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Buenas Prácticas > Españolas > Concurso Internacional 1996 > http://habitat.aq.upm.es/bpes/onu/bp258.html

Un ejemplo de participación y renovación urbana: la remodelación de barrios en Madrid (España)


Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai en 1996, y catalogada como GOOD. ( Best Practices Database.)
País/Country: España

Región según Naciones Unidas: Europa Occidental (Turquía incluida)
Región ecológica: Continental
Ámbito de la actuación: Ciudad
Instituciones: Gobierno central, gobierno local, gobierno regional, organizaciones no gubernamentales (ONG) y organizaciones de base comunitaria (OBC)

Palabras clave = Asequible. Participación de la comunidad. Creación de áreas verdes. Construcción de viviendas. Buenas condiciones de vida.

Categorías = Infraestructura: uso y generación de energía; abastecimiento de agua potable; acceso al transporte. Vivienda y usos del suelo: vivienda asequible; acceso a la financiación de la vivienda; propiedad del suelo y seguridad. Participación ciudadana y riqueza cultural: participación de la comunidad; reducción de la exclusión social; integración social.

Contacto principal:
Prisciliano Castro
José Molina
Federación Regional de Asociaciones de Vecinos
San Joaquín,8. Madrid
Tel: +34 1 5227102
Fax: +34 1 5323662

Patrocinador:
Comunidad de Madrid - IVIMA
Basílica, 23
28020-Madrid España
Tel: +34 1 5547510
Fax: +34 1 5332684

Socio:
Belén Bada
Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes
Comunidad de Madrid
Maudes, 17
Madrid
Tel: +34 1 5804348
Fax: +34 1 5804396


R E S U M E N

Desde mediados de los años setenta y durante la década siguiente, el municipio de Madrid transforma profundamente su periferia sureste, en la que residen los sectores de población con menor renta, erradicando los asentamientos de infravivienda (chabolas y vivienda pública en ruina) que habían ido creciendo en las décadas precedentes fruto de la fuerte inmigración rural experimentada en los años cincuenta y sesenta. Un proceso de remodelación urbana en el que la Administración acepta el liderazgo de las Asociaciones de Vecinos que afectó finalmente a 30 barrios de muy diferentes características con un total de 39.000 viviendas construidas para una población alojada de alrededor de 150.000 personas. La inversión realizada por la administración alcanzó los 310.000 millones de pesetas.


Inicio: 1979
Interrupción: 1990
Final: 1991-1996


D E S C R I P C I Ó N


1. Descripción de la experiencia
Madrid pasó de ofrecer una periferia de barro y chabola, más próxima a una ciudad del tercer mundo que a una capital europea, a contar con barrios con buena habitabilidad generalmente bien integrados en el continuo urbano. Las nuevas viviendas se construyeron haciendo ciudad. De esta forma, piezas enteras de la ciudad como Palomeras y Pozo del Tío Raimundo en el distrito de Vallecas o la zona de Orcasitas en Villaverde y Usera cambiaron radicalmente su imagen urbana.

El proceso de la Remodelación de barrios se pone en marcha a partir de la contestación que provoca en la población afectada los planes previstos de renovación-expulsión de la población residente. Suelos inicialmente periféricos ganan centralidad con el tiempo, levantando importantes expectativas inmobiliarias de carácter especulativo. El desplazamiento de los residentes hacia zonas más alejadas era la consecuencia de este tipo de planteamientos. Como reacción, las asociaciones de vecinos madrileñas ponen en marcha un poderoso movimiento por la vivienda que, en el marco político de la transición democrática española, da lugar a un proceso singular tanto por sus características (participación y control vecinal) como por sus dimensiones.

Los rasgos esenciales de la remodelación de Madrid pueden caracterizarse en forma sintética del siguiente modo:


2. Situación anterior
En los años cincuenta y muy especialmente durante los años sesenta y setenta Madrid experimenta un aluvión de inmigrantes. Las duras condiciones de vida de la España rural fuerzan a sus gentes a la emigración. Madrid municipio es, junto con Barcelona o el País Vasco un destino principal. Ya en los setenta las últimas oleadas de inmigrantes recalarán en los municipios de la corona metropolitana madrileña.

A finales de los años setenta la difícil geografía de la infravivienda madrileña presenta un abigarrado panorama. Promociones de vivienda pública llevadas a cabo de prisa, con recursos escasos (en muchos casos, no superan los 35 m2 útiles) buena parte de ellas concebidas en origen como alojamientos provisionales que se convierten en permanentes a media que transcurren los años, experimentan un acelerado proceso de ruina. Como resultado, barrios desurbanizados, sin prácticamente ningún tipo de equipamientos ni dotaciones y sin apenas comunicaciones con el centro.

En los asentamientos chabolistas la situación es aún más precaria. Chabolas levantadas de la noche a la mañana, sobre suelos rústicos divididos por sus propietarios en parcelas de aproximadamente 60 m2 que ocupan varias familias sin ningún tipo de servicios ni infraestructuras básicas (agua, luz, alcantarillado....).

Una tipología de los asentamientos de la infravivienda madrileña daría la siguiente clasificación:



A medida que crecen los núcleos los vecinos van adquiriendo conciencia de sus necesidades colectivas más inmediatas. El agua, la luz, infraestructuras mínimas tales como colectores para aguas residuales, el asfaltado de las calles... El Ayuntamiento del antiguo régimen se escuda en la ilegalidad oficial de los barrios de chabolas y han de ser los vecinos quienes se organicen para hacer con sus propias manos lo que las autoridades ignoran o se niegan a llevar a cabo. Surgen de esta forma iniciativas cooperativas como Copozo, en el Pozo del Tío Raimundo, para llevar adelante estas tareas imprescindibles.

Las viejas periferias con el crecimiento de la metrópoli van ganando centralidad. El Plan General de Ordenación Urbana de 1963 cambia la calificación del suelo, declarándolo urbanizable. Aparecen entonces expectativas de realizar nuevas plusvalías. Una catarata de Planes Parciales pone su interesada atención sobre los viejos asentamientos chabolistas. Bajo pretextos varios de sanear la ciudad, mejorar el entorno urbano, agrandar los viales late una misma consecuencia: el desalojo de los chabolistas hacia nuevas periferias con indemnizaciones tan precarias como la chabola que han levantado con sus manos.

Es la espoleta inevitable para que cuaje la protesta colectiva, que da pie y es espoleada a su vez por un creciente grado de autoorganización vecinal. Las Asociaciones de Vecinos, que han ido surgiendo al calor de los trabajos de mejora del barrio, profundizan en su implantación. Surgen líderes naturales cuyo papel es clave en el proceso. Pequeños colectivos de estudiantes, organizaciones cristianas de base, han ido realizando un trabajo de carácter cultural, social y político. A su vez, los vecinos entran en contacto con la oposición política al régimen franquista. El problema del barrio y el de la fábrica se dan la mano en una espiral reivindicativa que estallará con una fuerza inusitada en los años setenta.

La vivienda, el barrio mismo, es el motor del proceso. Vivienda digna, aquí y ahora. Un rosario de manifestaciones, concentraciones, encierros va poco a poco echando por tierra, uno tras otro, los planteamientos oficiales e imponiendo el modelo que demandan los vecinos. Se consolida el concepto de deuda social: Madrid tenía una cuenta pendiente con quienes han ayudado a construirlo debiendo acampar en su misma linde. Ellos han colonizado una periferia que ya es suya, y han decidido que nadie les va a echar de su sitio.

3. Proceso
Durante décadas la administración fue la gran ausente de los barrios periféricos madrileños. Salvo con el fin de controlar un estallido social que se sabe latente. Durante los años de la dictadura su presencia más obsesiva se concreta en impedir la construcción de las míseras chabolas y perseguir un movimiento ciudadano que va a más.

Es en 1978, tras las primeras elecciones democráticas de 1977 cuando un ministro de la Unión de Centro Democrático (UCD), Joaquín Garrigues Walker visita Orcasitas y decide, al fin, poner manos a la obra. El respaldo oficial consolida el movimiento y la renovación de los barrios entra en una etapa ya definitiva. El Ayuntamiento democrático, elegido en 1979 apoya plenamente el proceso.

Fuera de los propios barrios, el contexto colabora en encontrar una solución rápida. Para la industria de la construcción, atrapada en la crisis económica de los años setenta, la operación de remodelación de barrios con capital público se dibuja así como un importante balón de oxigeno que convierte en aliados coyunturales a los vecinos y las grandes empresas constructoras.

En 1979 el Ministerio de Obras Públicas dicta la Orden Comunicada que da carta de naturaleza a la remodelación. Se establece en 30 el número de barrios que se beneficiarán de ella y se fija el marco bajo el cual se desarrollará la operación. Se trata, con todo, de un instrumento jurídico atípico, sin rango de decreto ley, para proporcionar un armazón legal al proceso de remodelación.

Sin embargo, este marco jurídico, no exento de contradicciones y tensiones, funciona gracias al impulso que proporcionan al proceso los diferentes agentes en presencia. La Remodelación de Barrios recibe un nuevo refrendo en 1984, cuando los barrios ya están en pleno proceso de construcción, mediante un Real Decreto y con la transferencia de las competencias de vivienda al Gobierno regional madrileño, que será quien, a través del Instituto de la Vivienda de Madrid, remate el proceso finalizando los nuevos barrios.

La remodelación de barrios tiene algunas claves que facilitan su comprensión. En primer término las formas de participación de los vecinos. La política activa de la Administración con intervención vecinal se hace posible gracias a las nuevas instituciones democráticas surgidas en 1977 (Gobierno Nacional), 1979 (Ayuntamientos) y 1983 (Gobierno regional). Las nuevas viviendas sustituirán a las antiguas en condiciones de financiación accesibles para familias con bajo nivel de renta. Es la forma de saldar la deuda social contraída.

Los plazos y el suelo sobre el que edificar son los otros elementos fundamentales. Nadie quiere una fórmula que les disperse por la ciudad en plazos sin concretar. Se han generado comunidades vecinales que no desean desmembrarse. La reivindicación de la vivienda es, en realidad, la de un nuevo barrio.

La aceptación y el impulso por parte de las nuevas administraciones de los mecanismos de control vecinal es una necesidad que se mantuvo durante todo el proceso de remodelación. Son las asociaciones quienes proponen a los técnicos mientras que las asambleas y las comisiones de obra ejercerán una estrecha vigilancia. Por primera vez en el movimiento vecinal madrileño el concepto de participación se llena de sentido a través de la gestión concreta.

Vivienda por vivienda, local por local. La elaboración de los censos es una de las tareas centrales en la operación. En el universo complejo y tremendamente dinámico de la vivienda marginal es una tarea complicada, erizada de dificultades, sujeta en más de una ocasión a la aparición de la picaresca en sus más diversas variantes.

Realojar ordenadamente y sin tensiones fue un objetivo que se alcanzó en términos razonables. Los sistemas fueron tan diversos como lo era las situaciones de partida. De una forma genérica se optó por resolver el problema más agobiante una vez ganado el derecho a permanecer en el mismo barrio: la obtención de suelo sobre el que edificar los nuevos pisos. Por esta razón los primeros adjudicatarios fueron aquellos que más suelo libre dejaron.

Quedarse es el objetivo primordial. No se trata sólo de obtener una vivienda en cualquier parte de una metrópoli que ya es demasiado grande. El sitio, una tierra duramente colonizada adquiere un valor real y simbólico de primera magnitud.

Uno de los momentos más delicados era, sin duda, el de la entrega de la nueva vivienda. Instante cumbre empañado por el riesgo de que la chabola fuera nuevamente ocupada, haciendo interminable, e inviable por tanto, un proceso ya complejo de por sí. Son imágenes que quedarán para siempre en la retina de sus protagonistas. Familias enteras con sus enseres en la caja de un camión, o directamente en la calle, contemplando como las máquinas derriban la chabola que les ha servido de refugio durante años. A renglón seguido una frenética carrera hacia la nueva vivienda, el piso soñado duramente trabajado tras años de protestas que más de una vez parecían inútiles.

Una de las muchas claves que explican el éxito de la Remodelación reside en la eficiente articulación entre un movimiento vecinal organizado, los técnicos que diseñan las viviendas y los nuevos barrios y los diferentes organismos de la administración que intervienen en el proceso.

La administración provee los fondos dedicados a la expropiación de suelo, la construcción y financiación de las nuevas viviendas, las infraestructuras, los equipamientos....Administración y vecinos discuten abiertamente hasta donde se puede llegar y de donde no se puede bajar. Es un proceso dinámico en el que el conflicto inevitable se acaba resolviendo vía negociación permanente y el consenso final.

OREVASA
, la sociedad pública creada para la gestión del núcleo más importante de toda la remodelación, Palomeras, es una muestra de este método de trabajo. Creada en 1977. En su Consejo de Administración participan por igual representantes de la Administración y de la Coordinadora Vecinal que agrupa a 11 asociaciones de vecinos. El tamaño y complejidad de la operación exigía una fuerte intervención de la Administración en materia de expropiación de suelo, promoción de las nuevas viviendas y adjudicación de éstas. Inicialmente este papel lo asume el Ministerio de Obras Públicas para posteriormente, a partir de 1983 con la creación de la Comunidad de Madrid pasar a hacerlo el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA).

4. Situación posterior
Saldar la deuda social contraída supuso un importante esfuerzo de financiación con dinero público por parte de la Administración. Concebida la operación como una forma de hacer ciudad se trataba de crear infraestructuras básicas, dotar a los nuevos barrios de equipamientos y dotaciones suficientes. Y todo ello manejando criterios generosos que superaban con creces los estándares habituales en los barrios de promoción oficial.

Imputando todos los costes -adquisición de suelo, costes de urbanización, equipamiento y dotaciones así como la construcción y financiación de las viviendas- el montante total alcanza los 310.000 millones de pesetas actualizadas a 1995. Una cifra que supera los dos millones de pesetas por vecino realojado y no llega a los ocho por vivienda. Bien cierto que la operación redundó también en beneficio de la propia configuración de la ciudad en su conjunto. Madrid salió ganando.

Un objetivo enunciado explícitamente era que el precio a pagar por la nueva vivienda nunca superara el 10 por 100 de los ingresos familiares. Para alcanzar este objetivo se concedieron préstamos por el 20 por 100 del valor de la vivienda a un 5 por 100 de interés anual durante un período de amortización que oscila entre los 35 y 50 años. De igual forma se otorgaba un anticipo sin interés por el 75 por 100 de la vivienda. De esta forma el vecino tan sólo desembolsaba un 5 por 100. Los propietarios de chabolas podían aportar el suelo, disminuyendo el coste hasta un 15 por 100 del precio final. Las mensualidades a pagar oscilan entre las 2.500 y 5.000 pesetas a pagar en plazos no menores a los 35 años. La remodelación de barrios se convirtió desde el primer momento en una oportunidad única para reurbanizar la periferia madrileña. El volumen de suelo afectado 837,8 ha., el número de viviendas producidas, casi 40.000, daban a la operación una masa crítica suficiente como para incidir de manera importante en el conjunto de la ciudad transformando su imagen misma. Los resultados, obligadamente desiguales por las diferentes características de los barrios y sus condicionantes previos, han resultado plenamente satisfactorios. Baste un dato significativo: en la remodelación se destina el 9,59 por 100 de suelo a equipamientos de diferente tipo; ésta relación sólo llegaba al 2,5 por 100 en los barrios de promoción pública construidos entre 1940 y 1976.

Los barrios resultantes se incorporan con éxito al continuo urbano. La mejora de las comunicaciones permite una accesibilidad razonable. La generosidad en los equipamientos educativos, culturales, sanitarios y sociales permite cubrir las necesidades de la población residente. En cierto modo, y en terminos generales, si los barrios remodelados contradicen su entorno es precisamente por la mayor calidad en ellos conseguidos.El programa de remodelación de Palomeras se desarrolla sobre una superficie de 460 ha., casi la mitad de las 837,8 ha del conjunto del Programa de Rehabilitación. El total de suelo afectado es más de la mitad del distrito de Vallecas. El suelo del antiguo asentamiento chabolista, liberado tras el realojo de la población, ha sido puesto a disposición de cooperativas de vivienda sin ánimo de lucro, y ha servido para generar un nuevo centro de distrito, Madrid Sur. Finalmente la nueva división administrativa de Madrid ha incorporado el Pozo del Tío Raimundo como una pieza más de Vallecas.

La calidad de la ciudad generada es alta. En el diseño arquitectónico se evitó aplicar una tipología uniforme como medio de alcanzar un alto nivel de coherencia urbanística, integrando en el nuevo barrio las numerosas edificaciones preexistente. Un factor de primer orden fue la modificación de la red arterial, la actual M40, que ceñía totalmente el nuevo barrio, permitiendo así la creación de un Parque Lineal de 48 ha y 3 km de longitud en el límite Este. Por el Oeste el Parque del Cerro del Tío Pío con 20,5 ha constituye un hito importante.

El nivel de equipamientos y dotaciones es considerable. Se han levantado 18 edificios escolares, una iglesia, un centro deportivo, centros de salud. La ampliación de la Línea 1 del Metro ha mejorado sensiblemente las comunicaciones de la zona con el resto de la ciudad.

La arquitectura de la remodelación con su dominante tonalidad de ladrillo visto ha marcado positivamente la periferia madrileña. Y no sólo ella. Son varias las voces que suscriben la opinión de que en la remodelación se encuentra una parte de la mejor arquitectura del Madrid de los ochenta. Viviendas de 100 m2 de superficie como media, construidas con elevados estándares de calidad sobre un espacio urbano generoso en viario, espacios libres, dotaciones y equipamientos. Una arquitectura construida con respaldo público que, por contaminación positiva, ha terminado por elevar sensiblemente el tono de la calidad de la promoción privada de vivienda.

5. Puntos fuertes
Por muy diversos conceptos, la Remodelación de Barrios de Madrid ha marcado un hito importante en relación con la habitabilidad y la sostenibilidad urbana madrileña. Constituye un ejemplo de participación social de profundidad y dimensión difícilmente superable. La colaboración entre la sociedad civil y la administración pública alcanzó cotas elevadas. Fruto de ello, 150.000 personas recibieron una vivienda digna en condiciones envidiables de financiación a la vez que la ciudad se beneficiaba con la generación de una nueva periferia caracterizada por su alta calidad urbana.
Los puntos fuertes de la experiencia pueden sintetizarse del siguiente modo:



6. Puntos débiles
Con todo no se pueden dejar de lado los puntos débiles que, inevitablemente, también están presentes en la operación:





S O S T E N I B I L I D A D





I M P A C T O





Este documento se ha editado a partir de una versión castellana.
Revisado por Javier Echenagusía.

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