Ciudades para un Futuro más Sostenible
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Documentos > Informe Nacional España Habitat II > Evolución de los asentamientos humanos... > http://habitat.aq.upm.es/in/a003/ab002.html

Evolución de los asentamientos humanos 1976-1995




1. Panorama general


El asentamiento de la población sobre el territorio, centrado en la figura del municipio como unidad básica de análisis y administrativa, ha experimentado en España grandes alteraciones a partir de 1960. Hasta esa fecha y desde primeros de siglo, el número de municipios en España se mantuvo prácticamente estable en torno a los 9.200. Es a partir de 1960 cuando se produce un descenso espectacular en el número de entidades municipales, si bien, en el último decenio (1981-1991) y coincidiendo con la aparición de las Comunidades Autónomas, con competencias plenas en la administración y organización de su territorio, este número esta experimentando una ligera recuperación [1]. En la figura 1 podemos ver la evolución del número de municipios así como el proceso de concentración urbana en España desde principios de siglo.

Figura 1: Número de municipios en España y habitantes por tipología. Evolución en el período 1900-1991.

Los municipios rurales (municipios de menos de 2.000 habitantes) han pasado de 6.763 en 1960 a 5.895 en 1991. En cuanto a la población, se ha pasado de 4.440.868 hab. a 3.079.079, es decir, ha perdido algo más del 30% de su población. Su peso con respecto al total nacional se ha reducido notablemente (pasa del 14.5% en 1960 al 7.8% en 1991).

En cuanto a los municipios intermedios (municipios entre 2.000 y 10.000 hab.), la pérdida total ha sido de 507 y en cuanto a su población, pasa de 8.778.278 hab. a 6.581.871. Su peso poblacional con respecto al total pasa del 28.7% en 1960 al 16.7% en 1991.

Acumulando ambas categorías, se pierden un total de 1.375 municipios y 3.558.196 habitantes en estas zonas.

Los municipios urbanos (mayores de 10.000 hab.) por el contrario, son el único ámbito que crece y en términos realmente espectaculares. Se pasa de 421 municipios a 583 y en población, se pasa de 17.211.552 habitantes en 1960 a 29.772.992 (incremento del 73%). Su peso poblacional se ha incrementado de forma extraordinaria pasando del 56% en 1960 al 76% en 1991.

Es sin duda, uno de los fenómenos de urbanización más rápidos del continente: en el 7% de los municipios se concentra más del 75% de la población española. En tan solo 30 años ha crecido el nivel de concentración urbana en más de 20 puntos porcentuales. Si atendemos a la evolución intercensal, vemos como en la década 1960-1970 se produce el tirón más importante, creciendo un 30% en 1970 con respecto a 1960; en la década siguiente (1970-1981) todavía el crecimiento es fuerte pero en menor cuantía (23%). Sólo en la última década se produce una fuerte ralentización del crecimiento (8%).

En la figura 2 podemos ver el comportamiento de los distintos estratos de la zona urbana desde 1960 a 1991: el estrato superior (poblaciones de más de 500.000 habs.) comienza a declinar en 1981, perdiendo población en términos absolutos a partir de esa fecha.

Figura 2: Número de habitantes en los distintos estratos urbanos. Evolución en el período 1960-1991.

Figura 3: Número de habitantes en los distintos estratos urbanos. Evolución intercensal en el período 1960-1991.

El estrato primero (STU1), representa a los municipios de más de 500.000 habitantes; el estrato segundo (STU2), representa a los municipios cuya población se sitúa entre los 100.000 y los 500.000 habitantes; el tercer estrato (STU3), representa a los municipios entre 50.000 y 100.000 habitantes, el cuarto (STU4) a los superiores a 20.000 hab. e inferiores a 50.000 y el STU5 a los superiores a 10.000 e inferiores a 20.000 hab.

Una mejor visión de la evolución urbana nos la da el análisis del crecimiento intercensal. En la figura 11 tenemos representado este fenómeno.

En el período 1960-1970, el tramo que más crece es el comprendido entre los 100.000 y los 500.000 habitantes, seguido del de más de 500.000 habitantes (54% y 41% respectivamente). En la década siguiente, es el tramo de 50.000 a 100.000 habitantes el que más crece seguido del de 100.000 a 500.000 habitantes (51% y 32% respectivamente). El de más de 500.000 habitantes se sitúa en tercer lugar con un 22% de crecimiento intercensal (reduce su crecimiento casi a la mitad del observado en el período anterior), en la última década (1981-1991),es el de 20.000 a 50.000 habitantes el que experimenta un mayor crecimiento con un 16%, seguido del tramo de 100.000 a 500.000 habitantes con un 13%. El estrato de municipios superiores a 500.000 habitantes pierde población por primera vez en términos absolutos y se sitúa con un crecimiento negativo de -37.622 personas. Este hecho marca la aparición de los fenómenos de crisis metropolitana debida a la aparición de deseconomías propias de la congestión alcanzada en nuestras grandes ciudades en las décadas anteriores, siendo las ciudades de tamaño medio las que protagonizan el crecimiento demográfico de los últimos años.

Si avanzamos un poco más en el análisis de la situación urbana mediante la delimitación de los ámbitos urbano-metropolitanos, obtenemos resultados altamente significativos.

Un estudio realizado recientemente por el MOPTMA [2], constata la presencia de un total de 68 áreas urbanas mayores de 50.000 habitantes (uni o plurimunicipales), que agrupan un total de 486 municipios (Ver figura 4). Un segundo ámbito, lo componen 103 ciudades de más de 20.000 habitantes y de menos de 50.000, no incluidas en el primer ámbito. Un total de 171 áreas que agrupan a 589 municipios (7.3% del total de los municipios españoles) alberga al 73.1% de la población de hecho de 1991, ocupan el 11.9% del total de la superficie nacional y sobre ellas se levanta el 69.9% del total de viviendas principales.

Las características fundamentales de cada una de estas áreas se reflejan en la tabla 1:


Tabla 1: Ámbitos urbano-metropolitanos en España. Características principales de población y vivienda. Estimaciones para el 2011

Variables A.U. >50.000 hab. Ciudades entre 20.000 y 50.000 hab. Total
N. de municipios 486 103 589
Población 1970 18.776.366 2.303.753 21.080.119
Población 1981 23.113.992 2.592.652 25.706.644
Población 1991 24.674.272 2.885.529 27.559.801
Estimación 2011 27.540.301 3.454.846 30.995.147
Diferencia 2011-1991 2.866.032 569.317 3.435.349
Incremento inicial de viviendas 2011-1991 1.497.435 284.659 1.782.094
Viviendas principales ocupadas (1991) 7.365.797 807.419 8.173.216
Viviendas desocupadas (1991) 1.138.026 191.309 1.329.335
Viviendas recuperables por renovación 245.836 41.323 287.159
Viviendas recuperables por rehabilitación 279.979 47.062 327.041
Demanda final de viviendas en nuevo suelo 1.443.087 289.610 1.732.697

Fuente: MOPTMA, Dirección General para la Vivienda el Urbanismo y la Arquitectura. "Necesidades de suelo urbanizado hasta el año 2011 en las ciudades españolas". Marzo 1995



Como vemos por los datos precedentes, el proceso de urbanización en España ha sido acelerado en los últimos veinte años. En el año 1970, el 62% de la población residía en los ámbitos urbano-metropolitanos definidos; en el año 1981, este porcentaje subió al 68%, en 1991 al 70%, y las previsiones al 2011, nos señalan la cifra del 75% de población urbana en nuestro país. El protagonismo del crecimiento urbano en España, ha sufrido también modificaciones a lo largo de los veinte años estudiados. Efectivamente, en el decenio 1970-1981, el crecimiento experimentado por los municipios superiores a 20.000 habitantes e inferiores a 50.000, fue del 13%, mientras que las grandes áreas urbanas superiores a 50.000 habitantes, crecían un 23% en este mismo período. En el decenio siguiente (1981-1991), el tramo de ciudades medianas creció un 11%, mientras que las grandes áreas lo hicieron en tan solo un 7%.

El análisis tendencial nos muestra que para el 2011 el crecimiento experimentado por las ciudades medianas será de casi el 20%, mientras que los grandes ámbitos crecerán un 12% con respecto a 1991.

Es particularmente grave, como ha señalado el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, el hecho de la masiva ocupación del litoral peninsular, por lo que supone de peligro de degradación de un recurso natural importante.

El previsible incremento de concentración urbana para los próximos años plantea fuertes retos al país, fundamentalmente en el tema de la vivienda y dotación de infraestructuras. Como se refleja en la tabla 1, la previsión de demanda de viviendas en nuevo suelo asciende a 1.732.697, que es casi el 15% del total de las viviendas principales ocupadas en 1991. Traducido a suelo, será necesario poner en el mercado unas 36.000 hectáreas (360 millones de m2) de suelo urbanizado.

Figura 4: Mapa de ámbitos urbanos en España.



2. Usos del suelo e infraestructuras de transporte


2.1 La evolución del sistema urbano y las infraestructuras de transporte

Como ya se ha dicho, la transformación de las estructuras económicas, sociales y demográficas ocurridas a lo largo de los últimos treinta años han tenido una importante repercusión en el sistema urbano español.

Como característica mas relevante en la evolución de dicho sistema cabe resaltar la creciente concentración de población y actividad en áreas espaciales reducidas dando lugar a un modelo territorial muy polarizado: uno de cada dos habitantes reside en una de las dieciocho áreas metropolitanas que ocupan tan sólo el 3,8% del territorio.

Esta nueva estructura implica la ampliación del numero de municipios integrantes de las áreas metropolitanas y de su extensión superficial con el consiguiente aumento de las distancias a recorrer diariamente por motivos de trabajo y en definitiva conduce a una demanda creciente de movilidad.
Sin embargo, por otra parte, la progresiva aparición de deseconomías ligadas a la congestión están dando lugar a una cierta valoración de las ciudades de tamaño medio, donde la magnitud de estas deseconomías es menor.

Adicionalmente cuando estas ciudades se articulan en torno a un conjunto de infraestructuras de transportes terrestres, fundamentalmente carreteras, empieza a configurarse un "eje" o "corredor" de desarrollo y estructuración territorial que puede acabar configurando una región urbana.

En cualquier caso sin una adecuada infraestructura y servicio interno de transportes y comunicaciones las áreas metropolitanas o las regiones urbanas no podrían existir en su funcionamiento y estado actual, del mismo modo que las infraestructuras de transporte establecen modificaciones en los potenciales de desarrollo territorial y de los distinto núcleos urbanos y rurales.

Por ello, por un lado, la planificación urbanística debe considerar la distribución de usos y actividades en el territorio en función de la minimización de los costes sociales (económicos y ambientales) asociados las infraestructuras de transporte y en el marco de una consideración global del sistema de movilidad y, por otro, los poderes públicos deben tener en cuenta en la planificación de las infraestructuras que constituye uno de los elementos mas poderosos para incrementar la posible atracción para la localización de actividades en un territorio frente a otros y por tanto su potencial de desarrollo.

Asimismo, el sistema de transporte tiene la función de asegurar la accesibilidad de una serie de equipamientos básicos al conjunto de la población. La mejora de estas infraestructuras cumple una importante función al extender a los ámbitos rurales las ventajas que supone el acceso a los equipamientos de carácter supralocal.

Como conclusión puede decirse que la evolución de las características del modelo territorial y del sistema de ciudades español ha generado unas demandas crecientes de infraestructura de transporte a las que ha sido necesario hacer frente en las ultimas décadas y seguirá siendo necesario en el futuro, con el nuevo reto de incorporar, no solo aumentos cuantitativos, sino elementos de racionalización, equilibrio territorial y social y minimización de costos sociales, económicos y ambientales.


Tabla 2: Mejora de la red vial: Gasto en infraestructuras.

AÑO GASTO infraestructura vial (miles de millones pta.) GASTO infraestructura vial (miles de millones $) $/PER CÁPITA
1992 831,7 8,144 208,82
1993 912,0 7,160 183,59
1994 943,0 7,040 180,51

Fuente: MOPTMA



2.2 La evolución del modelo urbano y las nuevas necesidades de movilidad

En los últimos años se vienen dando en nuestras ciudades dos procesos aparentemente contradictorios pero que actúan simultáneamente: por una parte el aumento de densidad y congestión en ciertas áreas de los centros urbanos consolidados debido a la localización de actividades con fuerte demanda de centralidad, y por otra un nuevo tipo de urbanismo basado en la suburbanización de baja densidad, en la dispersión espacial de actividades y en la especialización de usos concentrados (grandes superficies comerciales, centros de ocio ...)

En el primer caso los problemas ambientales generados por la congestión son claros: ruido, contaminación atmosférica, inseguridad vial, ocupación del espacio peatonal por el automóvil...

Por contra el modelo de ciudad extendida aumenta las necesidades de movilidad y no favorece la implantación del transporte colectivo, concentrando los flujos de trafico en una serie de ejes de penetración al núcleo central, creando efectos barrera y problemas de accesibilidad entre barrios, aumento del consumo energético y de las emisiones de contaminantes atmosféricos, consumo de suelo...

En paralelo con estos fenómenos y estrechamente ligado a los mismos, el desarrollo económico y social ha propiciado un espectacular aumento de los índices de motorización, origen y consecuencia, a la vez, del referido modelo urbanístico basado en la suburbanización. Todo ello ha provocado una dependencia creciente del automóvil y un trasvase del transporte publico hacia el coche particular con los problemas a ello asociados: graves impactos medioambientales, perdida de calidad y habitabilidad en las ciudades, aumento de los accidentes, aumento del consumo energético...

Las tablas 3 y 4 reflejan el incremento de los índices de motorización en los últimos años y su actual distribución en capitales de provincia, según su tamaño.


Tabla 3: Vehículos (turismos) por cada 1.000 habitantes.

Año Vehículos
1980 202,5
1990 308,9
1992 335,9
1993 343,9
1994 350,4

Fuente: Dirección General de Tráfico





Tabla 4: Número de vehículos (turismos) por cada 1.000 vehículos. En capitales de provincia por tamaño de población.

Habitantes Veh/1.000
> 1.000.000 424,3
500.000 a 1.000.000 346,1
100.001 a 500.000 354,6
50.001 a 100.000 369,9
>50.000 373,4

Fuente: Dirección General de Trafico



Frente a esto problemas, en un primer momento, se reaccionó construyendo y mejorando las infraestructuras de apoyo que necesita el automóvil: nuevas vías, nuevas circunvalaciones, mayores dotaciones de aparcamiento...lo que, si bien ha sido necesario y probablemente lo seguirá siendo en cierta medida, se ha revelado en el momento actual como insuficiente para resolver los conflictos.

En la situación actual se están produciendo cambios radicales en el enfoque del problema, superando el planteamiento exclusivamente como un problema de movilidad y de transporte, para inscribirse en la marco mas amplio de la discusión sobre el modelo de ciudad y las políticas urbanas y referido al objetivo de dar satisfacción a las necesidades de accesibilidad a los servicios y actividades para todos los ciudadanos.

Es necesario poner de manifiesto que el modelo de desarrollo urbano que han adoptado muchas de las áreas metropolitanas españolas conlleva un sistema de transporte ineficiente tanto desde el punto de vista funcional como energético, sistema en el que el transporte público solo puede adquirir un papel predominante en ciertos flujos muy concretos. En estos momentos existe un consenso generalizado sobre la estrecha vinculación entre un sistema de transporte racional (desde el punto de vista funcional y energético) y un adecuado modelo de gestión.

2.3 La política de transporte e infraestructuras

El primer rasgo a señalar de la política de transporte e infraestructura desarrollada en los últimos años ha sido su planteamiento desde la perspectiva de una estrategia territorial global dirigida a mejorar las condiciones de competividad y productividad del conjunto del territorio, pero también a impulsar un desarrollo equilibrado de los distintos ámbitos espaciales, a mejorar la calidad y el nivel de vida de la población y a conservar los recursos naturales y el patrimonio cultural.

Esta política se planteó en el marco de un Plan Director de Infraestructuras en el que, con carácter general, uno de los criterios adoptados ha sido el mejorar la gestión trasmitiendo tráficos hacia modelos energéticos más eficientes.

A tal objeto se elaboró un estudio sobre los consumos energéticos de los diferentes modos de transporte y un análisis comparativo de las externalidades generadas por cada uno de ellos.

De estos estudios se deducen los consumos específicos de energía (medidos en MJ por kilometro recorrido o tonelada transportada) que indican su nivel de eficiencia energética. Como es lógico los transportes colectivos son los que tienen consumos específicos menores y dentro de ellos las ventajas comparativas favorecen aparentemente al transporte por carretera cuyo consumo por pasajero oscila alrededor de 0,5 MJ/Km. El ferrocarril representa consumos por pasajeros del orden de 0,8 MJ/Km y el aéreo se aproxima a 2,1MJ/Km.

Sin embargo, los consumos adicionales producidos por la congestión en los corredores de mucho trafico que inciden básicamente sobre el transporte por carretera y la importancia que esta tiene como factor de oferta en el uso del vehículo privado, alteran el balance energético de los diferentes modelos a favor del ferrocarril.

Con carácter general en 1993 se aprobó una exención fiscal para el gasóleo de uso ferroviario con objeto de mejorar las ventajas comparativas de este modo de transporte y de potenciar la tracción diesel frente a la tracción eléctrica de mayor impacto en relación al efecto invernadero.

En el medio urbano, asimismo, se ha desarrollado por las diferentes administraciones una amplia política dirigida a potenciar el transporte colectivo.

En 1990 entró en vigor una ley de financiación del transporte urbano que establece la inclusión en los Presupuestos Generales del Estado de unos créditos a favor de las corporaciones locales que tengan a su cargo el servicio de transporte colectivo urbano.

Los contratos programa se establecen entre el Estado y dichas corporaciones con el fin de subvencionar los gastos de explotación de los transportes colectivos y de material móvil, así como la mejora de la explotación y de la gestión de los sistemas. Estos contratos existen en Madrid y Barcelona principalmente y se fijan en función del número de pasajeros transportado. Suponen un importe de subvención de cerca de 30.000 millones de ptas. al año.

En concreto se dedica una especial atención al Plan de Cercanías del transporte por ferrocarril cuyo objeto es la mejora de las redes ferroviarias de acceso a las grandes ciudades, atención que se tradujo en un notable aumento de las inversiones, como queda reflejado en la Tabla 5.



Tabla 5: Inversiones del Plan de Cercanías

AÑO MILLONES PTAS
1990 4.712
1991 8.834
1992 12.706
1993 18.584
1994 23.429

Fuente: MOPTMA



2.4 La accesibilidad en el medio urbano

Actualmente el deterioro del medio ambiente urbano producido por la congestión del sistema de transporte ha pasado al primer lugar de los problemas a resolver. Por otra parte nuestras ciudades tienen dificultades crecientes de movilidad. Crecientes porque el instrumento principal de movilidad, el vehículo privado entra en contradicción con la trama urbana tradicional y porque nuestras ciudades han crecido de una forma desorganizada y con patrones de especialización de los usos del suelo que han generado aumentos de movilidad. Esta evolución acelerada supera cualquier incremento en la oferta de transporte.

Por ello, probablemente, la única línea de acción eficaz parta de reconocer que el problema del transporte en nuestras ciudades no consiste ya en resolver la movilidad, sino en resolver la accesibilidad, que pasa a ser concebida como un índice de calidad de vida, generando entornos armoniosos, y dando a los ciudadanos oportunidades cercanas y razonables de desarrollar actividades de prestación de servicios, de trabajo y de ocio.

Ello implica cambiar el funcionamiento de nuestras ciudades, devolviéndolas su eficacia funcional y recuperando la calidad de vida que han perdido. En este sentido se han venido planteando varias líneas de actuación:


El desarrollo de todas estas acciones supera en muchos casos las posibilidades de actuación de las administraciones locales y exige un compromiso cada vez mayor de la Administración General del Estado, porque el volumen de recursos económicos que hay que invertir supera la dimensión de las haciendas locales. Por ello es necesaria la cooperación entre los distintos niveles de la Administración, pero también un nueva cultura social y de consenso entre la sociedad civil y las instituciones.

De acuerdo con estos planteamientos el MOPTMA está desarrollando una política de ciudades que integra un conjunto de actuaciones entre las que cabe destacar:




3. Ciudad y medio ambiente


3.1 Introducción

España es un país mediterráneo especialmente montañoso y con una climatología variada mediterráneo-continental pero que, en general, viene marcada por la escasez e irregularidad de lluvias.

Ello, junto a su propia estructura política e institucional, condiciona la política ambiental y su ejecución.

A grandes rasgos , y en relación con las características ambientales particulares de España, se pueden destacar las siguientes:

La presión que la población ejerce sobre los recursos y el medio Ambiente, está en relación con su distribución en el espacio que ocupa. Al decrecer la población rural, e incrementarse la población urbana, en una dinámica de abandono de asentamientos tradicionales, se ha producido una inutilización de los recursos en grandes áreas, con perdidas sociales, culturales y económicas.

En los últimos años, la preocupación social por el medio ambiente se ha hecho más evidente en los medios de comunicación, en las encuestas sociológicas y en los grupos no gubernamentales pasando a traducirse en normas, programas de actuación y dotaciones presupuestarias.

A partir de 1992, las bases de la política económica española se asientan sobre el principio de desarrollo sostenible, de desarrollo compatible con el medio ambiente, de acuerdo con las ideas emanadas de la Cumbre de Río de Janeiro.

3.2 Estructura administrativa de la gestión medio ambiental

Tras la integración, en el año 1977, de la Dirección General de Acción Territorial y Medio Ambiente, en el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), y la creación en éste de una Subsecretaría de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, la reforma más importante de la estructura organizativa de la gestión medioambiental se produce en la década de los noventa, con la creación, como órgano superior de la Administración General del Estado que, bajo la dependencia del Ministro de Obras Públicas y Transportes, coordina las políticas orientadas a gestionar la utilización racional de los recursos naturales, de la Secretaría General de Medio Ambiente, elevada posteriormente al rango de Secretaría de Estado.

La actual Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda, tiene a su cargo las siguientes funciones.


La Constitución española de 1.978 puede considerarse progresista desde el punto de vista del medio ambiente ya que en su artículo 45 reconoce el derecho del individuo a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo. El párrafo segundo del mencionado artículo establece expresamente la obligación de los poderes públicos, estatales, autonómicos y locales, de velar por la utilización racional de todos los recursos naturales, y el último párrafo abre la posibilidad de sanciones administrativas e incluso penales (noción del delito ecológico).

Todas las Administraciones Públicas ejercen competencias en materia de medio ambiente en mayor o menor grado. Ahora bien, en términos generales, existen tres niveles de competencia: al Estado, le corresponde, la promulgación de la legislación básica de medio ambiente; a las Comunidades Autónomas, en función de lo que determinen sus propios Estatutos de Autonomía, se les atribuye funciones legislativas, siempre respetando los criterios básicos estatales, y las funciones ejecutivas. A este cuadro competencial hay que añadir las funciones atribuidas a las Corporaciones Locales en virtud de su normativa específica.

Esta estructura de la Administración española conlleva, por una parte, una cierta complejidad, pero por otra permite que cada Comunidad Autónoma haga frente a sus propios problemas con políticas adaptadas a las características específicas de cada territorio, asumiendo asimismo los preceptos legales de las Directivas Comunitarias.

3.3 Definición de objetivos ambientales

En España la consecución de los objetivos ambientales, se plantea avanzando hacia una nueva dimensión del progreso social, la de un desarrollo sostenible, acorde con la estrategia establecida en el Quinto Programa Comunitario en materia de medio ambiente y en el Programa 21, adoptado en la Conferencia de Río; para ello se han establecido las siguientes prioridades:

En consecuencia, la Administración española, a través de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda, ha establecido unas lineas de actuación que necesariamente pasan por una coordinación interadministrativa y una integración de la política ambiental en las políticas sectoriales, y se plasman en unos instrumentos concretos como las Conferencias sectoriales, que establecen las lineas de colaboración entre la Administración del Estado, la Autonómica y la Local.

Es destacable el esfuerzo que se está llevando a cabo, por parte de la Administración española, en concienciar y corresponsabilizar a los ciudadanos en la toma de decisiones a través de organizaciones y movimientos sociales. En este sentido es de suma importancia, el Real Decreto 224/1994 por el que se establece el Consejo Asesor de Medio Ambiente, como vía de participación de los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida económica y social como establece el articulo 9.2 de la Constitución.

En relación con la situación ambiental de España, pueden considerarse dos aspectos fundamentales: por un lado, una contaminación derivada de la emisión de contaminantes a los distintos medios receptores, agua, aire y suelo, y una producción de residuos que afectan tanto a la naturaleza como a los bienes culturales e históricos y al bienestar social. Por otro, los procesos de degradación, tales como la erosión, salinización del suelo y acuíferos e incendios forestales; procesos unidos en cierta medida, a las condiciones climáticas de España.

En los últimos años se ha realizado un conocimiento completo de las fuentes de contaminación, así como de sus efectos contaminantes, al tiempo que se han efectuado estudios que permiten relacionar la intensidad de los focos emisores y la calidad del medio receptor, cuantificando los efectos relacionados con la salud, los ecosistemas y los bienes.

En relación con la contaminación atmosférica, se están llevando a cabo actuaciones que intentan paliar y mejorar la calidad del aire en nuestro país. Para ello la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda, en coordinación con las Comunidades Autónomas y Entes locales, está realizando diversas acciones dentro del Plan de Optimización de Redes de Vigilancia de la Contaminación Atmosférica, que tiene dos lineas prioritarias: el desarrollo de redes de control y alerta y la información al público.

La Red Española de Vigilancia de la Contaminación Atmosférica a nivel regional está integrada en el Programa EMEP (European Monitoring Evaluation Programme), y cuenta con seis estaciones que permiten detectar: los flujos transfronterizos de contaminantes, la existencia de lluvias ácidas y/o la variación en el tiempo de los niveles de fondo de los diversos contaminantes.

La Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda, inició en el año 1992 la elaboración de un nuevo inventario de emisiones de contaminantes a la atmósfera (CORINE-AIRE) tomando como año de referencia 1990. En este nuevo inventario se han considerado mas de 300 actividades y ocho contaminantes, lo que supone una ampliación importante con respecto al inventario anterior de 1985.

Otro de los problemas ambientales que afecta en particular a las grandes ciudades, es el relativo al ruido. En relación con este tema , la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda ha elaborado en 1993 un trabajo sobre los niveles de ruido en España, que ha permitido planificar una serie de actuaciones estatales de prevención y corrección del ruido ambiental a la vez que ha dejado patente la necesidad de una nueva normativa básica sobre ruido ambiental.

En relación con la gestión y la calidad de los recursos hídricos, la política hidráulica tradicional, va acompañada en la actualidad por una activa política de calidad de las aguas, en la que participan las tres Administraciones, Central, Autonómica y Local. La coordinación y multiplicación de los esfuerzos, está consiguiendo aumentar de manera considerable las inversiones en infraestructuras de saneamiento y depuración.

Junto a estas inversiones destacan las modificaciones normativas en lo que se refiere al importe de sanciones por vertidos, así como los planes generales de saneamiento y depuración, de armonización y regularización de vertidos, etc. Todo ello permite garantizar el cumplimiento de las Directivas europeas, cada vez mas rigurosas sobre la calidad de las aguas.

La corrección en origen de la contaminación, la prevención y el control de los vertidos; la mejora y el control del dominio publico hidráulico, la restauración de los daños causados a la calidad de las aguas y a los propios cauces, son objetivos importantes, que se traducen en proyectos de actuación, a través de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda. En este sentido hay que destacar el Acuerdo de Consejo de Ministros de 17 de febrero de 1995, por el que se aprueba el Plan Nacional de Saneamiento y Depuración de Aguas Residuales.

Por otro lado, las funciones desarrolladas por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda en el ámbito de la Gestión del Dominio Público Hidráulico, han seguido dos líneas de actuación conducentes a la mejora y recuperación del medio ambiente hidráulico:


En lo que se refiere al tratamiento y eliminación de residuos, la solución planteada va en la línea de reducir los residuos en origen y en el apoyo al aprovechamiento de los residuos de forma racional y equilibrada, para lo cual se están creando los instrumentos necesarios a nivel nacional con las industrias que generan residuos y con las que los reciclan, así como con las diferentes Administraciones. Este proceso empieza a materializarse con los acuerdos del Consejo de Ministros de 17 de febrero de 1995, que aprobaron el Plan Nacional de Recuperación de Suelos Contaminados y el Plan Nacional de Residuos Peligrosos.

Consecuencia ambos del primer Plan Nacional de Residuos Industriales, elaborado en 1989, que puso de manifiesto los riesgos derivados de la acumulación en el suelo de residuos peligrosos y particularmente para la salud humana, los recursos hídricos, la calidad de la producción vegetal, etc., con importantes repercusiones a nivel no solo ambiental, sino también social y económico.

3.4 El medio ambiente urbano

El crecimiento económico español se ha caracterizado por ser claramente dualista: por un lado encontramos un polo de concentración urbana-industrial-zonas en desarrollo, y por otro un polo de áreas rurales-agrarias-zonas deprimidas.

En relación con la presión que la población ejerce sobre los recursos y sobre el medio ambiente, es importante la distribución de ésta en el espacio. Así, en España, se pueden distinguir una serie de núcleos y franjas costeras, densamente pobladas y urbanizadas, mientras que el resto del territorio presenta densidades de población muy bajas. Este proceso se ha visto acentuado, como se ha dicho, durante las últimas décadas debido a los masivos movimientos migratorios internos.

La población rural ha disminuido de forma drástica, dando lugar a la inutilización de los recursos naturales en grandes áreas donde, por otra parte, la ausencia de gestión, ha conducido a la desestabilización de ecosistemas. En cierta medida, la explicación de fenómenos de carácter catastrófico, como los incendios forestales o los derivados de algunos procesos industriales, tienen precisamente sus raíces en esas pautas sociales de despoblamiento y desertización del país.

El medio ambiente urbano resulta cada vez menos capaz de satisfacer las necesidades básicas del hombre, tanto físicas como psicológicas. Las zonas con mayor problema son sobre todo las llamadas "zonas periféricas", pero incluso está en crisis el modelo de desarrollo del organismo "ciudad", que ya no es capaz de proporcionar soluciones a los problemas de habitabilidad que se van planteando.

La propia dinámica de la ciudad provoca un doble impacto ambiental. Uno de carácter interno, que produce la degradación del medio, tanto físico como sociocultural, y otro de carácter externo, incidiendo sobre el medio natural circundante, en primera instancia, y sobre otros ecosistemas alejados cada vez más interdependientes con los grandes núcleos urbanos.

Los problemas relacionados con el medio ambiente en las zonas urbanas de los países desarrollados, resultan ser muy similares de una ciudad a otra, con independencia de su ubicación en una zona septentrional o meridional, su tamaño o su nivel de urbanización. Los principales puntos comunes son:


Evidentemente, existen variaciones entre las ciudades. Aquellas que han sido sometidas a la presión de una rápida urbanización, tienen dificultades para ofrecer una infraestructura adecuada por la eliminación de residuos o el tratamiento de aguas residuales. En zonas urbanas más antiguas, los problemas radican en el deterioro de las infraestructuras existentes o en su inadecuación.

Si bien la naturaleza general de la problemática ambiental de las ciudades es de todos bien conocida, es, sin embargo manifiesta, la gran escasez de datos generales y comparativos. Mientras que algunas ciudades disponen de datos cuantitativos válidos sobre determinados aspectos (ruido, contaminación atmosférica, volumen de residuos), la mayoría carecen de ellos. Así pues, la apreciación general de la problemática del medio ambiente urbano es cualitativa y subjetiva, pero no por ello menos real.

Finalmente hay que buscar las causas en la manera en que organizamos el trabajo, la producción, la distribución y el consumo, y en las estructuras de planificación, a menudo rígidas y anticuadas. Los problemas del medio ambiente urbano pueden atribuirse fundamentalmente a dos factores que interaccionan reforzándose mutuamente; el primero de ellos es la a presión que ejercen sobre el medio ambiente muchas de las actividades que se concentran en la ciudad:

El segundo factor es la estructuración de nuestras zonas urbanas. En las últimas décadas, la política de planificación y las prácticas de desarrollo han alterado de manera radical la organización de las ciudades, lo cual en muchos casos ha conducido a que los usos de la tierra se separen de forma exclusivamente funcionalista. Esta separación física que existe a menudo entre zonas no enlazadas por el transporte público, ha obligado a las poblaciones urbanas a aumentar considerablemente su movilidad, de donde provienen su dependencia de los automóviles en general y del transporte privado en particular.

Esto, a su vez, ha traído consigo el desarrollo de extensas zonas residenciales urbanas en las que por razones económicas, resulta difícil implantar servicios de transporte público. Esta reorganización espacial de nuestras ciudades tiene repercusiones sobre el medio ambiente:

El Libro verde sobre Medio Ambiente Urbano (Comisión de la CE, 1990) interpreta que la crisis del modelo urbano actual se debe al fracaso del funcionalismo como teoría y práctica urbanística segregadora de los usos del suelo urbano, desintegradora de la ciudad como forma de hábitat y discriminadora de los espacios urbanos como escenarios de convivencia social.

Para superar esta crisis propone:


Estas sugerencias para la reflexión y el debate son una muestra más de la nueva sensibilidad medioambiental que propugna el enfoque sistémico frente al parcial y puntual de las políticas sectoriales.

3.5 Materialización de los acuerdos de Río en la política medioambiental española

Desde la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992, España ha profundizado en la búsqueda de una solución a los problemas medioambientales y de desarrollo sostenible siguiendo los principios marcados por la Declaración de Río y los objetivos señalados en el Programa 21.

El Programa 21 propugna la creación de cauces de participación de las organizaciones no gubernamentales, sindicatos, organizaciones de consumidores y de la comunidad científica, en la elaboración y en la ejecución de políticas orientadas hacia el desarrollo sostenible.

El cumplimiento de los mandatos constitucionales y la conveniencia de adoptar medidas nacionales similares a las establecidas en el ámbito de la Unión Europea e internacional, favoreció la creación de un Consejo Asesor de Medio Ambiente (Real Decreto 224/1994).

El Consejo Asesor de Medio Ambiente, es el principal mecanismo de coordinación, a nivel nacional, del Programa 21. Tiene por objeto favorecer la participación de las organizaciones representativas de intereses sociales y de personas de reconocido prestigio, en la elaboración y seguimiento de la política medioambiental orientada al desarrollo sostenible. Sus funciones son las siguientes:

La coordinación interministerial en relación con el desarrollo sostenible se lleva a cabo conjuntamente entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Vivienda (MOPTMA).

Otros mecanismos institucionales relacionados con el desarrollo sostenible son los siguientes:

Por último, hay que señalar que España ratificó los Convenios sobre Diversidad Biológica y Cambio Climático el 21 de diciembre de 1993, y firmó el Convenio de lucha contra la desertificación en Octubre en 1994 en París. También, España ha ratificado el Convenio de Basilea relativo al control del transporte transfronterizo de residuos peligrosos.



4 Protección del Patrimonio cultural




4.1 Datos generales


Como en casi todos los países mediterráneos, el patrimonio cultural tiene en España una fuerte representación en su arquitectura y bienes inmuebles, donde se reflejan las distintas civilizaciones y culturas que se han desarrollado en nuestro país a lo largo de los siglos.

Dentro de todo este enorme patrimonio cultural una característica a señalar es la importancia que tienen, tanto en número como en valor, los Conjuntos Históricos de carácter urbano o rural, de tal forma que se podría decir que uno de los principales valores de nuestro patrimonio cultural es precisamente su capacidad de crear entornos de gran calidad ambiental y de responder a la diversidades geográficas y territoriales de nuestro país con soluciones adaptadas a las mismas bajo criterios que hoy denominaríamos como sostenibles: aprovechamiento de las condiciones climáticas, bajo consumo energético...

La existencia de mas de 300 conjuntos urbanos y rurales declarados a efectos de su protección por parte del Estado, y de ocho conjuntos urbanos y un itinerario (El Camino de Santiago que incluye numerosos núcleos urbanos) declarados como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO da idea de la importancia de la componente urbanística de nuestro patrimonio cultural. Por otra parte en ellos habita un numero importante de ciudadanos, en muchos casos pertenecientes a clases populares y/o con recursos económicos bajos, cuyas condiciones de vida es necesario mejorar, garantizando su derecho a permanecer en los lugares centrales de la ciudad o en los núcleos rurales de origen.

Las actuaciones sobre los núcleos históricos y el patrimonio inmobiliario, por tanto, además de pertenecer al ámbito de la protección del patrimonio cultural, se incardinan en el ámbito más amplio de las políticas dirigidas a un hábitat sostenible por cuanto además de mejorar las condiciones de vida de los residentes actuales, suponen una alternativa a las necesidades de viviendas nuevas y de nuevo suelo urbanizado.

4.2 El período 1976-1982

La preocupación por la protección del patrimonio cultural se intensifica en España fundamentalmente en los primeros años setenta a partir de argumentos de tipo histórico cultural al constatar las brutales huellas de deterioro y destrucción que el crecimiento urbano descontrolado de las décadas anteriores había dejado en los tejidos históricos de nuestras ciudades.

Ante esta situación surgen las primeras voces que, como decíamos, desde posturas interesadas principalmente por la conservación de los valores históricos reclaman políticas activas de conservación y mantenimiento más allá de la mera catalogación.

Por otra parte la población residente en los centros históricos empieza a hacerse oír reclamando en unos casos la mejora de sus condiciones y en otros su derecho a permanecer en las zonas centrales, rechazando operaciones de renovación especulativas que suponían la destrucción de barrios tradicionales.

Se complementan así los argumentos historicistas o culturales en favor de la protección del patrimonio con argumentos de tipo social, extendiendo el concepto de protección no solo al soporte físico, sino también al tejido social que lo habita, evitando los problemas de desarraigo.

Por ultimo los graves problemas derivados del crecimiento urbano descontrolado en cuanto a falta de infraestructuras y carestía de las misma, ocupación de suelos de alto valor natural etc. aportan otro tipo de argumentos a favor de las políticas de protección en cuanto a lo que suponen de aprovechamiento del "capital fijo" existente en la ciudad: Aprovechamiento de infraestructuras y equipamientos existentes, ahorro de inversiones, menores tiempos de desplazamiento, reducción de la ocupación de nuevos suelos etc.

Como resultado de todo ello el planeamiento urbanístico de los últimos años de la década de los setenta y primeros de los ochenta vuelca su interés en las actuaciones en la ciudad consolidada y especialmente en los centros históricos, si bien la falta, en aquellos momentos, de suficientes marcos legales y financieros para la actuación positiva de rehabilitación y mantenimiento limitó la eficacia de los intentos, reduciendo en la práctica los resultados a la paralización de los procesos de destrucción y sustitución por nuevas edificaciones y estructuras urbanas.

De la fallida experiencia de los años anteriores se extrajeron dos consecuencias fundamentales: la necesidad de coordinar y comprometer en una misma dirección a los distintos estamentos de la administración implicados y con competencias en la materia y la evidencia de que era imprescindible la colaboración de la iniciativa privada.

Con la intención de lograr esta colaboración de la iniciativa privada se formularon diversas Normativas de Fomento y Ayuda a la rehabilitación. La Administración del Estado aprueba en 1982 el primer "Decreto de Rehabilitación" sustituido en julio de 1983 por el Real Decreto 2.329\83 verdadero catalizador del fenómeno de la rehabilitación en España.

En dicho Decreto se articula un sistema de ayudas financieras para la rehabilitación pública y privada que abarcan las siguientes actuaciones: la rehabilitación de viviendas, hacía donde van dirigidas fundamentalmente las ayudas, la rehabilitación de dotaciones y equipamientos sociales cuando se actúe en el marco de programas generales o de mejora del medio urbano y las obras complementarías en locales de negocios o talleres en determinadas situaciones requeridas por los valores históricos de los edificios.

En desarrollo de las competencias que, en esta materia, asumen en esos años las Comunidades Autónomas (nivel regional) se promulgan asimismo sus normativas de Fomento y Ayudas a la rehabilitación, independientes o complementarias de las de carácter estatal.

Pero es en el Plan Cuatrienal de Vivienda para 1984-1987 donde se da el paso decisivo de introducir realmente la conservación y rehabilitación como un instrumento más de la política de vivienda, incluyendo como parte de la misma las ayudas planteadas en el Real Decreto antes comentado.

Los resultados de dicho Plan fueron irregulares durante los primeros años pero fueron aumentando espectacularmente durante el desarrollo del plan, afianzandose la rehabilitación como una práctica habitual y generalizándose el interés por la conservación del patrimonio, según se refleja en la Tabla 6.


Tabla 6: Plan Cuatrienal de viviendas 1984-1987

Realizaciones
Número de vivienda Objetivos anuales 31-12-84 31-12-85 31-12-86 31-12-87
Promoción pública
Privada protegida
Viviendas libres
Rehabilitac ión
30.000
120.000
80.000
20.000
14.029
108.299
79.767
19.970
28.603
113.226
80.481
40.443
13.150
109.253
92.231
79.439
8.487
91.286
151.347
41.840
TOTAL 250.000 222.065 262.753 294.073 292.960

Fuente: Revista "Situación" 1988/2. La Vivienda en España ( Banco de Bilbao-Vizcaya)



Es conveniente señalar también la importante labor desarrollada por muchos Ayuntamientos en este campo (Madrid, Barcelona, Vitoria, Pamplona, Logroño, Salamanca, Palma de Mallorca, Valencia...) planteando nuevas vías de apoyo, y especialmente la labor desarrollada para incentivar la participación de la iniciativa privada e informar a la población afectada. A tal efecto se organizaron numerosas Oficinas de Gestión y Difusión, a nivel comarcal, municipal y de barrio, para facilitar la tramitación y puesta en marcha de las obras de rehabilitación, procesos que en general son más complicados que para la nueva planta, y para difundir y promocionar la nueva política.

Otro hito culminante del avance en la coordinación administrativa e integración de políticas, lo supuso la promulgación de la Ley 13/1995 del Patrimonio Histórico Español que establece la necesidad de redactar para los Conjuntos Históricos declarados como Bienes de Interés Cultural un Plan Especial de acuerdo con lo previsto en la legislación urbanística, unificando así los criterios y normativa de protección cultural con los mas amplios de ordenación urbana.



4.3 La situación actual


Trascurridos más de diez años desde el cambio de enfoque, la política de conservación del patrimonio se afianza cada vez más como una intervención activa por la vía de revitalización de los conjuntos históricos, haciendo que se conviertan en piezas vivas de la ciudad y del territorio. Este planteamiento, esencial para el diseño de las políticas de actuación sobre los centros históricos, parte en primer lugar del deseo de conservar además del contenido físico la función del conjunto histórico y el tejido social que lo habita. Pero también se justifica por razones de eficacia y de sostenibilidad: un hábitat "vivo" se sostiene por si mismo y no requiere la continua intervención de las Administraciones Publicas para evitar su deterioro.


Adicionalmente, la mayor sensibilización ciudadana al respecto ha hecho aflorar la importancia de los problemas medioambientales y las deficiencias de la calidad ambiental de gran parte de nuestras ciudades y pueblos. La acción puramente rehabilitadora es necesaria pero no suficiente si no va acompañada de acciones simultáneas que permitan la solución de los problemas ambientales: disminución de los efectos negativos del tráfico, accesibilidad, creación de zonas verdes, regeneración del paisaje urbano...

Se configura así la necesidad de desarrollar acciones integradas, que partiendo de un planeamiento urbanístico como base de reflexión y propuesta global, coordinen la actuación de las diversas administraciones y de los agentes privados en todos los campos: vivienda, transporte, medio ambiente, protección del patrimonio etc.

Como ejemplo de las políticas desarrolladas en este sentido por parte de la Administración del Estado cabe señalar las siguientes:


Plan de Vivienda 1992-1995.

Siguiendo la línea de los planes anteriores se incluye en el ámbito de las actuaciones protegibles la rehabilitación de edificios, de viviendas y de equipamiento comunitario. Como dato especifico en relación con la incorporación de criterios ambientales y de calidad de vida es de destacar la consideración como obra de rehabilitación a las actuaciones que proporcionen mejoras en la estanqueidad frente a la lluvia, aislamiento térmico, redes generales de energía, supresión de barreras arquitectónicas, la adecuación de espacios libres o patios y la creación de equipamientos colectivos.

Real Decreto 726/1993 sobre financiación de actuaciones protegibles en materia de rehabilitación de inmuebles.

Como resultado de una reflexión en profundidad sobre los problemas de la rehabilitación a través de reuniones con expertos y administradores relacionados con la materia, se elaboró este decreto que amplia y modifica en parte las disposiciones del que regulaba el plan de vivienda anteriormente comentado. Con él se pretende perfeccionar el marco normativo y financiero para favorecer la rehabilitación como una alternativa socialmente eficaz a la nueva edificación. Como aspectos nuevos a destacar en las líneas señaladas de primar las políticas integradas y sostenibles son de señalar: la definición de las Áreas de rehabilitación que recibirán un tratamiento y ayudas especiales y que se referirán a zonas con procesos de degradación donde se lleven a cabo actuaciones de carácter integral y la inclusión explícita entre las obras susceptibles de ayuda de las que posibiliten un ahorro del consumo energético en las viviendas.


Tabla 7: Rehabilitación de viviendas financiadas y su comparación con los objetivos fijados.


COMUNIDADES AUTÓNOMAS

VIVIENDAS FINANCIADAS
OBJETIVOS REAJUSTADOS PLAN 92-95
VIVIENDAS FINANCIADAS/O BJETIVOS (%)
REHAB
(1)
TOTAL
VIV.
REHAB TOTAL
VIV.
REHAB. TOTAL
VIV.
ANDALUCÍA 5.191 95.725 7.460 69.623 69,6 137,5
ARAGÓN 1.173 16.021 1.885 14.222 62,2 112,6
ASTURIAS 3.476 16.444 3.441 14.469 101,0 113,6
BALEARES 379 7.290 427 7.852 88,8 92,8
CANARIAS 482 18.127 1163 15.413 41,4 117,6
CANTABRIA 1.041 5.059 1.741 6.538 59,8 77,4
CASTILLA-LEÓN 1.720 25.089 1.346 23.989 127,8 104,6
CAST.LA MANCHA 575 23.210 900 17.500 63,9 132,6
CATALUÑA 7.085 74.081 6.110 58.635 116,0 126,3
EXTREMADURA 2.064 17.455 1.705 14.630 121,1 119,3
GALICIA 1238 24.004 2.045 23.861 60,5 100,6
MADRID 9.107 54.528 8.375 57.125 108,7 95,5
MURCIA 664 21.491 1.769 19.477 37,5 110,3
C.VALENCIANA 6.878 71.470 6.010 48.179 114,4 148,3
LA RIOJA 1.866 7.193 1.582 5.944 118,0 121,0
CEUTA 13 128 235 680 5,5 18,8
MELILLA 64 384 413 1656 15,5 23,2
T O T A L 43.016 477.699 46.607 399.793 92,3 119,5

(1) En las actuaciones de rehabilitación se computan 11.669 viviendas con solo subvención, (en la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha se está procediendo a su contabilización) y 13.435 viviendas procedentes de las áreas de rehabilitación



Convenio relativo a las seis ciudades españolas declaradas, con anterioridad a 1994, Patrimonio Cultural de la Humanidad: Avila, Cáceres, Salamanca, Santiago de Compostela, Segovia y Toledo [3].

En 1994 diversos organismos de los tres niveles de la administración: del Estado (Ministerios de Cultura; Obras Publicas, Transportes y Medio Ambiente; Comercio y Turismo, Economía y Hacienda) Autonómica (Comunidades Autónomas de Castilla-La Mancha; Castilla y León; Extremadura y Galicia) y Local (Ayuntamientos de las seis ciudades) firmaron un convenio al objeto de coordinar y concertar su actuación para la conservación y rehabilitación del patrimonio histórico-cultural de estas ciudades y para la difusión de sus valores mediante la creación de itinerarios comunes a todas ellas que potencien las actividades turísticas y culturales vinculadas a los mismos.

Programa del MOPTMA de Actuaciones de Infraestructuras en la Ciudades Históricas

Con este programa se pretende incardinar las actuaciones sectoriales del Ministerio en infraestructuras, fundamentalmente viarias y ferroviaria, dentro de una estrategia global, concertada con las regiones y ciudades.

Los objetivos del Programa son evitar la degradación de las ciudades especialmente valiosas, aumentar la calidad de vida de sus habitantes y visitantes y facilitar la actividad económica del turismo.

Las actuaciones previstas por parte del Ministerio se centran en replantear la movilidad y el transporte publico, señalizar los centros históricos mediante el diseño de redes de espacios públicos y conservar el patrimonio utilizándolo para equipamientos.

Programa del MOPTMA de Medio Ambiente Urbano

El Programa tiene como objetivo fundamental garantizar el cumplimiento del precepto de la Constitución Española de "asegurar a todos una digna calidad de vida", vinculada a la utilización racional de los recursos naturales y a la "defensa y restauración del medio ambiente"

Dentro de este objetivo se incluye como una de las líneas de actuación la recuperación ambiental de ámbitos urbanos con potencialidades turísticas con especial atención a los núcleos urbanos y rurales con un patrimonio histórico de interés de cara al desarrollo del turismo rural, como es el caso concreto de los núcleos vinculados al Camino de Santiago.



5 Estructura Social y Empleo


5.1 Población activa

La evolución de la población activa, junto con la estructura ocupacional (por sectores), y la estructura de actividades, es uno de los indicadores clave para caracterizar la estructura social de la población española y los cambios que en ella se han ido produciendo en los últimos veinte años.

En la figura 5 podemos ver la evolución desde 1977 de la población activa, que se descompone en ocupados y parados

Figura 5: Tasa de actividad femenina y masculina. Evolución en el período 1977-1992.

De los datos que se reflejan en la figura 5 pueden extraerse las siguientes conclusiones:

  1. En primer lugar, la población económicamente activa (compuesta por los ocupados y los parados), ha experimentado un crecimiento constante desde 1977. El período 1986-1987 en el que esta población crece en mayor medida refleja el fenómeno demográfico del elevado número de nacimientos experimentado durante los años sesenta, que aporta cohortes numerosas a la población potencialmente activa (los de más de 16 años y menores de 65). Este fenómeno caracteriza uno de los aspectos estructurales de nuestra población en relación con la actividad económica, ya que nuestro sistema productivo no es capaz de acoger a las numerosas generaciones surgidas en esos años, creando un problema de paro estructural.

  2. Por lo que respecta a los elementos que componen la población económicamente activa. los ocupados y los parados, podemos distinguir tres claros períodos en su evolución:

    1. Un primer período que abarca de 1977 a 1985 en que el descenso de ocupados es continuado, el aumento de parados también lo es y, por tanto la tasa de paro no deja de aumentar.
      Son los años de la primera crisis del petróleo que se hacen sentir de forma especialmente dura en la economía española. Pasamos de la tasa de paro más baja del período (5.20% en 1977) a la más alta (21.64% en 1985), en tan solo ocho años.

    2. Un segundo período que va de 1986 a 1990 en que las tendencias se invierten: desciende el número absoluto de parados en casi medio millón de personas; la tasa de paro disminuye casi un 25% y la población ocupada crece en 1.780.000 personas. Son los años del despegue económico en los que los niveles de crecimiento económico se sitúan por encima de los países de la OCDE.

    3. Un tercer período, que coincide con la aparición de un nuevo ciclo de crisis financiera internacional, son los años 1991 y 1992. Vuelven a cambiar las tendencias con nuevos incrementos de la tasa de paro y del número absoluto de parados en algo más de 300.000 personas. En los últimos años se esta experimentando una cierta recuperación del empleo como consecuencia del mejor clima económico a nivel internacional y de la implementación de determinadas medidas orientadas a flexibilizar el mercado de trabajo. A pesar de todo, nuestros niveles de desempleo son todavía muy superiores a los de nuestro entorno de la UE.

En cuanto al análisis diferencial por sexos, las mujeres sufren en mayor medida que los hombres las consecuencias de las sucesivas crisis económicas. El nivel más alto de participación de la mujer en la actividad se da en 1992 con un 34.57% porcentaje que es, sin embargo, sensiblemente inferior al de los demás países de la Unión Europea. A pesar de esto, lo que se observa a lo largo de los quince años, es una creciente disminución del diferencial entre la tasa de actividad masculina y la femenina como podemos ver en la figura 5.

Por lo que respecta al paro, la incidencia mayor del fenómeno recae sobre las mujeres, sobre todo a mediados de los ochenta, en que el diferencial se va haciendo mayor. En cualquier caso, ambas curvas manifiestan una morfología similar, aunque con diferentes intensidades (Ver figura 7)

Figura 6: Tasa de paro femenino y masculino. Evolución en el período 1977-1992.

Un sector de la población especialmente sensible a los temas de desempleo en nuestro país y, en general, en el marco de la UE, son los jóvenes, entendiendo por estos, el colectivo de población situado en la cohorte de 16 a 24 años. En la figura 7, puede verse como se distribuye el paro entre los distintos grupos de edad.

Figura 7: Paro juvenil. Cuartos trimestres de 1976 a 1993.

Los datos anteriores revelan la fuerte incidencia entre los jóvenes del fenómeno del paro; a la altura de 1993, las tasas de paro más elevadas se situaban en los intervalos de edad de 16 a 19 años (52.3%) y de 20 a 24 años (42.0%). En cuanto al análisis por sexos, las mujeres se llevan en términos generales la peor parte, si bien la última crisis ha afectado más a los varones que a las mujeres, ya que en el conjunto de todos los grupos de edad, la participación en el paro ha crecido tres puntos para los varones (se ha pasado de un 49.2% en 1989 al 52.6% en 1993), mientras que las mujeres disminuyen su contribución a este fenómeno en la misma medida.

Los datos observados hasta ahora relacionados con la actividad, hacen referencia al conjunto nacional.

Si retomamos los ámbitos territoriales definidos anteriormente: (Áreas urbanas uni o plurimunicipales superiores a 50.000 habitantes, ciudades superiores a 20.000 habitantes e inferiores a 50.000 no incluidas en el primer ámbito, municipios entre 10.000 y 20.000 habitantes y municipios inferiores a 10.000 habitantes), y reflejamos para cada uno de ellos las tasas de actividad y paro, masculinas y femeninas (Figura 8), podemos observar lo siguiente:

Figura 8: Actividad y paro. Situación por sexos y ámbitos territoriales.


5.2 Estructura ocupacional

El segundo factor clave para caracterizar la estructura social, es la ocupación. Mediante el análisis de los ocupados, podemos determinar la evolución del sistema productivo y las diferentes posiciones sociales que pueden ocuparse dentro del entramado social.

En la figura 9, podemos ver la evolución desde 1977 de la ocupación por sexos y por sectores económicos.

Figura 9: Ocupación por sexos y sectores económicos. Evolución en el período 1977-1992.

La figura 9 refleja un país que ha experimentado un fuerte proceso de terciarización de su economía, acompañado de una desagrarización muy fuerte y con un sector industrial en vías de reconversión.

En cuanto al análisis por sexos, nos encontramos con distintas situaciones en función del sector considerado.

En el sector primario y en el sector secundario, las pérdidas de ocupación entre las mujeres son de mayor dimensión que entre los hombres, principalmente en el sector industrial.

Sin embargo, en el sector terciario, la situación se invierte radicalmente. La variación entre 1977 y 1992 para los hombres es de trece puntos porcentuales y de veinte puntos para las mujeres, lo que nos indica una tendencia a la feminización del sector.

Descendiendo a nivel territorial se puede observar en las figuras 10 y 11 la situación de la ocupación por sectores para cada ámbito territorial de los definidos con anterioridad.

Figura 10: Ocupación por sectores económicos. Porcentajes verticales.

Figura 11: Ocupación por sectores económicos. Porcentajes horizontales.

De ellos se pueden extraer las siguientes conclusiones:

Por lo que respecta al peso que en cada ámbito tiene cada sector con respecto a la ocupación total:

  1. El sector servicios es el de mayor peso en todos los ámbitos, con especial preponderancia en las áreas urbanas.

  2. Los porcentajes de población ocupada en el sector agrario son crecientes según descendemos en el rango del asentamiento, de urbano a rural.

  3. El sector industrial se mantiene en todos los ámbitos sin grandes desviaciones respecto del total nacional.

  4. La construcción, sin embargo, tiene más peso en los municipios inferiores a 10.000 habitantes que en el resto de los ámbitos. La explicación habría que buscarla en el incremento de segunda residencia que se esta observando en amplias zonas de nuestro entorno rural, principalmente en las zonas de influencia de las áreas metropolitanas.
Por lo que respecta al peso de cada sector en cada ámbito, con respecto a la población ocupada en ese sector:

  1. El sector agrario se concentra en un 75% en las categorías de asentamientos no urbanos.

  2. La industria se concentra en las AU>50.000 habitantes con un 67% del total de ocupación del sector, así como la construcción con un 54%.

  3. La mayor concentración se da en los servicios con un 73% de la ocupación del sector en las áreas urbanas.

  4. En términos globales, las áreas urbanas concentran el 70% de toda la ocupación en todos los sectores.

5.3 Estructura de actividades

El componente ocupacional es, sin duda, el más relevante para definir la configuración de las clases sociales, al menos en sociedades complejas post-industriales como la nuestra.

Para su análisis acudiremos en primer lugar a los datos que la Encuesta de Población Activa nos da en cuanto a la Condición Socio-Económica de los ocupados, y en segundo lugar a la clasificación por categorías que realiza el informe FOESSA [4]:



BURGUESÍA PEQUEÑA BURGUESÍA INDEPENDIENTE NUEVA PEQUEÑA BURGUESÍA ASALARIADA CLASE TRABAJADORA
* Empresarios agrícolas con asalariados
* Empresarios no agrícolas con asalariados
* Directores y Gerentes de empresas agrícolas
* Directores y Gerentes de empresas no agrícolas
* Directores de empresas no agrícolas y altos funcionarios
* Empresarios agrícolas sin asalariados/cooperativas agrarias
* Empresarios no agrarios sin asalariados
* Profesionales liberales
* Profesionales y técnicos por cuenta propia
* Miembros de las Fuerzas Armadas
* Miembros de Cooperativas agrarias
* Miembros de Cooperativas no agrarias
* Alto personal administrativo, comercial y tecnológico
* Personal intermedio, comercial y tecnológico
* Jefes de grupo del sector servicios
* Profesionales y técnicos por cuenta ajena
* Jefes de departamento de la administración y del comercio
* Resto del personal de la Administración y del Comercio
* Contramaestres y capataces
* Obreros cualificados y especializados
* Operarios no agrarios sin especializar
* Resto de trabajadores de los servicios
* Resto de trabajadores agrarios



En la figura 12 podemos ver la evolución de las clases sociales en España, basadas en las definiciones precedentes, a los largo de quince años, de 1977 a 1992.

Figura 12: Clases sociales en España. Evolución en el período 1977-1992.

Las conclusiones que podemos extraer de los datos reflejados en la figura 12 precedente pueden resumirse como sigue:

  1. En cuanto a la burguesía, se mantiene más o menos constante en su peso relativo en la estructura de clases, entre el 5 y el 8%..

  2. La pequeña burguesía independiente mantiene una situación de estabilidad hasta 1985, en torno al 26%, para iniciar, a partir de ese año un continuo descenso que parece repuntar, o al menos detener su caída, en 1992. Son, si duda, las pequeñas explotaciones agrarias sin asalariados las que marcan la tendencia de todo el estrato o clase al perder algo más de un millón de personas en 1992 con respecto a 1977.

  3. Sin duda, el sector privilegiado y de mayor crecimiento, es el de la pequeña burguesía asalariada, que ve incrementar su número en más de un millón de personas a lo largo de los quince años, pasando de un 19,5% en 1977 a un 28% en 1992. En su evolución podemos constatar como el año 1987 supone un punto de inflexión importante, pues cruza su curva con la de la pequeña burguesía independiente que se había mantenido por encima en todos los años anteriores, y comienza a separarse de ella.

  4. Por lo que respecta a la clase trabajadora, que en términos absolutos es la más numerosa, manifiesta una tendencia a evolucionar en ola a lo largo de todo el período. En una primera fase (1977-1984), su tendencia es claramente decreciente. Durante los años 1985 y 1986 inicia una tímida recuperación que se mantiene, con altos y bajos, hasta 1992. Dentro del estrato, los que sin duda más han sufrido la crisis son los obreros cualificados y especializados que de 1977 a 1985 han visto disminuir sus efectivos de forma notable. El grupo de trabajadores agrarios, también experimenta fuertes pérdidas, sobre todo a partir de 1987, mientras que el de trabajadores de los servicios aumenta su cuota de participación y experimenta un crecimiento sostenido en el período.
Estamos, por tanto, ante una estructura de clases que ha ido evolucionando a lo largo del período hacia un modelo característico de una sociedad post-industrial, con un gran peso de los "trabajadores de cuello blanco", con caída del empleo agrario, así como de trabajadores industriales.

La distribución territorial de la estructura de clases en España, según los ámbitos anteriormente definidos, queda reflejada para cada sexo en la figura 13.

Figura 13: Clases sociales en España. Estructura por tipo de asentamiento.

Las conclusiones fundamentales que pueden extraerse de las figuras anteriores, se resumen en los siguientes puntos:

La burguesía se concentra principalmente en las ciudades pequeñas o medianas (entre 20.000 y 50.000 habitantes) con un 6.04%, lo que en parte confirma el hecho del mayor crecimiento y concentración de estas áreas en los últimos tiempos, en detrimento de las grandes aglomeraciones urbanas. Muy probablemente, estas zonas ofrecen mejores oportunidades para la implantación de empresas (suelo más barato, oficinas más asequibles, mejor calidad de vida, entorno natural cercano y menor índice de contaminación); hecho que, unido al desarrollo de nuevas tecnologías de información y de transferencia de datos, así como a la mejora de las infraestructuras de transporte, permite alejarse de los centros tradicionales y situar la actividad en lugares más propicios y atractivos.

Sin embargo, la pequeña burguesía asalariada tiene su "hábitat natural" en las áreas urbanas de más de 50.000 habitantes con un nivel de concentración del 40%, quince puntos porcentuales más arriba que la segunda área en nivel de concentración (municipios entre 20.000 y 50.000 habitantes), y tan solo a tres puntos porcentuales de la clase trabajadora que, como veíamos, es la más numerosa en términos absolutos.

La pequeña burguesía independiente, tiene su ámbito en las zonas rurales del país (municipios inferiores a 10.000 habitantes), con un peso del 26%, tan solo superado por la clase trabajadora con un 54%.

En el análisis por sexos, vemos la enorme importancia que tiene la mujer en la nueva clase emergente pequeña burguesía asalariada. En todos los ámbitos, tiene mayor peso relativo con respecto a los hombres, representando más de la mitad de toda la estructura de clases "femenina" en las áreas urbanas de más de 50.000 habitantes (58%). Este hecho nos indica que la mujer tiende a acceder al mercado laboral en puestos de trabajo cualificados del sector servicios, a lo que sin duda a contribuido una mejor preparación general de la mujer en los últimos años. Sin embargo, la clase trabajadora, presenta mayor concentración entre los varones que entre las mujeres, teniendo su mayor peso en los municipios entre 10.000 y 20.000 habitantes (61%).


5.4 Dualización social y pobreza

Este es, quizás, uno de los aspectos que más están preocupando en los últimos tiempos a los científicos sociales, no por su carácter de novedad, sino por su tendencia a la consolidación dentro de unos modelos sociales post industriales que tradicionalmente habían considerado que tenían un carácter integrador o inclusivo.

Los factores que conforman estos procesos de dualización social, tal como los plantea el informe FOESSA, pueden resumirse en tres:

  1. Procesos económicos y tecnológicos, que introducen valoraciones a los puestos de trabajo insalvables para amplios sectores de la población

  2. Nueva configuración del mercado de trabajo, que marca una barrera entre los que disponen de un puesto bien remunerado y estable, y aquellos otros que conforman la precarización del mercado, con puestos inestables y de escasa remuneración. Se valora sobre todo "el tener trabajo", sea como sea.

  3. Consolidación de los factores de dualización social. Es un hecho claro que la permanencia en situación de desempleo por un tiempo superior a la media, crea un determinado perfil de trabajador que es despedido con mayor frecuencia, que se encuentra habitualmente en puestos de trabajo de gran provisionalidad, baja cualificación y baja remuneración. Estamos por tanto, al menos en nuestro país ante un paro que no solo es elevado en su cuantificación, sino que además es, en muchos casos "estructural". Estos factores entran en relación con otros que insalvables de forma individual como el sexo, la edad, la raza, etc., dando lugar a la aparición de "grupos problemáticos"

La pobreza, como fenómeno social, es objeto también de preocupación, contándose con una definición de carácter operativo en cuanto al concepto de "umbral de pobreza": "Aquellos que tienen unos ingresos netos por persona inferiores a la mitad de los ingresos medios por persona en un determinado país".

Si bien el concepto de pobreza tiene la virtud de su inmediata mensurabilidad al estar referido a aspectos económicos cuantificables, hoy en día (y según matiza nuestro Ministerio de Asuntos sociales), se prefiere utilizar el concepto de exclusión social, más amplio que el puramente económico, al estar referido a la falta de participación en el mercado de empleo y a la incapacidad de acceder a otros bienes básicos como la educación, la sanidad, la vivienda, etc.

El umbral de referencia puede tener dos grados: Pobreza moderada: Entre el 25 y el 50% de los ingresos medios y Pobreza severa: el 25% de los ingresos medios.

En nuestro país, este umbral se sitúa en 1992 en 37.792 ptas/persona/mes.

La "población pobre", se distribuye entre los dos grados definidos de pobreza como sigue:

En total, por tanto, un 20.16% de nuestra población vive bajo algún grado de pobreza, es decir, casi ocho millones de personas.

En cuanto a su distribución territorial, la zona norte de España y Madrid, son las regiones que mantienen mejor situación, corroborando lo que hemos venido viendo a lo largo de este informe con otros indicadores. Las zonas más deprimidas del interior, con población envejecida y fundamentalmente rurales tienden a concentrar de forma permanente los peores resultados en cuanto a pobreza.

5.5 Conclusiones

Por lo que respecta a la actividad económica, se ha producido una fuerte terciarización acompañada de una desestructuración de nuestro ámbito rural por despoblamiento y mantenimiento de explotaciones agrarias de reducido tamaño y poco competitivas.

El paro continua siendo una de las mayores lacras de nuestra sociedad con unas tasas altísimas en relación con nuestro entorno europeo, afectando principalmente a los jóvenes que no consiguen entrar en el mercado de trabajo, si no es mediante la precarización de sus contratos.

Nuestra estructura de clases se caracteriza por un creciente predominio de la pequeña burguesía asalariada, concentrada principalmente en las áreas urbano-metropolitanas, y con un decaimiento de la pequeña burguesía independiente, ligada a la propiedad y concentrada fundamentalmente en los ámbitos rurales.

La situación de la mujer en España ha experimentado una gran transformación a lo largo de los últimos lustros. Hechos como la fuerte disminución de la natalidad, la creciente participación de las mujeres en el sistema educativo, el incremento de peso del sector servicios en la economía y en el empleo, la reconversión de los sectores económicos, en especial de la industria y la agricultura, el acortamiento de la vida laboral, la expansión del Estado y su reorganización territorial, así como la ampliación de la cobertura de los diferentes servicios de bienestar social, etc..

Todas estas transformaciones son trascendentales para el conjunto de población española, pero han sido más influyentes y han propiciado o impulsado más el cambio de posición social de las mujeres . Así, podemos comprobar a través, por ejemplo, del porcentaje de solteras, cómo las mujeres han dado un vuelco en su comportamiento cultural y social ante hechos tan significativos y que representan opciones sociales de gran trascendencia como es el matrimonio.

Todo ello ha implicado que, tanto en el período del desarrollo como de la recuperación económica, la proporción de mujeres en la población ocupada ha aumentado, es decir, el ritmo de crecimiento del empleo femenino ha sido superior al masculino. La diferencia que resume la distinción entre esas dos formas de incorporación se centra en la manera biográfica de gestionar la secuencia maternidad-trabajo.

Las mujeres de la época del desarrollo (1964-1974) incrementaron su participación laboral después de tener los hijos. Las de la recuperación (1985-1990) están posponiendo los hijos hasta después de lograr su consolidación laboral y esa estrategia puede suponer para algunas el abandono definitivo de la maternidad de forma más o menos voluntaria.

En cuanto a la pobreza, la situación al año 1991, nos muestra como un 20% de nuestra población se encuentra bajo el umbral de pobreza. Es sin duda uno de los mayores retos, no solo de nuestro país, sino de toda la Unión Europea, acabar con esta situación de islas de miseria en un océano de riqueza. Las medidas deben ser de tipo estructural e integral, como los programas de intervención social integral puestos en marcha por el Ministerio de Asuntos Sociales, como consecuencia de la integración de Programas Europeos de Lucha contra la Exclusión.



6. Descentralización y gobiernos locales


En España las competencias en materia de asentamientos humanos se encuentran compartidas, fundamentalmente, entre la Administración Central y las 17 Comunidades autónomas. Por otra parte los Ayuntamientos tienen también funciones y competencias dentro del proceso de gestión urbana y de vivienda.

El marco institucional actual ha sido establecido recientemente, entre 1979 y 1987, por lo que resulta oportuno hacer una referencia a la evolución en el tiempo.

La Constitución de 1978 estableció las bases para la transformación del Estado central en una estructura descentralizada de Comunidades Autónomas, con órganos legislativos, ejecutivos y aún judiciales propios.

Las Comunidades Autónomas se constituirían a iniciativa propia, elaborando los proyectos de Estatutos de Autonomía y elevándolos a las Cortes Generales para su tramitación como ley. Dichos Estatutos contendrían las competencias asumidas dentro del marco establecido por la Constitución, así como las bases para el traspaso de los servicios correspondientes.

Entre las materias sobre las que la Constitución estableció que las Comunidades Autónomas podrían asumir competencias se encontraba "la ordenación del territorio, urbanismo y vivienda". Asimismo se establecían las materias sobre las que el Estado tiene competencia exclusiva, entre ellas las "bases y coordinación de la planificación general de la actividad económica" y las "obras públicas de interés general".

En los años siguientes a la promulgación de la Constitución fueron apareciendo los Estatutos de Autonomía de las 17 Comunidades: Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Cataluña, Extremadura, Galicia, Islas Baleares, La Rioja, Madrid, Murcia, Navarra, País Vasco y Valencia y más recientemente Ceuta y Melilla. En todos ellos se contempla la competencia exclusiva de la Comunidad en estas materias.

El paso siguiente fue la transferencia de funciones y servicios de la Administración General del Estado a las Administraciones Autonómicas.

En el traspaso se incluyó todo el parque de suelo y viviendas promovidas por el Estado que no estuvieran cedidas en propiedad, así como los terrenos, edificaciones complementarias y obras en construcción. Asimismo se transfirieron la mayor parte de los funcionarios y oficinas que la Administración del Estado tenía en las distintas provincias, y los recursos económicos para gastos de funcionamiento, personal y conservación y reposición del patrimonio inmobiliario.

A partir de efectuarse dichas transferencias, el denominado Fondo de Compensación Interterritorial pasó a ser gestionado por las Comunidades Autónomas. De dicho fondo, más del 25% anual (209.000 millones de pesetas en 1984) correspondía a programas de inversión en promoción pública de viviendas (construcción y adquisición de nuevas viviendas, adquisición de suelo y obras de urbanización).

Mientras tanto, la Administración General del Estado se fue adaptando a esta evolución. Ya en 1977 (es decir, al año siguiente de la Conferencia de Vancouver) el existente Ministerio de la Vivienda fue fusionado con el Ministerio de Obras Públicas; y el Instituto para la Promoción Pública de la Vivienda, desapareció en 1985. En cuanto a las Entidades Oficiales de Crédito, los existentes Banco de Crédito a la Construcción y Banco Hipotecario se fusionaron en 1982 dando lugar al Banco Hipotecario de España, primera Entidad financiera pública del sector de la vivienda.

Las Comunidades Autónomas se estructuraron por su parte en consejerías sectoriales, creándose además organismos autónomos y sociedades mercantiles públicas para la gestión del patrimonio, adquisición y promoción de suelo y promoción pública y administración de viviendas.

En cuanto a los Ayuntamientos, los de mayor tamaño han desarrollado políticas y programas municipales de vivienda y suelo, mediante instituciones como Patronatos y Empresas Municipales de vivienda. No se ha producido, hasta ahora, una descentralización de competencias de la Administración autonómica a la local.

Las competencias que corresponden a los dos primeros niveles de Administración se encuentran configuradas, por tanto, en la Constitución y en los distintos Estatutos de Autonomía. Las correspondientes al Estado son las siguientes:

  1. Elaboración de las bases y coordinación del subsector vivienda vinculadas a la planificación general de la actividad económica.

  2. Ordenación del crédito

  3. Fiscalidad del suelo y de la vivienda a través de impuestos estatales y beneficios fiscales.

  4. Normativa básica sobre suelo y vivienda.

  5. Financiación mediante la concertación con Entidades financieras del sector privado para la concesión de préstamos hipotecarios a tipos de interés más bajos que los del mercado.

  6. Promoción de viviendas de interés general o con destino a funcionarios de la Administración del Estado.

  7. Convenios con Corporaciones Locales y sus órganos de gestión como forma de promoción pública.
Por otra parte, existen competencias concurrentes entre el Estado y las Comunidades Autónomas que han de desarrollarse de forma coordinada:

  1. Planificación y seguimiento de la política de vivienda, así como elaboración de la estadística.

  2. Financiación de la promoción y adquisición de vivienda.
Los instrumentos básicos para realizar esta acción coordinada son los Convenios entre el Estado y las Comunidades, que determinan la distribución territorial de las ayudas económicas estatales directas a la vivienda, cuyo volumen máximo se establece anualmente por la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos. La asignación de los recursos se produce en función de motivaciones técnicas y de las distintas políticas de vivienda de las Comunidades Autónomas.

Por último son competencias específicas de los Ayuntamientos, las siguientes:

  1. Elaboración de los planes urbanísticos y el establecimiento de las condiciones de edificación y uso del suelo.

  2. Concesión de licencias de obras de edificación e inspección de las mismas.

  3. Promoción pública de viviendas municipales.

  4. Administración, gestión y mantenimiento de los patrimonios municipales de viviendas y de suelo.
Dentro del nuevo marco institucional descrito, la intervención estatal en materia de vivienda y suelo se fundamenta sobre todo en la relación del subsector con la planificación económica general, la ordenación del crédito y la concesión de beneficios fiscales, concediendo especial atención a los aspectos sociales de la vivienda. La acción del Estado, orientada a la coherencia con la política económica del Gobierno, está condicionada a mantener un nivel de actividad adecuado en la industria de la construcción de viviendas y al mismo tiempo a no sobrepasar los niveles de gasto público estatal asignados a la vivienda, dentro del objetivo general de la lucha contra la inflación.

A partir de 1988, el esquema de concertación está basado en Convenios entre el Estado y las Comunidades Autónomas.

Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente

Fecha de referencia: 31-05-1997


1: En el censo de 1991, el número total de municipios en España era de 8.077; a finales de julio de 1995, este número era de 8.097.
2: Subdirección General de Urbanismo. dirección General para la vivienda, el Urbanismo y la Arquitectura (MOPTMA) [marzo de 1995] Necesidades de suelo urbanizado hasta el año 2011 en las ciudades españolas
3: Posteriormente también han sido declarados el Centro Histórico de Cordoba y el Bario del Albahicín de Granada.
4: Fundación FOESSA [1994] V Informe Sociológico sobre la situación social en España. Sociedad para todos en el año 2000 (Madrid)

Documentos > Informe Nacional España Habitat II > Evolución de los asentamientos humanos... > http://habitat.aq.upm.es/in/a003/ab002.html
 
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