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Programa de formación técnica para la reinserción de los presos (Río de Janeiro, Brasil)

Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai en 2008, y catalogada como GOOD. (Best Practices Database)
País/Estado — Brasil
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — tropical y subtropical
Ámbito de la actuación — provincial/estatal
Agentes — institución académica o de investigación; gobierno local.

Categorías — Servicios sociales: educación; seguridad ciudadana; reducción y prevención del delito. Buena gestión urbana: políticas públicas. Participación ciudadana y riqueza cultural: educación cívica.


Contacto Principal

Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) — institución académica o de investigación
Francisco José Casanova [francisco_castro@globo.com]
Rua Guaxupé, No 120/Apto 201 
P.O Box: nil 
Rio de Janeiro
C.P: 21.510-400 
Brazil 
Tel: +55 (21) 2562-7200 / 2562-7779 
Fax: +55 (21) 2290-1730 


Socio

Gobierno de Río de Janeiro — gobierno local
Astério Pereira dos Santos
Avenida Nilo Peçanha, No12/3o andar 
P.O: nil
Río de Janeiro
Brasil 
Tel: +55 (21) 2222-5156 
E-mail: mgloria@coc.ufrj
Colaboración financiera.
Colaboración política.

Resumen

La mayor parte de las autoridades penitenciarias de Brasil atribuyen escaso valor a los proyectos de trabajo y de educación con los presos, el concepto de reinserción de presos está bastante olvidado, de forma que actualmente las prisiones tienen como único objetivo mantener las amenazas lejos de la sociedad. La situación global de los presos en centros correccionales brasileños es preocupante. Brasil tiene alrededor de 400.000 hombres y mujeres encarcelados en 17.741 centros correccionales, siendo 419 de ellos grandes cárceles, y esos índices aumentan año tras año. Cada preso le cuesta al estado 1.290 dólares EE.UU. cada mes (más que un policía graduado).

En el Estado de Río de Janeiro, viven bajo rejas aproximadamente 25.000 hombres y mujeres (el 0,2% de la población), sujetos a una completa inactividad forzosa y a la sensación de monotonía. Cerca de la mitad de presos padece algún tipo de trastorno mental, y aproximadamente uno de cada diez sufre trastornos psicóticos. Esta situación aumenta a un ritmo del 7% cada año. Las consecuencias de esta situación son la saturación de las celdas, el abuso de las drogas, problemas de salud, violencia, daños psicológicos y, en algunos casos, la muerte. Por otro lado, la inactividad y la apatía son potencialmente destructivas, y una de las causas de continuar delinquiendo incluso dentro de la prisión. La propuesta de la práctica para combatir esta situación consiste en un Programa de formación y trabajo técnico. La idea de generar fábricas dentro de las prisiones no es nueva, sin embargo la de crear una planta tecnológica altamente productiva sí lo es, al menos en Brasil. En nuestra opinión las actividades productivas son especialmente recomendables para condenas de larga duración. Dotar de conocimientos y de herramientas de trabajo a los presos mejora sus perspectivas de una buena transición a la sociedad una vez puestos en libertad, posibilitándoles vivir por sí mismos fuera de la cárcel sin necesidad de recurrir al delito. Este programa de formación tiene como objetivo final que los presos obtengan un certificado oficial de cualificación técnica y profesional. Para ello, se les imparten cursos en los que se les enseña a fabricar (durante unos dos meses) ladrillos ecológicos (compuestos de tierra y cemento, mezclados con restos de cal y de la industria cerámica), así como a construir con ellos. En dos años cerca de mil presos han participado en el programa, un número que se aproxima al obtenido en proyectos análogos realizados en el exterior, y han manufacturado casi 2,5 millones de ladrillos ecológicos empleados en la construcción de ocho colegios (para 600 estudiantes repartidos en dos turnos), una panadería, un edificio multifuncional con 32 dormitorios, una iglesia, una cocina industrial, una cafetería, un taller mecánico (sin terminar hasta la fecha) y una decena de otros edificios secundarios.

Fechas Clave

Descripción

Situación previa a la iniciativa

La situación era potencialmente explosiva: miles de criminales eventuales condenados por delitos menores conviviendo 18 horas bajo la inactividad y la apatía. Los presos ya habían manifestado su necesidad de realizar alguna actividad, de estudiar y de trabajar, que hasta entonces no había sido posible por la inexistencia de escuelas y talleres.

Establecimiento de prioridades

En el programa de objetivos y estrategias presentado al Gobierno del Estado se establecía que la sociedad civil debía ayudar a reducir la reincidencia y a luchar contra la inadaptación social de los presos. La aproximación educativa al sistema carcelario se proponía pensar la prisión como un centro educativo y a los presos como seres humanos, colocando a los internos al mismo nivel que el mismo gobierno. El primer punto fue señalar que la intervención se basaría en los ideales de derecho, justicia y fraternidad hacia los seres humanos.

Formulación de objetivos y estrategias

Los objetivos y estrategias se especificaron en el informe sobre la propuesta, y se fundamentaban en el trato humano a los presos, ya que el lema del programa rezaba que el trato que ofrecemos a los demás muestra el tipo de persona que somos y cómo funciona el mundo.

Movilización de recursos

Se presentó la idea al presidente de la Secretaría de Administración Penitenciaria de Rio de Janeiro (SEAP-RJ), y, tras una profunda discusión, se derivó la propuesta al gobernador del estado, quien autorizó la cesión de todos los fondos necesarios para llevarla a cabo.

Proceso

El programa se puso en práctica por primera vez con presos de buen comportamiento condenados por delitos menores en una prisión masculina. Los internos eran cien y se los dividió en grupos de veinte. Se dio siempre preferencia a aquellos cerca de cumplir su condena. El primer paso fue identificar y seleccionar a un grupo de constructores y albañiles a los que formar para la tarea de ejercer de maestros de los presos. La cualificación técnica oficial es el objetivo final del programa, de modo que para formar a los internos, la mayoría con una trayectoria de estudios muy breve, se desarrolló un método didáctico específico, ya probado y desarrollado en proyectos de las favelas de Río de Janeiro. Las clases se imparten tres veces por semana, y, tras un periodo de tiempo, los alumnos son examinados por escrito. Si aprueban pasan a la segunda fase que es la construcción de ladrillos. Durante el periodo de estudio los presos reciben un sueldo mensual de 180 dólares EE.UU., y una vez trabajando se les remunera con un sueldo mínimo de 220 dólares mensuales que puede ascender hasta 540 dólares. Por otro lado, por cada tres días de estudio o trabajo (18 horas) se les reduce un día de condena. Por último se someten a una evaluación oral y aquellos que se gradúen reciben un certificado oficial del Colegio de Ingenieros Civiles de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, firmado por su director y por el autor de esta práctica.

Resultados obtenidos

Los resultados son muy positivos, aunque aún no concluyentes por el breve periodo en práctica del programa. De hecho, es demasiado pronto para esbozar una conclusión definitiva. En dos años mil presos han participado en el programa, y para finales de 2007, 120 de ellos habían sido contratados en prisión y también de una manera u otra fuera de prisión. Esto supone una superación respecto a la situación de partida. Una sorpresa muy gratificante ha sido la fuerte demanda externa de los ladrillos por parte de constructores y arquitectos, lo cual supone una fuente de ingresos. Se han fabricado cerca de 2,5 millones de ladrillos y se han empleado para construir ocho colegios (para 600 estudiantes repartidos en dos turnos), una panadería, un edificio multifuncional (con 32 habitaciones), una iglesia, una cocina industrial, una cafetería, un taller mecánico (aún en construcción) y decenas de otros edificios secundarios. Además ya se ha planificado la construcción de otra escuela-fábrica, y se va a replicar el programa en el centro principal para delincuentes juveniles, así como en prisiones de otros tres estados de Brasil. También cabe señalar las consecuencias positivas que la práctica ha generado para los presos, como el trabajar en cooperación con otros compañeros, el desarrollar una disciplina, la oportunidad de mejorar sus capacidades, la mejora sustancial de su bienestar y autoestima personal, el acceso a estudios, empleo y salario, así como una nueva perspectiva de vida en la sociedad. Sin embargo, el resultado más relevante proviene del Departamento Penitenciario Nacional (DEPEN) con sede en Brasilia, pues han seguido el desarrollo del programa desde el comienzo y, debido a su balance positivo, han propuesto adoptarlo y desarrollarlo en otras cárceles de todo Brasil. Ahora es una cuestión de financiación.

Sostenibilidad

El empleo de ladrillo a base de cemento, cal, tierra y restos cerámicos (cemento verde) es la elección más correcta desde todos los puntos de vista. La materia prima principal (la tierra en un 70%) es gratis, pues se extrae de un foso creado en el interior de la cárcel, próximo a la escuela-fábrica. Por otro lado, el uso de restos cerámicos de un complejo industrial cercano supone muchas ventajas. Por ejemplo, el coste del metro cuadrado construido con los ladrillos ecológicos es 185 dólares EE.UU., que es considerablemente menor comparado con el coste medio del metro cuadrado en el mercado brasileño que es 450 dólares por metro cuadrado. La sostenibilidad del programa a largo plazo está asegurada en gran medida gracias a un préstamo especial del Sistema Financiero de Vivienda del Banco Central de Brasil a los emplados del presidio para la construcción de cien viviendas. Hoy en día, el programa no depende únicamente de fondos públicos. Desde el punto de vista humano, el programa se podría considerar quizá como el mejor en la historia de los proyectos con presos. La prueba es el gran número de presos que se han unido al trabajo, así como la cantidad de construcciones ya realizadas.

Lecciones aprendidas

En cierto modo el proyecto puede verse como un importante experimento, y tras dos años en marcha cabe preguntarse si realmente funciona. Los resultados son muy positivos, y aunque aún no se tengan datos concluyentes, se podría decir que superan las expectativas. Es pronto para esbozar conclusiones definitivas. Por ejemplo, no ha sido posible cuantificar en este tiempo si ha variado el índice de reincidencia, pero sí se ha observado que los presos liberados que han participado en el programa encuentran trabajo antes y lo mantienen durante más tiempo, respecto a los que no participaron. Son varias las lecciones aprendidas, pero la más importante es que la mayoría de los presos eventuales o condenados por delitos menos graves (un 80%) son propensos a aceptar intervenir en cualquier actividad que suponga un poco de alivio de su vida en prisión. Además, es obvio lo mucho que valoran las cosas más simples, como ver el sol, respirar aire fresco, mejorar su alimentación o ganar algo de dinero. También hay que valorar la mejora de la autoestima de los presos, su deseo por aprender y la falta de problemas de disciplina, factores que han facilitado el desarrollo del programa.

Transferibilidad

El programa se compone de dos aspectos diferentes: el técnico y el humanístico. La técnica es fácilmente transferible, principalmente a través de instituciones gubernamentales y de ONGs. Como regla, el personal especializado se encuentra en las universidades e instituciones de investigación. La transferencia de los conocimientos necesarios no lleva más de veinte días. El aspecto humano tampoco es complicado, pero es preferible que se lleve a cabo con el personal profesional de los centros penitenciarios. De momento, se están desarrollando tres proyectos integrales en centros de otros tres estados de Brasil.

Edición del 13-11-2008
Traducción del inglés: Rebeca Fernández Yunquera
Revisión: Carlos Jiménez Romera
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