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País/Estado — Filipinas
Región según Naciones Unidas — Asia
Región ecológica — tropical y subtropical
Ámbito de la actuación — pueblo
Agentes — institución académica o de investigación; agencia internacional; gobierno local; sector privado; organización no gubernamental (ONG)Categorías — Erradicación de la pobreza: generación de ingresos; creación de puestos de trabajo. Servicios sociales: grupos vulnerables (incluyendo a las mujeres). Gestión ambiental: reducción de la contaminación; incentivos para una gestión responsable; gestión de recursos.
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Street Anos , Los Baños, Laguna, 4030, Philippines Telephone +63-9194717796 Fax +63-49-5365785E-mail: agtechphil@yahoo.com
Street 73 Mariano Ponce St, Tayabas City, 4327, Philippines Telephone +63-09212161213E-mail: joji_labb@yahoo.com
Los productores de cocos más desfavorecidos tienen sus explotaciones en las áreas montañosas, que suponen el 30% de la superficie la región (alrededor de un millón de hectáreas), ganando no más de 200 dólares anuales. El Instituto de Sistemas de Producción Agrícola y Recursos del Suelo, junto a otras organizaciones locales e internacionales, ha desarrollado un proyecto dirigido a mejorar la vida de una parte de este colectivo, concretamente de los residentes en las laderas del Monte Banahaw, situado en la provincia filipina de Quezon.
Aunque la electricidad no llega a las tierras situadas en la parte alta de la montaña, estas zonas sí cuentan con otros recursos: ríos, arroyos, y miles de millones de cáscaras de coco que normalmente se queman o son abandonadas para que se pudran. El proyecto usa la energía de las corrientes de agua para generar electricidad que se suministra a una central de recarga de baterías. También se han distribuido lámparas eléctricas con sus correspondientes baterías para facilitar la iluminación de las viviendas familiares dispersas en la montaña, mejorando así la calidad de vida de sus habitantes.
Como los beneficiarios son agricultores pobres cuyos ingresos son muy limitados, el proyecto ha desarrollado un sistema alternativo de pagos. Les han enseñado a procesar la cáscara de los cocos para convertirla en fibra usando el equipo adecuado. La fibra así producida se convierte en la moneda de cambio con la que pagan la recarga de las baterías, y si producen fibra de más, pueden venderla por dinero real a empresas con las que ya existe un contrato. Esta nueva forma de ganarse la vida puede triplicar sus ingresos, mientras que la organización del trabajo garantiza la sostenibilidad del proyecto.
En este momento ya se ha puesto en marcha la central hidroeléctrica de carga de baterías, se han distribuido las baterías y sistemas de iluminación y los beneficiarios han recibido formación en el tratamiento de la fibra de coco. También se ha distribuido y se ha instalado la maquinaria necesaria para el proceso, y los residentes ya están produciendo tejido de fibra de coco. Ahora mismo el objetivo es extender el programa a otras zonas.
Hay aproximadamente 200.000 familias que cultivan coco en las áreas montañosas del país, todas ellas con ingresos anuales que no alcanzan los 200 dólares. Al estar establecidos en áreas remotas, no tienen acceso a la electricidad, y debido a su pobreza se ven forzados a realizar actividades que resultan dañinas para el medio ambiente como agricultura de roza y quema, producción de carbón vegetal y talas ilegales.
La primera acción emprendida fue llevar luz y proporcionar sustento a las familias. Tras una serie de reuniones y consultas con los beneficiarios, ellos mismos decidieron cuales eran sus necesidades más prioritarias. Las reuniones fueron organizadas con la ayuda de una ONG local, que se encargó de que ningún grupo social fuera excluido. Después de definir cuales serían las primeras actuaciones, los líderes que los propios beneficiarios eligieron participaron también en la planificación detallada de la ejecución del proyecto.
Los objetivos del proyecto son los siguientes:
Durante el inicio del proyecto (2004-2005) las investigaciones, consultas y reuniones con los beneficiarios fueron financiados por la Universidad, contando más tarde con apoyo desde el sector privado, con la empresa LAMBS. La Universidad y LAMBS se hicieron cargo de la investigación, la construcción de los prototipos y la maquinaria, cargando con los costes hasta 2006, año en el que el Banco Mundial donó los fondos que permitieron poner en marcha el proyecto piloto. La Universidad se encargó de la administración de los fondos que se usaron para trasladar e instalar materiales y equipo y para formar al personal. Los miembros de la comunidad participaron trabajando como voluntarios durante la construcción y puesta en marcha de la instalación. Con respecto a la formación, se ofreció a todos los interesados, hombres mujeres y niños, y también se puso especial cuidado en que las nuevas actividades generadoras de ingresos pudiesen ser desarrolladas tanto por hombres como por mujeres. La ONG asociada LABB fue la encargada de la organización del personal, así como de la supervisión y evaluación de las actividades. El gobierno local, aprovechando la organización política del pueblo, también contribuyó alentando a los líderes locales a que apoyaran y participaran en la iniciativa. Ambas partes están de acuerdo en que el proyecto debe continuar y expandirse, de hecho LABB seguirá siendo responsable de su gestión hasta que los miembros de la comunidad puedan dirigirlo por sí mismos.
Debido a que este proyecto fue ideado conjuntamente entre la Universidad, las distintas organizaciones asociadas y los propios beneficiarios, ha habido muy pocos problemas durante su ejecución. El principal obstáculo al que hubo que enfrentarse fue el remotísimo emplazamiento del lugar de la actuación, que dificultó mucho el traslado de materiales y equipo, así como el transporte de vuelta al mercado de la fibra ya tratada. LAMBS, que diseñó las piezas del equipamiento, lo hizo en partes pequeñas para facilitar su transporte. La ayuda de la comunidad fue indispensable para resolver el problema, ya que sus miembros fueron quienes llevaron el material, usando tracción humana y animal (caballos), además de colaborar con su trabajo en la construcción del almacén y el pequeño dique. Como se acordó en la primera fase del proyecto, los miembros de la comunidad serán los dueños del equipamiento una vez puesto en marcha, así que están dispuestos a ayudar en lo que sea con su trabajo.
Otra de las cuestiones que surgió fue quién recibiría en primer lugar el sistema de iluminación, y se resolvió permitiendo que la comunidad tomara su propia decisión. El criterio, aprobado tras ser sometido a votación, fue que los más pobres fueran los que antes lo recibieran. Igualmente se eligieron y votaron los líderes que se encargarían de poner en práctica los posteriores acuerdos.
La ONG local LABB, que la comunidad ya conocía y en la que confiaba, se ocupó de la organización de los recursos humanos y de ofrecer asesoramiento general sobre temas que necesitaban ser resueltos. Durante la ejecución, e incluso en la fase de ideación del proyecto, se tomó en consideración y se consultó con regularidad a todos los habitantes de la comunidad, ya fueran hombres, mujeres, niños o ancianos, a través de reuniones periódicas.
LABB supervisó también la evaluación del proyecto. Los habitantes eligieron a una persona entre ellos para que se encargara de detallar y llevar la cuenta en varios aspectos materiales como cuántas veces se cargaban las baterías, cuanta fibra se producía y a cuánto debía venderse, y llevara un registro con toda esta información. LABB comprobaba mensualmente los datos, para asegurar la fiabilidad de la información y contrastarla con sus propios datos, como por ejemplo la cantidad total de fibra vendida, etc. Por otro lado, la Universidad controla la venta de la fibra, siempre con el consentimiento del encargado y de LABB.
En el momento actual, mayo de 2007, 25 hogares tienen ya iluminación, y 40 se ganan la vida con la fibra de coco. Las bombillas permiten que los niños lean por la noche, y la venta de fibra de coco ha triplicado sus ingresos, permitiendo que abandonen las actividades perjudiciales para su entorno. El objetivo del proyecto es extenderse al menos a otras 100 familias en 2008.
Las acciones de la comunidad y las organizaciones asociadas se coordinaron gracias a un consenso en cuanto a los objetivos, logrado a través de procesos participativos en la toma de decisiones y en la ejecución del proyecto.
Aunque el proyecto no ha conseguido cambiar la política a nivel local o nacional, otras organizaciones sí que han adoptado su enfoque. La Autoridad Cocotera Filipina de la región empezó a adaptar este sistema para sus propios programas de desarrollo de fibra, a través del representante de la Región 4, Edilberto de Luna, que decidió seguir el ejemplo de la iniciativa. También el gobierno municipal y miembros del congreso provincial apoyan el proyecto y han aportado maquinaria y equipos.
Tanto los beneficiarios directos como el gobierno local se han enriquecido con la experiencia. Además de aumentar su conciencia ambiental, han experimentado las ventajas de la participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones y han aprendido a utilizar herramientas de evaluación de la participación. También los propios residentes han aprendido a valorar sus recursos, sus problemas y sus oportunidades para sacarles provecho.
Las acciones emprendidas han tenido la ventaja de poder basarse en experiencias que otras organizaciones habían llevado a cabo relacionadas con la iluminación de hogares en algunos casos y con el desarrollo de fuentes alternativas de ingresos en otros. Se dieron cuenta de que simplemente dándoles algunos servicios mínimos como la iluminación eléctrica no arreglarían el problema ya que no podrían mantenerlos. Lo que se hizo fue unir y combinar varios conceptos manejados por otras organizaciones para conseguir tanto acceso a los servicios como una forma de mantenerlos. Sabiendo que la vida útil de las baterías no duraría para siempre, y que todo el equipamiento iba a necesitar recambios y mantenimiento, era necesario encontrar algún modo para financiarlo. Como los destinatarios del proyecto no disponían de dinero para pagarlo, se buscó una actividad que pudieran desempeñar y que les permitiera ganarse un salario. Esta iniciativa combinó de forma eficaz las experiencias de otras organizaciones en proyectos de servicio, de acceso a un salario estable, y técnicas y de formación (hidroeléctricas y de tratamiento de fibra).
A todo lo anterior se añade la intención de repetir el proyecto en otras zonas, para lo que se han llevado a cabo varias actividades de difusión de la información como exposiciones y jornadas de puertas abiertas, con el objetivo de que más personas y organizaciones conozcan el proyecto. También se han organizado visitas para asociaciones y grupos que puedan estar interesados en reproducir la experiencia en las que se les explica cómo se ha implementado todo el proceso, y se ofrece apoyo y asesoría técnica a cualquier organización que decida hacerlo.
En la actualidad, el mismo equipo está ampliando el proyecto a otros 10 pueblos de la zona. De forma independiente, pero con asesoramiento técnico del mismo equipo original, otras asociaciones como la PCA y la oficina del Congresista Enverga (del cuarto distrito de la provincia de Quezon), están también llevándolo a cabo. El grupo se encarga de la formación de los beneficiarios y también de poner en contacto a las organizaciones con los proveedores de servicios técnicos y con el mercado de salida de los productos de fibra de coco.
Si este proyecto ganara el premio, el dinero obtenido se destinaría a exportar el proyecto a otras islas de Filipinas, en sitios estratégicos que sirvieran de foco para extender el proyecto a la totalidad del territorio.
Aunque el proyecto no cuenta con apoyo político oficial, ya sea a nivel local, regional o nacional, la línea de trabajo de algunos gobiernos locales sí que ha adoptado su enfoque. El municipio de Tayabas, a través de su alcalde, quiere implantarlo en todo su territorio. También el congresista encargado de la cuarta región de la provincia de Quezon apoya la iniciativa y ha conseguido la equipación inicial para llevarlo a cabo en tres localidades cercanas a Tayabas. El Director General de la Autoridad Cocotera Filpina de la región IV también ha ofrecido su respaldo y está interesado en repetir la experiencia del procesado de fibra en otras cinco provincias de la región. Por último, durante todo el proceso tanto la Universidad de Filipinas como la ONG asociada LABB han prestado su ayuda a través de programas de formación y de asesoría técnica en cada una de las etapas del proyecto.
Maria Leah J. Baroña-Cruz (Octubre 2007) «Proyecto de energía no contaminante gana un premio ambiental. [Clean power project wins environment prize.]», The UPLB Horizon,
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Doug Allsop (9 de Mayo de 2007) «El proyecto El río, la fibra y la energía gana el premio St. Andrews 2007 [River, fiber and power proyect wins 2007 St. Andrews prize for the environment]», the St Andrews Prize for the Environment , Disponible en www.thestandrewsprize.com/press/winner_09_05_07.htm, consultado el 6 de marzo de 2010
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(Mayo de 2006) «Fibra y la energía: lleInstituto de sistemas de producción agrícola y recursos del sueloInstituto de sistemas de producción agrícola y recursos del suelovando luz y vida a las granjas cocoteras necesitadas [Fiber and Power: Bringing Lights and life to poor coco farmers]», World Bank Competition, Project summary, pag. 23, Disponible en www.panibagongparaan.com/pp06/pdf/media/Project_Summaries.pdf, consultado el 6 de marzo de 2010
D.D. Manalo (15 de febrero del 2006) «Energía hidroeléctrica y fibra de coco: El negocio de llevar luz y vida a los cocoteros pobres de las zonas montañosas. [River power and coconut fiber: The business of bringing light and life to poor coconut farmers in mountainous areas]», Business in Development, Disponible en http://www.bidnetwork.org/person-15114-en.html, consultado el 6 de marzo de 2010
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