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Núcleos de vida ciudadana: racionalidades y coyunturas...
Luis Fernando Dapena Rivera| Medellín (Colombia), junio de 2003.
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Capítulo IV. La phrónesis, camino para la investigación, camino para la acción

[...] Y de pronto, todo fue posible; allí estaban reunidos, por primera vez en la historia de la ciudad, actores sociales de muy diverso carácter y representatividad pública, sentados frente a frente, mirándose a los ojos y reconociéndose como interlocutores válidos capaces de discurso y de acción, y como copartícipes de una historia colectivamente vivida a la que era necesario cambiarle de rumbo y de sentido.

[...] Por fin resultaba posible encontrarle un lugar a los discursos y los saberes; abrir un espacio para la palabra y trazar caminos de reconocimiento en una urbe fragmentada, cruzada por poderes y contrapoderes, por disenso y confrontaciones: hecha de territorialidades antagonizadas, atravesadas por fronteras infranqueables y carente de lugares de encuentro donde fuese posible debatir y diseñar criterios mínimos para la convivencia social y para la solución de los grandes retos de la ciudad moderna.

Bajaron de las laderas del norte de Medellín, los pobladores [...]. Bajaron de las altas cumbres del gobierno nacional y de las administraciones departamental y municipal, los agentes del poder público [...]. Salieron de sus recintos vigilados y de sus oficinas privadas los representantes de los gremios empresariales, los gerentes de las grandes fábricas y los presidentes de los conglomerados económicos y las asociaciones de profesionales para compartir el mismo espacio [...]. Estaban allí los representantes de los medios de comunicación [...]. Asistieron también los comandantes del ejército y la policía [...]. Los intelectuales dejaron por fin las torres incontaminadas de la academia para reiniciar un diálogo fecundo con los actores sociales de la ciudad [...].

María Teresa Uribe de H. (1992:11)

Introducción

Este trabajo se valió de Flyvbjerg como su referente teórico y metodológico, quien ha definido como eje de su investigación la relación entre la racionalidad y el poder, en el marco de la democracia, y propone desarrollar la ciencia desde la phrónesis, que es la virtud intelectual aristotélica de la prudencia, o sea, la sensatez, la sabiduría práctica.

Flyvbjerg utiliza a Aalborg, Dinamarca, como el laboratorio donde revisar el poder y la organización social y política a través de un estudio de casos: el llamado proyecto de Alborg, ganador del Premio Europeo de Planificación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) a la mejor experiencia sobre manejo ambiental y social en políticas y planificación de ciudad. En el desarrollo del estudio de casos emplea la narratología wittgensteiniana para llevar a cabo dicha revisión, y sobre ella dice:

No se puede dar brevemente cuenta de la historia del caso, ni se puede resumir en unos pocos resultados principales. La historia en sí es el resultado. Es una realidad virtual, por decirlo así, de política, administración y planificación en acción. Para el lector que desea entrar en esta realidad y explorar la vida y muerte del proyecto de Aalborg desde el principio hasta el fin, su recompensa será la sensibilización hacia asuntos de la democracia, la racionalidad y el poder, que no pueden extraerse de la teoría. Los estudiantes pueden dejarse sueltos sin peligro en este tipo de realidad, la cual provee un útil campo de entrenamiento, con introspecciones a prácticas que la enseñanza académica no provee.
Flyvbjerg (2001:145)

Sobre el caso, su análisis y sus resultados

En los estudios de casos, a menudo se utiliza la narrativa como parte de su desarrollo. A este respecto, en la práctica fronética no resulta problemático entrar en largas descripciones, de difícil resumen. No se pretende resumir ni hacer generalizaciones, que se puedan convertir en estandarizaciones. No hay una urgencia de llegar a cerrar conceptualmente el estudio, sino de consignar ampliamente el detalle.

El resultado, para nuestro caso, es la historia que hemos presentado en el Capítulo III, rica en detalles y acercamientos micro. Este tipo de trabajo forma al investigador para una percepción experta de la realidad y la realización de acciones. Se lleva a cabo un trabajo científico y académico que se espera que aporte a la esfera de lo público. «Así, la meta de la investigación fronética es la de producir alimentación al diálogo y la práctica social que transcurre, en vez de producir, un conocimiento último y verificado. De acuerdo con la máxima de Aristóteles de que en cuestiones de acción política y social, uno debería confiar más en la esfera pública que en la ciencia» (Flyvbjerg, 2001:139).

En este sentido, al llegar al final de este trabajo, se entiende, no sin cierta emoción científica, que los asesores académicos de la Consejería, ejercieron una práctica fronética dentro de un contexto real. No se propusieron explícitamente hacer ciencia, pero con la esperanza de construir colectivamente una realidad de todos y para todos, su práctica produjo conocimiento del duro mundo real aquí descrito. (El de investigadores vivos asumiendo su papel y responsabilidad impuesta por sí mismos y por su contexto como María Teresa Uribe de H.; el de investigadores asesinados en el contexto de su práctica en la asunción comprometida y vivida de su papel como Hernán Henao; y el de científicos que se convirtieron en motores, agentes que pusieron a los técnicos, a las comunidades y, por momentos, a empresarios y administradores en la ruta de una práctica fronética cruzada de poderes y contrapoderes. En este estudio de casos se recogieron algunas historias pequeñas y grandes de comunidades. Esto permitió, en la esfera de lo público, conocer cómo suena la polifonía de voces a la cual alude Flyvbjerg, cuando dice que dentro de ella ninguna voz, incluida la del investigador, reclama una autoridad final, al no pretender llegar a una verdad última y verificable.

La conclusión de este trabajo está en la misma historia descrita en él: el ejemplo de unos científicos estudiando y manejando verdades de su contexto, atentos a entrar por los intersticios que les abre la política real, la vida real, para interactuar a través de una práctica experta dialogante. Esto, referido a una nueva práctica política y científica. El científico no solamente estudia la realidad; es parte de ella, la transforma, también la produce. En cuanto a esta investigación, el autor, en el transcurso de ella, de pronto se encuentra estudiando su propia historia en los actores académicos del caso; revisando cómo fue su ejercicio científico y buscando claves para sus propias conclusiones y para el establecimiento de perspectivas.

Sobre las preguntas y su relación con el marco teórico

En la formulación de este trabajo aparecieron dos preguntas centrales. Abordemos la primera. ¿Por qué los Núcleos de Vida Ciudadana (NVC) —una práctica exitosa y un modelo consensuado resultante de un proceso técnico participativo— encontraron barreras que no permitieron su objetivo último de ser instalados permanentemente en la ciudad? Puesto en otras palabras ¿por qué un planteamiento con sentido cualitativamente válido, progresista, contemporáneo, pertinente y conceptualmente consistente se agota en el contexto real del accionar político local? La respuesta a ellas es la narración misma del caso. A partir de ella podemos comentar cómo las relaciones de poder son omnipresentes y se pueden ejercer o no; cómo constituyen una constelación de poderes con relaciones cambiantes que no son propiamente parte de un sistema jerárquico, sino que se van encendiendo en las coyunturas, en las emergencias o en las contingencias, adquiriendo distintas configuraciones estructurales en distintos momentos. Al ejercerse o no, también hay una relación de poder cuando se producen pequeños vacíos que cortan flujos, producen desconexiones y resuelven la contradicción entre qué se debe hacer consecuentemente con un armado racional colectivo y qué se quiere hacer en un juego partisano o de intereses de partido. Es decir, el programa Núcleos de Vida Ciudadana llegó a conseguir que, en una construcción pública de ellos, el gobierno local adquiriera compromisos públicos (de acuerdo con sus intereses políticos) mediante la no-acción. Al no cumplir sus compromisos, resolvió a su favor esta contradicción entre la lógica pública, construida colectivamente, y sus intereses de partido, construidos partidariamente. Esta contradicción no se manifiesta nunca formalmente, pero siempre está presente. Estos compromisos adquiridos en la construcción pública son más éticos que legales, especialmente cuando se pactan, y son más el concierto de voluntades que productos específicos como demuestra este caso. Por lo tanto, al no recurrir el sector afectado al poder del sistema legal, el poder político no encuentra confrontaciones; hace un juego en el que busca salidas, cualesquiera que sean, para su no cumplimiento.

En la manera misma de formular la primera pregunta, se pueden desglosar algunas de sus partes para analizarlas. Las palabras práctica exitosa, modelo consensuado, proceso técnico participativo y sentido cualitativamente válido, progresista y conceptualmente consistente contienen indicios. En ellas se contiene la contradicción entre el conocimiento y el poder. Analicemos ¿para quién fue una práctica exitosa el programa NVC? Para Hábitat, Naciones Unidas, que lo premió; para el proyecto realizado en conjunto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Alcaldía de Medellín, que lo presentó a concurso; y para las comunidades que si bien los proyectos barriales resultaban con serias dificultades, se puede decir que eran exitosos en cuanto que sus organizaciones persistían en mejorar su organización y se creía en las bondades y posibilidades futuras del proyecto. Sin embargo, para la Consejería el proyecto en sí no estaba resultando exitoso pues precisamente antes de entrar en la etapa final de decaimiento, se embarcó en una desesperada gestión para entregarlo al municipio y garantizar así su éxito. El municipio formalmente recibió las construcciones pero no continuó con un apoyo claro y decidido a los programas sociales que los debían dinamizar. La Consejería podía presentar el programa como un éxito solamente si se veía como un modelo, cuya materialización real apenas se había quedado en sus comienzos. Para la alcaldía, poco importaba si el proyecto era exitoso o no, como se vio en el recuento narrativo. Al no ser un proyecto suyo, ni de su propia gestación, no fue de su interés.

En relación con el poder, recordemos a Flyvbjerg cuando dice que el poder es el contexto de la racionalidad y cuando derrumba la máxima de Bacon de que el conocimiento es poder. El conocimiento técnico del PNUD armó un proyecto acorde a una visión científico-social. Sus argumentaciones demostraron las bondades y efectos positivos sobre el gran proyecto marco, nacional y local, de la convivencia pacífica, basado en el mejoramiento de la calidad de vida de los barrios más desfavorecidos. Pero las alcaldías sucesivas no encendieron la luz de su poder para participar en él. Se deja de ejercer el poder y se reestructuran las relaciones de la constelación de los poderes que sostienen a los NVC. El poder presidencial los mantiene, es la estrella central que soporta y define la figura de la constelación, pero es una estrella fugaz. En este caso, la no-acción fue poderosa en sus efectos.

El pensamiento técnico era uno, la realidad era otra. El fracaso de los NVC tiene como fondo un enfrentamiento de los poderes nacional y local, que, como entidades, guardan sus distancias en la imposibilidad de mezclarse en un verdadero proyecto común. La lógica política es distinta a la lógica técnica, y la construcción de sus valores pertenece a sistemas totalmente distintos.

La segunda pregunta central, formulada a manera de gajo, fue: ¿puede la planeación, dentro de las prácticas políticas del nivel nacional y local, dar respuesta a planteamientos de largo plazo, o su vigencia es coyuntural, y una vez paliada la coyuntura que la avoca, cumple su función y desaparece sin cumplir sus objetivos proyectados?, ¿cuáles son las relaciones del poder central y el poder local en sus estrategias compartidas?, ¿cómo opera la relación proyecto consensualizado-implementación administrativa?

La narrativa del Capítulo III muestra cómo para este caso la Consejería propuso implementar un programa comprometido con las profundas raíces del problema mediante la estrategia de llevar a cabo soluciones alternativas con la idea de que el municipio las acogiera. En este sentido, no podríamos hacernos la pregunta para este caso concreto, si este propósito de largo plazo desapareció tan pronto como desapareció el motivo que disparó la necesidad de dar una respuesta al problema desde lo nacional. Así, diríamos que la planeación sí da las respuestas técnicas de cómo resolver un problema cuando requiere un tratamiento de largo plazo. La pregunta, entonces, habría que cambiarla a si la política puede dar estas respuestas; y la respuesta es no. El ejercicio político es circunstancial, contextual, coyuntural, oportunista y hasta cierto punto, impredecible. Entonces, cambiemos la pregunta nuevamente ¿qué tiene que hacer la planeación para poder determinar que se den las respuestas de largo plazo que prevé?

Entramos aquí en temas del marco teórico: el poder como asunto central, como lo ve Flyvbjerg. En este punto, más que a conclusiones propias, se llega a corroboraciones de sus propuestas teóricas.

La planeación, como racionalidad que contemporáneamente deja el extremo deliberativo para ubicarse en el interactivo, urge de conocer más sobre las relaciones de poder en la práctica de la democracia. En especial, debe examinar la relación entre conocimiento y poder, pues si Bacon está errado en la concepción de que «el conocimiento es poder» sigue existiendo una relación donde el conocimiento produce poder, y a la inversa, el poder produce conocimiento. El asunto importante aquí radica en entender la diferencia entre racionalidad y racionalización pues el poder produce racionalizaciones para justificarse, ocultando sus propios intereses y expresando creencias, afirmaciones o metas disfrazadas.

El conocimiento científico es racional. En la relación poder-racionalidad, se produce una asimetría tal que la construcción de la democracia, constructo de la racionalidad moderna, resulta debilitada. La institucionalización y constitución democrática no son suficientes para su desarrollo.

Para las preguntas sobre la relación entre el poder central y el local y la relación entre el consenso y la administración, las respuestas se encuentran de una manera más integral en la narrativa misma.

No obstante, cabe resaltar que las relaciones de poder se debaten entre cohabitar en relaciones estables y la confrontación, donde la racionalidad no es el vehículo que las define, ya que como se ha visto, el poder subyuga la racionalidad. La estabilidad y la confrontación suceden, la primera, cuando se respeta el campo de poder de cada actor, y la segunda, cuando este se transgrede. Esa transgresión puede ser el campo del investigador en su ejercicio público.

Sobre teoría y metodología

Flyvbjerg, investigando el proyecto de Aalborg, se trasteó por un tiempo las oficinas de la administración con el ánimo de tocar lo concreto y los pequeños detalles de su objeto de investigación: aquella «discreta y aparentemente pequeña verdad » de Nietzche.

Para efectos de este trabajo, el autor fue coordinador del caso de estudio durante las fases de implementación y decaimiento. El autor es parte de lo investigado. Así, las cosas suceden al revés de cómo le pasa a Flyvbjerg. El autor tuvo que salirse de lo concreto para tomar distancia, estatizar elementos en la memoria, poder estudiarlos por separado y, en su relación estructural, volverlos a soltar en el movimiento de la narrativa.

La misma práctica real motivó este trabajo. Lo concreto abruma, las discretas verdades están allí, entre las experiencias cotidianas; y el actor de lo real necesita comprender la minucia vivida.

Si bien la participación directa en este caso se podía constituir como una amenaza para la objetividad de la investigación, esta se convirtió en una oportunidad pues existía una buena ventaja al conocerse de manera directa gran cantidad de información.

El trabajo utilizó mucho tiempo en conocer y entender otras maneras de hacer desarrollos de la ciencia y de la práctica investigativa: la phrónesis y la narratología. El recurso de tener información guardada en la memoria de la vivencia equlibró los tiempos, y a la vez, dio muchas claves en las descripciones minuciosas que requería el método. Por lo tanto, no se recurrió a entrevistas ni a la recolección de información en los archivos de la Consejería, que además estuvieron bastante inaccesibles en el período de su cierre; se utilizó con gran rendimiento el archivo personal existente y las publicaciones, en especial las memorias de los seminarios.

En la construcción teórica, se desarrolló un proceso de examinar las categorías iniciales que se propusieron desde las primeras indagaciones temáticas llevadas a cabo para la formulación, en especial los tipos de racionalidad y los modelos de planificación. El proceso se preocupó por consignar el constructo de algunos autores que determinarían el marco teórico que condujo a resaltar la importancia del poder con relación a las racionalidades.

En las categorías de racionalidad se revisaron aquellas propuestas por Alexander y se ingresó a un complejo y amplio universo de ellas. En este caso, lo más importante fue entender cómo un grupo de racionalidades se ubica en un extremo deliberativo individual y el otro en un grupo interactivo comunicativo. Así, se logra entrever la transición de un tipo de pensamiento racional, donde el conocimiento se construye de forma cartesiana, positivista, idealista e individualista, en contraste con un extremo donde el conocimiento se ve como un constructo social y la racionalidad se basa en verdades consensuadas. Este marco ayudó a entender el pensamiento que operaba en el caso, entendiendo las primeras, aplicadas de arriba hacia abajo, y las segundas de abajo hacia arriba; y por lo tanto entendiendo estas últimas como más democráticas que las primeras. Como Alexander lo manifestaba, también se pudo encontrar qué tipos de racionalidades se utilizan por qué tipo de actores y en qué momentos.

En el momento de analizar los tipos de planificación aplicados, nos acogimos a los tipos históricos propuestos por Sandercock, en lugar de los tipos ideales propuestos por Alexander. De un lado, la abstracción de los modelos ideales hacía más difícil la categorización, y de otro, las prácticas eran más ubicables en los modelos históricos. Además, es más valioso encontrar relaciones entre la práctica local y las prácticas hegemónicas que entre aquella y los modelos ideales.

Los constructos de Alexander son más idealizados, puros, impolutos, insuficientes para explicar una realidad confusa y turbia, característica de la realidad que incorpora el enfoque fronético. Así, se propuso el enfoque frónetico y la metodología narrativa.

Pero si bien la fronética busca y permite que la ciencia se vincule a la deliberación pública y a la praxis mediante una racionalidad de valor (value rationality), esto sólo es posible si pone como centro el análisis del poder. Flyvbjerg agrega a las preguntas aristotélicas de racionalidad de valor —¿a dónde vamos?, ¿es deseable?, ¿qué debería hacerse?— las de ¿quién gana y quién pierde?, ¿a través de qué tipos de relaciones de poder?, ¿qué posibilidades existen para cambiarlas?, ¿es deseable?, ¿en qué relaciones de poder están inscritos quienes formulan las preguntas?

A la vez, para responder este tipo de preguntas de la racionalidad del valor se requiere una ética situacional, un contextualismo que permita partir del entendimiento de la sociedad que se viene estudiando, sin caer en la «moralidad idiosincrática ni en preferencias personales». O sea, requiere alejarse de una visión fundacionalista y de su opuesto, una visión relativista (Flyvbjerg, 2001:130).

En este sentido, este trabajo da respuestas a las primeras preguntas. A través de la narración, se revisan las dos primeras. El método de este trabajo plasma una minuciosa narración del caso, en paralelo con una categorización de las racionalidades utilizadas por los actores, los modelos de planificación subyacentes en la práctica de los técnicos, los académicos y alguna ONG y con el desvelamiento de las relaciones de poder ejercidas entre los actores. Quedan todavía abiertas las preguntas sobre qué posibilidades hay de cambiar las relaciones de poder existentes, si esto es deseable y en qué relación de poder está quien formula la pregunta.

Perspectivas

Flyvbjerg muestra cómo el enfoque fronético, más que dar cuenta del porqué (que también lo hace) da cuenta de cómo se producen las relaciones y los procesos, a través del análisis narrativo; es decir, se alcanza tanto el entendimiento como la explicación de los fenómenos. En este sentido, está claro qué sucedió y cómo esto sucedió en los Núcleos. Este es un asunto que nos lleva a otra pregunta flyvbjerguiana ¿qué se debería hacer al respecto? Flyvbjerg propone, después del estudio, devolver su conocimiento a la práctica administrativa, política y de planificación, y así evitar que la investigación termine archivada con la pregunta abierta ¿y entonces qué? Esto es lo que se debe analizar en las perspectivas que quedan abiertas después de una investigación de estudio de casos. Por otra parte, queda el reto de seguir verificando esta prueba fronética como una alternativa más para mejorar la aplicación de las ciencias sociales en el medio y en la academia.


Edición del 4-2-2010
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