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País/Estado — Argentina
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — ribera (cuenca hidrográfica)
Ámbito de la actuación — metropolitana
Agentes — organización no gubernamental (ONG); organización de base comunitaria (OBC); gobierno local; gobierno central.Categorías — Servicios sociales: educación; reducción y prevención del delito. Infancia y adolescencia: de 10 años a la edad adulta; educación y formación profesional, cuidado de día y cuidados fuera de horario escolar; programas de apoyo comunitarios (protección frente a abusos, abandonos, violencia y delincuencia); grupos vulnerables. Participación ciudadana y riqueza cultural: participación comunitaria; educación cívica; artes.
Andrés Ferreyra 3555, C1437ITA Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 011 4912 1123/0256E-mail: casadeculturayoficios@gmail.com
Av. Cobo y Curapaligue s/n, Bajo flores C1406ILC Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 011 4633 0884Colaboración financiera.
Sarmiento 329, C1041AAG Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 011 4339 0175E-mail: cvppd@buenosaires.gov.ar
Piedras 730, C1070AAP Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 011 4361 5745 Fax: +54 011 4307 5136Colaboración administrativa.
Río Cuarto entre Montesquieu y Labarden s/n Villa 21-24, C1437FDD Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) Tel: +54 015 5063 4999Colaboración administrativa.
Teniente Gral. J. D. Perón 524, 1038 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, (Argentina) Tel: +54 011 4338 5800E-mail: comunicacion@senaf.gov.ar
En 2002 se creó la Asociación Miguel Bru formalizando el trabajo que sus integrantes realizaban desde el asesinato y desaparición del estudiante Miguel Bru en 1993. Hoy, desde nuestras sedes —en la ciudad de La Plata y Ciudad Autónoma de Buenos Aires— desarrollamos junto a un equipo multidisciplinar distintos proyectos enfocados a la defensa, capacitación y difusión de los derechos de los sectores vulnerables, como son los jóvenes en situación de calle o las familias de las víctimas de la violencia institucional y del ‘gatillo fácil’.
A partir del Proyecto de Desarrollo Comunitario en Isla Maciel (Buenos Aires 2003-2007), nació el proyecto Casa de Cultura y Oficios Parque Patricios para generar un espacio de contención para jóvenes en situación de vulnerabilidad social de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. y el conurbano, promoviendo su inclusión social mediante la capacitación en oficios para posibilitar su empleabilidad, el desarrollo de actividades culturales y la promoción de sus derechos.
La experiencia tiene dos ejes: la implementación de actividades de formación laboral, expresión artística y talleres reflexivos y la consolidación de una red de contención en zona sur para jóvenes en situación de alta vulnerabilidad social, con organizaciones de la sociedad civil y actores ligados al Estado.
Algunos logros importantes son la participación anual de 50 jóvenes en espacios formativos y reflexivos; la posibilidad de que concurran con sus hijos, quienes reciben asistencia alimentaria y cuentan con un ropero comunitario; el efecto multiplicador con sus parejas y familiares (estimándose los beneficiarios indirectos en 300 personas); la realización de muestras colectivas hacia el barrio; la inserción de algunos jóvenes en pasantías laborales y su colaboración en actividades de mantenimiento del inmueble donde funciona la propuesta y la conformación de espacios de discusión y planificación con otros actores con quienes se articula la propuesta.
La iniciativa se localiza en zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, teniendo en cuenta las condiciones de exclusión existentes a nivel local, que afectan especialmente a niños, niñas y jóvenes, que se ven empujados a la pronta inserción en el mercado de trabajo informal y a situaciones de alto riesgo social.
La iniciativa prioriza inicialmente la implementación de espacios de capacitación, para lo cual se gestiona la cesión en comodato del inmueble y luego se apunta a garantizar la presencia de talleristas y equipamiento para el espacio. La focalización inicial de los jóvenes beneficiarios surge de las articulaciones existentes entre la asociación y otros actores. Además, se gestionan becas para algunos de los participantes, con el fin de favorecer su accesibilidad a la propuesta y se complementan los espacios culturales y de formación en oficios con los talleres reflexivos sobre derechos. En el último período, se está reforzando el trabajo de planificación conjunta con diferentes actores y el mapeo de otros nuevos a nivel local.
Los objetivos y estrategias se han ido delineando de modo conjunto entre los adultos referentes del espacio y los jóvenes participantes. Nos hemos propuesto:
La práctica presentada se lleva a cabo en un inmueble que Bienes Inmuebles del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA) ha cedido en comodato. Los gastos fijos se cubren con el aporte mensual de la Asociación Miguel Bru, procedentes de distintas donaciones y de los fondos que se obtienen a través de un recital anual que realiza el padrino de la entidad, el cantante León Gieco. El mantenimiento físico del espacio es posible también gracias a la participación de los jóvenes beneficiarios. El mismo cuenta con mobiliario, equipamiento e insumos provenientes de distintas donaciones.
El Centro de Formación Profesional no 9 (de la Secretaría de Educación) certifica oficialmente uno de los cursos que se ofrecen; el Programa Prevención del Delito (Ministerio de Justicia) subsidia becas para algunos jóvenes; la Dirección de Cultura del GCBA financió el equipamiento de una sala de ensayo para el taller de música y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación dio un subsidio para mantenimiento del inmueble y compra de equipos.
El equipo de trabajo está integrado por capacitadores que trabajan de forma voluntaria. Algunos pertenecen a las distintas organizaciones con las que se trabaja en red: un coordinador general, una licenciada en Trabajo Social, un licenciado en Ciencias de la Comunicación, una licenciada en Psicología, un capacitador en computación, cuatro profesores de música, dos talleristas de serigrafía e imprenta.
El proyecto Casa de Cultura y Oficios Parque Patricios nace a partir de la necesidad de diferentes organizaciones sociales de profundizar en el proceso de capacitación laboral y desarrollo cultural de sus jóvenes y adolescentes en un lugar seguro que logre integrar a jóvenes de diferentes barrios de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano. Su antecedente fue el proyecto comunitario que la Asociación Miguel Bru desarrolló en Isla Maciel, un barrio de bajos recursos de la provincia de Buenos Aires, donde se trabajó durante cinco años con niños, niñas, adolescentes y adultos/as en situación de vulnerabilidad.
El primer problema que se manifiesta en el proyecto Casa De Cultura y Oficios de Parque Patricios es la dificultad de los jóvenes en situación de calle de sostener su proceso educativo sin una contención más amplia. Esto llevó a los docentes y coordinadores a convocar a profesionales que pudieran dar una respuesta más integral a través de asistencia psicológica y la creación de espacios de cuidado de los hijos e hijas de los y las adolescentes, así como también la asistencia alimentaria en el horario de la merienda y la conformación de un ropero comunitario.
Una dificultad importante la constituyó el hecho de que los jóvenes en situación de calle no podían asisitir con regularidad a los talleres. Esto implicaba una dificultad para encontrarles una salida laboral a corto plazo, potenciada por las serias limitaciones educativas de cada uno de ellos y ellas.
Por este motivo, los integrantes del proyecto, en asamblea, acordaron trabajar para fortalecer el vínculo y la apropiación de los jóvenes con el espacio y así lograr atraer su compromiso mediante la asistencia regular a los talleres. A la vez se decidió priorizar la contención y los procesos educativos de cada uno de ellos y ellas incorporando alfabetización a quienes no han logrado un nivel mínimo de escolarización, gestionando becas a jóvenes que estuvieron en situaciones de conflicto con la ley penal, y organizando la constitución en un mediano plazo de micro-emprendimientos productivos desde la lógica de la economía social a partir de las capacidades desarrolladas en los talleres.
Consideramos que el trabajo en red permite promover abordajes integrales desde la perspectiva de los derechos con una población altamente vulnerable. Reconocemos que es necesario fortalecer este entramado, trabajando de modo más específico en la construcción conjunta del encuadre y la profundización de la red de contención, particularmente en el área educativa y de salud, vinculándonos con otros actores del territorio pertenecientes al sector estatal para la sustentabilidad del proyecto en el largo plazo. En este sentido, este año se ha sumado al trabajo del equipo de voluntarios y colaboradores el aporte realizado por alumnos de la carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires, cuya práctica focaliza en la realización de un diagnóstico comunitario, mapeando actores y recursos existentes a nivel local.
Finalmente, la formación en derechos es la política trasversal en este proceso que promueve la toma de conciencia, y las prácticas consecuentes, respecto del derecho al acceso al trabajo, la salud y la educación como factores de inclusión social.
En cuanto a los objetivos tendientes a generar un espacio de educación integral dirigido a jóvenes en situación de vulnerabilidad, basado en la promoción de derechos y la capacitación cultural, éstos se han medido cuantitativamente en relación con la cantidad de participantes y su nivel de implicación, alcanzándose un 80% de jóvenes participando de los encuentros y un 70% que logran mantener su vínculo con la organización hasta el fin en los talleres. Asimismo, se han realizado evaluaciones cualitativas a través de indicadores indirectos, que dan cuenta del alcance del resultado esperado en cuanto a los jóvenes capacitados en Informática, música, comunicación y diseño y del efecto multiplicador de los jóvenes en sus barrios, lo cual implica cambios en las conductas y actitudes de la población hacia los sectores juveniles marginados.
Con respecto a la capacidad institucional, el uso y la asignación y de los recursos, se ha logrado aumentar en un 50% los espacios de interacción entre talleristas, coordinadores y responsables de cada área mediante encuentros planificados de modo sistemático, posibilitando reconocer límites y oportunidades específicas.
Finalmente, en cuanto a la articulación con diferentes actores e instituciones, se ha logrado aumentar la cantidad de jóvenes con redes de contención en el acceso a la salud y a la educación y se han establecido acuerdos con la Red sobre la problemática de la inclusión socio laboral de los jóvenes beneficiarios.
La práctica implementada desde la Casa de Cultura y Oficios utiliza recursos aportados o donados por particulares, así como también cuenta con recursos provenientes del Estado (tales como el inmueble o las becas del Programa Prevención del Delito), optimizando su eficacia y eficiencia a través del trabajo de sus coordinadores, profesores y talleristas que garantizan una importante contraprestación voluntaria en recursos humanos.
En ese mismo sentido los procesos educativos vividos por los jóvenes en el desarrollo de actividades de arte, oficios y capacidades en el ejercicio de la ciudadanía hacen sostenible el proyecto y favorece las políticas de prevención del delito que trabajan en cooperación con la casa a través de las derivaciones de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF) desde la ejecución del proyecto A la salida. Es destacable señalar que algunos jóvenes que participan desde el inicio en los talleres hoy son ayudantes de los docentes, replicando de este modo su aprendizaje con otros beneficiarios y aportando recursos humanos tanto a los talleres como al mantenimiento y cuidado del espacio.
De este modo, la integración de los y las jóvenes es un eje central en el proceso, desde los talleres de derechos que promueven actitudes ciudadanas y donde se trabaja la identidad y en contra de la discriminación. Asimismo, los talleres de música y otras actividades culturales juegan un rol central al promover la comunicación y el trabajo colectivo sobre las problemáticas centrales expresadas a través de distintas herramientas artísticas.
Finalmente, consideramos que el impulso de emprendimientos productivos es el punto central que permitirá facilitar el proceso de inclusión social de los y las jóvenes y adolescentes de La Casa. La viabilidad y factibilidad de esta última etapa estará dada por garantizar una lógica de gestión que involucre los principios de justicia y equidad de la economía solidaria como modo de proteger los procesos a través de la participación en redes de comercio justo y demás formas de comercialización y distribución propias de esta formas de economía.
Hemos aprendido y consensuado como modo de acción entre quienes integramos este colectivo, que la inclusión depende de procesos educativos complejos e integrales que sólo pueden ser sostenidos dando respuestas tanto desde la contención, asistencia y asignación de recursos como desde la capacitación y la participación directa de los involucrados en el proceso de gestión de manera gradual.
Por tal motivo, la red de organizaciones que participa de La Casa toma como criterio político central la integración a través de las prácticas culturales y la recuperación del valor del trabajo como herramienta de transformación personal y colectiva.
Asimismo, al trabajar en red con organizaciones ligadas directamente al trabajo con población en situación de calle, como el SERPAJ, o con jóvenes en situación de egreso de institutos por causas penales o problemas de adicción (como el proyecto A la Salida) nos permitió aprender sobre las intervenciones más adecuadas con este perfil de jóvenes, sus tiempos y procesos, a fin de definir las estrategias más adecuadas para integrarlos en la propuesta.
La integralidad y la asociatividad son ejes fundamentales en este proceso debido a que el acompañamiento de los y las jóvenes y adolescentes desde varios aspectos (acceso a la educación, a la salud y al trabajo) como la formación en derechos y el fomento de espacios de recreación colectiva son parte de la vida cotidiana de los chicos y chicas que asisten a La Casa.
Para mejorar o transferir la experiencia evitaríamos iniciar prácticas centradas sólo en procesos educativos que no contemplen la asistencia directa, puesto que lo asistencial, bien encaminado, conduce a lo promocional. Por otra parte, definiríamos con mayor precisión los criterios de incorporación de voluntarios, ya que, inicialmente, se sumaban a la propuesta personas que, aunque bienintencionadas, luego no podían sostener su participación, lo que impacta negativamente en los jóvenes que ya han sufrido otros abandonos.
La práctica se ha nutrido en un principio de la experiencia de los cinco años de trabajo comunitario de la Asociación Miguel Bru a través de talleres de comunicación y oficios como electricidad, panadería, radiofonía infantil, prevención de conductas de riesgo, fotografía, periodismo, género, derechos humanos, plástica y derechos de la infancia dirigidos a niños y niñas, adolescentes y adultos y adultas de Isla Maciel, una populosa villa del Partido de Avellaneda en Buenos Aires. También, de la experiencia de trabajo de las demás organizaciones asociadas a la Casa de Cultura y Oficios, especialmente en cuanto a su trayectoria de trabajo con jóvenes de barrios carenciados (como en el caso del proyecto Bajo Flores), con niños y jóvenes en situación de calle y estrategias de supervivencia (como el proyecto Ocupa calles de SERPAJ) y con jóvenes que han estado institucionalizados (como el proyecto A la Salida)
La experiencia puede replicarse en otros barrios que concentran índices de pobreza y marginalidad que afectan especialmente a los jóvenes en sus posibilidades de inserción social y productiva, promoviendo la generación de espacios que traspasen las fronteras de cada villa, influyendo a beneficiarios de barrios cercanos, apuntando a romper el encierro en sus propias comunidades y la falta de accesibilidad a recursos que no llegan a los lugares donde habitan.
Para ello, se hace necesario fortalecer los entramados institucionales y locales, a fin de favorecer la consolidación de redes centradas en la temática de adolescencia y juventud en riesgo social que posibilite replicar este tipo de experiencias.
Socio | Año 1 | Año 2 | Año 3 | Total |
Asociación Miguel Bru | 80% | 60% | 60% | 4.320 |
Asociación Bajo Flores | 20% | 40% | 40% | 2.380 |
Total | 1.500 | 2.600 | 2.600 | 6.700 |
Cifras en dólares estadounideneses
La presente experiencia ha sido apoyada por diversos programas del Estado Nacional y local vinculados a la prevención del delito y la asistencia a sectores socialmente vulnerables, tal como se ha señalado en relación con la gestión de becas para los jóvenes y subsidios para parte del equipamiento del inmueble y realización de reformas y pintura en el mismo, así como el comodato de dicho inmueble, sin el cual no contaríamos con el espacio físico necesario para desarrollarlo.
Destacamos especialmente el apoyo del Plan Nacional de Prevención del Delito que desde la gestión de la ciudad apoya no sólo con las becas sino con capacitación en la temática para quienes trabajamos con los jóvenes, apuntando a una real reinserción de adolescentes que han estado institucionalizados y a la disminución de índices de delitos ligados a la falta de oportunidades de inclusión social.
Finalmente, la experiencia se enmarca en la nueva Ley de Protección Integral de Niños y Adolescentes en cuanto a la promoción de derechos y la tendencia a la no institucionalización de niños y jóvenes por causas sociales, que debieran ser acogidos por sus familias y sus comunidades, fortaleciéndose las redes de contención social comunitarias.
Buenas Prácticas > Concurso Internacional > 2008 > http://habitat.aq.upm.es/dubai/08/bp2178.html |