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Documentos > Iberoamérica ante Hábitat II > Ponencias > http://habitat.aq.upm.es/iah/ponenc/a008.html

Informe Nacional de Cuba


Salvador Gomilla, arquitecto (Cuba)
Vicepresidente Instituto Nacional de la Vivienda
Secretario del Comité Nacional preparatorio de Hábitat II



Presentación


La celebración en Estambul de la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Asentamientos Humanos -HABITAT II- coincide en Cuba, con un proceso de reevaluación y actualización de las políticas y programas en el campo de la vivienda y de los asentamientos humanos, como parte de la estrategia para superar las limitaciones económicas actuales del país, preservando los objetivos esenciales del proyecto social que se ha venido construyendo durante más de 36 años.

Para el desarrollo del Plan de Acción Nacional hacia Hábitat II se constituyó en febrero de 1994, el Comité Nacional Preparatorio integrado por más de 40 instituciones que incluyen organismos y entidades constructoras, productoras de materiales, proyectistas, Centros científicos y de investigación, universidades, Organizaciones No Gubernamentales (de desarrollo, asociaciones profesionales, sindicales y otras), así como por las Autoridades Locales de Gobierno a través de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Se ha logrado, en fin, articular de forma directa todos los agentes involucrados en la forma directa todos los agentes involucrados en la formulación de políticas y planes para el desarrollo de la vivienda y los asentamientos humanos.

Según el Plan de Acción elaborado, se desarrollaron en estos dos últimos años múltiples actividades asociadas con la Conferencia Mundial: investiagaciones, promoción de acciones concretas, talleres de debates, difusión de experiencias, participación en conferencias internacionales y la presentación de las mejores prácticas.

El presente trabajo constituye una síntesis del INFORME NACIONAL DE CUBA para HABITAT II, elaborado por el Comité Nacional Preparatorio.

La Habana, Mayo de 1996.



Los asentamientos humanos del mundo


En el transcurso del presente siglo los habitantes del planeta aumentaron de mil a más de seis mil millones de personas.

Según estimaciones de las Naciones Unidas, "desde 1990 hasta el año 2030, la población mundial va a incrementarse en 3.700 millones de personas", y el noventa por ciento de ese aumento tendrá lugar en los asentamientos humanos de los países en desarrollo. Debido sobre todo a un ambiente urbano decadente, al menos 600 millones de personas ya viven en situaciones peligrosas para la salud y la vida.

Una tercera parte o más de los pobladores urbanos viven en chabolas (condiciones precarias). Cuando menos, 250 millones de residentes urbanos no tienen acceso fácil a agua potable y 400 millones carecen de saneamiento [CNUAH , mayo 1995].

Las tendencias urbanizadoras que se iniciaron en los años 60 determinaron que la población urbana de los países en desarrollo se elevará del 22 al 37% en el período de 1960 a 1990, con tasas de crecimiento del 4% anual, manifestándose las consecuencias en incrementos de la pobreza urbana, los problemas de la salud, el deterioro del medio ambiente y la infraestructura, la comercialización de los recursos del suelo, el crecimiento del sector informal, la segregación urbana y el déficit cuantitativo y cualitativo del parque habitacional, mientras disminuía la asequibilidad económica de la vivienda [CNUAH , mayo 1995].

En la Región de América Latina y el Caribe, el déficit habitacional afecta uno de cada tres hogares, 25 millones de viviendas carecen de agua potable y un tercio del parque habitacional urbano no dispone de un sistema de evacuación de excretas mínimamente aceptable, mientras se mantienen disminuidos los niveles de inversión en construcción de viviendas y muy por debajo de las necesidades, lo cual se traduce en precariedad y hacinamiento, especialmente en los sectores más pobres.

Por otra parte, la creciente inequidad en la distribución del ingreso en la Región y el aumento del costo de las viviendas dejan fuera del mercado habitacional a una cada vez mayor proporción de personas.

En resumen, el ritmo sin precedentes del crecimiento urbano en el mundo durante la segunda mitad del presente siglo, y particularmente en la región de América Latina y el Caribe, se ha visto acompañado de un ciclo de pobreza, deterioro ambiental y de la salud pública.

A veinte años de la celebración de la Conferencia de Vancouver los asentamientos humanos de la Región se caracterizan aún por el marcado desbalance entre las ciudades capitales y las ciudades secundarias, la desigualdad social y la segregación espacial, con calidades de vida diametralmente diferentes, y los riesgos antiecológicos de la urbanización.

Se hace por tanto evidente que los factores de desarrollo que han estado vigentes y han sido preconizados por los países más ricos, basados en el ajuste estructural con su secuela de desigualdad y exacerbado consumismo, no resultan un modelo sustentable, ni podrán conformar el modelo de desarrollo para el próximo siglo.

A partir de este principio, se ha definido el desarrollo sustentable como aquel que pueda lograr la satisfacción duradera de las necesidades humanas y una mejora de la calidad de la vida, con un nuevo concepto del desarrollo económico: uno que proporcione justicia, y oportunidades a toda la población y no sólo a las minorías privilegiadas, sin destruir más aún los recursos naturales de la tierra. Esto significará un proceso mediante el cual las políticas económicas, sociales y ambientales, impositivas, comerciales, energéticas, agrícolas, industriales y tecnológicas, se diseñen y sustenten recíprocamente de forma tal que resulten en un desarrollo que sea económico, social y ambientalmente sustentable [CNUMAD , 1992].



Estrategia habitacional y social de Cuba


Cuba se trazó desde hace 36 años una estrategia de desarrollo social con equidad, que en términos de asentamientos, estuvo dirigida a lograr un balance más adecuado en el desarrollo urbano con prioridad hacia las ciudades secundarias y elevar las condiciones de vida y de trabajo de las zonas rurales y de montaña, propiciando una mayor integración rural-urbano.

Se partió de la concepción de que el simple crecimiento económico no conduciría por sí solo a superar los agudos problemas sociales que enfrentaba la sociedad, caracterizados por: un 25% de desempleo de la población activa, un 60% de trabajadores con salarios inferiores al mínimo indispensable, un 20% de analfabetismo y la carencia de acceso de la mayoría de la población a la educación, la salud y la seguridad social. El 75% de la vivienda rural consistía en chozas de tablas y hojas de palma, un 63% con pisos de tierra, un 9% con electricidad, un 91% sin baño y un 54% sin inodoro o letrina.

Por tanto, la atención a los problemas sociales tuvo una alta prioridad, basándose esta política en los principios fundamentales siguientes:

A partir de la reforma agraria, el desarrollo agropecuario, azucarero y las inversiones en la industria siderúrgica, mecánica, electrónica, niquelífera, química, energética y de los materiales de construcción, se lograron entre 1959 y 1980 crecimientos económicos con tasas promedios anuales del 4,9% y de un 4% de 1980 a 1989, del P.I.B. obteniéndose incrementos considerables en un conjunto de producciones importantes.

Este crecimiento económico permitió eliminar el desempleo crónico, redistribuir e incrementar los ingresos, mejorar la alimentación y erradicar la desnutrición, la segregación social y el analfabetismo, garantizando el acceso universal y gratuito a los servicios de educación y salud con elevada calidad, la ampliación de la electrificación, el suministro de agua potable y saneamiento, así como la implantación de un sistema de seguridad y asistencial social que brinda cobertura a toda la población.

En el campo del desarrollo urbano, se aceleraron los procesos de urbanización, pasando la población urbana de un 60% en 1970 a un 765 en 1995. Como consecuencia del desarrollo inversionista dirigido hacia las ciudades secundarias y las franjas de base del sistema de asentamientos, se atenuaron las desproporciones territoriales, evitando entre otros aspectos el crecimiento desmedido de la Capital, fenómeno presente en muchos países del Tercer Mundo.

Las inversiones en la Industria de Materiales de Construcción y en la base industrial de producción de viviendas permitieron crecimientos sostenidos en la producción de ambos rubros.

En el período de 1959 a 1993 la población cubana creció en un 57%, mientras las viviendas aumentaron en un 80%. De 1,5 a 2,7 millones de unidades. Su composición técnica evolucionó positivamente, pasando las viviendas en buen y regular estado de un 53% en 1958 a un 83% en 1993, siendo particularmente significativo en las zonas rurales, donde esta proporción pasó del 25% al 75%.

En este lapso (1959-93), se construyeron 1,3 millones de viviendas por el Estado, las cooperativas y la población. No obstante estos avances, persisten importantes déficit habitacionales, unido a un deterioro del fondo, con una tendencia creciente en los últimos años que no se ha logrado revertir aún, constituyendo uno de los principales compromisos sociales no resueltos satisfactoriamente por la Revolución.

Asimismo, el modelo tecnológico adoptado para la construcción de viviendas por la vía estatal, basado en un alto grado de prefabricación pesada, poco económica, con alto consumo de materiales, energía, poca flexibilidad, baja expresión arquitectónica, resultó inviable, haciéndose evidente ya desde el anterior decenio un necesario cambio en las concepciones, diseños y tecnologías.

A partir de 1986, el país acometió un programa para el desarrollo de la vivienda hasta el año 2000 que preveía incrementos sostenidos en la construcción de viviendas y en su calidad para arribar al próximo siglo con un mayor grado de satisfacción de la demanda.

Este programa, al igual que todo el desarrollo del país se vio seriamente afectado a partir de 1991 por la crisis económica provocada por los cambios ocurridos en la Europa del Este y la desaparición de la Unión Soviética, con cuyos países Cuba mantenía la mayor proporción de su comercio y colaboración, sobre la base de un intercambio justo, situación que agravó e intensificó los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero que se mantiene contra Cuba desde hace 37 años por Estados Unidos ([1]), acentuado recientemente por leyes aprobadas por ese país que están mereciendo un repudio mundial.

Estos factores determinaron una caída brusca del Producto Interno Bruto, habiéndose perdido las fuentes de adquisición de combustibles y energéticos, con una sensible reducción de las producciones agrícolas, industriales y de materiales de construcción, así como una drástica reducción del transporte y los abastecimientos. La nación se ha enfrentado a la peor crisis del siglo, y una de las más profundas que haya tenido que soportar un país de nuestra Región en tiempos de paz.

Como resultado de esa crisis, la base técnico-material para las construcciones sufrió una severa descapitalización y se agudizó el deterioro del fondo habitacional.

Sin embargo, ha sido precisamente el modelo de desarrollo económico y social implementado en estos 36 años, lo que hizo posible enfrentar este desastre, sobrevivir, e iniciar un lento proceso de recuperación económica sin sacrificar las principales conquistas sociales alcanzadas, modelándose una estrategia de profundización en los enfoques sustentables, participativos y descentralizados que se llevaban a cabo con anterioridad. Esto, por sí mismo, constituye una prueba de sustentabilidad socioeconómica y ambiental.

Las experiencias y resultados de la política habitacional y social de Cuba muestra que es posible implementar y hacer operativos en la práctica algunos de los conceptos en torno al debate de la sustentabilidad en un país en vías de desarrollo y aún en las difíciles condiciones económicas del país. Entre estos elementos se pueden citar los siguientes:



El sistema de asentamientos humanos sostenibles


Cuba resulta ser un caso excepcional en América Latina y probablemente entre los países en desarrollo, por haber establecido desde hace más de 30 años una estrategia consecuente para el desarrollo equilibrado y equitativo del territorio.

Desde el punto de vista de las proporciones económico-sociales y espaciales, el sistema de asentamientos al finalizar la década de los 50 se caracterizaba por la carencia de una base industrial con una estructura urbana marcada por la segregación racista de zonas residenciales y barrios marginales, con pésimas condiciones de hábitat para la gran mayoría de la población, en especial de las zonas rurales.

La capital del país concentraba no sólo una fuerte proporción de la población total y urbana del país sino también la mayor parte de la industria no azucarera, las importaciones, las construcciones, el turismo, los servicios sociales de nivel superior y las mejores infraestructuras técnicas y de comunicaciones.

En 1959 se inició un proceso de eliminación progresiva de las desigualdades en el nivel de vida de la población y la creación de condiciones para el desarrollo, que implicó entre otros aspectos la localización de inversiones productivas en infraestructura y servicios de forma tal, que influyeron sobre los procesos de emigración, urbanización y concentración de la población, estudiándose los asentamientos, no como entes aislados, sino interrelacionados, conformando un sistema coherente.

Al celebrarse la Conferencia de Vancouver en 1976, ya Cuba había emprendido desde hacía 15 años una acción territorial dirigida a extender el principio de equidad a todo el territorio, acercando las condiciones de vida y de desarrollo de las regiones más rezagadas, reducir el peso específico de la capital en términos demográficos, económicos, sociales, culturales y elevar sustencialmente las condiciones de vida de la población del campo.

Esta política ha alcanzado los siguientes resultados:




La provisión de viviendas adecuadas para todos


En Cuba la vivienda se considera como un bien social y la política habitacional tiene como objetivo que cada familia tenga acceso a una vivienda adecuada.

Para hacer operativo este postulado, se creó un soporte jurídico ya desde 1959 en que se promulgó la Ley de Alquileres, que rebajó en un 50% las rentas que absorbían un porcentaje considerable del ingreso familiar.

En virtud de la Ley de Reforma Urbana de 1960 adquirieron la propiedad los antiguos inquilinos y se estableció que las viviendas que en lo sucesivo construyera el Estado se adjudicarían por una mensualidad máxima del 10% del ingreso familiar.

La Ley General de la Vivienda de 1984 y su posterior revisión de 1988, transfirió la propiedad de las viviendas estatales a sus usufructuarios y ocupantes legítimos, por lo cual más del 85% de todas las familias son actualmente propietarias de sus viviendas. Asimismo se estableció la entrega en propiedad de las nuevas viviendas que construye el Estado por un precio reducido, una elevada subvención estatal, amortizables en plazos de 120 y 240 meses con intereses de un 3% decreciente anual, de forma que todas las familias tengan acceso a la vivienda, aun las de menores ingresos.

La propia Ley regula el acceso de los ciudadanos a la tierra para construir viviendas por esfuerzo propio, unido a facilidades de créditos bancarios, venta de materiales de construcción y servicios técnico-constructivos por las entidades del Estado, constituidas en todas las provincias y municipios del país.



La construcción de viviendas


La crisis económica y energética producida a partir de 1991, que redujo la disponibilidad de combustibles y otros insumos al 50% de los promedios de consumo, provocó una sensible disminución en la producción de los materiales de construcción, y por tanto en los ritmos de construcción de viviendas, que disminuyeron en 1991-1993 al 53% de los niveles del quinquenio anterior. Como respuesta a esta situación, fue necesario reducir sustancialmente los consumos de materiales de construcción de la gran industria tales como el cemento, acero estructural y otros que demandan grandes gastos de energía y divisas para su producción e importación, y lograr nuevas viviendas de calidad y durabilidad a partir de crear una base técnico-material en cada provincia, municipio y comunidad para producir localmente los materiales de acuerdo a la disponibilidad de materias primas de cada territorio con procesos a pequeña escala, con muy bajo consumo de energía y bajo impacto ambiental.

Desde 1992 comenzó un amplio proceso de rescate e introducción de técnicas alternativas que permiten construir viviendas uniplantas o biplantas, a partir de las materias primas y materiales de la localidad, con la utilización de residuos y desechos industriales, utilizando el suelo y otros recursos que posibiliten producir materiales con pequeños gastos energéticos, o de equipamiento, reduciendo al máximo la transportación y la utilización de equipos de izaje.

Las técnicas utilizadas han permitido por ejemplo reducir los consumos de cemento industrializado de 10 ton/viv a 3,5 ton/vivi, al introducirse el cemento romano, producido de forma artesanal en pequeños molinos de bolas con el empleo de cal con zeolita, cenizas, o tobas y otros materiales dependiendo de las características de los territorios.

Fueron modificadas las cimentaciones reduciéndose el consumo de acero, los muros se levantan con ladrillos o bloques de suelo-cemento, los techos se han aligerado con el empleo de tejas de mortero vibrado, construcción de bóvedas con ladrillos o bloques de suelo-cemento reduciéndose el consumo de acero, o en el uso de viguetas y bovedillas de cerámica u hormigón aligerado, o con tejas de asbesto-cemento. En las urbanizaciones de los bateyes y poblados se ha comenzado a utilizar cemento romano en la construcción de aceras y pavimentos.

Este programa permitió desarrollar una considerable base de producción local de materiales alternativos e incrementar gradualmente la construcción de nuevas viviendas y asentamientos habiéndose concluido desde 1992 hasta la fecha más de 70 mil viviendas y alcanzándose ya en 1995 una producción de 45 mil viviendas en el país, o sea, niveles similares a los promedios anuales del quinquenio anterior. Para 1996 se prevé la construcción de 60 mil viviendas por el Estado, las Cooperativas y la Población, lo cual superará los niveles históricos de producción de viviendas del país y posibilitará un acercamiento a las metas propuestas en la estrategia de desarrollo habitacional. Estas viviendas se destinarán prioritariamente a los sectores emergentes de la economía y a la solución de problemas sociales incluyendo la sustitución del fondo precario.

Los resultados de este programa demuestran cómo con menos se puede hacer más, cuando se implementa una política certera y sustentable sobre las siguientes bases:

  1. Descentralización de la toma de decisiones, la gestión y la aplicación de la política de viviendas, hacia los territorios.

  2. Producción local de materiales con procesos a pequeña escala, incremento de empleos y creación de talleres locales artesanales.

  3. Ahorro energético mediante el uso de tecnologías alternativas con recursos locales y procesos con bajo gastos de combustible en la producción, la construcción y la transportación.

  4. Reducción de la dependencia externa estimulando la sustitución de materiales, productos, componentes, tecnologías y equipos de importación por soluciones nacionales y locales.

  5. Movilización de factores mediante la más amplia participación de los organismos estatales, gobiernos locales, las organizaciones de base comunitarias, los trabajadores y la población beneficiada.

  6. Identificación de los destinos prioritarios hacia la estabilización de la fuerza laboral de los principales objetivos económicos tales como: el programa agroalimentario, la industria azucarera y el desarrollo científico-técnico; así como hacia las familias más necesitadas de viviendas.

  7. Mejoramiento ambiental mediante la reducción de la contaminación en la producción de materiales y la creación de viviendas y asentamientos más sanos, descongestionados y dotados de agua, saneamiento, servicios de salud y educación, auto-sustentables y ecológicamente nacionales.

Cuba ha redefinido por tanto el concepto de la inversión en viviendas, dejando de ser ésta un producto, para convertirse en un proceso ampliamente participativo, descentralizado y ambientalmente sustentable.



La conservación y rehabilitación del fondo edificado


El fondo de viviendas del país ha mejorado no sólo cuantitativa sino cualitativamente en el período de la Revolución Cubana, especialmente en las zonas rurales. La dinámica general ha sido la siguiente:


UM: Mil viviendas

1958 1993

Total
Zona
Urbana
Zona
Rural

Tota l
Zona
Urbana
Zona
Rural
% % % %
Total de viviendas 1500 100 100 2.74 1 100 100
Buenas 195 13 3 1.21 6 44 27
Regulares 600 40 22 1.05 5 39 48
Malas 705 47 75 469 17 25



Hasta el año 1990 el Estado destinó importantes recursos para la conservación y rehabilitación de las viviendas, especialmente las edificaciones multifamiliares organizando empresas dedicadas exclusivamente para este fin, vendiendo materiales de construcción a la población y brindando servicios técnicos constructivos para realizar por esfuerzo propio acciones de mantenimiento y reparaciones.

A pesar de los esfuerzos realizados y recursos invertidos se manifiesta aún un deterioro importante del fondo de viviendas con una tendencia creciente en los últimos años, que no se ha logrado revertir.

En la capital de la República, Santiago de Cuba y otras capitales provinciales se concentra el mayor porcentaje de los edificios multifamiliares y la totalidad de los edificios más altos con una elevada cifra de viviendas construidas en el período 1930-1959, que tienen en estos momentos 60 años y más. En estas ciudades se ha producido una acumulación de viviendas en mal estado técnico, que requieren intervenciones de rehabilitación, remodelación o demoliciones y gran cantidad de recursos materiales deficitarios, importados o de alto consumo energético.

Desde 1993 y especialmente en 1995 se elaboró un programa de acciones emergentes, priorizando los trabajos para solucionar deterioros en las cubiertas, estructuras, instalaciones y fachadas principalmente las vinculadas a la estabilidad de las edificaciones y a protegerlas de la acción del agua y la humedad.

En la Capital la imagen no es positiva. Existen varios miles de viviendas apuntaladas. Numerosas edificaciones están aún pendientes de demoler, lo que unido a los problemas existentes en las fachadas, balcones y pretiles de numerosas edificaciones en populosas arterias y en focos y barrios insalubres, presentan un cuadro de deterioro acumulado de importante proporción.

La erradicación de condiciones habitacionales precarias ha sido un objetivo permanente, aún no resuelto, de la Revolución Cubana. Desde los primeros años, especialmente en la capital se eliminaron diversos barrios y focos insalubres tristemente célebres, existentes desde décadas anteriores. Las migraciones del campo a las capitales provinciales e importantes ciudades del país unido al crecimiento de la población en edad matrimonial crearon nuevos focos y barrios no planificados y que por su mala calidad constructiva y condiciones pobres, se consideran insalubres. No obstante, en estos barrios no existe marginalidad social, ya que esas viviendas están ocupadas por una población con acceso igualitario a la vida económica y social del país.

En cada provincia existe un programa para la transformación o erradicación de estas zonas, que lentamente van logrando resultados, rescatándose viviendas inhabitables y reduciéndose el fondo precario.



Perspectivas de desarrollo


A partir de estos elementos del desarrollo sustentable, Cuba se propone continuar adelante con su programa habitacional, que hasta el año 2000 prevé:





Conclusiones


Como puede inferirse nuestro país ha venido conformando durante más de tres décadas un modelo para el desarrollo de la vivienda y los asentamientos humanos dirigidos a tratar de implementar en la práctica la política, vías y procedimientos que posibiliten la gradual satisfacción de las necesidades habitacionales de toda la población, dentro de las limitaciones, dificultades y carencias propias de un país en desarrollo. En muchos aspectos, este modelo ha tenido sus rasgos propios, ajustados a las características socioeconómicas, culturales y a los principios éticos de nuestro proyecto socialista.

Pero en general, en gran medida sus aspectos y resultados coinciden y se alinean perfectamente con los principios y directrices preconizados por la comunidad internacional para el desarrollo sustentable de las viviendas y los asentamientos humanos.

Actualmente el país se encuentra enfrascado en la implementación de un modelo alternativo para el desarrollo de la vivienda, el cual, como toda experiencia, es susceptible de incertidumbre y errores; pero que está permitiendo ya la lenta recuperación de los índices productivos anteriores a la crisis económica.

Quizás lo más importante de la experiencia cubana es la capacidad del modelo adoptado, implementado con modestos síntomas de reanimación, aun bajo las restricciones económicas más severas.

En este sentido Cuba continuará llevando adelante su programa de desarrollo habitacional como parte importante de su proyecto social de equidad y justicia.





Cuba. Indicadores urbanos y de vivienda. Año 1993


INDICADOR U/MED PAIS CAPITA L
HABANA
PINAR
DEL RIO
CIENFUE GOS CAMAG UEY
Población
Tasa crecimiento
Promedio núcleo fam.
Tasa formac. núcleo
mil hab.
%
pers.
%
10 .90 0
1,5
3,5
2,0
2 .20 0
1,08
3,6
2,0
128,5
1,3
3,0
1,6
131,2
1,0
3,2
2,9
295,8
0,9
3,9
2,7
Viv. en propiedad
Viv. en adquisición
%
%
85
5,4
82
4,0
95
0,4
83
1,6
84
5,0
Camas en hospital
Tasa mortalidad infantil antes cumplir 5 años
Niños por aula:
Primaria
Secundaria
X mil

X mil

164


12,2

21
40
175


2,1

28
31
61


7,6

28
37
194


16,0

11
43
96


10,5

24
42
Núcleos con conexión:
Agua
Alcantarillado
Electricidad
Teléfono
Acceso agua potable
Consumo agua

%
%
%
%
%
It./ha b.

67
34
95
5,8
96
353

85
85
100
14
85
100

97
48
99
...
93
120

100
70
100
8,7
100
225

69
46
97
...
71
291
Aguas negras trat.
Desperdicios gener.
Disposic. desechos:
Infiltrac. sanit.
Incineración
Colectores abiertos
Recolección desperd.
Frecuencia recolec.
%
Ton./h ab.

%
%
%
% núcleo
día/me s

30
0,4

6
...
94
85
15
100
0,6

100
0
100
100
15
15
0,3

60
10
30
100
30
1,7
0,2

80
0
20
97
15
...
0,7

...
0
100
92
15
Viv. destruidas
Precio viv./rel. ing.
Renta media
Area prom. vivienda
Viv. permanentes
Viv. legalizdas
%
$
$
m²/per s.
%
%
18
2,0
600
19
78
98
6
2,1
600
16
75
97
14
3,7
600
21
80
98
11
1,5
618
19
82
100
3
...
...
18
88
99
Tiempo de viajes min. 90 41 80 30 30
Produc. viviendas
Viv. que requieren rep. mayores
Viv. const. bajo costo
%

%
%

2,0

22
67
2,0

18
43
2,8
31
31
1,0

18
28
8,7

11
46
...Información no disponible
FUENTE: Instituto Nacional de la Vivienda; Planificación Física y Oficina Nacional de Estadística. Esta selección de indicadores forma parte del programa que dirige el CNUAH.



Salvador Gomila González, arquitecto. Viceministro del Instituto Nacional de la Vivienda. Secretario del Comité Nacional Preparatorio de HABITAT II.

Fecha de referencia: 30-04-1997


1: La Asamblea General de Naciones Unidas en los últimos cuatro años, aprobó Resoluciones anuales por la eliminación del embargo contra Cuba. (Bloqueo es calificado por los cubanos)

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