Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas
patrocinado por Dubai en 2006, y catalogada como
GOOD.
(Best Practices Database)
País/Estado — Argentina
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — montañosa
Ámbito de la actuación — barrio
Agentes — fundación
Categorías —
generación de ingresos: formación profesional.
Servicios sociales: educación; salud y bienestar; acceso igualitario a los servicios sociales (especialmente para las mujeres); grupos vulnerables (incluyendo a las mujeres).
Vivienda: vivienda asequible; industria de la construcción; mejora y modernización de asentamientos precarios; materiales de construcción y tecnología constructiva; acceso igualitario a la vivienda y su propiedad.
Contacto Principal
Fundación Ruta 40, arte y cultura en Patagonia — fundación
Arquitecto Roberto
Navarro [robertonav@bariloche.com.ar]
Alejandra Nussbaum
María Cristina
Acaj
Yanina Navarro
Rivadavia 580
San Carlos de Bariloche
CP 8400, Rio Negro
Argentina
Esta iniciativa se basa en una experiencia de intervención técnica con un grupo de 22 familias necesitadas que viven en una zona propensa a riadas en precarias viviendas que carecen de servicios básicos y que están asentadas sobre terrenos de propiedad del Estado Argentino.
Con la asistencia técnica del Ayuntamiento de San Carlos de Bariloche, estas familias han conseguido que se les otorguen los terrenos adecuados para instalarse de manera permanente.
Ha sido el propósito de esta experiencia generar a través de un proceso de participación y organización comunitaria, la solución al hábitat, es decir, un diseño cooperativo de vivienda y del barrio que las rodea, tomando en cuenta el conocimiento de cada participante, la transferencia de instrumentos técnicos que favorecen la conceptualización del conocimiento aprendido y la incorporación de otros para obtener un hábitat adecuado y apropiado a las necesidades de estas familias, respetando el ambiente natural y social, consolidando el tejido urbano y favoreciendo su inclusión social en la comunidad local.
El principal logro que queremos compartir acerca de esta práctica es el proceso de diseño cooperativo. Esto significa un reto tanto del punto de vista técnico como social.
No sólo el diseño del proyecto en sí mismo y la organización grupal han sido notables dentro del proceso, también ha sido positivo el valor dado a la relación Estado-sociedad civil.
- 18 de Febrero de 2003 — Primer contacto con el grupo.
- 30 de Octubre de 2003 — Ley que adjudica los terrenos para edificar.
- Mayo de 2004 — Inicio del taller de diseño participativo de viviendas.
- Noviembre de 2004 — Fin del taller. Se envía el proyecto a entidades estatales para conseguir financiación
- Diciembre de 2004 — Obtención de la financiación para la construcción de viviendas siguiendo el diseño cooperativo.
- Grupo social afectado: 22 familias con un alto nivel de Necesidades Básicas Insatisfechas (NIB) en riesgo social y ambiental.
- Necesidad de instalarse de forma permanente en un emplazamiento adecuado para vivir.
- Interés por parte del gobierno local en conseguir un proceso consensuado con la comunidad.
En primer lugar hemos considerado prioritario el establecimiento de relaciones de confianza y a partir de ahí se han generado los pasos para la búsqueda de acciones conjuntas destinadas a satisfacer las necesidades reales del grupo.
La tarea realizada, desde la perspectiva del hábitat, ha significado un proceso de ida y vuelta entre la comunidad y el individuo, con ambas dimensiones en constante interacción durante el proceso.
Las prioridades acordadas durante el trabajo grupal han sido las siguientes:
- Una primera etapa de análisis desde el punto de vista físico. Reconocimiento del terreno, mediciones topográficas, niveles de insolación y de ruido, análisis ambiental. Debido a las grandes diferencias topográficas en el terreno donde las casas serían construidas (la diferencia de cota es de 11 metros), se decidió desde el principio la elaboración de una maqueta.
- Una segunda etapa implicó el análisis funcional de las viviendas y de sus equipamientos específicos.
- La tercera y última etapa consistió en la elaboración de prototipos de viviendas de 1, 2 y 3 dormitorios.
El equipo técnico determinó dos vías de acción:
- Apoyar el grupo sólo en el proceso de construcción de las infraestructuras del nuevo asentamiento. Luego comenzar con el traslado de las familias junto con sus precarias casas de madera hasta completar el traslado de las 22 familias.
- Consolidar el mismo proceso de cooperación dentro de un taller de diseño de viviendas. Al mismo tiempo, conseguir los fondos necesarios para su construcción.
Estas dos alternativas se presentaron al grupo y por unanimidad resultó elegida la segunda. El objetivo entonces fue, por una parte, conseguir un diseño que reflejara tanto las necesidades individuales como las colectivas y por otra obtener un producto final a través del cual poder conseguir la financiación necesaria.
Esta experiencia básicamente cuenta con recursos provenientes del Ayuntamiento y la sociedad civil. La Iglesia también ha prestado apoyo ya que durante 10 meses las reuniones se celebraron en los locales de la capilla Ñireco, cerca del lugar de residencia de estas 22 familias.
- Grupo de apoyo de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA): asesoría y apoyo político.
- Técnicos de obras públicas: asesoramiento técnico en planeamiento urbano y servicios.
- El grupo ‘Las 22 familias’: principales agentes en este proceso, encargados de su ejecución.
- Técnicos del Departamento de Promoción Social (arquitecto y trabajador social): apoyo técnico a las 22 familias del grupo en relación a los asuntos técnicos y de organización comunitaria a lo largo de las diferentes etapas del proceso.
- Técnicos del gobierno nacional: dos profesionales del Ministerio de Desarrollo Social realizan el control del diseño cooperativo y de las prácticas comunitarias.
- Ayuntamiento de San Carlos de Bariloche: salarios de los técnicos y profesionales;
aporte base para el desarrollo de talleres.
- Las 22 familias del grupo: contribución propia obtenida a través de diferentes eventos.
Este trabajo se ha realizado a través de reuniones semanales de tres horas en forma de taller.
El proceso de diseño cooperativo básicamente se ha resumido en una transferencia de instrumentos y conocimientos destinados a construir en conjunto un proyecto en varios prototipos de viviendas capaces de dar una respuesta a las necesidades del grupo.
El primer gran inconveniente fue la dicotomía entre la urgencia de resolver el problema del grupo y la propuesta para llevar a cabo esta solución de manera cooperativa, asunto que requirió más tiempo y compromiso por parte de los implicados del que inicialmente se pensó. La metodología de diseño cooperativo se hizo efectiva a través de análisis críticos y de un acuerdo de trabajo entre el equipo técnico y el grupo.
Una vez alcanzado el acuerdo, se enfrentaron los siguientes desafíos metodológicos:
- Teniendo en cuenta que, no sólo estas familias, sino que sus ascendientes durante muchas generaciones han vivido en precarias viviendas de madera, esto es, cerramientos de madera o material reciclado, techos de cartón, revestimientos interiores de fieltro asfáltico, piso desnudo, sin cuartos de baño, en un espacio promedio de 18m2, se ha tenido que realizar un ejercicio de concienciación y de reconocimiento de las verdaderas necesidades de las familias en un hábitat saludable que incluya no sólo la propia vivienda sino también el conjunto urbanizado, el entorno ambiental y social (cuánto espacio necesito para moverme, qué actividades puedo realizar dentro de la vivienda, cuáles puedo realizar fuera, etc.).
- Apoyar la participación del grupo durante todo el proceso. A tal fin se han establecido reglas internas de funcionamiento que hacían explícitos los deberes y derechos de cada participante. Se han establecido cláusulas de penalización por el incumplimiento de los compromisos acordados. Estas normas se han creado en talleres y fueron acordadas por consenso.
- Otro aspecto importante fue la introducción de diversas estrategias de participación (asunción de roles y funciones).
Este proceso se llevó a cabo por etapas, que comenzaron con el reconocimiento del terreno, luego el análisis funcional de la vivienda a través de una fase de agrupamiento de las diferentes funciones dadas a una unidad de vivienda y finalmente, la realización específica del proyecto en papel a fin de socializarlo y para obtener la financiación necesaria para construirlo.
- Apropiación del proyecto por parte del grupo.
- Apropiación de las técnicas de construcción y de los procedimientos de organización a través de la autogestión del grupo para conseguir recursos organizativos y financieros y de la conceptualización y comprensión de nociones de diseño urbano y residencial.
- Creciente participación en lo que respecta al número y nivel de los talleres: un promedio de 10 familias comenzaron participando de las 22 que finalizaron el proyecto. Al principio sólo se escucharon las voces de los hombres, líderes naturales de la comunidad, pero a lo largo del proceso se ha observado que las intervenciones principales procedían de las mujeres, las que más tarde discutían problemas y dudas.
- Participación de los niños. Al menos un miembro de cada familia asistió a los talleres acompañado por sus hijos. Sumando, en cada taller hubo cerca de diez niños de edades comprendidas entre los 5 y 14 años. Frente a esto, se decidió incluirlos en el desarrollo del taller donde los niños cumplían las mismas tareas que sus padres. Los resultados obtenidos fueron productos de gran calidad gracias a la apropiación del proceso por parte de los niños y la consecuente integración familiar.
Luego algunos roles principales fueron asumidos por los niños como coordinar durante algún tiempo las reuniones y llevar el registro escrito de las mismas.
- Integración social, autoestima: A partir del proceso que los participantes vivieron se observaron varios cambios con respecto a su relación con el resto de la comunidad: el grupo comenzó a participar a través de representantes en las reuniones coordinadas con otras organizaciones e instituciones comunitarias (escuela, centro de salud, juntas de barrio). Al mismo tiempo, el grupo comenzó a relacionarse con otros colectivos de la comunidad, intercambiando visitas.
La base de este proceso ha sido la capacidad de interpretar las necesidades del grupo. Más de una vez el motivo principal de las reuniones fue modificado, por ejemplo, cuando aparecían cuestiones relacionadas con los traslados, cuando algunas familias faltaban a las reuniones, o cuando cualquier otro tema, debidamente evaluado por el equipo técnico, merecía ser tratado. Sin embargo, esto implicó retrasos en el proyecto final.
Creemos que la sostenibilidad del proceso se encuentra en estas consideraciones principales:
- Trabajo sobre las necesidades sentidas por el grupo. Ser capaz de interpretar en todo momento lo que el grupo demanda.
- Sentar las bases de un acuerdo de trabajo en el que de una manera muy clara cada uno de los agentes conociera sus correspondientes compromisos y contribuciones al proceso, y qué podría esperarse de los demás. Respeto por los enfoques diferentes y las diferencias culturales. Apropiación de conocimientos diversos tanto técnicos como populares, y su articulación para conseguir resultados de calidad.
- Lograr la integración social a través de la presentación de informes y la participación de otros agentes sociales en el proceso. Gente de asentamientos vecinos (comerciantes que pensaron en que se verían perjudicados por el asentamiento de las nuevas familias), terminaron cooperando e intercambiando conocimiento y recursos útiles para ambos.
- Conseguir un proyecto que consolide el tejido urbano, desde los aspectos sociales y urbanos proporcionando un hábitat saludable, respetando el entorno natural, superando las estrategias habituales que generan espacios pobres para los pobres, reproduciendo la exclusión social.
- El proceso de cooperación es un factor generador y capacitador para una nueva relación cultural entre la sociedad civil y el Estado que se mueve desde una situación de dependencia hacia una de autogestión.
- Primera lección: establecer un vínculo de confianza y respeto entre los equipos técnicos y el grupo es el pilar fundamental sobre el que se debe apoyar cualquier proyecto comunitario. Todo el tiempo se construye a partir de la verdad, en las buenas y en las malas. La comunidad sigue reconociéndonos la función que hemos desempeñado, a pesar de que hace ya años que nos ocupan otros proyectos.
- Segunda lección: los procesos cooperativos demandan mucho tiempo, tanto para los equipos técnicos como para la comunidad. Este es un punto crítico en el momento de intentar resolver problemas de subsistencia ya que muchas veces se prefiere una rápida respuesta exterior antes que verse envueltos en una tarea que requiere esfuerzo y compromiso. Esto significa un cambio en una cultura arraigada en un relación paternalista entre el Estado y la sociedad civil.
- Tercera lección: es necesario sistematizar y dar participación a las 22 familias beneficiadas en este proyecto en cualquier proceso que pretenda replicar esta experiencia permitiéndoles guiar a otras comunidades con las mismas necesidades.
- Cuarta lección: la participación de los propios beneficiarios en todas las fases del proyecto, incluyendo la elección del terreno, el diseño de las viviendas y su ejecución material, con el asesoramiento técnico de expertos, lleva a la apropiación y compromiso de los implicados en el proyecto comunitario. Esto significa un paso adelante en relación a las actuales políticas en la materia, implicando que es también posible una intervención metodológica por parte del Estado, que es el que, en definitiva, debe preocuparse de estos asuntos.
En relación con la transferencia del conocimiento, es muy útil la publicación periódica de un boletín, donde no sólo se comunican los avances del proceso, sino que también se incluyen anécdotas, historias y narraciones, todas válidas en un proceso que no pone el énfasis en el producto final sino en el propio proceso.
La única manera en que el grupo se apropia de sus viviendas, haciéndose cargo de ellas, siendo capaz de cuidar de ellas, haciéndolas confortables y protegiéndolas ha sido por un lado a través de una permanente transferencia de conocimientos y, por otro, un análisis crítico de la realidad.
Así, en el camino desde la dependencia de la asistencia pública hacia la promoción se encuentra la verdadera transferencia.
Este trabajo podría haber carecido de valor si el proyecto final hubiese sido construido más adelante a través de una licitación pública donde el grupo hubiera sido un mero espectador.
El hecho de que este proceso forme parte de un sistema mixto donde los recursos financieros para la construcción de las viviendas derivan del Estado pero el trabajo en sí mismo es proporcionado por las familias beneficiarias, hacen que el proceso tienda al éxito.
Lo que los beneficiarios valoran más es que lo que se ha producido ha sido hecho con sus propias manos, con sus alegrías y temores, equivocaciones y aprendizajes, todo parte de la vida misma.
Esta práctica de trabajo comunitario se ha desarrollado dentro de un marco ideológico y estratégico proveniente del Plan Territorial, política del Ayuntamiento de San Carlos de Bariloche, Departamento de Promoción Social y Juventud, cuyo objetivo principal ha sido llevar a cabo «desde una perspectiva territorial los proyectos y programas, favoreciendo de esta manera la identidad de los barrios y los lugares de pertenencia. Democratizar, organizar y dar poder a las organizaciones de base...garantizar que las propuestas vienen de abajo hacia arriba
».
En lo que respecta a las políticas de vivienda, creemos que este caso es una prueba de una de las más valiosas alternativas para hacer frente al déficit habitacional, crónico en nuestro país.
El ejemplo de otros planes oficiales de construcción de viviendas diariamente nos muestra de qué manera la intervención paternalista del Estado falla muchas veces desde el principio. La vivienda social concebida desde un escritorio ha contribuido en repetidas ocasiones a crear tristes escenarios urbanos y proyectando suburbios grises que son reproducidos conteniendo lugares comunes que terminan siendo de nadie, lugares muchas veces irrecuperables. Los espacios verdes terminan siendo lugares áridos en la medida de que no contienen pertenencia, no hay apropiación de los espacios por parte de los habitantes. Esta práctica tiene por objetivo revertir esta realidad.