Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas
patrocinado por Dubai en 2004, y catalogada como
GOOD.
(Best Practices Database)
País/Estado — Colombia
Región según Naciones Unidas — América Latina
Región ecológica — tropical y subtropical
Ámbito de la actuación — nacional
Agentes — organización no gubernamental (ONG); gobierno central.
Categorías —
Erradicación de la pobreza: creación de puestos de trabajo; formación profesional; acceso a créditos; acceso igualitario al empleo, la formación y el crédito.
Servicios sociales: educación; reducción y prevención del delito; reforma del sistema judicial; acceso igualitario a los servicios sociales (especialmente para las mujeres).
Equidad de género e inclusión social: necesidades por razón del género; fomento del auto-liderazgo de las mujeres; eliminación de trabas a la igualdad de género (medidas de discriminación positiva); integración.
Contacto Principal
Fundación Horizontes de Libertad — organización no gubernamental (ONG)
Jose David Toro [jodavidtoro@hotmail.com]
Edificio Bancolombia
Calle 14A No. 2A-04, oficina 310
Ibague, Colombia
CP: 57-8
Teléfono: +57 8 2624879
Tel. móvil: +57 3002006867
Fax: +57 8 2669710
E-mail: horizonteslibertad@yahoo.com
Socio
Ashoka International — organización no gubernamental (ONG)
Nadine Freeman
1700 North Moore Street, suite 2000
Zip code: 703
Arlington, Virginia
Estados Unidos
Teléfono: +1 703 5278300
Fax: +1 703 5278300
Web: htp://www.ashoka.org
Colaboración financiera.
Ashoka es una red de emprendedores sociales que invierte capital en
personas que desarrollan ideas para mejorar las condiciones de vida de
comunidades específicas. Proporcionan apoyo a estas personas con el
fin de que puedan dedicar todo su tiempo y esfuerzo a la gestión de
estos proyectos. José David Toro, presidente de la fundación, fue
seleccionado como socio de Ashoka en 2001. Desde esa fecha ha recibido
un salario que le permite dedicarse a jornada completa a perseguir los
objetivos sociales de la fundación.
Socio
Pedals for Progress — organización no gubernamental (ONG)
Keith Oberg
1700 North Moore Street, suite 2000
Zip code: 703
Arlington, Virginia
Estados Unidos
Teléfono: +1 703 5250931
Web: http://www.p4p.org
Donación anual de 400 bicicletas
La cooperación consiste exclusivamente en donaciones en especie,
concretamente 400 bicicletas anuales para el proyecto
Ciclopaseos. A cambio, la Fundación Nuevos Horizontes
promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo
que contribuye a la recuperación de la armonía ambiental. Actualmente
se están realizando las gestiones para recibir el tercer cargamento de
bicicletas; en este aspecto, ha resultado crucial en este proceso
instituciones nacionales como el Ministerio de Asuntos
Exteriores y la Direccción Impuestos y Aduanas
Nacionales (DIAN), que han reconocido el trabajo social de la fundación y
la han eximido del pago de las tasas de importación.
Socio
Compartamos con Colombia — organización no gubernamental (ONG)
Luis Javier López
Calle 9 No. 99-02 Oficina 802.
Bogotá, Colombia
Teléfono: +57 1 6183090
Web: http://www.compartamos.org
Colaboración técnica.(Premio al Mejor Plan de Negocio en la categoría social del
Premio Venture 2003, consistente en asesoramiento técnico durante un
año por parte de las empresas consultoras que organizan esta
competición)
Socio
Centro Jurídico Comunitario — organización no gubernamental (ONG)
Guillermo Villegas [guillovillegas@hotmail.com]
Calle 39 BIS No. 28 47 .
Bogotá, Colombia
Teléfono: +57 1 2442226
Colaboración técnica.
Socio
Cámara de Comercio de Ibagué — gobierno central
Luis Fernando Criales , director
Calle 10 No.3-76
Ibagué, Colombia
Teléfono: +57 8 2610944
E-mail: comercio@ibague.cetcol.net.co
Colaboración administrativa.
En 1997 un grupo de reclusos de la penitenciaría de Picaleña en
Ibagué crearon una organización no gubernamental cuyo objetivo es la
mejora de la calidad de vida de los reclusos, los antiguos reclusos y sus
familias. Crearon la Fundación Horizontes de Libertad bajo el lema
«para la recuperación de la dignidad humana y la convivencia
social». Su misión es trabajar en la construcción colectiva de una
cultura cívica --una cultura de prevención ética de la delincuencia que
incorpora las condiciones para la dignidad humana y la proyección
social dentro de los establecimientos penitenciarios, así como en el
resto de la sociedad-- y proporciona alternativas reales y efectivas
de resocialización y reinserción en la sociedad.
Su objetivo es convertirse en una organización que lidere procesos
que puedan ofrecer a la sociedad colombiana alternativas reales y
efectivas de resocialización y reinserción de reclusos
que transformen las prisiones en establecimientos educativos
y eviten que los antiguos reclusos vuelvan a prisión.
En la actualidad la Fundación Horizontes de Libertad está compuesta
por antiguos reclusos, reclusos, sus familiares --especialmente mujeres-- y
un equipo de profesionales sensibilizados respecto a los problemas de
las prisiones.
En los últimos años, la situación económica, social y política de
Colombia se ha ido degradando, lo que ha incidido negativamente en otros
aspectos del desarrollo nacional como el incremento del desempleo, la
pobreza y la degradación social, la violencia y el aumento de los
conflictos armados, la crisis de legitimidad de las instituciones
públicas, la delincuencia y la impunidad, y la degradación moral y
ética, todo lo cual hace de Colombia el país más conflictivo de la
región.
Los costes en seguridad son muy altos, tal y como muestra un informe
realizado por Bernardo Kliksberg, coordinador general de la
Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y
Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Mientras que Brasil, el segundo país más violento de la región, gasta
un 10,3% de su Producto Interior Bruto (PIB) en seguridad,
Colombia gasta el 24,7%.
En economías que realizan un gran esfuerzo en alcanzar tasas anuales de
crecimiento entre el 3% y el 4%, como es el caso de Colombia,
destinar tal cantidad de dinero del producto interior bruto en temas
de seguridad, implica un impacto negativo en la economía; más aún
cuando los indicadores de la eficacia de la inversión en seguridad son tan
negativos; por ejemplo, los indicadores de impunidad se sitúan en
torno al 95% (según datos de la Comisión de Gastos Públicos); cuando
una persona termina de cumplir su pena de prisión, en el 85% de los
casos reinicide en sus actividades criminales y, de acuerdo con datos
del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), sólo
uno de cada veinte excarcelados se reinserta en la sociedad de forma
armoniosa.
En este contexto, puede decirse que las prisiones en Colombia son el
reflejo de la anemia social del país. Estas instituciones se están
convirtiendo en instrumentos de castigo y tortura humana, más que
lugares para la resocialización donde los reos culpables puedan
reconocer sus errores y reaprender conductas y procedimientos
sociales. Por otra parte, aquellos que operan al margen de la ley
encuentran ventajas en esta incertidumbre y en las necesidades de los
reclusos que están a punto de recobrar su libertad; de esta manera,
las prisiones se convierten en lugares donde la delincuencia se
contagia y que los diversos actores del conflicto armado, guerrilla y
paramilitares, emplean como centros de reclutamiento.
En general, las prisiones colombianas, lejos de ser una respuesta
frente a la delincuencia, han alimentado el conflicto. En su
funcionamiento cotidiano se hace evidente su incapacidad de contribuir
a la reconstrucción de la estructura social.
A pesar de que el gobierno colombiano está invirtiendo grandes sumas
de dinero de su presupuesto de seguridad en la construcción de nuevas
cárceles, en la actualidad hay el triple de reclusos que hace diez
años y en los últimos seis meses la cifra se ha aumentado de los
54.000 a los 59.000. Las nuevas cárceles no son suficientes para este
número de reclusos y crean serios problemas de hacinamiento, haciendo
deplorables las condiciones de vida.
El Ministerio de Educación ha establecido que cada recluso
cuesta anualmente al Estado 8,6 millones de pesos, la misma
cantidad de dinero necesaria para ofrecer educación a 17 niños. Los
costes actuales de la población reclusa alcanzan los 507.400 millones
de pesos, lo que reduce la capacidad gubernamental de invertir en
áreas como la sanidad o la educación, entre otras, que en estos
momentos se encuentran al borde de la bancarrota y que no se
encuentran reconocidas como derechos de los ciudadanos colombianos.
Parece ser que hay una tendencia creciente a incrementar el número
de personas encarceladas, por lo que los costes derivados también
aumentan. Puesto que el 85% de estos reclusos volverá a sus
actividades delictivas, cualquier idea novedosa que intente reducir el
número de reclusos puede tener un impacto económico para el país que
contribuirá a aliviar otro ingrediente de la crisis social.
La reclusión en una prisión en Colombia refleja la realidad nacional, ya
que cualquier pena de cárcel se convierte en una sentencia mayor
debido a que la vida en la prisión supone una violación sistemática
de los más elementales derechos humanos:
- El índice de hacinamiento se sitúa en torno al 32% a nivel
nacional, pero la situación en peor en prisiones situadas en ciudades
pequeñas. Por ejemplo, la Penitenciaría Nacional de Picaleña, en
Ibagué (donde se va a poner en marcha el proyecto
Aprende a Emprender... Invertir en Libertad), aloja a 2.600
reclusos cuando tiene una capacidad para tan sólo 1.200.
- El 92% de los reclusos son pobres y 73% tienen entre 18 y 23 años.
- El 11% de los reclusos son mujeres, quienes, además de cumplir
su pena y de sufrir las mismas violaciones de los derechos humanos que
los reclusos varones, se ven discriminadas por motivos de género. Sus
derechos sexuales y reproductivos son violados porque no se les
permite decidir sobre su propio cuerpo, su maternidad y su sexualidad.
el 60% de estas reclusas estaban a cargo de sus familias antes de ser
recluidas, por lo que dejan a sus familias desamparadas, empeorando la
situación.
- El 83% de los reclusos consideran que su situación ha destruido
sus relaciones familiares; un único progenitor ha de hacerse
responsable de la economía familiar, normalmente la madre, lo que
implica que tiene menos tiempo para dedicar a sus hijos.
- Presencia escasa o nula de programas de resocialización que
ofrezcan oportunidades para reencauzar la vida; por otra parte, las
posibilidades de estudiar o encontrar un empleo en prisión son
escasas.
- La malnutrición y la insalubridad son comunes y a veces teribles
en las prisiones colombianas. Esta situación ha alertado a
organizaciones internacionales como Naciones Unidas, que está
desarrollando un proyecto sobre los derechos humanos en el sistema
penitenciario a través de la oficina colombiana del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, así como a
otras organizaciones, como la Fundación Horizontes de Libertad, que
trabajan por los derechos humanos de los reclusos.
Este proyecto intenta reducir el impacto social y económico que tienen
para la sociedad los delitos que pueden cometer los reclusos que están
a punto de abandonar la cárcel. Este programa intenta implicar a estos
reclusos a través de diversos instrumentos sociales y psicológicos que
le permitan iniciar un nuevo proyecto de vida y no recaer de nuevo en
la delincuencia. Se les ofrecen materiales didácticos y tecnológicos para
desarrollar sus capacidades y habilidades productivas, herramientas de
trabajo para obtener la experiencia necesaria para montar sus propios
negocios, y apoyo para tener una transición suave en su vuelta a la
sociedad y para tener una oportunidad de confiar en la sociedad y en
ellos mismos.
Esta idea prepara de forma integral a los reclusos que están a punto
de recobrar su libertad para enfrentarse a ella de forma responsable,
ética y competitiva.
El proyecto Aprender a Emprender tiene un carácter
innovador, no sólo porque trata de temas como la prevención del
delito, la reinserción en la sociedad o el civismo desde un enfoque
ético, sino también porque las personas que dirigen la Fundación
Horizontes de Libertad y el propio proyecto son ellas mismas antiguos
reclusos.
Otro elemento importante en el tratamiento integral de los problemas
de los reclusos, implicando en el proceso, no sólo al recluso, sino
también a su familia, al personal administrativo, a los funcionarios
de prisiones y generando dos escenarios, dentro y fuera de la prisión.
Todo este proceso se desarrollo desde un enfoque constructivo que
enseña que sólo con la participación de la sociedad se pueden producir
transformaciones efectivas.
El principal propósito del proyecto es la prevención del delito por
medios éticos, ofreciendo condiciones técnicas, educativas y
financieras para conseguir una reinserción social, laboral y familiar
de los reclusos. En este sentido, ayuda a los reclusos a crear su
propio proyecto de vida productiva.
- Ofrecer ayuda psicológica y social a los beneficiarios para que
puedan reconstruir sus vidas.
- Ofrecer a los reclusos materiales didácticos que les permitan
aprender lo necesario para gestionar sus propios negocios.
Proporcionarles igualmente todos los instrumentos técnicos necesarios
para su formación en un campo específico (el programa propone seis
áreas que se describen más abajo).
- Instalar seis áreas de producción fuera de la prisión donde los
beneficiarios del programa puedan tener cierta experiencia laboral que
resultará fundamental para la gestión de sus propios negocios una vez
que abandonen la prisión.
- Prestar ciertos recursos financieros y en especie a los antiguos
reclusos para desarrollar el proceso educativo y formativo que les
permita poner en marcha sus iniciativas empresariales.
- Acompañar las iniciativas productivas de los antiguos reclusos
de forma que se sientan apoyados en su vuelta a la sociedad, puedan
aprender de la experiencia de la Fundación y, al mismo tiempo, se
pueda supervisar sus actividades para garantizar su concordancia con
el proyecto.
El proyecto se divide en cinco fases.
El objetivo de esta fase es identificar, seleccionar y reconocer a los
beneficiarios del proyecto a partir de los siguientes criterios:
- El recluso debe estar cerca de salir en libertad (no menos de 12
meses y no más de 24), lo que ofrece garantías de su permanencia en el
proyecto.
- Debe estar incluido en el régimen de mínima seguridad según las
normas penitenciarias.
- Debe firmar un compromiso con el programa y con la Fundación en
el que expresa su aceptación de las reglas y normas establecidas en el
programa.
Para llevar a cabo este proceso de selección se contará con un equipo
interdisciplinar formado por reclusos, profesionales y funcionarios de
prisiones, que procurarán aplicar las lecciones aprendidas en otros
proyectos.
El objetivo de esta fase es ofrecer apoyo psicológico y social
a los reclusos para que puedan reconstruir su proyecto de vida a
través de un proceso de atención personalizada y colectiva que incluye
talleres de trabajo, conferencias y charlas.
Esta fase consta de los siguientes componentes:
- Proceso de limpieza del interior a través del perdón y
la reparación. Se lleva a cabo a través de un tratamiento psicológico
en el que el recluso se libera de los traumas y los resentimientos
sociales que la experiencia carcelaria ha dejado en él.
- Recuperación de las relaciones familiares y sociales a través de
entrevistas, visitas y la asistencia psicológica al recluso y a sus
familiares (en una sesión conjunta).
- Tratamiento psicológico y afectivo que permite al recluso
recuperar su autoestima.
- Educación en la ciudadanía: ética, solidaridad, civismo,
participación política.
Este proceso se desarrolla con la participación de un equipo de
trabajo formado por sociólogos, psicólogos y antiguos reclusos.
Para el desarrollo del proyecto entre reclusas, se pondrá especial
énfasis en la autoestima, el amor propio y la autonomía personal de
las muejeres, así como en los derechos humanos, especialmente los
derechos sexuales y reproductivos.
El objetivo de esta fase es reforzar las capacidades y habilidades del
recluso. En esta fase se seleccionará entre los reclusos a aquellos que
muestren resultados especialmente buenos para conformar un grupo de
emprendedores sociales que se harán cargo del proceso del siguiente
grupo de reclusos.
La formación recibida por los reclusos incluye tres componentes:
- Área técnica: seis talleres de ebanistería, costura, reparación de
bicicletas, servicios de mensajería, panadería y gestión integral de
explotaciones agrarias. (Áreas productivas en las que la fundación
tienen cierta experiencia, que resulta reforzada a través de estas
actividades.)
- Área académica: formación en contabilidad, comercialización,
gestión de proyectos e informática.
- Área social: formación sobre la situación social, económica y
política colombiana a la que deberán enfrentarse una vez fuera de la
cárcel (tasas de desempleo, crecimiento económico, etcétera), a través
de vídeos, talleres de trabajo, charlas y lectura de documentos,
periódicos, revistas, etc.
Para desarrollar estas tareas se cuenta con un equipo formado por
psicólogos, sociólogos, especialistas en terapia ocupacional y
profesores de formación profesional.
El objetivo de esta fase es crear seis empresas productivas fuera de la
prisión, donde los antiguos reclusos puedan trabajar, aplicando lo que
han aprendido en la fase de formación, a lo largo de entre seis y doce
meses.
A través de la reinversión de los ingresos generados por estas
empresas se creará un fondo de inversión con el objetivo de gestionar
dichos recursos financieros y poder ofrecer microcréditos a los
beneficiarios, preferiblemente en especie, como capital inicial para
poner en marcha sus iniciativas empresariales. De esta forma los
antiguos reclusos no sólo podrán reintegrarse en la sociedad de forma
digna gracias a su trabajo, sino que también podrán convertirse en
pequeños empresarios.
Para acceder a estos microcréditos, los beneficiarios deben presentar
un plan de negocio que ha de ser estudiado y aprobado por el equipo de
trabajo, conformado por un contable, un administrador financiero y un
auxiliar de contabilidad.
En cualquier caso, cada beneficiario recibe una bicicleta.
Por último, un equipo formado por reclusos, antiguos reclusos y un
delegado de cada comité del proyecto realiza el seguimiento del
proceso productivo durante 12 meses, para lo cual se realizan
entrevistas semanales con el beneficiario que quedan registradas en
una ficha individual. Cualquier avance o problema que se presente se
evalúa a través de un análisis de Debilidades, Amenazas,
Fortalezas y Oportunidades (DAFO).
La evaluación, más que una fase, es un componente transversal del
proceso. En cualquier caso, es necesario establecer una fase de
evaluación de las actividades de los beneficiarios del proyecto una
vez que se reintegran a la sociedad.
El programa tiene una duración prevista de diez años para cada
institución. La forma de garantizar la continuidad es conseguir que el
gobierno page una cantidad por cada recluso beneficiado. Durante los
siete primeros años se contará con una inversión externa que irá
reduciéndose progresivamente, desde los 193 millones de pesos del
primer año hasta los 38 millones del séptimo, haciendo una cantidad
total de algo más de 635 millones (los desembolsos anuales dependerán
de los resultados del año anrerior).
La inversión total para el primer año asciende a 295 millones de
pesos, de los cuales la Fundación Horizonte de Libertad aportará 102
millones. La cooperación anual requerida irá disminuyendo en la
medida en que se puedan ir generando recursos propios a través de las
seis empresas que prevé el proyecto, de forma que las aportaciones
externas dejarán de ser necesarias el séptimo año.
El proyecto reinvertirá todos sus ingresos en el apoyo y la réplica
de los mejores proyectos de la incubadora de proyectos.
La primera fase del proyecto Aprender a Emprender se va a
llevar a cao en la penitenciaría de Picaleña, Ibagué. La segunda fase
se pondrá en marcha el tercer año, después de reunir los recursos para
poner en marcha el proyecto de la penitenciaría de Picota en Bogotá,
que tendrá un desarrollo paralelo en la cárcel de mujeres El Buen
Pastor, también de Bogotá.
La metodología del proyecto se ha diseñado para poder ser aplicada en
otras comunidades en conficto, por ejemplo en la desmovilización de
grupos armados, población desplazada, etc.
- Establecer el proyecto como punto de referencia para cualquier
otro programa de resocialización, siendo capaces, en este sentido, de
ejercer una influencia real en las políticas nacionales sobre
delincuencia, promoviendo la implantación oficial de penas
alternativas a al prisión para los delincuentes.
- Mejorar las condiciones de vida de los reclusos en aquellas
prisiones donde se desarrolle el programa.
- En el primer año, el objetivo es proporcionar apoyo a 120
reclusos, reduciendo la delicuencia y la violencia dentro de la
prisión elegida para el proyecto inicial, permitiendo una reinseción
armoniosa de los reclusos en la sociedad, y dotar de dinamismo a la
región a través de programas productivos.
- En el plazo de tres años, el programa se aplicará en Bogotá, en
la prisión de La Picota y en la cárcel de mujeres de El Buen Pastor.
- En el plazo de seis años se contará con ingresos suficintes para
financiar el 100% del proyecto, reinsertar a 840 reclusos y tener en
marcha al menos 10 proyectos que ofrezcan resultados.
- En el plazo de diez años, el programa habrá ayudado a
reinsertarse en la sociedad a 3.600 reclusos.
Además de estar registrada como organización sin ánimo de lucro en la
Cámara de Comercio de Ibagué, la Fundación Horizontes de Libertad está
sometida a un auditor que debe ofrecer a la Asamblea Nacional toda la
información contable relacionada con los diversos proyectos
desarrollados. Además, según exige la ley, la Oficina de Asuntos
Delegados de la Nación audita y supervisa la labor desarrollada por la
Fundación.
Las siguientes son algunas de las iniciativas que ha desarrollado la
Fundación Horizontes de Libertad para cumplir con sus objetivos
fundacionales. Al margen de sus resultados concretos, estas
iniciativas han hecho madurar a la institución y han permitido
mejorar sus procesos organizativos.
Este programa trata de la resolución de conflictos y la construcción de
escenarios de paz. Se ha puesto en marcha en la penitenciaría de
Picaleña, Ibagué, una de las cárceles más violentas de Colombia, y ha
conseguido transformarla en un laboratorio de paz con el trabajo
conjunto de los miembros de la Fundación Horizontes de Libertad,
directivos y funcionarios de la prisión, el equipo de trabajo de la
penitenciaría y la sociedad civil representada por diversas
organizaciones que se han unido al proceso. Este éxito ha hecho que el
proyecto fuera seleccionado entre las cinco mejores propuestas de paz
en Colombia por el Premio Nacional de Paz de 2001.
Esta empresa de mensajería ha surgido como proyecto productivo de la
Fundación Horizontes de Libertad. Sus trabajadores son reclusos que
pueden salir de la prisión a trabajar cada día, volviendo a prisión al
finalizar la jornada laboral. Hasta el momento, ninguno de los 174
reclusos que ha participado en el programa ha infringido las normas
que regulan este régimen penitenciario.
En Comp&Mail normalmente trabajan como mensajeros cinco reclusos,
dos antiguos reclusos y un familiar de un recluso de Picaleña. Entre
sus clientes habituales están el Banco Popular, la Cámara de
Comercio de Ibagué y Comfenalco ARC.
Ciclopaseos: un camino hacia la libertad y al reencuentro
ciudadano es un programa que ha empleado 800 bicicletas donadas por
Pedals for Progress para promover el uso de la bicicleta como
medio de transporte alternativo y poder disfrutar de la naturaleza, el
deporte y las actividades recreativas. El programa es gestionado por
la Fundación Horizontes de Libertad y organizado por equipos formados
por profesionales, antiguos reclusos y reclusos que se encargan de
reparar y mantener las bicicletas. El proyecto no sólo genera
oportunidades de empleo, sino que también crea espacios de
convivencia.
En la actualidad se está diseñando el proyecto Aprender a
Emprender... invirtiendo en libertad con el objetivo de articular
todas las experiencias desarrolladas hasta el momento y crear un
proyecto piloto que pueda aplicarse a otras prisiones de Colombia.
Además intenta establecer una fuente de ingresos para garantizar la
cotinuidad de las actividades mencionadas arriba.
El trabajo de la Fundación Horizontes de Libertad ha recibido el
reconocimiento de diversos organismos debido a su contribucion a la
creación de un nuevo modelo de cambio social que conduce al diálogo,
la concertación y la convivencia. Entre estos organismos se pueden
mencionar a la Alcaldía de Ibagué, el programa presidencial Rumbos, la
Personería de Ibagué y la Penitenciaría Nacional de Picaleña. Gracias
a la contribución de la Fundación a un nuevo modelo de desarrollo
social, su presidente nacional fue seleccionado como emprendedor
social y socio de Ashoka International en 2001.
Además de numerosos eventos a nivel nacional, la Fundación Horizontes
de Libertad ha sido invitada a participar en:
- la IV Reunión Pastoral de Bolivia (2002);
- el Congreso Latinoamericano sobre reforma penal y
alternativas a la prisión (San José, Costa Rica, 2002);
- un Seminario Internacional sobre movilidad y alternativas humanas
(Bogotá, 2003);
- el Foro Social Mundial (Cartagena de Indias, 2003);
- los Premios Ventures (categoría social, 2003);
- el Premio IESO al Emprendimiento Social (Universidad de los
Andes, Bogotá, 2004).
En la actualidad, la fundación forma parte en el proyecto
Derechos Humanos y Situación Penitenciaria organizado por
la oficina colombiana del Alto Comisionado de Naciones Unidas
para los Derechos Humanos.