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Nota del editor: Esta práctica es una actualización de Fundación Huerta Niño, buena práctica GOOD de 2008. El texto resaltado en negrilla corresponde al añadido en la práctica actualizada.
País/Estado — Argentina
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — continental
Ámbito de la actuación — nacional
Agentes — gobierno central; gobierno regional; gobierno local; paraestatal; sector privado; organización no gubernamental (ONG); organización de base comunitaria (OBC); agencia internacional; fundación; asociación de profesionales; institución académica o de investigación; instituciones filantrópicas; medios de comunicación.Categorías — Servicios sociales. Gestión ambiental. Infancia y adolescencia.
Tucumán 811, 4ºB, C1049AAQ Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 11 4328 0147E-mail: info@mihuerta.org.ar
La Fundación Huerta Niño es una organización sin fines de lucro, con sede en Buenos Aires. Trabajamos desde el año 1999 para aliviar la desnutrición y la malnutrición infantil en Argentina mediante la construcción de huertas comunitarias en escuelas rurales de zonas desfavorecidas. De esta manera, generamos una solución sustentable y transferible al problema del hambre en Argentina.
Nos encontramos presentes en 200 escuelas, llegamos a más de 16.000 niños y 7.000 familias y estamos en todo el país.
En Huerta Niño capacitamos a las comunidades en la construcción de una huerta con su invernadero dentro del terreno de la escuela. Los frutos de la huerta suplementan el comedor escolar, donde los niños reciben su alimento diario.
La huerta en cada escuela ofrece a los alumnos una forma natural de aprender, ya que sus conocimientos se integran a la currícula escolar, con un modelo de cultivo y uso de herramientas cercano al disponible en sus hogares.
Este proceso educativo se desarrolla a lo largo de toda la escolaridad, garantizando la solidez de los conocimientos y las nuevas pautas alimenticias adquiridas.
Los niños de las zonas rurales concurren todos a la escuela y ésta es el centro de actividades comunitarias. Buscamos que repliquen el proyecto en sus casas.
La huerta es una práctica que resulta de la conjunción de múltiples actores: la comunidad rural (maestros, padres y alumnos), la escuela como institución educativa, el Estado —por mediación del Ministerio de Educación y el Programa ProHuerta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)— y el sector empresarial. Finalmente, desde la Fundación Huerta Niño nos encargamos de dirigir, organizar y nuclear la articulación y concentración adecuada de los diferentes sectores con una sola meta: «Que un niño con una semilla en sus manos pierda el miedo a morir de hambre».
En Argentina, el 35% de los niños reside en hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI). De estos hogares, un 53,4% percibe intervenciones alimentarias para sus niños (Ministerio de Salud, 2009).
Las regiones del país con mayor proporción de niños en hogares por debajo de la línea de pobreza son las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones con un 77,2% y Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero y Tucumán con un 75,7%.
Estos datos impulsan prioritariamente a Huerta Niño a trabajar en esas zonas para atacar el hambre y la desnutrición de niños en edad escolar.
Los proyectos de construcción de huertas comunitarias en escuelas rurales actúan como un método, no sólo para mejorar la nutrición de los niños, sino también para el aprendizaje que promueve el autosustento de las comunidades más necesitadas.
Las prioridades de esta iniciativa radican principalmente en que los alumnos aprendan y
desarrollen un modelo de autosustentabilidad
, recuperando así un conocimiento que se
ha perdido con el paso del tiempo en nuestro país. De esta manera se busca favorecer el
desarrollo de los sujetos en su contexto y fortalecer una economía
local de subsistencia. No se pretende
ser asistencialistas, sino trabajar a través de la promoción humana, siendo la huerta la herra-
mienta del desarrollo.
El proyecto nació de la visión del fundador de Huerta Niño, directoras de escuelas comprometidas y un técnico agrónomo. La directora de la escuela lideró la implementación del proyecto inicial acompañada por el trabajo de la comunidad.
Los objetivos y las estrategias surgieron de analizar la realidad en conjunto con los beneficiarios del programa, brindándoles una solución sustentable y posible a su realidad.
El objetivo general del proyecto es mejorar las condiciones de vida de los niños que asisten a las escuelas rurales, basándonos en la educación, nutrición y desarrollo comunitario.
Los objetivos específicos son:
La estrategia para cumplir con estos objetivos consiste en la capacitación para la construcción de una huerta y un invernadero en cada escuela, a través de un modelo de cultivo y uso de herramientas simple, parecido al que podrían disponer las familias en sus hogares, fortaleciendo el trabajo asociativo entre los miembros de la comunidad educativa. Para ello, nos apoyamos en talleres que vinculan la tarea de la huerta con las materias escolares, sustentados en la supervisión técnica, el seguimiento y las evaluaciones.
La Fundación lleva a cabo una tarea de desarrollo de fondos constante para sustentar sus actividades. Estos fondos son aportados por donantes de distinto tipo: particulares, empresas, Gobierno y organizaciones sin fines de lucro.
Es de destacar la importancia del trabajo en red para optimizar el
impacto del trabajo de Huerta Niño a través de
las siguientes alianzas:
Socio | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | Total |
Tupperware Brands | 8% | 12% | 9% | 10% | 31.569 |
Western Union | 2% | 5% | 9% | 10% | 29.328 |
Molinos Río de la Plata | 5% | 5% | 7% | 7% | 22.010 |
Banco Itaú | 1% | 1% | 3% | 2% | 7.230 |
Quilmes | 8% | 15% | 12% | 8% | 31.877 |
Fundación Telefónica | 2% | 2% | 2% | 2% | 6.480 |
Fundación Bunge & Born | 8% | 5% | 3% | 2% | 8.882 |
Disney Latinoamérica | 1% | 3% | 4% | 6% | 16.057 |
Embajadas | 2% | 2% | 4% | 4% | 12.290 |
Donantes individuales | 15% | 17% | 18% | 24% | 68.697 |
Otras empresas | 48% | 33% | 29% | 25% | 89.580 |
Presupuesto total | 10.400 | 23.100 | 108.500 | 182.000 | 324.000 |
Datos expresados en dólares estadounidenses.
El proceso comienza con una escuela motivada en tener una huerta. En su mayoría, son escuelas con grandes necesidades que buscan, a través del proyecto, una herramienta sustentable que permita a la comunidad escolar no sólo mejorar la alimentación de sus niños, sino educarlos en el trabajo de la tierra.
A partir del contacto y la presentación de un proyecto por parte de la escuela, Huerta Niño lleva a cabo un relevamiento de la comunidad escolar para evaluar la necesidad y el grado de compromiso en la concreción del proyecto de huerta. Se solicita autorización e información al Ministerio de Educación y se envía a un técnico del Programa ProHuerta para que evalúe las condiciones técnicas del proyecto en el sitio.
Huerta Niño se encarga de conseguir el financiamiento de la construcción de la huerta y de dirigir el proyecto. Tras el informe enviado por el Programa ProHuerta a la fundación, un representante de Huerta Niño se reúne con los respectivos docentes y padres y les informa de la selección del proyecto, firmando un acta acuerdo de trabajo y roles.
Huerta Niño es responsable de la administración total del proyecto: realiza un seguimiento permanente; lleva a cabo la compra de materiales, resuelve cuestiones de logística e imprevistos y mantiene una comunicación fluida con la escuela y con los técnicos.
Uno de los problemas más importantes de la iniciativa está relacionado con el compromiso y la estabilidad de los directivos para que el proyecto sea sustentable. Es entonces necesario detectar padres y otros miembros de la comunidad comprometidos en el trabajo de la huerta.
Los alumnos participan del proyecto a través del aprendizaje que les es transmitido por los docentes. Un método para ver el rendimiento del proyecto es la cantidad de horas que asisten los niños a las clases de huerta y la dedicación que le dan al mantenimiento.
Tras este primer paso, el técnico del Programa ProHuerta del INTA se ocupa de dar las capacitaciones para la construcción de la huerta. Evalúa las necesidades, planifica las tareas, capacita a los padres y docentes y elabora informes mensuales para la fundación. El método para evaluar el rendimiento de la huerta se desprende del seguimiento de las personas que participan en las capacitaciones, en la producción que deriva de la huerta y, por lo tanto, del abastecimiento diario de hortalizas al comedor escolar y en los trabajos de la huerta.
Huerta Niño implementa encuestas de seguimiento, de manera que pueda monitorear todos los procesos técnicos y sociales que atraviesa el proyecto. Con esta información se evalúa el impacto cuantitativo y cualitativo del proyecto en la escuela. Finalmente, se realiza la evaluación anual y el proyecto continúa adecuándose en función de las necesidades de la comunidad.
Esta sistematización del proyecto es posible gracias a la gestión interna de un sistema de seguimiento — customer relationship management (CRM)— (Salesforce) que nos permite medir el impacto del proyecto.
La construcción y su explotación posterior quedan 100% en manos de la comunidad escolar, la cual requerirá de un acompañamiento permanente y el cumplimiento de ciertas condiciones previas. Gracias al aprendizaje que hemos logrado en estos 15 años, nuestro proceso fue mejorado y se ha tomado en consideración los siguientes pasos para garantizar la sustentabilidad de los proyectos:
Este último punto es muy importante ya que, con los años de experiencia, observando las comunidades y la interacción que se genera entre sus integrantes, llegamos a la conclusión de que la detección de líderes locales es fundamental para el éxito del proyecto.
El principal objetivo es la sustentabilidad del proyecto, la replicación en la comunidad y el logro de la autogestión comunitaria. Las huertas siguen brindando cultivos desde su creación. Además, la apropiación de tecnología más la capacitación y el trabajo en valores empodera a los actores provocando un modelo de promoción humana.
Huerta Niño realiza un seguimiento permanente después de finalizar la construcción de la huerta. Esto quiere decir que la inversión inicial es aprovechada exponencialmente año a año por la comunidad, explotando y aprendiendo de la huerta, produciendo alimentos que se consumen en el comedor escolar. Huerta Niño cuenta con huertas que funcionan hace ya 15 años.
La huerta es un proyecto que cada comunidad escolar administra como propio. La huerta involucra no sólo a los niños, sino a sus padres, movilizando socialmente a la comunidad a emprender otros proyectos. Por otro lado, cabe destacar que la huerta resulta una ayuda para la mujer sola, ya que ofrece a la mujer jefa de hogar y a la que se encuentra temporalmente sola un medio para lograr el sustento a través de una alternativa productiva de bajo nivel de esfuerzo físico.
La generación de semillas y abono autoalimenta la huerta en forma orgánica alejada de los productos tóxicos y químicos que puedan dañar la tierra. Generan su propio compost, producto del reciclaje de los residuos orgánicos, para devolver a la tierra los nutrientes necesarios para el cultivo. También se instala un sistema de riego por goteo y un pozo para el acopio de agua de lluvia, dosificando así el uso del agua.
El Programa ProHuerta del INTA promueve el desarrollo de huertas comunitarias y tiene presencia en todo el país. El acuerdo con este organismo y la alianza con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Desarrollo Social, brinda un marco nacional que garantiza el alcance de nuestro programa en todo el territorio, lo que ha permitido a Huerta Niño generar un proyecto exitoso y sostenible.
Éste es un esquema novedoso para la comunidad que implicará modificaciones en sus hábitos alimenticios. Además fomenta una cultura de aprovechamiento de los recursos disponibles en el lugar, dando así una alternativa a la de migrar a la ciudad.
El proyecto de Huerta Niño está basado en un modelo tecnológico local del Programa ProHuerta del INTA y adaptado a un proyecto comunitario institucionalizado en la escuela, utilizando la mejor infraestructura (cerco, invernadero, sistema de riego, calicanto, compost orgánico, etc.). Su centro es la escuela rural, para que desde allí se replique el proyecto de huertas en los hogares de las familias beneficiadas. El efecto multiplicador de la huerta escolar se logra gracias al aprendizaje adquirido por las capacitaciones dadas por el técnico en campo y por la experiencia de la comunidad en la construcción y puesta en marcha de la huerta. Estas capacitaciones resultan fundamentales y se repiten luego de la finalización de la construcción de la huerta según el interés y la replicación del proyecto en la comunidad. Es así que el proyecto se irradia a todas las familias, logrando que las distintas huertas se apoyen entre sí y se sostengan solidariamente en momentos de dificultades, favoreciendo así la autosustentabilidad y la producción de alimentos orgánicos saludables.
Es importante conocer las motivaciones de cada comunidad y las características especiales de las mismas para que el proyecto sea favorable. Es decir, que si se respetan los intereses propios de la zona y éstos se articulan con las capacidades particulares de los integrantes de la comunidad, se potenciará el poder replicador del proyecto.
A su vez, la disponibilidad del terreno es una pieza clave. La mayoría de las escuelas rurales cuentan con esta posibilidad, si le sumamos un proyecto que incluye educación y tecnología, podemos aplicar esta solución en tantas escuelas como sean necesarias. El modelo desarrollado es fácilmente replicable puesto que las escuelas rurales existen en todos los países y a ellas concurren la gran mayoría de los niños de la comunidad. En Argentina el proceso de replicación ya ha llegado a 200 escuelas en todo el país. En las escuelas en donde ya se ha implantado el modelo, el proceso de replicación comenzó en el momento en que los padres lograron llevar a sus hogares la práctica de la huerta, así como también en el saber adquirido por los niños acerca de la misma y las buenas costumbres con respecto a la alimentación. Ellos serán los que el día de mañana, repliquen la huerta en sus hogares.
La mejora en la calidad de vida de más de 16.000 niños y 7.000 familias en 200 escuelas de todo el territorio nacional es el fruto de las prácticas, los procesos y la transferencia de tecnologías aplicables.
Esta experiencia de trabajo ha permitido que en Huerta Niño logremos un sistema de intervención fácilmente replicable, generando un cambio sustancial en la vida de las comunidades a las cuales nos dirigimos. Esta característica es lo que permite decir que el Proyecto Mi Huerta no sólo es eficaz, sino que también permite una transferencia del modelo a nivel familiar y comunitario.
Gracias a la huerta, los niños incorporan vitaminas y minerales a la dieta habitual basada puramente en hidratos de carbono y proteínas, brindando así un desarrollo psicofísico más armonioso que favorece el rendimiento escolar y mejora su calidad de vida.
Otro de los resultados a destacar es el cambio cultural que genera el aprendizaje de un medio de subsistencia, como lo es el desarrollo de un modelo de autosustentabilidad. La autoproducción de alimentos agroecológicos resulta fundamental para el desarrollo de las personas en su propio entorno natural y les otorga una herramienta válida al alcance de sus posibilidades.
Huerta Niño fue reconocida por su interés educativo, logrando incorporar la actividad de huerta en la currícula escolar de cada uno de los proyectos, en alianza con el Ministerio de Educación. La huerta permitió nuevas huertas comunitarias y la fabricación de conservas y dulces caseros, lo que fomentó el trueque de hortalizas por otros productos de necesidad.
El aliado tecnológico de Huerta Niño es el Programa ProHuerta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) junto con el Ministerio de Desarrollo Social. Huerta Niño ha desarrollado una alianza de trabajo y cooperación para sus huertas escolares, a través de un acuerdo firmado por las autoridades nacionales, que garantiza la colaboración mutua.
También, Huerta Niño ha desarrollado una alianza con el Ministerio de Educación a través del apoyo desde el reconocimiento, desde consejos escolares locales y desde supervisiones escolares.
Ministerio de Salud (2009) Encuesta Nacional de Nutrición y Salud.
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