendida en los últimos años, se emplean indicadores que relacionan la energía con temas económicos. Los más empleados son los índices de eficiencia e intensidad, atendiendo a la relación entre el PIB y el consumo energético, y diferenciando entre el primario y el final (Santamarta, 2007). Además de estos en ODYSSEE (ADEME/EnR/SAVE Project), proyecto de la Comisión Europea sobre indicadores de eficiencia energética, se recogen nuevos indicadores relacionados con este término, como son las unidades de consumo específico (muy utilizadas al hablar de eficiencia por sectores), los indicadores ajustados (intensidades sometidas a variaciones según clima, desarrollo etc) o los índices de eficiencia energética (que permiten relacionar los consumos específicos de los sectores entre sí).
La intensidad energética primaria mide cuánta energía requiere cada país o región para generar una unidad de PIB. Por lo tanto, es más un indicador de «productividad de la energía» que un verdadero indicador de eficiencia desde un punto de vista técnico.World Energy Council (2004)
Este es el indicador más utilizado para medir la eficiencia energética a macroescala. Se consideran para ello todos los consumos primarios de energía, incluida la biomasa, y se dividen por el PIB referido al eur-95, para poder comparar los distintos países. Aunque durante mucho tiempo los países desarrollados han sido los de mayor intensidad primaria, desde 1990 empezaron un descenso generalizado que contrasta con el gran aumento de las intensidades de los países en desarrollo. A parte de la posible influencia de los programas de eficiencia energética, que desde finales de los 90 se extienden por los países desarrollados, este fenómeno de descenso de la intensidad está directamente asociado a la pérdida de la industria de estos países a favor de los países en desarrollo, pasando estos a aumentar llamativamente su consumo energético y su producción de GEI (World Energy Council, 2007).
La intensidad primaria, que ha disminuido en el mundo y en casi toda Europa, ha aumentado en España a razón de un 0,7%, siguiendo una tendencia contraria. La economía española de los últimos años, vinculada a la burbuja inmobiliaria, ha favorecido el crecimiento económico con un alto coste energético (traslado de materiales, hormigón, etc..) (IDAE, 2006), yendo la variación de este cociente en aumento hasta llegar a 223tep/millones -95 en 2004. Sin embargo a partir de dicho año, en parte como reflejo de la políticas de eficiencia, ha mejorado ligeramente.
...corresponde a la energía consumida por los consumidores finales para fines energéticos, por unidad de PBI, excluyendo el consumo y las pérdidas en la conversión energética (centrales energéticas, refinerías, etc.) y usos no energéticos.World Energy Council (2004)
Siguiendo la evolución de las intensidades primaria y final, se comprueba que, tanto a nivel mundial como por regiones, esta última aumenta más lentamente o disminuye más rápidamente que la primera (1,9% p.a. en comparación con 1,5% p.a.). Esto refleja que las pérdidas en la en la conversión energética van en aumento.
Al igual que el resto del continente, la variación de la intensidad final en España en los últimos sigue la misma tendencia que la primaria, superando a la de la Unión Europea desde 1990. Los grandes consumos finales en el transporte, la industria y los equipamientos residenciales y de servicios, son llamativos respecto al resto de la CEE, a pesar del importante crecimiento de PIB de los últimos años. Así el PIB total en España en el 2007 llegó a 1.414.646 euros, mientras que el gasto energético final fue de 105.490 Ktep. Con estos datos situamos el valor de la intensisdad española del 2006 en 137,45 tep/Mctes2000.
Los indicadores energéticos ajustados tienen en cuenta las diferencias existentes entre los países en el clima, la estructura económica o en la tecnología.ODYSSEE-MURE, 2007
La comparación entre las intensidades energéticas de distintos países hace pensar en lo relativo de este índice que únicamente tiene en cuenta el consumo y el producto interior bruto. La situación particular de cada país, geográfica, climática, económica, tecnológica, afecta directamente a su consumo energético y a su economía, y por lo tanto a los indicadores de eficiencia que se emplean con mayor frecuencia. Como un intento de paliar estos posibles desajustes surgen estos nuevos indicadores ajustados, que recoge oficialmente ODYSSEE (ADEME/EnR/SAVE Project) y emplean todas las agencias energéticas. Pero a pesar de las variaciones tenidas en cuenta, siguen siendo indicadores principalmente económicos que miden la eficiencia en la producción de capital y no en el uso de la energía.
En función de las intensidades ajustadas, la situación española en primarias y finales mejora respecto a su posición original frente a otros países europeos, pero la tendencia de sus variaciones sigue siendo negativa, es decir va en aumento mientras el resto desciende. Como continuación de este intento de afinar los indicadores de eficiencia, el proyecto de la Comisión Europea sobre indicadores de eficiencia energética ODYSSEE ha creado el índice de eficiencia energética ODEX. En este caso, no se realiza un intento por afinar las relaciones entres los indicadores de distintos países, sino por hacerlo entre los sectores de consumo de un mismo estado. La eficiencia energética por sectores suele medirse por indicadores muy dispares generados habitualmente al dividir un elemento característico del sector (vehículos, pasajeros, kilómetro, m2 etc...) entre el consumo. Este tipo de indicador impide que se puedan establecer comparaciones reales entre los distintos sectores, o que las que se realicen siempre sean ambiguas. El índice de eficiencia energética ODEX, que además hace referencia a la evolución del sector al tener en cuenta los tres años previos, se refiere a tres bloques: industria, hogares y transporte, elaborado cada uno de ellos por medio de al menos cuatro variables.
El análisis de la relación entre el crecimiento económico de un país y las presiones derivadas del desarrollo de un sector productivo nos permiten valorar su eficiencia ambiental.(...) En el caso del sector energético se comprueba que las presiones ejercidas, en lo relativo a emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y al consumo de energía primaria, crecen vinculadas, e incluso con tasas mayores, que el Producto Interior Bruto (PIB).Ministerio de Medio ambiente (2006)
Este nuevo indicador, recogido ya por el Banco de Indicadores del Ministerio de Medio ambiente, intenta relacionar el comportamiento asociado del consumo energético, los gases de efecto invernadero y el producto interior bruto. Con él se pretende observar las dinámicas y la relación entre ellos y llegar a disociarlos. Éste tiene una finalidad similar a los indicadores de CO2 utilizados por ODYSSEE, que consisten en el cociente entre las unidades de consumo o las intensidades y los gases de efecto invernadero que generan. Sin embargo este índice todavía no está muy extendido y no se ha encontrado para otros países.
Todos los indicadores empleados para cuantificar la eficiencia energética, al estar inversamente ligados al PIB, justifican en parte el consumo energético en pro del desarrollo económico, empleando siempre indicadores relativos, que nos impiden cuantificar el gasto total. De esta manera puede considerarse que un país es más eficiente o tiene un «mejor comportamiento energético» cuando está consumiendo mucha más energía que otro que esté menos desarrollado. Este tipo de medidas relativas dulcifica las cifras beneficiando a los países más ricos y perjudicando a los pobres. Se comprueba mediante estos indicadores económicos que se cumple la regla del notario (Naredo y Valero, 1999), siendo los países desarrollados los que más beneficio obtienen en relación a la energía consumida y esfuerzo realizado.
Las medidas empleadas en otras variables como por ejemplo los indicadores de consumo per cápita, permitirían establecer límites de gasto energético que podrían relacionarse con el beneficio obtenido, no directamente monetario, cosa que de momento no tiene cabida en el mercado actual. En España los consumos por habitante de energía fueron de 3,23 tep/hab y 2,36 tep/hab, en energía primaria y final respectivamente en 2006, mientras que los de China o India, que tienen mayores intensidades energéticas, fueron muy inferiores.
A demás de los indicadores globales que caracterizan la eficiencia energética de los países, el estudio de esta y de los consumos energéticos suele realizarse por sectores, ya que tanto el tipo de consumo, como las medidas para hacerlo más eficiente suelen ser característicos. Aunque la división realizada por los planes de acción oficiales por usos es más específica (Industria; Transporte; Edificación; Servicios Públicos; Equipamiento Residencial y Ofimático; Agricultura; y, Transformación de la Energía) en cuanto al consumo es fácil encontrarlo dividido en cuatro grandes grupos.
El consumo eléctrico por hogar en España ha aumentado increíblemente en los últimos diez años (2660,7kWh en 1990 a 3298,7 kWh en 2000), al igual que los usos térmicos. Esta tendencia al aumento en el consumo, que se prevée continuará, se debe en parte a la mejora del nivel de vida (aumento de la tecnificación en los hogares), y a las nuevas tendencias poblacionales (más población y menos personas por hogar). La eficiencia en este sector depende principalmente de la de los electrodomésticos, luminarias etc., por ello el principal objetivo de la políticas de eficiencia en este caso, van orientadas a las sustitución de los viejos aparatos por otros de mayor rendimiento y a la mejora de la piel de los edificios para evitar consumos por calefacción y frío.
Aunque no suponga un porcentaje muy alto en el cómputo general de consumo, un 8,6 en el 2003, este sector parece tender al aumento en España. Los centros comerciales han proliferado increíblemente en los últimos años como grandes espacios aislados con un fuerte acondicionamiento que funciona permanentemente.
Según esta clasificación el transporte es el sector de mayor consumo (39,1% en 2003). Aunque la mejora del rendimiento de los automóviles progresa muy rápidamente, aumentan a su vez los recorridos, con los nuevos modelos de ciudad, y el parque de vehículos. El peso del sector en el consumo, principalmente de carburantes, lo convierte en una de las patas fundamentales de las políticas de eficiencia.
Este es el otro sector de mayor consumo (31,38% en 2003), aunque hay que resaltar que es en este punto en el que se incluye el gasto de la construcción no relativo al transporte, que en otros casos se engloba en el sector edificación junto al uso doméstico. Al contrario que otros sectores en este la intensidad energética tiende a disminuir, en parte porque el número de empresas disminuye y mejora el rendimiento de su maquinaria.
Si observamos las políticas de la Unión Europea veremos como en el periodo 70s 80s marcado por la crisis energética del 73, la preocupación principal era el mantenimiento del suministro a costes asumibles para la industria y la sociedad (Eurobarómetro 2006). La siguiente etapa se caracterizó por una nueva preocupación aun en vigor, el medio ambiente. En 1986 se aprueba el Acta Única Europea, que relanzaba el mercado interior, con un nivel alto de protección del medio ambiente. En el Protocolo de Kyoto de 1998, ya se refleja esta preocupación por el medio y los cambios que sobre este producen los modos de vida actuales. Como uno de los mecanismos para combatir estos problemas, en el artículo 2 se recoge ya la necesidad de aumentar la eficiencia energética, uno de los pilares de la UE en materia de energía junto a la promoción de las energías renovables. Esta idea se recogerá también más adelante en la Agenda de Lisboa, en 2001, y ha sido ratificado recientemente en el Paquete de Medidas energéticas con nuevos objetivos al 2020 (10 de enero de 2007). Hay que destacar en este punto que los objetivos de las medidas de eficiencia energética, promovidos por estas instituciones, tienen un importante interés económico que hizo, al menos en un principio, que parte de ellas fueran impulsadas por los Ministerios de economía, como sucedió en el caso español.
El 80% de la energía consumida es de origen fósil, y en el caso de España casi el mismo porcentaje se trae del exterior, lo que muestra su gran vulnerabilidad ante la crisis energética que ya es evidente. El aumento imparable del consumo energético de los últimos años, inferior generalmente al crecimiento del PIB, ha venido acompañado de una gran producción de gases de efectos nocivos para nuestra calidad de vida y para el planeta, siendo actualmente la energía la responsable del 78% de las emisiones. Como se ha observado en el análisis de los indicadores, las tendencias de eficiencia en España son negativas y se vinculan indiscutiblemente a un consumo que va en aumento. Además hay que resaltar la falta de concienciación de los ciudadanos de este país sobre la necesidad del ahorro y búsqueda de la eficiencia, estando dispuesto a cambiar de hábitos en el consumo sólo un 27% de los consumidores, frente a un 49% de media de la UE y porcentajes aun mayores de países como Francia o Reino Unido (Maciá, 2003). Todos estos datos, y los reflejados a continuación (Figura 5), ponen de manifiesto la necesidad de una política de eficiencia energética que tiene cabida y apoyo en la Unión Europea.
Nivel internacional | Europa | España | Evolución del consumo | |
Energía Primaria 1975 vs. 2006 (datos BP) | Incremento del 88% (de 5.786 a 10.878 Mtep) | Incremento del 30% (de 1.331 a 1.722 Mtep) | Incremento del 139% (de 60,8 a 144 Mtep) | El consumo de Energía Primaria desde la década de los 70 ha crecido casi el doble que la media de países del entorno europea. Esto se explica por el bajo punto de partida de desarrollo económico del que partía el país. |
Evolución Intensidad Energía primaria | -1,5% anual entre 1990 y 2004 | -1,4% anual entre 1990 y 2005 | +5,1% entre 1990 y 2004 | Se observa un aumento de la Intensidad Energética, frente a los descensos generalizados a nivel mundial y europeo. Esta tendencia empieza a invertirse gracias a los esfuerzos realizados en los últimos años y a unas condiciones meteorológicas más suaves. |
Mix de fuentes | 2005: Petróleo (36,4%) Carbón (27,8%) Gas natural (23,5%) Nuclear (6%) Hidroeléctrica (6,3%) | 2005: Petróleo (37,2%) Carbón (18%) Gas natural (23,9%) Renovables (6,3%) | 2006: Petróleo (48%) Carbón (13%) Gas natural (21%) Renovables (7%) Nuclear (11%) | El mix energético español tiene excesiva dependencia de los hidrocarburos, próximas al 99%. En concreto, se hace patente la fuerte dependenciade la economía española del petróleo (98%), lo que la hace muy vulnerable a las crisis recurrentes que rodean a los mercados del crudo. |
Dependencia energética | n.a | 50% | 80% | Alta dependencia energética exterior, relacionada con la dependencia de los hidrocarburos como fuente energética, y de los cuales existen pocas fuentes de suministro en España. Esta dependencia viene acentuada por un descenso continuado del grado de autoabastecimiento, con un declive de la producción nuclear y el estancamiento de la generación hidroeléctrica en los últimos años. Compensada por el impulso dado a las energías renovables. |
CO2 (2004) | 26.583 Tn CO2 | 4.004 Tn CO2 (8.180 Kg/persona) | 326 Tn CO2 (7.632 kg/ persona) | Aunque España está muy por encima de los objetivos fijados en Kyoto (entorno al 40% frente al 15% previsto inicialmente), su nivel de emisiones por persona sigue siendo inferior a otros países de su entorno. |
Prospectiva consumo | 2030: un 60% superior al de 2002 | 2030: un 15% superior al de 2000 | 2011: un 12% superior al de 2005 | España sigue teniendo una previsiones de crecimiento de consumo energético superiores a las de países de su entorno económico, aunque las medidas previstas pretenden igualar las tasas de crecimiento a la media europea. |
Fuente: Europa: Comisión UE; España: Estrategia de ahorro y Eficiencia Energética en España (E4)
La Unión Europea lidera las iniciativas en el mundo en materia de Eficiencia Energética, desarrollo de energías renovables y reducción de emisiones de contaminantes.Programa País (2004)
- 1986: Mercado interior de Energía.
- 1992: Directiva 92/75/CEE del 22 de septiembre de 1992 relativa a la indicación del consumo de energía y de otros recursos de los aparatos domésticos, por medio del etiquetado y de una información uniforme sobre los productos.
- 1993: La Directiva 93/76/CEE del Consejo, de 13 de septiembre de 1993, relativa a la limitación de las emisiones de dióxido de carbono mediante la mejora de la eficacia energética (SAVE), que exige a los Estados miembros instaurar y aplicar programas de rendimiento energético en el sector de los edificios e informar sobre su aplicación.
- 1994: Tratado de la Carta Europea de Energía.
- 1995: Libro Verde Una Política Energética para la UE COM(94) 659; Libro blanco sobre Una política energética para la Unión COM(95) 682.
- 1997: Libro Blanco sobre Energías Renovables.
- 1998: Comunicación sobre Uso Eficiente de la Energía y Grado de Liberalización de los Mercados Energéticos.
- 2000: Libro verde Hacia una estrategia europea de seguridad de abastecimiento energético COM(2000) 769.
- 2001: Constitución del Mercado Común de Energía Directivas GIC y TNE 2001/80/CE y 2001/81/CE.
- 2002: Directiva Europea de eficiencia energética en la edificación (Directiva 2002/91/CE).
- 2005: Libro Verde sobre Eficiencia Energética. Directiva 25/32/CE del 6 de julio del 2005 por la que se instaura el marco para el establecimiento de requisitos de diseño ecológico aplicables a los productos que utilizan energía.
- 2006: El Consejo Europeo discutió el Libro Verde sobre la Energía, acogió sus prioridades, hizo un llamamiento a una «revisión periódica de la estrategia energética de la UE»; Directiva Europea sobre la eficiencia del uso final de la energía y los servicios energéticos (Directiva 2006/91/CE).
- 2007 (10 de enero): Paquete de Medidas energéticas con nuevos objetivos al 2020
Maciá (2003), Sierra (2008) y Programa País (2007)
En España, al igual que en gran parte de los países de la Unión Europea, existe un organismo específicamente encargado de la eficiencia y el ahorro energético, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Entidad Pública Empresarial, adscrita al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio desde junio de 2004.
La consecución de los objetivos que marcan el Plan de Acción 2005-2007 de la Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética para España y el Plan de Energías Renovables 2005-2010, constituyen los dos grandes marcos que orientan la actividad institucional.IDAE (2007)
- 1991: Plan de Ahorro y Eficiencia Energética (PAEE), anexo al PEN 1991-2000; Estrategia Española del Cambio Climático y Energía Limpia (EECCEL).
- 2001: Ordenanza municipal de energía solar para usos térmicos del IDAE.
- 2003: Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética 2004-2012 (E4) (IDAE, Ministerio de Industria, Turismo y Comercio).
- 2004: Real Decreto del primer Plan Nacional para el control de emisiones (Allocation of Emission Allowances) 2005-2007; Real Decreto 219/2004, modificación del Real Decreto 1326/1995, para la transposición de la Directiva 2003/66/CE al marco español; Real Decreto-ley 5/2004, de regulación del mercado de derechos de emisión de gases de efecto invernadero (trade of greenhouse gas emission allowances).
- 2005: Plan de Acción 2005-2007 E4. Estrategia de ahorro y Eficiencia energética 2004-2012 (E4) (IDAE, Ministerio de Industria, Turismo y Comercio); Plan de Energías Renovables en España 2005-2010 (IDAE, Ministerio de Industria), Turismo y Comercio; Libro Blanco del sector eléctrico (José Ignacio Perez Arriaga, Ministerio de Industria, Comercio y Turismo).
- 2006: Revisión 2005-2011 de la planificación de los sectores de electricidad y Gas 2005-2011 (Ministerio de Industria, Comercio y Turismo).
- 2007: Plan de acción 2008-2012: Estrategia de ahorro y Eficiencia energética 2004-2012 (E4); Segundo Plan nacional de Asignación de derechos de emisión 2008-2012 (Ministerio de Medio ambiente).
IDAE-MURE (2006)
La Estrategia de Ahorro y Eficiencia Energética en España (E4) 2004-2012, aprobada por el Gobierno el 28 de noviembre de 2003, definió sobre un escenario al horizonte de dicha Estrategia, los potenciales de ahorro y las medidas a llevar a cabo al objeto de mejorar la intensidad energética de nuestra economía e inducir un cambio de convergencia hacia los compromisos internacionales en materia de medio ambiente.Plan de Acción 2008-2012 (2007)
Las últimas previsiones del Plan de Acción 2008-2012 fijan un ahorro de energía de 24.776 ktep en 2012 por encima de las previsiones anteriores. Sin embargo las previsiones de reducción de emisiones que planteadas para el periodo 2004-2012, de 270.592 ktCO2, habrán de cumplirse casi íntegramente ( 238.130ktCO2 ) en los cuatro años próximos. Esto muestra, en parte, por qué el resultado real de estos planes ha sido cuestionado por expertos y grupos de ecologistas:
Las medidas planteadas en la Estrategia supondrán un ahorro de energía en 2012 de 15.574 ktep (kilotoneladas equivalentes de petróleo), lo que representa una reducción del 8,6% respecto al escenario tendencial en ausencia de la Estrategia. El ahorro de energía primaria acumulado en el periodo será de 69.950 ktep y el CO2 no emitido se elevará a 190 millones de toneladas. Las emisiones de gases de efecto invernadero evitadas ascenderán a 42 millones de toneladas al año, el 10,5% de las emisiones del año 2002, cifra totalmente insuficiente.Santamarta (2004)
Las medidas planteadas por la Estrategia se llevan a cabo en diferentes sectores: Edificación, Equipamientos residenciales y de oficinas, Transporte, Servicios públicos, Agricultura y Pesca, Transformación de la energía y comunicación. El plan destina el 34% de las inversiones propuestas al sector de la edificación, por su alto consumo y posibilidades de ahorro, seguido por los equipamientos y el transporte.
El sector de la edificación es clave en el gasto energético estimándose que los edificios representan alrededor del 40% del consumo de energía, y el ahorro potencial de energía que se puede desarrollar en los mismos supera el 20%. Por la importancia de este sector atendemos a definición de eficiencia energética aplicada a los edificios: «La cantidad de energía consumida realmente o que se estime necesaria para satisfacer las distintas necesidades asociadas a un uso estándar del edificio, que podrá incluir, entre otras cosas, la calefacción, el calentamiento del agua, la refrigeración, la ventilación y la iluminación. Dicha magnitud deberá quedar reflejada en uno o más indicadores cuantitativos calculados teniendo en cuenta el aislamiento, las características técnicas y de la instalación, el diseño y la orientación, en relación con los aspectos climáticos, la exposición solar y la influencia de construcciones próximas, la generación de energía propia y otros factores, incluidas las condiciones ambientales interiores, que influyan en la demanda de energía» (Directiva 2002/91/CE).
El fomento de la eficiencia energética constituye una parte importante del conjunto de políticas y medidas necesarias para cumplir lo dispuesto en el Protocolo de Kyoto, y debe estar presente en todas las medidas que se adopten con el fin de dar cumplimiento a nuevos compromisos.Directiva 2002/91/CE
Las medidas establecidas por la Estrategia E4 para la edificación se dividen entre aquellas destinadas al antiguo parque de viviendas, más numeroso y al que se dedican más medidas, y al nuevo.
En relación con estas medidas y siguiendo las directivas de la Unión europea, la Administración española ha puesto en marcha una serie de iniciativas concretas englobadas dentro del Plan de Acción de Ahorro y Eficiencia Energética en España y en el de Fomento de las Energías Renovables (Fig 7).
Además de estas medidas puestas en marcha dentro del Acuerdo Marco existente entre el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España y el Ministerio de Vivienda, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y el IDAE, se llevan a cabo otras acciones de promoción de la edificación sostenible que se relacionan en mayor o menor medida con la eficiencia energética:.
Sin embargo todas estas medidas referentes a la edificación, los son a su uso, incluido su diseño previo, y no a su construcción, una de las principales fuente de consumo energético fundamental en los últimos años en España por el auge del mercado inmobiliario. A pesar de que uno de los indicadores clave para este sector es el consumo de cemento, no se han introducido medidas en este sector dentro de las estrategias españolas.
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World Energy Council (2008) Europe's Vulnerability to Energy Crises: Executive Summary Ed:World Energy Council. United Kingdom
[1]: Este artículo forma parte del trabajo de documentación
Glosario de términos clave relacionados con un urbanismo y una arquitectura más sostenibles
realizado en Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid,
desarrollado a lo largo del curso de doctorado
Por una Ciudad más Sostenible. El Planeamiento Urbano frente al Paradigma de la Sostenibilidad
bajo la tutela de Agustín Hernández Aja
[2]: Campaña desarrollada por la Asociación
Ecologista de Defensa de la Naturaleza (AEDENAT), la Coordinadora de
Organizaciones de Defensa Ambiental (CODA), la Confederación Sindical
de Comisiones Obreras (CCOO), y la Unión General de Trabajadores (UGT).
[3]: «El concepto de eficiencia energética incluye todas
aquellas actuaciones que tienen como resultado una reducción de la
cantidad de energía utilizada para producir una misma unidad de
actividad económica o para alcanzar un determinado nivel de
confort. No son medidas de eficiencia energética aquellas que
producen una reducción de los consumos energéticos por contracción
de la actividad económica» (Maciá, 2003).
[4]: «La eficiencia energética como concepto, agrupa
acciones que se toman tanto en el lado de la oferta como de la
demanda, sin sacrificar el bienestar ni la producción, permitiendo
mejorar la seguridad del suministro. Logrando, además, ahorros
tanto en el consumo de energía como en la economía de la población
en general. Simultáneamente se logran reducciones en las emisiones
de gases de efecto invernadero y mejoras en las finanzas de las
empresas energéticas» (Poveda, 2005).
Documentos > Temas de sostenibilidad urbana > http://habitat.aq.upm.es/temas/a-eficiencia-energetica.html |