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Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente, MOPTMA
Madrid (España), noviembre 1995.
(Elementos para una posición europea)
Nota introductoria a la Reunión de Comités Nacionales de la Unión Europea.
Las conferencias de NN.UU, a partir de la Conferencia de Río 92 sobre Medio Ambiente
y Desarrollo, han permitido plantear problemas globales que afronta la humanidad en su
conjunto. Ello ha sido posible porque se han combinado tres factores.
La globalización de la economía debido sobretodo a la revolución de las
telecomunicaciones. Las economías locales y nacionales se han abierto y cada región del
mundo por acción o por omisión, es interdependiente del resto. No es posible resolver los
problemas aisladamente, ni en su aspecto sectorial (p. ej. sólo medio ambiente) ni regional
(p. ej. sólo mediterráneo)
El fin de la guerra fría y de la política de bloques ha hecho posible una nueva relación entre
los Estados. Si por una parte la globalización ha debilitado el rol de los gobiernos nacionales
por otra les ha convertido en las grandes protagonistas de los problemas de regulación
económica y política a escala mundial (Conferencias de Paz, GATT, etc.). Son los
gobiernos los que representan a las colectividades humanas en los organismos y
conferencias internacionales.
La extensión de la "aldea global" de la Información ha creado unas condiciones más
favorables al desarrollo de valores universalistas. Los derechos humanos, la protección del
medio ambiente, la lucha contra la pobreza o el rechazo de la violencia son hoy valores
ampliamente compartidos. Ya no es suficiente "pensar globalmente y actuar localmente".
Véase la importancia internacional adquirida por las ONGs, las redes alternativas de
telecomunicaciones como fue inicialmente Internet, las redes de colectivos que impulsan
iniciativas de desarrollo local y de generación de empleo (la otra cara de la globalización
económica) etc..
Así mismo los actores más tradicionales de la sociedad civil tienden a actuar en el campo
internacional: Cámaras de Comercio, Asociaciones Profesionales, etc.. Por su propia
naturaleza originaria en unos casos (p. ej. las ONG's internacionalistas) y por el carácter
público de su actividad (p. ej. congresos mundiales de asociaciones profesionales), la
actividad internacional de la sociedad civil es un factor fundamental de construcción de una
conciencia universalista.
Como resultado de estos tres factores las conferencias de las NN.UU. como Rio 92 (Medio
Ambiente y Desarrollo), Viena 93 (Derechos Humanos), El Cairo 94 (Población),
Copenhague 95 (Desarrollo Social), Beijing 95 (Mujer), a pesar de su especialidad, han
tendido a un planteamiento integral de las problemáticas de la humanidad.
Así mismo estas Conferencias formalmente intergubernamentales han desbordado
ampliamente este carácter, tanto en su proceso de preparación como en su momento de
celebración y en su posterior implementación (las Agendas 21). Por una parte la
intervención de las organizaciones no gubernamentales, en el sentido más amplio, ha sido
cada vez más importante: participación en los Prepcom, Comités Nacionales y
Delegaciones, Foros alternativos, Comités y Conferencias de seguimiento etc. Por otra
parte las conferencias de NN.UU. se han convertido en grandes acontecimientos
mediáticos, con un enorme impacto sobre la opinión pública, y en consecuencia con un
gran poder de difusión y legitimación de las problemáticas, las propuestas y las acuerdos.
El planteamiento global de las problemáticas, el carácter integral o interdependiente de las
propuestas y la vocación universalista de los valores exige una pista de aterrizaje. O, como
en los grandes aeropuertos, por lo menos dos. Una pista son evidentemente los Estados
o las naciones representadas por su Estado. Son el marco principal de las políticas
públicas, además de ser los únicos actores que pueden tomar acuerdos de carácter general
en las relaciones internacionales. Pero no es suficiente.
Las Conferencias de NN.UU. como la experiencia de las organizaciones internacionales
tanto mundiales como regionales (Banco Mundial, Unión Europea, etc.) han revalorizado
la dimensión local. En dos aspectos principales: a) ámbito para la aplicación de las políticas
integrales (por ejemplo medio ambiente, promoción económica e integración social) b)
marco para la concertación entre Administraciones públicas y actores privados. Se han
valorizado el principio de subsidiaridad o proximidad de la gestión pública y el de
participación o cooperación de la sociedad civil.
Hoy la dimensión local está muy vinculada a la Urbanización. No solamente la mayoría de
la población vive en ciudades sino que en diversas regiones del mundo (Europa
especialmente, pero también América y parte de Asia) la urbanización caracteriza tanto las
formas de vida como de asentamiento de casi toda de la población.
En consecuencia las conferencias de NN.UU., especialmente las Agendas 21 destinadas
a implementar los acuerdos de Rio, asignan un rol importante a los gobiernos locales y,
especialmente, a las políticas que puedan desarrollarse en los ámbitos urbanos.
Es lo que se ha llamado la glocalización es decir la articulación entre lo global y lo local.
Esta noción se aplica hoy tanto a la economía (la ciudad como medio económico adecuado
para la optimización de sinergías) como a la cultura (las identidades locales y su relación
dialéctica con el universalismo informacional de base mediática). En este caso la
glocalización supone enfatizar el ámbito urbano y el rol gestor-coordinador-promotor- de
los gobiernos locales para la implementación de políticas que tienen en cuenta y se
posicionan respecto a unos referentes globales. En síntesis: globalización más proximidad.
Sin embargo, aparecen algunas paradojas que dificultan el progreso de la glocalización:
Las Conferencias de NN.UU. son intergubernamentales. Las autoridades locales están
ausentes o tienen sólo una presencia testimonial en algunas delegaciones y en algunos
eventos "especiales". También tienen lógicamente una actividad marginal en los Foros
alternativos. Este status de "capitis diminutio" caracteriza a la posición de las autoridades
locales en los organismos y conferencias internacionales incluso cuando tratan temáticas
de competencia local.
La práctica de la concertación a tres bandas entre organismos internacionales, nacionales
y locales para la elaboración y/o ejecución de programas es muy escasa. También lo es la
contractualización de las relaciones entre Administraciones nacionales y locales para la
ejecución de proyectos o la prestación de servicios. En este campo la experiencia reciente
europea es particularmente interesante y puede resultar de interés para otras regiones del
mundo.
El reconocimiento de la dimensión local de las problemáticas económicas, sociales,
demográficas, culturales y ambientales entra en contradicción tanto con la inercia
administrativa de las Administraciones nacionales que actúan según una lógica
sectorial-vertical como con la fragmentación de los poderes locales. Las zonas urbanizadas
son hoy muchas veces áreas urbano-regionales sobre las que actúan una diversidad de
entes locales con competencia propias, incluso exclusivas, pero sin los medios legales,
territoriales y financieros para ejercerlas adecuadamente. La experiencia más interesante
es la de aquellas ciudades (americanas y europeas pero también austro-asiáticas) que han
elaborado planes estratégicos o proyectos globales-concertados de Ciudad o que han
realizado un conjunto de proyectos integrales o polivalentes.
Los gobiernos locales adolecen muchas veces de debilidad política lo cual no facilita ni la
construcción de un liderazgo promotor en la ciudad ni las relaciones de cooperación con
la sociedad civil. También en este caso la aportación europea puede ser interesante, tanto
por la larga tradición de autonomía local, como por experiencias más recientes de actuación
integral en las ciudades.
El énfasis que se pone en la cooperación social y la participación ciudadana está bastantes
veces en contradicción con el alejamiento de las instituciones políticas de la ciudadanía y
las prácticas burocráticas de las Administraciones. Sin embargo, también se dan
fenómenos positivos como son el prestigio creciente de las autoridades locales respecto
a otros poderes más alejados de la sociedad civil, la iniciativa colectiva de la gente,
creadores de la ciudad real, en mayor medida que la Administración o el mercado, o la
multiplicación de formas diversas de cooperación debido a la complejidad e
interdependencia de las problemáticas locales (p. ej. seguridad ciudadana, urbanización y
empleo).
En resumen la glocalización es hoy una realidad escasamente institucionalizada pero no por
ello menos fuerte. Su regulación solamente es posible si actúan los únicos mediadores que
tiene los medios y la legitimidad formal para hacerlo: los gobiernos nacionales.
Habitat I, Vancouver 1976, proclamó el derecho a la vivienda. Más precisamente: el
derecho de todos a acceder a una vivienda socialmente digna y legalmente reconocida.
Parece importante mantener este principio o consideración de la vivienda como derecho
humano, equiparable a la educación, salud y empleo, a la igualdad de la mujer, o a la
seguridad personal (tanto respecto a la violencia como a la arbitrariedad). Sin embargo
conviene desarrollar este derecho por lo menos en tres aspectos:
El proceso de urbanización no se traduce necesariamente por la existencia de ciudad, es
decir, una concentración de población en la que concurren la heterogeneidad (social,
cultural, económica, profesional) con la igualdad (derechos formales, movilidad, acceso al
empleo y a la cultura, etc.) La urbanización sin ciudad significa además la existencia de
espacios definidos por flujos, de territorios de límites imprecisos o superpuestos y de
lugares sin atributos y por lo tanto sin capacidad de integración simbólica. Son zonas en
las que casi siempre la presencia del Estado es débil, la regulación por la vía del derecho
escasa y el acceso a la justicia y a los servicios públicos urbanos deficiente y desigual. Por
lo tanto, el derecho a la vivienda hoy debe ir unido al derecho a la ciudad. Por ello la
formulación que lanzó Boutros-Ghali en el primer Prepcom [Ginebra , 1994] de "Cumbre de
las Ciudades" tenía más un carácter profético, en el mejor sentido del término, que
descriptivo.
En las áreas urbanas, donde vivirá el 90% de la población europea a principios de siglo
XXI, la vivienda válida solamente lo es si forma parte de un conjunto formado por los
servicios básicos (agua, saneamiento, energía etc.), la disponibilidad de medios de
transporte y la accesibilidad a las actividades principales, la formación que atribuye las
"habilidades" para obtener empleo y aceptación social y por descontado la ocupación legal
del suelo y el reconocimiento jurídico y cultural de la zona o barrio como parte integrante
de la ciudad. La vivienda urbana es la suma de todos estos elementos, no es un elemento
aislado. Los ciudadanos deben tener por lo tanto el derecho a un entorno legalizado,
socialmente valorado, equipado, accesible y educador.
La vivienda y su entorno deben garantizar convivencia y seguridad. En las sociedades
urbanas esta garantía la da el Estado de derecho. Si la presencia del Estado (policía,
incluida) es débil, si la justicia es prácticamente inaccesible para la población de las
periferias urbanas y las prestaciones sociales (especialmente las denominadas de
discriminación positiva) no alcanzan a todos, el habitat urbano no cumple los requisitos
mínimos de dar seguridad y facilitar la convivencia. Debe contemplarse por lo tanto el
derecho de los ciudadanos a la seguridad y a un tratamiento adecuado para que el Estado
de derecho sea realmente accesible.
Europa, en su doble condición de cuna de los derechos humanos y de continente de
ciudades, puede hacer, una aportación importante a Istambul 96.
Para que esta aportación sea bien entendida creemos que en el desarrollo de la Conferencia
deben combinarse propuestas relativistas con afirmación de principios universalistas, y para
ello los documentos y los acuerdos de la Conferencia deben reconocer la especificidad de
los procesos y de las formas de los asentamientos humanos en cada región del mundo.
Pero el proceso de urbanización es un proceso irreversible y en todas las culturas la ciudad
es la forma más compleja y más satisfactoria de organización social. La ciudad, no la
urbanización. La ciudad, grande o pequeña, pero densa, cohesionada, polivalente y bien
comunicada.
La ciudad no es exactamente un producto de la fatalidad histórica ni un resultado de un
mercado abstracto ni una expresión de la voluntad política del soberano. Sólo lo es en
parte, ya que la ciudad es obra de sus gentes, de sus trabajos y de sus ilusiones. En parte,
porque en buena medida la ciudad ha sido construida por sus habitantes, casi al margen
de la ley y del mercado, especialmente en los países en vías de desarrollo. Y, en parte,
porque la vida social urbana, probablemente la mayor riqueza de nuestras ciudades, y es
resultado de la acción cotidiana y conjunta, de los ciudadanos.
Este reconocimiento del significado de las ciudades no justifica una omisión de los
organismos internacionales o de los gobiernos nacionales en la construcción de la ciudad.
Al contrario. Hoy el futuro de las ciudades esta ligado al desarrollo de políticas ambiciosas
para aprovechar la potencionalidad de los ejes o sistemas urbanos a los que se conectan
o en los que pueden insertarse, a la eficiente utilización de sus recursos ambientales, y a
su promoción exterior, para promover empleo y la necesaria cohesión social interna. Hacer
la ciudad, como forma principal de regulación de los procesos de urbanización, es hacer
una opción voluntarista que afecta a todas las dimensiones y a todos los niveles de la
política.
Las formas de organización política de cada país tienen especificidades propias. Pero de
la misma forma que la democracia es en nuestra época un valor universal, la
descentralización de los sistemas políticos nacionales parece un corolario indispensable de
la globalización económica, de la creación de estructuras supra estatales, y de la
complejidad económico-social y de la necesidad de multiplicar los mecanismos de
cooperación pública privada.
En consecuencia, la reivindicación de la democracia y de las autonomías locales, la
innovación permanente para desarrollar la participación ciudadana, la igualdad política y
jurídica de todos los habitantes y la definición concertada de los proyectos de ciudad, nos
parecen condiciones fundamentales para una buena gestión de los asentamientos
humanos.
La conferencia intergubernamental de Habitat II debería servir para realizar un importante
avance en la integración y concertación de políticas en las ciudades y en la potenciación
de la participación de los gobiernos locales y de las organizaciones ciudadanas en su
desarrollo.
Asimismo debe potenciarse la participación de los gobiernos locales en la vida internacional
para la mejor implementación de los acuerdos y de las propuestas de la Conferencia. El
desarrollo de estas políticas requiere también que los gobiernos locales y las organizaciones
ciudadanas multipliquen los intercambios y la cooperación entre ellos y están presentes en
los Foros internacionales. Es decir se refuerzan mutuamente. Dada la necesidad de que los
objetivos y valores universalistas impregnen las situaciones propias de cada región del
mundo, los representantes locales deben tener una presencia continuada en la vida
internacional, mediante sus organizaciones de forma que se sientan corresponsables de los
acuerdos y de las iniciativas de las organizaciones y conferencias intergubernamentales.
En este sentido se considera de gran interés la Asamblea Mundial de Ciudades y
autoridades locales (AMCAL) convocada por todas las organizaciones internacionales de
ciudades conjuntamente con la conferencia de Habitat II así como la participación de
representantes de la misma en la Conferencia.
Los gobiernos nacionales, a pesar de la cultura tradicional de "soberanía" y de la lógica
jerárquica y sectorial de su Administración, han ido aceptando en la práctica la necesidad
de contractualizar, los planes y los proyectos territoriales, con las autoridades regionales
y locales, con el fin de facilitar la aplicación de políticas integradas.
Al mismo tiempo las ciudades tienden a aceptar, y reclamar, que los gobiernos nacionales
asuman una parte importante de responsabilidad en la ejecución de proyectos y gestión de
servicios que superan las posibilidades de los gobiernos locales, como las infraestructuras
de comunicación y de telecomunicaciones, el sistema de transportes, los grandes
equipamientos económicos y culturales, los proyectos medioambientales de sostenibilidad,
o las políticas de generación de empleo y de cohesión social.
Estos proyectos y servicios tienen ámbitos territoriales específicos definidos por problemas
u oportunidades ambientales, sociales y económicos, que tienen que ser, en muchos casos,
objeto de una responsabilidad compartida entre las autoridades locales, regionales y
nacionales, y con organismos comunitarios.
Diez criterios para una política nacional de ciudades.
Dada la diversidad de formas de organización de los Estados nacionales europeos, se ha
optado por redactar este apartado desde una perspectiva de Estado Federal y por lo tanto
se aplica mejor a países como Alemania o Bélgica que a la mayoría de países europeos para
los que en algunos puntos debe hacerse una traslación terminológica sustituyendo
"federal" por "estatal", y "estatales" por "regionales".
Las ciudades europeas están reaccionado a los nuevos desafíos planteados por la
glocalización. La experiencia de la última década se puede sintetizar en una frase: de la
gestión local a la promoción global por medio de la competitividad económica y la cohesión
social. Pero el sistema territorial europeo tiene el reto de mejorar esta experiencia y
progresar hacia un desarrollo sostenible, como ha quedado establecido en el tratado de la
UE.
El cambio de rol que están asumiendo las ciudades supone un replanteamiento de las
competencias, funciones y organización de los gobiernos locales, que han de ser capaces
de dar respuesta a los actuales desafíos urbanos y de construir un proyecto de ciudad y
liderarlo. Las ciudades necesitan un gobierno local con liderazgo promotor.
El principio legitimador del gobierno local es el de la proximidad, la cual permite establecer
una relación directa, e inmediata, de la organización representativa y la estructura
administrativa, con el territorio y la población.
Pero ciudad y gobierno local no son lo mismo que antes. La ciudad es hoy, en muchos
casos, una ciudad plurimunicipal o metropolitana, con tendencia a estructurar
funcionalmente un espacio regional discontinuo y asimétrico. Es difícil determinar la
población urbana puesto que los usuarios de la ciudad central pueden ser a veces tan o
más numerosos que los residentes. Las administraciones públicas y parapúblicas actuantes
en la ciudad son muchas y sus competencias y funciones a veces son compartidas, otras
concurrentes y otras se confunden (o justifican mutuamente su omisión). La ciudad se
define especialmente por su centralidad, y el gobierno local debe plantearse funciones para
una población y un territorio que más amplio. Y, por descontado, estas funciones debe
ejercerlas de forma abierta.
De todo ello se deducen algunas consecuencias para el planteamiento de la organización
del gobierno local, que debe basarse en una autonomía suficiente de autoorganización,
actuación en ciertas materias de interés de la ciudadanía, y disponibilidad de recursos
propios.
En primer lugar es necesario, según ya se ha expuesto, un nuevo tipo de relación con las
Administraciones públicas consideradas "superiores" (especialmente gobierno central). Sin
perjuicio de un mayor reconocimiento de la autonomía local, conviene desarrollar las
relaciones contractuales para ejercer conjuntamente aquellas competencias y funciones que
requieren necesariamente cooperación interadministrativa (p.ej. infraestructura de
comunicaciones y financiación del transporte público, promoción económica del territorio,
seguridad ciudadana, grandes operaciones de desarrollo urbano, políticas medioambientales
y contra la pobreza, etc.). Los contratos urbanos parecen destinados a convertirse en un
nuevo paradigma de relación entre Administraciones Públicas.
En segundo lugar, en el ámbito metropolitano el gobierno del territorio exige casi siempre
ir más allá de la relación contractual, sin que ello conlleve necesariamente crear un nuevo
gobierno local o departamental que elimine o someta a los gobiernos municipales.
En tercer lugar, la organización política local no puede basarse como hoy en la dicotomía
ejecutivo-legislativo, en una Administración centralizada y en la separación rígida entre el
sector público y el privado, que dificultan la continuidad de la gestión municipal. Las
formas de gestión y de contratación deben garantizar la agilidad y la transparencia, y
responder a criterios de eficiencia económica y eficacia social.
Consecuentemente, el gobierno local debe asumir una cuota de responsabilidad en el
ejercicio de competencias y funciones que tradicionalmente han estado reservadas al
Estado (p.ej. Justicia y Seguridad) o al sector privado (p. ej. actividad empresarial en el
mercado). Esta cuota de responsabilidad debe conllevar el reconocimiento del derecho y
de los medios para actuar, en la atribución de competencias legales específicas o en la
capacidad de ejercer un rol de liderazgo o coordinación respecto a otras Administraciones
y al sector privado.
Las funciones novedosas que la sociedad plantea a las ciudades, y los gobiernos nacionales
deben ayudar a promover para que los gobiernos locales puedan cumplir un rol de liderazgo
promotor, son:
a) La promoción de la ciudad hacia el exterior desarrollando una imagen fuerte y positiva,
apoyada en una oferta de infraestructuras y de servicios que atraiga inversores, visitantes
y usuarios a la ciudad y que facilite el desarrollo de actividad económica local, contribuya
a la satisfacción de las necesidades de la ciudad y permita la "exportación" de bienes y
servicios. Esta función ha de desarrollarse creando las condiciones para su realización por
agentes públicos o privados, vía planeamiento, programas específicos, campañas de
opinión y promoción, etc...
b) La concertación con otras Administraciones públicas y la cooperación público-privada
como medios para realizar tanto la promoción exterior citada como aquellas obras y
servicios que los déficits acumulados, los nuevos requerimientos urbanos y el cambio de
escala de la ciudad exigen. La concertación y la cooperación requieren iniciativa política,
innovación legal y financiera y consenso ciudadano.
c) La promoción interna en la ciudad para dotar a sus habitantes de "patriotismo cívico",
de sentido de pertenencia, de voluntad colectiva de participación y de confianza e ilusión
en el futuro de la ciudad. Esta promoción interna debe apoyarse en obras y servicios
visibles, tanto los que tienen un carácter monumental o simbólico como los dirigidos a
mejorar la calidad de los espacios públicos y el bienestar de las gentes.
d) La innovación político-administrativa para generar múltiples mecanismos de cooperación
social y de participación ciudadana. El rol promotor del gobierno local consiste en gran
parte en estimular y orientar las energías de la población hacia el bienestar colectivo y la
convivencia cívica. Cuatro ejemplos: empleo, seguridad ciudadana, gestión sostenible de
servicios como el agua o la energía, y mantenimiento de equipamientos y espacios
públicos. Se trata de distintos tipos de problemáticas que requieren un tratamiento a nivel
local (sean cuales sean los factores causantes y los organismos competentes), y una
capacidad considerable de innovación y de cooperación. Ni una acción estatal o pública
unilateral, ni la mano mágica del mercado los resolverán. Lo cual plantea la necesidad de
definir un nuevo bloque competencial y nuevas formas de gestión del gobierno y de la
administración locales.
Se proponen a continuación diez líneas de acción de la política urbana europea, referidas
tanto a los gobiernos nacionales (o estatales), como locales, y en menor grado a los
organismos comunitarios y a la sociedad civil. Estas líneas de acción consideramos que
pueden servir como una aportación común europea a la Conferencia Habitat II.
a) La competitividad del conjunto del territorio, basada en el reforzamiento del sistema
urbano y en consecuencia en la potenciación de las comunicaciones y de las centralidades.
Opción por una competitividad integradora de todo el territorio. Concepción de las ciudades
grandes y medianas como puntos fuertes de la comunicación y del intercambio (económico
y cultural) con el resto del mundo.
b) La sostenibilidad del sistema urbano debe plantearse a distintos niveles:
el medio natural y cultural propio de las ciudades, sus barrios y distritos, y de sus entornos
(regiones metropolitanas, ecosistemas que sustentan la ciudad, etc)
el país o nación, y los países de la Unión Europea (cuestiones transfronterizas), que en los
temas que requieran un tratamiento de mayor globalidad, como la gestión de ciertos
recursos naturales (p. ej. agua, forestación, desertización, etc).
las repercusiones globales a nivel planetario (efecto invernadero, capa de ozono, consumo
de recursos energéticos no renovables, etc.)
c) Desarrollo de un modelo de ciudad que contemple la continuidad formal, la proximidad
funcional y la diversidad social. La concepción de las grandes ciudades, en particular, debe
favorecer la creación de un conjunto de centralidades, y la organización de sus
infraestructuras, dotando de accesibilidad y atractividad a cada una de sus partes.
d) El Derecho a la ciudad para todas las poblaciones que viven los procesos de
urbanización, favoreciendo su acceso real a la ciudad y a la ciudadanía. El derecho a la
ciudad incluye vivienda, barrio equipado materialmente y valorizado socialmente,
articulación con el conjunto de la ciudad, disponiendo de acceso fácil a sus centralidades,
posibilidades de empleo y de formación adecuada e igualdad política y jurídica de todos los
habitantes. El ejercicio de este derecho puede requerir políticas de discriminación positiva,
y valorización cultural, para aquellos barrios o grupos en situación de marginación por
razones economicas, sociales o culturales.
e) Incorporación de los objetivos de Cohesión Social e Integración cultural en todas las
politicas sobre la ciudad, frente a las dinámicas fragmentaduras que se derivan muchas
veces de la globalización económica y de las respuestas mediante iniciativas puntuales. Los
proyectos de desarrollo y renovación urbanos deben expresar siempre la voluntad de
polivalencia funcional y social, y la capacidad de integración material y simbólica de la
población.
f) Generalizar la experiencia de la concertación interadministrativa para la concepción y
ejecución de las politicas integradas sobre la ciudad que afronten los problemas principales
de competitividad, cohesión social y sostenibilidad. Estas actuaciones requieren
normalmente un impulso ambicioso del sector público, incorporando a las administraciones
en su concepción y desarrollo, para lograr consenso social y fomentar un proyecto global
de ciudad. Para ello, es tambien necesario, desarrollar las formas de incorporación de las
comunidades locales y el sector privado, según las caracteristicas de cada actuación.
g) Desarrollar la concepción de la democracia y de la autonomía locales, como
reconocimiento del principio de subsidiaridad o proximidad y del rol del liderazgo promotor
que deben desarrollar los gobiernos territoriales. Es necesario una mas adecuada
distribución de competencias entre administraciones acorde con estos principios, y los
mecanismos de financiación apropiados para su ejercicio.
h) Promover la participación cívica e innovar constantemente en los procedimientos y
técnicas de relación administración-sociedad civil, de comunicación y de cooperación. Las
politicas de ciudad requieren adhesión ciudadana.
i) La voluntad política de hacer de las ciudades un lugar privilegiado de construcción de la
ciudadanía europea, potenciando su rol de intercambio y de integración de todos los
europeos. Las ciudades pueden y deben jugar un rol importante en las relaciones de
intercambio y cooperación con los otros pueblos y ciudades del mundo, en especial el
menos desarrollado.
j) Los Gobiernos nacionales, y en su caso regionales, en su doble rol de definidores de las
políticas comunitarias europeas y de responsables de establecer los marcos normativos y
financieros, y de promover muchas actuaciones en las ciudades, deben asumir y garantizar
la implementación de estos objetivos mediante su apoyo, y participación en las formas que
sea conveniente, en el desarrollo de politicas para las ciudades.
Fecha de referencia: 08-10-1997
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