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La radiación solar
El sol influye directamente en el medio ambiente urbano de diversas
formas: como radiación solar directa y reflejada; como radiación
difusa.
Procedente del sol, la radiación solar directa, condiciona el
diseño de edificios y espacios libres urbanos. La atmósfera actúa
de filtro y espejo de la radiación solar, permitiendo la entrada a
una banda del espectro, desde los rayos ultravioleta (interesantes
urbanísticamente por su valor actínico: fijación del calcio,
bactericida etc.) a los infrarrojos ( con valor térmico). Tras
atravesarla, la energía ha disminuido considerablemente; la
fracción de la constante solar que recibe el suelo es la radiación
directa, cuyo valor varía de acuerdo con las circunstancias : la
transmisión atmosférica, o condicionantes geográficos como la
altitud respecto al nivel del mar. Por ejemplo en el territorio de
la Comunidad de Madrid hay del orden de 2.500 a 3.000 horas
efectivas de sol, lo que configura una magnitud digna a tenerse en
cuenta para la relación entre el medio ambiente y el medio urbano.
La radiación difusa, es la procedente de la refracción y difusión
sobre las superficies colindantes o la atmósfera, de la radiación
solar directa. Su existencia se materializa claramente en los días
nublados, sin sol. Es un factor importantísimo el albedo del suelo,
diferente según la composición del mismo, y en clara diferencia
entre el medio natural y el urbano, donde predominan las
superficies pavimentadas y asfaltadas. La radiación difusa está
totalmente relacionada con la iluminación.
Acción sobre la composición atmosférica. La función clorofílica
descompone el dióxido de carbono, absorbiendo el carbono y
liberando el oxígeno al aire. Un kilómetro cuadrado de bosque
genera unas 1.000 toneladas de oxígeno anuales, requeriendo el
doble de superficie una plantación de césped. También son fijados
por la vegetación los óxidos de azufre, oxigenándose el SO2, dando
lugar a sulfatos. El plomo se acumula sin transformarse en las
plantas, eliminándolo de la atmósfera. Además acumulan entre las
hojas, polvo y partículas en suspensión gracias a fenómenos
electrostáticos y a la presencia de aceites.
Los efectos de limpieza del aire se produce aerodinámicamente al
frenar la masa vegetal el viento y retener las partículas y por
captación de algunas especies vegetales para fijarlas. La reacción
de las plantas ante los contaminantes difiere según sus factores
particulares de crecimiento - abonos y humedad del suelo -, de las
condiciones atmosféricas- viento,lluvia etc.-, y del estado de
desarrollo de la misma. Cada especie vegetal presenta reacciones
propias ante los diferentes elementos contaminantes y su reacción
ante dosis del producto más bajas que los animales o el hombre. Las
especies más resistentes a los contaminantes de la Comunidad de
Madrid son la tuya gigante, el tejo, el pino , la picea, el cedro
y el plátano.
Acción sobre la humedad ambiental. Por su función fisiológica,
liberan humedad al ambiente, del agua sustraida por sus raíces; un
metro cuadrado de bosque aporta 500 kg de agua anuales. En el
verano se reduce la temperatura ambiente circundante a la
vegetación, equivalente al calor latente preciso para evaporar el
agua transpirada.
Acción sobre la velocidad del aire. Su discontinuidad de ramas,
hojas etc. le confiere ventajas frente a otro tipo de barreras
protectoras contra el viento, que generan efectos perjudiciales y
grandes turbulencias en el entorno, ya que no desvían los vientos,
sino que los absorben haciéndoles desaparecer. Su longitud de
acción está entre 7 y 10 veces la altura de las especies. También
se pueden canalizar las corrientes de aire mediante filas de
árboles altos como los cipreses o los álamos.
Otra consideración es que retienen las partículas en suspensión que
arrastran los vientos, entre su ramaje. Las mejores pantallas son
las de especies de hoja perenne: el abeto, el álamo negro, el
cedro, el ciprés, el eucalipto, el olmo enano y el pino.
Diferenciaremos entre una protección anual o estacional; si se
precisa protección anual las especies más indicadas son las de hoja
perenne resinosas. Si el espacio a proteger es de pequeñas
dimensiones, buscaremos plantas con ramas desde su base como el
ciprés la tuya u otro tipo de arbustos.
Acción sobre la radiación solar. Sobre los excesos de radiación del
suelo, edificios, espacio abiertos..etc, los árboles son una
pantalla ideal. Más aún las especies de hoja caduca, que permiten
la radiación invernal y dificultan la estival. Esto permite un
control sobre las temperaturas ambientales muy interesante para
alcanzar el confort climático con recursos naturales. Deben
estudiarse la localización del árbol, su orientación y la de la
sombra arrojada en invierno y verano, así como la altura del porte
y la distancia de otros paramentos. Una distancia de seguridad
general es la de 8 a 10 metros desde las edificaciones, para
árboles que alcancen de 6 a 7 metros de altura.
El mecanismo termoregulador de la sombra es doble, por un lado está
la interposición física a la radiación solar, protegiendo al suelo
y a los transeúntes; pero además está la absorción de calor
mediante la transpiración liberando vapor de agua al ambiente.
Protección contra el ruido. Las barreras vegetales atenúan el ruido
en función de la diferencia del trayecto de las ondas sonoras,
según el tipo de vegetación que la constituya. Los árboles de hoja
perenne son capaces de atenuar en una frecuencia de 1.000 Herzios,
17 dB por cada 100 metros lineales de vegetación; frente a los 9 dB
en árboles de hoja caduca. No hay que olvidar las cualidades
estético-funcionales, que consiguen aumentar el confort de un
espacio urbano considerablemente.
Especies adecuadas para las barreras y setos | ||
Barrera/seto | Altura | Especies más aconsejables |
Barrera alta | 12,50 metros | Arce, olmo, haya, tilo, tuya, abeto, pino, chopo, álamo |
Barrera media | 7,50 metros | Sauce, mostajo, peral y espino |
Seto rústico | 4,50 metros | Endrino, espino blanco, cornejo, avellano, saúco, espino cerval |
Seto alto | 4,50 metros | Laurel, ciruelo, fabo ciprés |
Seto medio | 1,20 metros | Acebo, tejo, boj, haya, lavanda, romero |
"De la elección de lugares sanos: ...Antes de echar los cimientos
de las murallas de una ciudad habrá de escogerse un lugar de
aires sanísimos. Este lugar habrá de ser alto, de temperatura
templada, no expuesto a las brumas ni a las heladas, ni al calor
ni al frío, estará además alejado de lugares pantanosos....
Tampoco serán sanos los lugares cuyas murallas se asentaren junto
al mar, mirando a Mediodía o a Occidente, porque en estos sitios
el Sol, en el verano, tiene mucha fuerza desde que nace, y al
mediodía resulta abrasador" (Libro primero capitulo cuarto).
"De la división y distribución de las obras dentro de las
murallas: ...siguiendo los ángulos intermedios entre dos
direccione de los vientos, parece que deben orientarse los
trazados tanto de las plazas públicas como de las calles, de
manera que con ésta disposición se alejará de las viviendas y de
las calles la molesta violencia de los vientos. Pues, en efecto,
si las calles estuvieran trazadas en la dirección de los vientos,
entrando éstos directamente del espacio abierto del cielo, su
soplo e ímpetu constantes, comprimidos en lo angosto de las
calles estrechas, se difundirian con mayor violencia. Las calles,
pues, deben estar orientadas en sentido opuesto a la dirección
de los vientos, a fin de que cuando soplen se quiebre en los
ángulos formados por las manzanas de las casas, y, rebatidos, se
dispersen... a ellos pueden añadirse además las brisas matinales
que emergen excitadas por los rayos con que el Sol, al
levantarse, absorbe la humedad que la noche ha dejado en el aire"
(Libro primero capitulo sexto).
Factores que modifican la velocidad del viento. El principal es
el tipo de la superficie por la que discurre, ya que la
resistencia que oponga al rozamiento, disminuirá su velocidad y
viceversa. Por lo que existirá una gran diferencia si estudiamos
el entorno urbano, masas vegetales, terrenos rocosos etc.
También los obstáculos topográficos naturales o edificados,
perturban el régimen laminar del viento, sobre todo en las capas
más bajas. Al encontrar un obstáculo, el viento es desviado en
las direcciones vertical y horizontal, y debido a la
concentración del flujo laminar aumenta la velocidad en la parte
superior, y disminuye en la inferior. Esto se puede favorecer en
circunstancias en las que se precise una disminución de la
velocidad del viento mediante barreras arquitectónicas o
vegetales, controlando el índice de permeabilidad de la misma
para conseguir controlar su velocidad. Por ejemplo entre una
barrera densa y otra de alta permeabilidad, la velocidad del
viento varía en un 25%. La influencia de ésta reducción es de un
entorno de 200 metros.
Sin embargo, la mejor protección se consigue mediante barreras
sucesivas, distanciadas unos 500 metros: una velocidad
determinada se ve reducida en un 70% al atravesar la primera
barrera, y en un 50% al pasar por la segunda, estableciéndose un
entorno de viento más controlado del orden de 700 metros. Estas
reducciones de velocidad no son uniformes ni en altura ni en
extensión, debido al régimen laminar del viento, afirmando con
carácter general que las protecciones a sotavento generan una
área de protección hasta una distancia de veinte veces la altura
de la barrera vegetal. Las especies más recomendables para éstas
barreras vegetales son las coníferas, distanciadas lo mínimo
posible entre ellas, y con una distribución de tres filas.
Los vientos en el medio urbano se ven sustancialmente
modificados. Su velocidad es menor por la diversidad de
obstáculos y barreras que se encuentran; menor en el casco que
en las zonas periféricas, pero por el contrario éstos accidentes
provocan unas variaciones de dirección que debemos conocer y
controlar para evitar efectos perjudiciales. Las velocidades son
muy variables según las zonas, la época del año y el soleamiento.
La masa edificatoria de cada ciudad condiciona notablemente las
características del viento, siendo prácticamente imposible hacer
generalizaciones de comportamiento, por lo que se estudiarán
pormenorizaramente cada caso particular.
Situación climática específica. Para ello se han considerado las
cuatro posibilidades siguientes: clima de montaña; clima de
valle; proximidad de masas de agua; y proximidad de bosques.
Factores de localización del asentamiento. En primero es ser
considerado es el referente a las condiciones topográficas del
terreno tales como:
Otro factor interesante se refiere a la cantidad y calidad de la
vegetación circundante ya que modifica la radiación solar: tanto
directa formando pantallas como la global por absorción de parte
del espectro de la luz solar. Las coníferas debilitan fuertemente
la luz solar pero no la modifican cualitativamente. Las frondosas
la debilitan y producen una absorción selectiva. Importancia de
las especies de hoja caduca y perenne. Son barreras eficaces
contra el viento. La evapotraspiración, especialmente de las
plantas frondosas aumenta la humedad relativa del ambiente y
disminuye la temperatura. Ayudan a crear, por diferencias de
temperaturas, pequeñas corrientes de aire.
Por último, también hay que atender a las características de la
trama urbana circundante. La densidad altera los intercambios
energéticos entre la edificación y el entorno, de forma que a
mayor densidad disminuyen las posibilidades de intercambio. La
temperatura será más estable sin oscilaciones extremas
significativas y se dificultará la ventilación. La altura de las
edificaciones colindantes se comportan como obstáculos para la
radiación solar directa y el viento.
La orientación de la estructura urbana principal. Las calles
configuradoras de la estructura urbana principal pueden estar
orientadas teniendo en cuenta las condiciones de sol y viento que
afectan al asentamiento.
La adaptación o no a la topografía. Los condicionantes del
soporte territorial, pendientes, exposición, orientación, etc,
pueden o no haber determinado la estructura urbana originaria o
sus crecimientos posteriores.
Condiciones geométricas. Relación entre el ancho de calles y
plazas para obtener unas buenas condiciones de ventilación y
soleamiento.
Tamaño y forma de los espacios libres y zonas verdes. Los
espacios libres y las zonas verdes pueden ser verdaderamente
eficaces cuando alcanzan un tamaño relativamente adecuado con
respecto al continuo edificado circundante. Por lo tanto será
objeto del estudio determinar cuales son las dimensiones y formas
de la red actual y redimensionarlas adecuadamente en la Ordenanza
Medioambiental propuesta.
Localización. Factor fundamental con respecto a las variables de
sol, viento y condiciones geomorfológicas del soporte territorial
ya que pueden alterar sus características originarias.
Orientación. La orientación va a condicionar las variables de sol
y exposición a la radiación solar directa y reflejada, así como
con respecto a las situaciones de vientos dominantes o calmas.
Otras condiciones intrínsecas. Establecidas como la presencia de
vegetación, el acabado superficial (albedo), la permeabilidad del
soporte (escorrentía), y otros elementos complementarios
regulados desde la Ordenanza Mediambiental Local.
Condiciones geométricas de las manzanas y patios de manzana.
Superficies más recomendables de manzanas con formas y
dimensiones establecidas tras un análisis del medio natural del
asentamiento que determinarán las condiciones óptimas de las
manzanas y sus patios, en la Ordenanza Medioambiental.
Orientación de las manzanas. Teniendo en cuenta las variables de
sol y viento y totalmente relacionadas con la estructura viaria,
se establecerán las orientaciones más favorables para cada
asentamiento a fin de conseguir los criterios de optimación de
las condiciones locales climáticas.
Densidad edificatoria. La esponjosidad del tejido edificado
también tendrá su reflejo al establecer la densidad edificatoria
óptima para aprovechar los recursos del medio natural.
Condiciones geométricas de la parcela. Formas, relaciones de
ancho/fondo, áreas de movimiento y superficie parcela mínima más
aconsejable, así como el establecimiento de la alineación oficial
o los espacios de retranqueo admitidos por la Ordenanza
Medioambiental.
Ocupación máxima de las parcelas y patios de parcela. Se
establece el condicionante de los patios, como factor importante
para determinar la ocupación máxima de la edificación dentro de
la parcela edificable. Los patios son un elemento importante de
cara a establecer su forma, orientación y localización para que
sirvan para mejorar las condiciones climáticas locales en las
épocas invernales y estivales.
Edificabilidad máxima de las parcelas. La edificabilidad máxima
viene condicionada por la ocupación y por el número máximo de
plantas aconsejable para cada unas de las parcelas. Las variables
de sol y obstrucción solar, establecerán la relación entre la
altura de la edificación y el ancho de las calles, de forma que
exista sol en el solsticio de invierno en todas las fachadas
principales. Sólido capaz, altura máxima, de cornisa, de
coronación, de fachada, y construcciones admitidas por encima de
la altura máxima completarán los requisitos establecidos en la
Ordenanza Medioambiental Local.
Condiciones formales. Definida a través de sus parámetros
básicos, establece la tipología edificatoria por ejemplo,
vivienda unifamiliar aislada, pareada o en hilera; o vivienda
colectiva entre medianeras configurando manzanas o en bloque
aislado.
Condiciones higiénicas de la edificación. Definición de pieza
habitable, y dimensiones de los huecos adecuadas para cada
orientación teniendo en cuenta las condiciones climáticas
locales.
Características constructivas de la edificación. Muros,
cubiertas, forjados, particiones interiores, carpinterías y
acristalamientos. Estas características determinarán las
condiciones óptimas de la edificación adecuadas al clima
concreto, y posibilitarán la adopción de medidas de
acondicionamiento pasivo para el ahorro energético local.
Condiciones estéticas. Fachadas, tratamiento de medianeras,
volados, soportales y aleros.
Condiciones de uso. Usos recomendados, compatibles, tolerables
y prohibidos, establecidos por la Ordenanza, para que se
establezcan los criterios de áreas multifuncionales con
diversidad de usos de acuerdo con el análisis y las experiencias
internacionales sobre el tema, detalladas en los capítulos
precedentes.
Esther Higueras
Fecha de referencia: 22-07-1998
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