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Buenas Prácticas > América Latina y el Caribe > Concurso Internacional 1996 > http://habitat.aq.upm.es/bpal/onu/bp097.html

Gestión del sistema de asentamientos humanos, La Habana (Cuba)


Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai en 1996, y catalogada como GOOD. ( Best Practices Database.)
País/Country: Cuba

Región según Naciones Unidas: América Central y el Caribe (México incluido)
Región ecológica: Tropical y subtropical
Ámbito de la actuación: Nacional
Instituciones: Académicos y científicos, gobierno central y gobierno regional.

Palabras clave = Descentralización. Industrialización. Estructura institucional. Servicios públicos. Planificación de los asentamientos.

Categorías = Desarrollo económico: fomento de la inversión. Servicios sociales: educación; salud y bienestar. Procesos de planificación urbana y regional: programación de la inversión de capital. Agenda 21.

Contacto principal:
Instituto de Planificación Física (IPF), La Habana
Lamparilla #65, Municipio Habana Vieja
La Habana, Cuba
62-9185

Patrocinador:
Instituto de Planificación Física (IPF), La Habana
Lamparilla #65, Municipio Habana Vieja
La Habana, Cuba
62-9185

Socio:
Asamblea Nacional, La Habana, Cuba
Lic. Cristóbal Caballero/ Asamblea Nacional
Calle 42# 2308 e/ 23 y 25, Playa
La Habana, Cuba
32-2049

Socio:
Ministerio del Azúcar, La Habana, Cuba, Dirección de Desarrollo
Arq. Hilda Díaz/Dir. Desarrollo (MINAZ)
Calle 23 #171 e/ N y O, Vedado, M. Plaz
La Habana, Ciudad de la Habana, Cuba
32-5389

Socio:
Ministerio de Salud, La Habana, Cuba, Dirección de Desarrollo
Dr. Osvaldo Castro/Dir. Desarrollo (MINSAP)
Calle M# 260 e/ 19 y 21, Vedado, M. Plaz
La Habana, Ciudad de la Habana Cuba
31-1748


R E S U M E N

Esta práctica cubana muestra como algunas acciones que intentan mejorar la igualdad social tienen una influencia obvia en la reorganización del sistema de asentamientos.

El objetivo final es mejorar el entorno territorial en el que todos los habitantes puedan desarrollar sus posibilidades con independencia del tamaño, la función o el papel del asentamiento en el que viven.

Las premisas estaban claras:

El principal papel lo realizaron cuatro programas sectoriales:

La distribución en el territorio de los puestos de trabajo y de los empleos ha producido una homogeneización significativa de los indicadores fundamentales.


D E S C R I P C I Ó N

Situación de partida
A finales de los años 50 en Cuba se había constituido una sociedad con fuertes diferencias de la calidad de vida, que se manifestaban también territorialmente.

En términos de desempleo, prestación de servicios, condiciones ambientales y vivienda se diferenciaban los distintos tipos de asentamientos, desde la capital hasta el ámbito rural; se presentaban desequilibrios regionales, en particular entre oriente y occidente, y, al interior de las ciudades, creciente fenómenos de segregación y marginalidad, particularmente en las ciudades mayores, con la capital a la cabeza.

La Habana constituía el extremo superior y también el problema mayor: en los últimos decenios había acentuado su primacía en el país: absorba gran parte del excedente económico producido en el país, concentraba, cada vez más, los recursos principales y ofrecía los niveles de servicio más altos, atrayendo una migración que ya no estaba en condiciones de absorber.

Una docena de ciudades mayores, que entre todas sumaban la mitad de la población de la capital, presentaban, a otra escala, situaciones análogas, tanto en sus funciones regionales como en sus situaciones internas.

En el otro extremo de la jerarquía, los pequeños poblados y áreas rurales, divididas entre latifundio y minifundio, con carencias extremas y pobre accesibilidad a los centros mayores.

En el plano regional, a la fuerte polarización metropolitana correspondía, simétricamente, una pobre integración interna tanto productiva como infraestructural, con una red de asentamientos más densa, accesible y equipada en el occidente, y más polarizada en pocas ciudades, pobremente conectadas, en el oriente, con zonas particularmente críticas en las montañas.

Estrategia

Desde sus primeras medidas, el proceso revolucionario ha tenido como objetivos una distribución más equitativa de bienes y servicios entre toda la población y eso incluía obviamente su dimensión territorial.

Si bien no ha habido una política específica, estructurada y explícita de distribución espacial de la población, esta, de hecho, estaba contenida en la política general adoptada por el país y en las políticas sectoriales correspondientes. El objetivo último era y es el lograr ámbitos territoriales en los cuales todos los ciudadanos pueden realizar plenamente todas sus potencialidades personales y colectivas.

Pueden identificarse cuatro programas que han jugado un papel determinante en la conformación de tales espacios: la transformación de la producción agropecuaria, la industrialización, la distribución territorial de los servicios sociales y la constitución de los Organos del Poder Popular en los límites de una nueva División Política Administrativa.

Para llevar adelante estos programas de una forma global y estructurada, el país se ha dotado de una institución específica: el "Sistema de la Planificación Física", creado en 1960 y ampliado de acuerdo con las funciones que progresivamente iba necesitando el desarrollo económico y social. Ahora el Sistema lo componen, a nivel nacional, el Instituto de Planificación Física, adscrito al Ministerio de Economía y Planificación y las Direcciones Provinciales y Municipales de Planificación Física, adscritas a los correspondientes Organos del Poder Popular. Entre sus funciones fundamentales está el Ordenamiento Territorial y el Urbanismo y, por ende, la estructuración del Sistema de Asentamientos Humanos.

Precisamente a partir, a mediados de la década de los 60, de los primeros estudios de la red urbana, se fue identificando una nueva regionalización del país, adecuada a las transformaciones sociales y económicas que se estaban emprendiendo y ella sirvió como una malla de referencia para la localización de inversiones, durante más de una década y, finalmente, fue uno de los puntos de partida fundamentales para la creación, en 1976, de la nueva División Político Administrativa (DPA) que constituyó, desde entonces, la base territorial de los Organos Locales del Poder Popular. Es importante subrayar la función que, programáticamente, tuvo y tiene la nueva DPA. No se trataba de cristalizar, en términos políticos, un proceso histórico de formación de estructuras territoriales, sino de crear el ámbito territorial de las transformaciones que iba a producir la revolución.

En los últimos veinte años, el esfuerzo del Estado y del Gobierno ha ido en pos del fortalecimiento de estos eslabones territoriales, desarrollándose en particular el nivel provincial en las ramas industriales y de los servicios superiores y el nivel municipal en la presentación de los servicios intermedios y básicos.

Sobre esta estructura de gobierno se definieron las políticas sectoriales de los servicios sociales, utilizando los eslabones territoriales para establecer, normativamente, los tipos de instalaciones correspondientes a cada nivel. Los objetivos estratégicos eran muy claros: propiciar que las provincias desarrollaran una capacidad propia de formación de personal cualificado, especialmente en salud pública, educación, cultura, deporte, economía, y simultáneamente, ir creando estructuras jerárquicas que cubrieran todo el territorio con una prestación de servicios cada vez más compleja, nutriéndose de ese personal.

Esta doble línea de desarrollo se ha articulado con otras dos: al nivel de las cabeceras provinciales, la industrialización; al nivel local la transformación de las estructuras agropecuarias. Esto ha implicado una marcada redistribución de la población rural, que se ha ido concentrado en asentamientos de cierta consistencia, que en muchos de los casos se han convertido en urbanos, y que han sido equipados con los servicios básicos. Un programa paralelo ha sido el de construir comunidades nuevas, dotadas de todo el equipamiento esencial, aunque, por su elevado costo, solamente se han podido construir unas 300, que albergan actualmente unos 170.000 habitantes en total de casi 4 millones que residen en los asentamientos directamente vinculados con la agricultura. De ellos 1.300.000 viven en asentamientos urbanos, 1.400.00 en asentamientos mayores de 200 habitantes y 1.300.000 son población dispersa. Estos asentamientos conforman un tejido sobre el cual se han apoyado las redes de los servicios sociales básicos, educación, salud pública y comercio, que tienen sus nodos principales en las cabeceras municipales.

En cuanto a la industrialización, las plantas se han localizado preferentemente en el interior del país, limitando para la capital las que, aprovechando sus innegables ventajas locacionales, implicaran por otra parte, poco consumos de agua y suelo, no fueron contaminantes y dependieran de mucha fuerza de trabajo cualificada. Los lugares privilegiados para la localización de industrias fueron naturalmente las ciudades cabeceras, los únicos asentamientos que tuvieron la capacidad de absorber esa carga. De tal manera, el efecto conjunto de la industrialización y del desarrollo de los servicios superiores, han cambiado radicalmente el perfil económico y social de estas ciudades, cuya consistencia, capacidad de gestión y fortaleza regional han quedado evidenciadas en la situación de extremas dificultades por las que atraviesa el país.

Esta política territorial que no se ha basado en la creación de polos aislados sino en la conformación de una fuerte y amplia malla regional, explica el éxito de haber contenido y redimensionado el protagonismo de la ciudad de La Habana, invirtiendo su vocación de embudo proyectado hacia el exterior, para que asumiera realmente su papel de capital, integrada en el país.

Las virtualidades y potencialidades que contienen estas nuevas estructuras territoriales, se han hecho patentes en la situación actual, que ha obligado a rediseñar el modelo de desarrollo, sin abandonar los objetivos de equidad, solidaridad y soberanía que los han informado hasta ahora.

La creciente transferencia de competencias desde los Ministerios hacia las empresas y desde el Gobierno Central hacia los Gobiernos provinciales y municipales permite superar muchos de los esquemas repetitivos imperantes hasta hace muy poco, para buscar en cambio las soluciones a partir de los problemas y de las potencialidades específicas de cada territorio, creando los espacios para una auténtica participación social en la toma de decisiones a todos los niveles.

La creación de los Consejos Populares, la más reciente y descentralizada estancia de gestión y control de la actividad estatal en el territorio, la reorganización de la agricultura con la creación de unidades de producción cooperada dotadas de amplio margen de autonomía operativa, la apertura de los mercados agrarios locales, la privatización de ciertas actividades de servicio y artesanales, el fomento de industrias locales de pequeña escala, la implantación progresiva de un sistema tributario, la introducción de tecnologías alternativas para la reducción del gasto energético y material, la gestión ambiental, el fortalecimiento de la administración municipal, etc. son todas líneas de desarrollo que encuentran en los territorios ya estructurados las mejores condiciones de materialización.

El potenciamiento ulterior de una sólida actividad comunitaria, en el marco de municipios fortalecidos, no es solamente la garantía de la resistencia sino el cauce para el desarrollo renovado de nuestro proyecto nacional.



S O S T E N I B I L I D A D

El proyecto revolucionario, que privilegió la equidad y solidaridad social, tuvo obvias repercusiones en el ámbito territorial.

Se logró reducir el peso específico de la capital en la producción y los servicios a favor de las ciudades del resto del país: las doce cabeceras provinciales actuales suman la misma población de la capital, albergan el 21% de los empleos industriales, son centros de servicios superiores. Constituyen centros de desarrollo de territorios que tienen desde 4.000 a 14.000 Km2 y poblaciones entre 500.000 y 1.000.000 habitantes. Con eso se ha frenado la corriente migratoria y se ha aliviado la presión demográfica sobre La Habana.

Otras 142 cabeceras municipales son centros polifuncionales. distribuidos regularmente en el territorio, lo cual significa que la población tributaria puede acceder a sus empleo y servicios en un radio de 10 15 Km.

Por esa vía se ha producido una fuerte integración rural y urbana: el 46% de los obreros agrícolas residen en asentamientos urbanos, más del 30% de los trabajadores rurales, laboran en actividades extraagrícolas. Esto ha permitido el acceso al trabajo de una cuota importante de mujeres, que ahora representan al 40% de la fuerza laboral del país, más del 60% de la técnica.

La redistribución territorial de empleos y servicios ha dado lugar a una marcada homogeneización del ingresos per cápita, de las condiciones de salud, educación, cultura y vivienda que hace que los indicadores vitales fundamentalmente tengan variaciones territoriales mínimas.


Este documento se ha editado a partir de una versión en castellano.

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