Ciudades para un Futuro más Sostenible
Búsqueda | Buenas Prácticas | Documentos | Boletín CF+S | Novedades | Convocatorias | Sobre la Biblioteca | Buzón/Mailbox
 
Documentos > Iberoamérica ante Hábitat II > Ponencias > http://habitat.aq.upm.es/iah/ponenc/a011.html

Postulados de la red "viviendo y construyendo" de cara a la conferencia mundial sobre la ciudad Hábitat II

[1]
Programa de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED)
Comisión de Trabajo: Mario Lungo, Marian Pérez, Ninette Morales y Alejandro Suárez
Coordinador de la Red XIV.B: Edín Martínez



Presentación


La Red XIV.B Viviendo y Construyendo del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, en su Asamblea Anual de 1994 realizada en la Habana, a la cual concurrieron representantes de 13 países, tuvo como punto principal de su agenda el rol y el aporte de la Red al proceso de la Segunda Conferencia de Hábitat II a realizarse en Estambul el próximo año.

Uno de los acuerdos más importantes que surgieron fue generar una serie de postulados que se pudiesen divulgar a nivel internacional para contribuir al debate y proceso de concertación abierto a propósito de la Conferencia Mundial sobre la ciudad.

Presentamos a la comunidad internacional el producto del trabajo realizado en el cual quedan plasmados los aspectos más importantes a juicio de la Red sobre los procesos que inciden en el desarrollo sostenible de las ciudades y los postulados de cara a la Conferencia Mundial sobre la ciudad Hábitat II.



I. Procesos que inciden en el desarrollo sostenible de las ciudades


A. La globalización de la economía conduce a que las ciudades cumplan nuevas funciones y al incremento de la pobreza urbana

El modelo de desarrollo que rápidamente se está imponiendo a nivel mundial integra los mercados de capital y bienes, y en una dimensión menor los mercados laborales, antes fragmentados por las fronteras nacionales, modificando las relaciones y mecanismos de dependencia. Implica también el cambio de papel del Estado en la regulación de los procesos económicos y sociales y en la producción de bienes y servicios urbanos, rol que pasa a ser asumido en forma cada vez más creciente por el mercado.

Las sociedades más desarrolladas y hegemónicas han planteado la apertura total, abriendo las economías a la interacción en una batalla desigual entre los más fuertes y los más débiles. Ello acentúa el carácter dual del desarrollo en los países periféricos donde lo que varía por país es su intensidad. Los Estados latinoamericanos se encuentran envueltos en una paradoja: por un lado, están enfrascados en reacomodar su estructura y dinámica económica a las nuevas demandas internacionales, disminuir sus déficits fiscales e ineficiencias gubernamentales; y por el otro, ven incrementarse la situación de pobreza de la población, lo que cuestiona la esencia del modelo adoptado, donde los programas de compensación resultan poco eficaces.

La globalización de la economía está transformando así, sustancialmente, las funciones de las ciudades, pero las nuevas actividades productivas no generan empleo de forma sostenida mientras se intensifica la terciarización de las economías urbanas, donde se destacan las actividades informales, que aunque productivas, no generan ingresos suficientes incrementando los niveles de pobreza existentes.

B. A nivel social las transformaciones económicas se traducen en un incremento de la fragmentación y exclusión social

Los cambios económicos a escala internacional y la política recesiva adoptada por los gobiernos nacionales, bajo los dictados de los centros económicos mundiales y sus organismos financieros, hacen perder capacidad de compra a los salarios de la clase trabajadora y aumenta el desempleo, agudizando los problemas de la mayoría de la población de la región, con un fuerte impacto negativo sobre los procesos de urbanización y en el medio ambiente.

La ciudad se encuentra en crisis. El crecimiento acelerado de las mismas se da de manera desordenada, carente de una política que oriente el desarrollo de su trama urbana, con una concentración de la propiedad de la tierra, una actuación sin control del mercado inmobiliario, un deterioro del patrimonio ambiental e histórico, con insuficiencia de la distribución del agua y de la instalación del saneamiento básico, deficiencia de los transportes públicos, etc.

Con la crisis fiscal, las políticas sectoriales de salud, vivienda; saneamiento, transporte, atienden cada vez menos al conjunto de la población empobrecida, dándose un retiro del Estado en la prestación gratuita o subsidiada de los servicios urbanos básicos, en detrimento constante de la calidad de vida y del deterioro del hábitat popular.

Las transformaciones económicas en curso, a pesar de algunos aspectos positivos y el carácter ineludible de algunos de éstos, se están traduciendo en un incremento de la fragmentación y la exclusión social en nuestras ciudades.

C. Paralelamente, las formas actuales de gobernar las ciudades se comienzan a agotar, generándose una crisis de gobernabilidad urbana

En el contexto actual, las formas de gobierno de nuestras ciudades muestran rápidamente su obsolescencia, generando agudos problemas, lo que podría calificarse como una crisis de gobernabilidad urbana.

Estructuradas estas formas de gobierno urbano alrededor de una concepción centralizante y tecnocrática del Estado, donde los saberes y las decisiones estaban en manos de un reducido grupo de poseedores de la capacidad de planificar el desarrollo de las ciudades, este modelo se derrumba paulatinamente a medida que el modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones y en la creación de "Estados de Bienestar" llega a sus límites.

Queda entonces el desarrollo de las ciudades en manos de la anarquía del mercado, incapaz de solucionar las contradicciones urbanas que van emergiendo cada vez con mayor fuerza. Pero son a la vez, los negativos efectos de este reino de la desregularización los que van a crear la conciencia de la insostenibilidad de esta forma de crecimiento de nuestras ciudades.

Y surgen entonces las propuestas sobre nuevas modalidades de gestión urbana, de concebir la planificación como un espacio de concertación, como la única forma de superar la crisis de gobernabilidad urbana imperante.

D. Estos procesos, sumados al acelerado deterioro del medio ambiente urbano, se constituyen en obstáculos que impiden el desarrollo sostenible de las ciudades

El modelo de desarrollo económico basado en la concentración de las actividades económicas y del poder político, en una cada vez más desigual distribución del ingreso a favor de una minoría de la población mundial, y en la explotación y agotamiento de los recursos naturales del planeta, está planteando umbrales críticos al desarrollo sustentable, en tanto que las necesidades de reproducción misma del modelo compromete progresivamente las posibilidades de desarrollo vital de la población más desfavorecidas y la calidad del medio ambiente urbano.

Los puntos de conflicto ambiental en el ámbito urbano surgen aceleradamente. A los problemas más tradicionales de escasez de tierra y limitada disponibilidad de agua potable se suman la incapacidad de manejar los desechos sólidos y líquidos, la contaminación del aire, la desaparición de la flora y la fauna urbanas.

Pero los límites son políticos y no de recursos. Satisfacer las necesidades de la población no necesariamente implica agotar los recursos naturales actuales si se acompaña de patrones diferentes en el uso de los mismos, prestando una mayor atención a la protección y conservación del medio ambiente. Ello se vincula estrechamente con la democracia como práctica política en la vida social para lograr una justicia redistributiva que haga posible un desarrollo urbano socialmente sostenible.



II. Diez Postulados de cara a la Conferencia Mundial sobre la Ciudad Hábitat II


1. Todos los habitantes tienen derecho a la ciudad

Todos los seres humanos tienen derecho al uso y disfrute del espacio urbano, la vivienda y los servicios inherentes. Su carencia e insuficiencia es una injusticia estructural que se relaciona con la inequitativa distribución del ingreso y en consecuencia, de los bienes y servicios básicos.

Satisfacer estas necesidades humanas fundamentales transciende lo individual y se ubica como un proceso social vital frente al cual, la sociedad en su conjunto y los gobiernos en especial, tienen responsabilidades y obligaciones para garantizar su satisfacción, constituyéndose en un derecho absoluto, inalienable, independiente de los recursos económicos de las familias.

El derecho a la vivienda implica un reconocimiento de: la demanda de individuos y familias por usufructuar un espacio adecuado y seguro; los cambios de las personas y del núcleo familiar en las distintas etapas de vida; la seguridad de la tenencia; el respeto a la identidad cultural de los grupos sociales; su inserción en un medio ambiente sano, el acceso a información, tecnología y participación en el proceso de producción de viviendas y de la ciudad; y la libre organización para luchar por hacerlo efectivo.

Construir una ciudad solidaria y equitativa implica una inserción social amplia en las luchas y la atención a las demandas de millones de personas alrededor del mundo por un lugar digno donde vivir, lo cual atenta contra intereses económicos profundamente ligados al orden social vigente. La función social del espacio y los derechos urbanos son estrategias y se insertan en la gestión democrática de la ciudad y en la remoción de obstáculos, de todo tipo, para que la población pueda acceder a vivienda y servicios urbanos, y usufructuar la ciudad plenamente por el simple hecho de pertenecer a una sociedad.

2. Reconociendo la diversidad urbana: sí a la integración, no a la exclusión

La ciudad constituye un patrimonio social, económico y cultural, y en su construcción y dinámica los sectores populares han jugado un rol importante como autoproductores de asentamientos y organizadores de actividades productivas que conforman y hacen posible la vida en gran parte de las ciudades contemporáneas latinoamericanas. Este esfuerzo económico y social de los pobladores ha constituido una salida para demandas de la población de menores ingresos y demuestra la viabilidad de formas no convencionales y masivas de enfrentar esta realidad.

La ciudad es una creación cultural y participativa de todos sus habitantes y no debe ser utilizada como un instrumento más de dominación que profundice las desigualdades sociales, aumentando las exigencias en sectores con menos recursos, sino que debe estar inserta dentro de las políticas, ser un instrumento para contribuir a elevar los beneficios y reducir los costos de la reproducción social, como una vía para lograr que cada familia pueda gozar de un hogar adecuado a su condición, reforzando las identidades individuales y familiares, comunitarias y locales, integrando a los excluidos al tejido social urbano. No hay inserción, ni identidad, sin hogar.

Los caminos de la integración social y el reconocimiento de la diversidad del hábitat para construir un mundo más equitativo, solidario y responsable, son múltiples, complejos y difíciles, aunque reales y eficaces en la medida que se fundamente principalmente en las fuerzas sociales que subyacen en los procesos de gestión urbana y economía popular, en sus actores, sin idealizarlas, respetando su esencia, potenciándolas. Supone la superación de la dualidad: "ciudad legal-ciudad ilegal", con la integración del territorio popular y de las lógicas económicas propias, donde la planificación urbana y sectorial pueden ser útiles en la implantación de un sistema urbanístico y económico-legal único para la totalidad de la ciudad.

3. La ciudad, un proceso de construcción permanente

La construcción progresiva es una de las lecciones aprendidas por los habitantes urbanos de las ciudades del tercer mundo. La gente vive construyendo, como señala el título de la Red CYTED "Viviendo y Construyendo", por la fuerza que le imprime la necesidad y la obligación social de tener un hogar. Los lapsos de tiempo empleados para ello son muy disímiles entre las distintas familias y están mediados, por un lado, por formas de vida, por prioridades familiares, por agentes dinamizadores, y por otro, por desigualdades del ingreso, salarios de subsistencia, inestabilidad de los puestos de trabajo, subempleo, desempleo, situación que empeora cada día.

La transformación cualitativa de la vivienda precaria en casa y la evolución gradual del asentamiento, ponen en relieve el rol activo de las familias en la toma de decisiones y revela el tesón de los pobladores, lo que inspira e impele a estimular la creatividad e inventiva popular dentro de una estratégica alianza y organizar una ciudad más equitativa y sustentable.

Mejorar un barrio, transformar mesones en condominios, poblar nuevos asentamientos, organizar las formas de vida comunitarias, en un proceso concatenado de sucesivas y diversas acciones habitacionales, son ocasiones para ejercitar formas populares de autogestión urbana, cuya cultura recodifica en forma inédita usos, costumbres y valores de los pueblos.

La rehabilitación de los barrios precarios parte del reconocimiento del derecho de permanencia de los pobladores en el sitio original de asentamiento, integrando procesos de regularización jurídica de la propiedad y la mejora de condiciones de habitabilidad e inserción en el orden urbanístico, económico, social, político, articulado a otras formas de construcción y disfrute de la ciudad.

4. Ampliando la participación social

La solución de los problemas urbanos y habitacionales debe movilizar a todos los sectores sociales y ser un punto de concurrencia para la participación activa de los actores interesados y espacio de concertación y negociación equitativa: población organizada, gobierno local y central, organismos no gubernamentales, sector empresarial, cooperación internacional. No basta reconocer sujetos, hay que asegurar sus interrelaciones y articulación, que superando la formación de pequeños grupos, la participación política, el paternalismo y el clientelismo, creen y fortalezcan verdaderas redes sociales para la construcción de ciudades socialmente sustentables.

La participación popular, reconocida como indispensable por HABITAT I se concibe como protagonismo de los pobladores en el diagnóstico, diseño e implementación de soluciones, como control y administración de los procesos. Participación plena en asociación con las autoridades gubernamentales, tomando decisiones de conjunto, compartiendo con el Estado la responsabilidad solidaria en la cohesión social, coherencia urbana, prestación de servicios públicos, superando el papel de simples beneficiarios de las medidas gubernamentales y medios para reducir costos. Lograrlo requiere de un largo trabajo de base, de promoción y organización social dentro de un modelo de participación que, adoptado a los pobladores, cuestiona la simple lógica de eficiencia.

Es necesario reconocer avances del movimiento urbano popular de lo contestario y reivindicativo a lo propositivo y de reconocimiento institucional. El pensamiento y las acciones actuales contribuyen a gestar un proyecto democrático para una administración descentralizada de la complejidad y pluralidad urbana, respetando el medio ambiente y distribuyendo mejor los recursos, lo que lleva implícito todo un potencial de cambio social que conviene redimensionar para constituir una demanda organizada capaz de negociar recursos, acelerar el proceso de consolidación de los asentamientos y otorgar racionalidad al crecimiento urbano.

5. Repensado el papel del Estado

En general, el rol del Estado frente a los procesos urbanos y habitacionales ha tendido a la centralización y al autoritarismo; a la planificación urbana tecnocrática que fomenta la dualidad ciudad legal/ilegal y la especulación inmobiliaria; a promocionar soluciones habitacionales donde prima la reducción de costos finales sobre la calidad, la adecuación a los usuarios o consideraciones económicas; a favorecer intereses de los sectores de la construcción, industrial, inmobiliario y financiero; a establecer relaciones Estado-población paternalistas o clientelistas; elementos todos generadores de una ciudad socialmente injusta y ambientalmente desequilibrada.

Repensar su papel, parte de considerar sus responsabilidades ante esta problemática. Los cambios mundiales actuales disminuyen el rol del Estado a favor del mercado y ante la crisis, reconoce la validez de los procesos de descentralización de la participación de la sociedad civil y el protagonismo de los pobladores organizados para alcanzar el reto de construir ciudades democráticas y sustentables para el siglo XXI.

Repensar el papel del Estado en el desarrollo sostenible y democrático de nuestras ciudades exige imaginar nuevas modalidades de planificación, regulación y administración urbanas, exige un nuevo esquema de prioridades para orientar la inversión pública y privada en el desarrollo de estas ciudades en que en el aumento de la productividad urbana, intervenga el Estado para garantizar una distribución equitativa de sus beneficios; exige inventar mecanismos para que éste potencie los procesos de construcción de una auténtica ciudadana urbana.

6. Gobiernos locales: entre la descentralización y la privatización

Los gobiernos locales tienden a ocupar un importante lugar en la escena urbana ante la comente actual de reforma del Estado que propugna la descentralización de la administración pública, en la cual convergen una diversidad de concepciones y de formas de implementación. Ello conlleva un significativo giro en la gestión local que va más allá de recuperar atribuciones que perdió por la centralización del aparato público durante las décadas pasadas, abriendo procesos de transferencias de poder político y económico hacia los municipios.

Es en este contexto que adquieren fuerza las expresiones de las unidades organizativas de base de la sociedad local como son: las asociaciones comunitarias, las asociaciones civiles, la pequeña y mediana industria, los Consejos Municipales y Comités locales de vivienda y desarrollo urbano, etc. las cuales juegan un papel clave dentro de las estrategias de desarrollo local.

Los gobiernos municipales, por ser el ente gubernamental más cercano a la problemática local, son potenciales agentes del cambio social, articuladores de las distintas fuerzas sociales en el territorio municipal, del proceso de construcción de la ciudad y la ciudadanía, requiriendo para ello el fortalecimiento de su autonomía política y financiera, así como la creación de estructuras organizativas y formas operativas adecuadas.

Dentro de la gestión urbana adquiere capital importancia la decidida intervención del gobierno local en el manejo de la tierra urbana y en la regulación de la prestación de servicios urbanos, actualmente en proceso de privatización creciente, aspectos claves donde el mercado ha mostrado insuficiencia - cuando no interacciones perversas- para lograr un mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares y para alcanzar la equidad del desarrollo de las ciudades.


7. Construyendo comunidades: el diseño y la tecnología

La formación de núcleos habitacionales en las ciudades es un proceso multidimensional. El espacio físico es la base material de un tejido social complejo, con interrelaciones entre pobladores que comparten valores, costumbres, formas de vida, con rasgos de identidad colectiva en permanente construcción alrededor de la cual forjan cotidianamente las comunidades urbanas.

La inclusión de la gente en la gestación y conducción de los procesos urbanos y habitacionales es condición insoslayable en el desarrollo pleno de la producción como acto social. Así procesos de autoconstrucción-autourbanización se revalorizan como creación y garantía de condiciones innovadoras, trabajo asociativo y valoración recíproca de distintas formas de poder, tena y saber.

Se proponen modelos de gestión habitacional participativa para la política habitacional que posibiliten, además de la solución funcional, formas de operación donde los usuarios, a través de cambios en las reglas del juego uso de instrumentos se conviertan en actores urbanos involucrados en la edificación de la ciudad en su conjunto. Ello implica transformar sistemas de producción habitacional convencionales en nuevas formas de producir socialmente vivienda-barrio-ciudad, cambios cualitativos que modificarán inevitablemente el conjunto de las ciudades.

Planificación urbana participativa, diseño participativo, autoconstrucción asistida, gestión asociada, suponen métodos de interacción mutua entre técnicos y usuarios, entre políticos y pobladores, en la búsqueda de la construcción colectiva de las soluciones basada en la conjunción de saberes y habilidades.

Supone el respeto a ritmos de vida de pobladores y toma en cuenta sus características socio-económicas y culturales; supone espacio físico suficiente por persona, relación adecuada entre espacio público y espacios privados; revalorización de formas constructivas tradicionales, uso de recursos locales y consideración de la relación del espacio construido con el medio ambiente urbano.

8. Acceso al suelo urbano para todos

Ante la crisis urbana que afrontan las ciudades latinoamericanas es cada vez mayor la población con menores ingresos que no tiene acceso al suelo urbano a través del mercado legal, y que mediante mecanismos no formales va conformando vastos asentamientos populares con carencia o insuficiencia de servicios básicos, en áreas periféricas o sitios de alto riesgo ambiental frágiles ante eventos destructivos y con altos grados de precariedad legal. Así se estructura una ciudad dual, segregada, fragmentada entre "lo formal y lo informal", "legal e ilegal" que profundiza las desigualdades en el uso y apropiación del espacio urbano y refuerza los procesos de exclusión social.

La construcción de una ciudad equitativa y sustentable exige profundizar en la lógica de producción que generan los mecanismos de exclusión propiamente urbanos, entre ellos los procesos de valorización de la tierra y las formas de apropiación privada de un valor socialmente producido, a fin de encontrar nuevas vías que permitan recuperar la función social del suelo y la propiedad urbana, redistribuir beneficios de la urbanización y facilitar el acceso al suelo a todos los sectores sociales.

En esta línea se considera insoslayable: nuevas formas de planificar y construir la ciudad, con el protagonismo central de los ciudadanos, en el marco de nuevas reglas, más justas y democráticas; el reconocimiento físico y jurídico del territorio popular que implica la consolidación en las condiciones de habitabilidad y en la seguridad de la tenencia de la tierra; la remoción de obstáculos que impiden la disponibilidad real de tierra urbana en cantidad y calidad suficiente para los nuevos retos del desarrollo urbano y en especial de la urbanización popular, concepto que incorpora al suelo, los servicios urbanos necesarios y localización integrada a la trama urbana existente; y el involucramiento responsable de todos los sectores sociales en una acción concertada donde el gobierno local cumple un rol estratégico en el manejo del suelo urbano para salvaguardar el carácter sustentable y equitativo del desarrollo urbano.

9. Imaginando nuevas formas de financiamiento

Los sistemas de financiamiento en América Latina no han generado respuestas suficientemente válidas ante la grave problemática habitacional y del desarrollo urbano, particularmente en la falta de acceso al crédito habitacional para la población de menores ingresos, situación agudizada por el impacto negativo de la reestructuración económica, la privatización y la desregulación. Enfrentar este problema exige definir e implementar políticas de financiamiento de vivienda y desarrollo urbano para los distintos sectores sociales, priorizando los de menores ingresos, incrementando los recursos financieros y modificando los conceptos y formas de atención.

Recorrer nuevos caminos pasa necesariamente por reconocer por un lado la validez de las prácticas financieras populares, mediante las cuales pobladores construyen masivamente vivienda aportando formas de organización social, ritmos de inversión y el uso de recursos y mecanismos financieros elementales propios, como ahorro familiar, préstamos solidarios, cajas comunales de ahorro; y por otro lado, la validez de las formas institucionales novedosas desarrolladas por estos sectores especialmente las nuevas modalidades de promoción inmobiliaria de carácter social, que tienen un gran potencial de especialización, clave para la movilización de recursos financieros hacia los distintos agentes económicos involucrados en la gestión productiva y en la elevación de la eficiencia y eficacia en el proceso de producción del hábitat popular, papel que vienen desarrollando con éxito organismos comunitarios, ONG y gobiernos locales.

Créditos sin imposiciones de paquetes tecnológicos, atención a territorios populares en consolidación, fondos municipales e impulso a los gobiernos locales, entre otras son medidas que coadyuvarían a hacer realidad en América Latina y El Caribe la construcción de vivienda digna y una ciudad para todos.

10. Por nuevas formas de cooperación internacional

El empobrecimiento de las grandes mayorías y el deterioro creciente de las ciudades en la región ocurre sobre enormes desigualdades en los grados de desarrollo entre países, lo que deja muy poco margen de acción a los más débiles para salvaguardar sus intereses, asumiendo éstos la mayor cuota de los costos sociales y ambientales y la menor participación en la distribución de los beneficios generados, minando sus posibilidades de desarrollo sustentable.

Cambiar el rumbo de estas tendencias exige necesariamente que los gobiernos de todos los países y las agencias internacionales de cooperación, asignen una alta prioridad y den pasos decisivos para lograr una redistribución de los recursos mundiales. Ello conlleva a desarrollar formas de convivencia -entre países- más justas y solidarias, que partan entre otros, del reconocimiento del valor real de nuestros recursos y productos, de la promoción de procesos de transferencia tecnológica, de la revaloración de la deuda económica externa, de considerar la deuda social contraída por los países desarrollados por siglos de explotación de los países en desarrollo. Así, cooperación, transformación estructural y desarrollo sustentable son aspectos vitales y retos impostergables.

Es importante que las agencias financieras internacionales acepten, reconozcan y apoyen con recursos suficientes, procesos de producción social y concertación equitativa del hábitat, superando el impacto puntual de experiencias novedosas, donde juegue un importante rol la cooperación descentralizada cuyos contrapartes nacionales son organismos comunitarios, no gubernamentales y gobiernos locales, como una vía importante para dar respuestas a la problemática de la integración socioespacial de los sectores urbanos desfavorecidos, como un camino para impulsar un desarrollo socialmente sustentable de nuestras ciudades.

Fecha de referencia: 30-04-1997


1: La red CYTED XIV.B, "Viviendo y Construyendo" es parte del Subprograma XIV "Tecnología para la Vivienda de Interés Social" del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, CYTED, promovido por España y conducido por los Organismos Nacionales de Ciencia y Tecnología de los países Iberoamericanos.
En la II Asamblea de la Red, celebrada en La Habana en 1994, se decidió integrar una Comisión de trabajo para definir sus postulados ante la Conferencia Mundial de la Ciudad Hábitat II, que tendrá lugar en Estambul, Turquía en 1996.
Esta Comisión, además de enunciar los principios rectores de la Red, tenía la misión de estructurar su contenido sobre la base de la producción teórica de diversos miembros de la Red y de la obra de otros autores..

Documentos > Iberoamérica ante Hábitat II > Ponencias > http://habitat.aq.upm.es/iah/ponenc/a011.html
 
Ciudades para un Futuro más Sostenible
Búsqueda | Buenas Prácticas | Documentos | Boletín CF+S | Novedades | Convocatorias | Sobre la Biblioteca | Buzón/Mailbox
 
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid Universidad Politécnica de Madrid
Grupo de Investigación en Arquitectura, Urbanismo y Sostenibilidad
Departamento de Estructuras y Física de la EdificaciónDepartamento de Urbanística y Ordenación del Territorio