Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas
patrocinado por Dubai en 2004, y catalogada como
GOOD.
(Best Practices Database)
País/Estado — Colombia
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — continental
Ámbito de la actuación — ciudad
Agentes — organización de base comunitaria (OBC).
Categorías —
Vivienda: propiedad del suelo y seguridad; acceso igualitario a la vivienda y su propiedad.
Ordenación territorial: planeamiento y calificación del suelo; incentivos al desarrollo; conservación de espacios libres; igualdad de derechos de propiedad y herencia (especialmente para las mujeres).
Contacto Principal
Asociación Vecinal El Manantial — organización de base comunitaria (OBC)
Melida Herrera Ortiz, presidenta
Carlos Julio Arenas Herrera, arquitecto
Cra. 28b No. 195-17
Urbanización El Manantial
Floridablanca, Santander
Colombia
Organización Nominadora
Fundación Habitat Colombia, Foro Iberoamericano y del
Caribe de Mejores Prácticas — fundación
Lucelena Batancur
Carrera 13 No. 5283 Edificio Inurbe piso 1
Bogotá, Colombia
Web: http://www.fundacionhabitatcolombia.org/
Socio
Berta Bernal — cabeza de familia
Cra. 28B No. 195-30
Urbanización El Manantial
Floridablanca, Santander
Colombia
Tel: +57 (7) 6480872
El propósito de esta iniciativa era conseguir viviendas dignas para un
grupo de personas que han sido capaces de asociarse y compartir esfuerzos como el
desafío de obtener suelo donde construirlas y la responsabilidad de
liderar y desarrollar toda una infraestructura técnica y social que
les permitiera disfrutar de un barrio de alta calidad, con todos los
beneficios y servicios de cualquier estrato social.
- De abril a junio de 1996 — Búsqueda y selección de un terreno
que cumpliera todos los requisitos.
- Mayo de 1997 — Colocación de la primera piedra: construcción del
campamento y del almacén.
- Novimebre de 1997 — Finalización de los movimientos de tierras y
comienzo de la cimentación (dudas sobre la posibilidad de cumplir el
plazo previsto).
- Febrero de 2001 — Finalización de la construcción de los núcleos
(muy próximos ya al objetivo planteado).
- Noviembre de 2001 — Entrega de las viviendas a los asociados (se
tenía la voluntad, se hizo el esfuerzo y finalmente se consiguió).
La situación del país ha producido una escasez de viviendas,
especialmente para las clases y familias más desfavorecidas, que no
pueden acceder a una propia vivienda. La solución era asociarse con
otros para compartir responsabilidades y gastos con el fin de ser capaces de
pagar una vivienda digna de bajo coste.
- Surgimiento de un líder: una mujer con experiencia y a quien los
asociados podían identificar con su proyecto.
- Búsqueda y selección del terreno donde construir.
- Definición de las estrategias de pago para obtener el terreno.
- Búsqueda y contratación de un arquitecto para proyectar y
dirigir las obras de construcción de las viviendas.
- Puesta en marcha del proceso de auto-construcción para minimizar
los costes, aprovechando el tiempo libre de los asociados en los fines
de semana.
- Implicación de las instituciones del Estado a través de recursos
económicos y humanos.
El coste de los servicios públicos suponía un problema pero se
recabaron recursos municipales y apoyo del gobierno nacional para
cubrir la mayor parte de su construcción. El resto del dinero fue
aportado por las familias, en cuotas divididas por el número de
asociados.
Este programa se está desarrollando en otros proyectos comunitarios de
vivienda y sus buenos resultados se deben a las experiencias de otras
comunidades y a la evaluación de sus logros y sus errores,
especialmente en lo referido a la gestión adecuada de los recursos
humanos.
El principal objetivo era reunir a las personas que realmente querían
hacer realidad sus deseos de obtener una vivienda. A partir de ahí, quedó
claro que había que apoyar a la líder del proyecto, Melida Herrera
Ortiz, responsable de tomar las decisiones necesarias para ejecutarlo
adecuadamente. Otro elemento importante era formular una estrategia
que permitiera la cooperación para alcanzar los objetivos del
proyecto; en este sentido, se decidió que ninguno de los asociados
supiese qué vivienda le iba a corresponder, de forma que todos
ellos contribuyeran con el mismo entusiasmo a la construcción.
Los recursos financieros de la primera fase los aportaron cada uno de
los núcleos familiares. Los técnicos contrataron a un arquitecto no muy
caro, de acuerdo con el programa, y se dispuso de recursos
técnicos del Estado, como la maquinaria necesaria para el movimiento
de tierras y personal cualificado para llevar a cabo diversas tareas
de la obra de construcción. En cualquier caso, para la cimentación se
recurrió a la autoconstrucción, de forma que se ahorró una gran
cantidad de dinero. Una vez realizadas estas obras básicas, llegaron
las subvenciones gubernamentales para completar los núcleos de cada
vivienda, así como otros recursos para las infraestructuras y los
servicios públicos. Para cubrir estas últimas, aún hubo que
complementar los recursos aportados por la administración a través de
cuotas que pagaron los 91 asociados.
Para la gestión de los recursos se estableció una junta rectora,
que tomó las decisiones de inversión, y un tesorero, que asumió el
control de los ingresos y de los gastos. Todos los miembros de la junta
eran asociados al proyecto.
De acuerdo con el proyecto, las actividades de autoconstrucción las
llevaron a cabo hombres, mujeres y niños en la medida de sus
posibilidades.
El proceso se puso en marcha reuniendo a todos los asociados,
haciéndoles cooperar de forma equitativa, lo que supuso un gran
desafío pero también un gran logro, gracias a la estrategia empleada:
ninguno de los asociados conocía qué vivienda les iba a corresponder
finalmente; de esta manera, cuando era necesario realizar una tarea,
por ejemplo una excavación, todos contribuían igualmente con todas sus
fuerzas, dentro de la planificación de trabajo establecida.
Otro obstáculo era la densidad de ocupación de la parcela, ya que las
ordenanzas preveían una ocupación máxima del 75% mientras que la
construcción de todas las viviendas previstas exigía una ocupación del
91%. Este problema se pudo superar a través de la colaboración del
presidente de la asociación con diversos políticos, del ámbito local y
nacional, que pudo demostrarles, técnica y políticamente, que los
intereses públicos siempre estarían por encima de los particulares.
Otro aspecto que se tomó en consideración fue el papel de las mujeres
en la asociación, que asumieron mayores cuotas de poder, teniendo
acceso y control sobre los recursos y eliminando las barreras para la
equidad, la integración social y la seguridad de las mujeres.
Se consiguió el objetivo principal que era disponer de viviendas
dignas para cada asociado con los servicios básicos y un techo para
cubrir a todos y cada uno de los miembros de la familia. También se
logró que el Estado viese la asociación como una comunidad unida y participativa
que puede trabajar en equipo y ofrecer soluciones para sus propios
problemas y necesidades. Del mismo modo, se demostró que cada uno de
los miembros de cada familia, al margen de ser mujer, hombre, niño o
anciano, puede colaborar en la labor de cubrir una necesidad. Por
último, todos los asociados han sido capaces de trabajar junto a los
trabajadores cualificados del Estado, demostrando que pueden trabajar
conjuntamente para responder a las diversas necesidades.
Era evidente que los recursos de las familias resultaban insuficientes
para culminar el proyecto con éxito; pero la comunidad consiguió, a
través de un esfuerzo conjunto, implicar al Estado y a diversas
entidades privadas, cuyas contribuciones complementaron los recursos
exitentes sin necesidad de endeudarse individualmente con los bancos,
lo que les habría hecho perder sus viviendas debido a la imposibilidad
de hacer frente a los altos intereses que se cobran en Colombia.
Desde el punto de vista social, todos los asociados tenían una
necesidad común, acceder a una vivienda, y se encontraban en una
situación muy similar, por lo que se acordó que todos los asociados
asumirían las mismas condiciones y harían las mismas contribuciones,
un acuerdo que también se extendió a la hora de repartir y organizar
el trabajo de autoconstrucción.
Desde el punto de vista cultural, los espacios creados permiten que
haya lugar para relaciones recreativas y actividades para niños y
adultos y dan cabida a las necesidades de todos los habitantes del
nuevo barrio.
Por último, desde el punto de vista ambiental, es preciso reseñar que
los recursos naturales y ambientales han sido respetado dentro de los
parámetros del diseño arquitectónico. Los árboles centenarios ofrecen
un microclima muy grato al conjunto del proyecto, que conserva un
estrecho barranco arbolado con especies nativas que hacen que el lugar
ofrezca un aspecto fresco y agradable.
El trabajo comunitario ha sido gestionado con responsabilidad, respeto
hacia la comunidad y honestidad; a cambio, se han alcanzado objetivos
que parecían inalcanzables de no haber sido por la integración y el
trabajo en equipo.
La contribución técnica y los esfuerzos realizados por los distintos
profesionales que se han responsabilizado de la correcta ejecución de
las obras han reportado un gran beneficio para toda la comunidad.
A pesar de la dificultades, que han puesto en duda en varias ocasiones
el buen fin del proyecto, la implicación estatal en el proyecto, y la
rapidez de sus actuaciones, ha permitido responder a la falta de
recursos que se estaba produciendo en diversas fases del proceso.
La sinceridad y la confianza mutua entre todos los asociados ha
proporcionado importantes beneficios a todos. Nunca hay que mentir a
la comunidad, por muy difícil que sea la situación.
El liderazgo debe ejercerse con responsabilidad y apoyado en las
técnicas adecuadas.
En el pasado ha habido muchos otros proyectos de autoconstrucción de
viviendas que han tenido muchos problemas y que no han logrado
alcanzar sus objetivos; ahora pueden apoyarse en esta experiencia.
Por ejemplo, la asociación ASOVICOM reúne a 60 familias de
Floridablanca que llevan diez años intentando obtener permiso para
comenzar con la construcción de sus viviendas; por su parte, la
asociación FUNDAVIVIENDA ha alcanzado un acuerdo recientemente
para que 52 familias, que llevan siete años para realizar un
proyecto del que ya ha ejecutado un 40%, puedan finalizar sus
viviendas, ofreciendo formación a sus líderes para superar las
deficiencias técnicas de las que ha adolecido su proyecto.
El coste total del proyecto se ha elevado a 218.400 dólares EEUU,
con una inversión de 109.200 dólares en el primer año y de 54.600 el
segundo y tercer años.
Juan Manuel Cárdenas,
La Vanguardia Liberal (16 de diciembre de 2003)
«Un Manantial que se hizo a Pulso»
Juan Manuel Cárdenas,
La Vanguardia Liberal (16 de diciembre de 2003)
«El barrio El Manantial es ejemplo de Organización»