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Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai en 1996, y catalogada como GOOD.
(
Best Practices Database.)
País/Country: Noruega
Región según Naciones Unidas: Europa occidental (incluida Turquía)
Región ecológica: Continental
Ámbito de la actuación: Ciudad
Instituciones: Gobierno central, gobierno local
Palabras clave = Vivienda. Política de vivienda. Legislación.
Condiciones de vida. Realojamiento.
Categorías = Servicios sociales: salud y bienestar; grupos
vulnerables. Vivienda y uso de suelo: acceso a la financiación
de la vivienda. Participación ciudadana y riqueza cultural:
reducción de la exclusión social; integración social.
Contacto principal:
Notteroy Municipality (Propietario)
Veumussen (Nombre del proyecto de viviendas)
Notteroy, Noruega
3104 Borgheim
+47 33 38 35 14 (Veum sen)
Patrocinador:
The Norwegian State Housing Bank
Fridtjof Nansens vei 17
Oslo, Noruega
0302 Oslo
+47 22 96 16 00
Socio:
The Ministries of Local Government and Labour
Johnsen Arne (Husbanken)
Fridtjof Nansens vn. 17
Oslo, Noruega
0302 Oslo
+47 22 96 16 00
Socio:
Notteroy Municipality
Gullaker Hege Brun, Local Municipality
Tinghaugveien 18
Notteroy, Noruega
3140 Borgheim
+47 33 34 60 00
Lo característico del proyecto se debe, en parte a la
planificación y al proyecto físico y en parte a los ajustes
realizados en la utilización del entorno y en la ubicación de los
servicios de asistencia para las personas discapacitadas. El
objetivo es la mejora de su calidad de vida. Además, el proyecto
ejemplifica los objetivos y un resultado concreto de una reforma
social más amplia referente a las personas con discapacidades
mentales, que ha salido recientemente a la luz en el país y que
ha mejorado las condiciones de vida de miles de personas
discapacitadas.
Todo esto nos lo ilustrará el relato de Kristina, una joven
seriamente discapacitada, que es una de las personas con
deficiencias mentales que reside en las viviendas en cuestión.
Inicio: 1990
Final: 1994
De una institución a un hogar
Introducción
En 1990, se introdujo en Noruega una importante reforma social.
Su objetivo era mejorar y regularizar las condiciones de vida de
las personas con deficiencias mentales.
Por ley, los municipios asumieron hacerse responsables de los
discapacitados mentales en lo referente a escuelas, empleo,
servicios y vivienda. Esto suponía la desmantelación del sistema
regional de atención existente y el cierre de las instituciones
regionales diseñadas especialmente para este colectivo de
personas discapacitadas y la construcción de nuevas viviendas
para las personas con deficiencias mentales en sus municipios de
origen.
Kristina, cuya vida se describe brevemente más abajo, es una de
las personas que vivían en las instituciones del antiguo sistema
y a la que afectó de forma directa esta reforma. Tras diez años
en una institución regional, se mudó en 1990 a una casa propia
en el municipio de Notteroy, el lugar donde nació.
Kristina es una joven de 24 años de edad con una grave
deficiencia síquica y también discapacitada físicamente. Necesita
asistencia y cuidados concretos y personales.
La vida de Kristina en la institución
La Institución Central de Solbo, a la que llegó Kristina en 1980
con nueve años de edad, era un centro de tamaño mediano dentro
de los existentes en Noruega: entre 120 y 140 personas
deficientes mentales de todas las edades. Al igual que otras
instituciones similares, Solbo se encontraba en un emplazamiento
rural, apartado, un poco aislado de poblaciones o áreas
residenciales. Para Kristina y los otros residentes, esto
significaba en varios sentidos una vida recluida y segregada del
resto de la sociedad. También implicaba una vida carente del
ritmo cotidiano que puede experimentar el resto de la gente, que
cambia de entorno varias veces a lo largo del día. Tanto su
trabajo como sus actividades de formación tenían lugar dentro del
marco de la institución. La separación normal entre tiempo de
trabajo y escuela, y tiempo libre, para la vida privada en el
hogar y actividades de ocio, era muy limitada.
Durante la mayor parte de su estancia en Solbo, Kristina
compartió alojamiento con otras cinco personas, la mayoría gente
joven. La zona privada de Kristina consistía en un pequeño
dormitorio. Las otras funciones residenciales se compartían,
dando poco margen a cierta privacidad. Todas las comidas diarias
las preparaba el servicio y se servían en un comedor común. Para
Kristina, la estancia en la institución significaba unos cuidados
adecuados, atención y una gama variada de actividades lúdicas,
pero también una vida aislada, exclusivamente entre personas
discapacitadas, una vida llena de rutina y carente de
oportunidades de privacidad, individualidad y autodeterminación.
Sus padres recuerdan vivamente las visitas a su hija, que a
menudo encontraban agotadoras y frustrantes debido, sobre todo,
a que el entorno físico no permitía la privacidad requerida.
Kristina y su nuevo hogar
El proyecto de un nuevo hogar y servicios para Kristina movilizó
a varias personas de la administración y plantilla de las
autoridades locales, de la sociedad promotora, de la institución,
de la asociación de padres, etc. El complejo de viviendas en el
que se encuentra la nueva casa de Kristina se construyó mediante
la colaboración entre la cooperativa local de viviendas, la
sociedad promotora y el ayuntamiento (que es el propietario). La
vivienda fue financiada por el Banco Estatal Noruego para la
Vivienda.
Justo antes de las navidades de 1990, Kristina se mudó a su nuevo
hogar: un apartamento de un dormitorio en un pequeño complejo de
viviendas de dos plantas en una zona residencial nueva. De los
doce apartamentos, cuatro de los de la planta baja estaban
especialmente diseñados para personas con deficiencias mentales
y agrupados alrededor de un salón-comedor común y habitaciones
para los empleados del turno de noche. Los apartamentos se
diseñaron para su uso con silla de ruedas, con cocina y baño
especialmente diseñados y equipados.
A Kristina y a otros tres jóvenes con deficiencias mentales
profundas, dos de los cuales provenían de la misma institución
que Kristina, se les asignaron estos apartamentos. Los ocho
restantes se adjudicaron a otros jóvenes con necesidad de
viviendas especiales.
El complejo de viviendas que se iba a convertir en el nuevo hogar
de Kristina es un edificio de pequeña escala, agradable, íntimo
y modesto, bien adaptado a su emplazamiento y adecuado al barrio
en que se encuentra. Los arquitectos han puesto mucho cuidado,
tanto en el diseño exterior como en el interior, para conseguir
una integración íntima y natural de los apartamentos para los
discapacitados y evitar una imagen de colectividad en el proyecto
como algo especial o diferente.
Para Kristina, un día normal consiste en tareas de ocupación-formación en un centro de día y vida hogareña por la tarde y
noche. Normalmente, Kristina pasa la mayor parte del tiempo libre
en casa. Le gusta estar sola y escuchar música en la radio, en
la televisión o en su propio cassette, o simplemente estar sola
en su apartamento o en el porche, donde puede oir, sentir y
disfrutar del tránsito del exterior. Una de sus actividades
favoritas es dar paseos en el barrio por las tiendas o por
cualquier otra parte en su silla de ruedas, o dar un paseo en
coche. Le agrada la compañía de las personas con las que se
siente cercana y cómoda: los miembros de la plantilla de
asistentes o particularmente los miembros de su propia familia
(hermanas y padres), que vienen a visitarla con frecuencia.
Aunque Kristina no maneja el lenguaje verbal, puede expresarse
con claridad de otras formas en cuanto a las cosas que le gustan
y las que le molestan. No tolerará una posición inadecuada de la
silla de ruedas que no le permita observar lo que sucede (por
ejemplo, cómo le preparan la comida en su apartamento).
Epílogo
La integración de Kristina y de otras personas con discapacidades
mentales en el barrio no ha causado respuestas negativas. De
todos modos, todavía no se han desarrollado unas relaciones
sociales estrechas entre los discapacitados y los otros vecinos
del barrio. Aparte del intercambio de saludos y otros encuentros
ocasionales, el contacto es limitado. En cualquier caso, la
atmósfera es acogedora y positiva y tanto Kristina como el resto
de los residentes discapacitados se han convertido en una parte
más del barrio.
Hoy, Kristina se encuentra bien integrada en su casa de Notteroy,
un nuevo entorno que sin duda le ha beneficiado. Se ha vuelto más
tranquila y muestra una mayor satisfacción, sobre todo a partir
del año pasado, cuando se le dio mayor privacidad. Esto se
corresponde con la eliminación de las habitaciones comunes en
1994 (una medida especialmente beneficiosa para Kristina, que en
el fondo no es una persona muy sociable). La eliminación de estas
habitaciones, que hasta 1994 se utilizaron para los fines para
los que se habían diseñado en un principio, comidas comunes y
reuniones por las tardes, fue motivada por dos circunstancias:
la experiencia demostraba que los vínculos sociales entre los
diferentes individuos no justificaban el uso de las salas
comunes; además, quedó claro que la vida compartida fomentaba
indirectamente una restricción de la privacidad y de la
individualidad de sus ocupantes.
La principal lección que puede extraerse es que la vida colectiva
no puede basarse en que las personas tengan discapacidades
similares. Como para cualquier otra persona, deben tenerse en
cuenta las necesidades y deseos individuales en la elección de
vivienda y en la composición de la unidad familiar.
El uso que se dé en el futuro a las habitaciones comunes se está
discutiendo actualmente. Lo más probable es que se usen como
viviendas complementarias. Adaptarlas a tal fin es materialmente
sencillo y nada costoso, ya que dicha reforma está perfectamente
prevista en el diseño (gracias a la previsión del comité
planificador y y de los arquitectos y a la calidad del diseño
arquitectónico).
También se está planeando otro cambio importante. Hasta ahora,
la atención a domicilio tiene personal especialmente asignado a
Kristina y a los otros discapacitados del edificio que necesitan
asistencia. En el futuro, la atención estará completamente
integrada dentro de la organización municipal de atención social
del distrito. Ello implica la supresión de todo servicio o
aparato especial vinculado a una necesidad o discapacidad
específica. De nuevo, esto está en línea con la intención de
reforma de normalización y un paso importante hacia una mayor
calidad de la asistencia. Hoy en día, unas 18 personas están
implicadas en proporcionar a Kristina atención a domicilio, lo
que significa que Kristina tiene que relacionarse con muchas
personas diferentes. Con la reorganización de la asistencia, se
espera que el número de personas que asistan a Kristina se
reduzca a 3 ó 4. Esto traerá consigo una atención más personal
y estable y unas mejores oportunidades para un contacto social
más estrecho entre Kristina y sus asistentes.
La construcción de nuevas viviendas privadas para Kristina y las
otras personas con deficiencias mentales ha significado un paso
importante hacia un medio de vida normalizado para estas personas
discapacitadas. Se puede argüir, de todos modos, que estas
viviendas aún representan hasta cierto punto, un proyecto de
viviendas con "necesidades especiales", ya que las casas para las
personas discapacitadas, entre las que aparentemente no hay
fuertes vínculos sociales, están agrupadas.
Los resultados de las medidas concretas de este proyecto son prometedores. En cualquier caso, siempre es posible avanzar más, y tal vez sea necesario o deseado. Sólo resta ver si tendrán lugar estos avances para los individuos en cuestión.
Con esta evaluación y los informes de los ayuntamientos y de los
comisarios de los condados, se obtiene una imagen clara de la
puesta en marcha y el estado actual de los cambios aportados por
la reforma, en lo referente al mero reparto de competencias.
La evaluación de la Junta Noruega de Investigación muestra que,
en general, ha habido un desarrollo positivo de las condiciones,
aptitud y calidad de vida de los discapacitados mentales. Se ha
producido una clara mejoría de las condiciones de vida en los
campos que presentaban dificultades especiales para las personas
con deficiencias mentales, tales como las condiciones de la
vivienda y la independencia. Se han descrito resultados positivos
en cuanto a cómo se desenvuelven los discapacitados en su vida
cotidiana, especialmente para aquéllos con las deficiencias
mentales más profundas. Se ha observado que la calidad de vida
es significativamente mejor que en las instituciones para
deficientes mentales. Sin embargo, las actividades lúdicas y el
contacto social con otros parece que ha sido afectado
negativamente por el traslado de las instituciones.
Un estudio revela que el 70% de los allegados a los
discapacitados afectados por la reforma opina que se les ha dado
la oportunidad de una vida mejor, el 20% piensa que no se ha
producido ningún cambio y un 10% opina que, en general, los
discapacitados llevan una vida más pobre tras abandonar su
institución.
Los informes revelan que las opciones que ofrecen los
ayuntamientos en materia de vivienda, organización de la
asistencia, educación y actividades lúdicas se caracterizan por
un grado limitado de integración. Por ejemplo, los ayuntamientos
a menudo organizan los servicios a los discapacitados mentales
en departamentos especiales, donde los asistentes sólo tratan con
personas con deficiencias mentales.
La evaluación declara que el problema más importante en materia
de asistencia, antes y después de la puesta en marcha de la
reforma, es conseguir personal estable y competente.
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