Buenas Prácticas > América Latina y el Caribe > Concurso Internacional 2000 > http://habitat.aq.upm.es/bpal/onu00/bp520.html |
Fecha de referencia: 05-07-2000
Experiencia seleccionada en el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado por Dubai en 2000, y catalogada como GOOD.
(
Best Practices Database.)
País/Country: Brasil
Región según Naciones Unidas: América Latina
Ámbito de la actuación: provincial/estatal
Región ecológica: alta meseta
Instituciones: organización no gubernamental, medios de
comunicación.
Categorías = Infraestructuras, comunicaciones y transporte: medios
de comunicación; transporte y movilidad. Buena gestión urbana:
fomento de la colaboración pública y privada; gestión y
administración públicas. Participación ciudadana y riqueza
cultural: participación comunitaria; riqueza social y
cultural.
Contacto principal:
Nazareno Stanislau Affonso,
Ana Jéa Pinheiro,
Fánio Resende (organización no gubernamental)
SCLRN 706, bloco D, sala 2
Zip code 70740-540
Brasilia - Distrito Federal
Brasil
Teléfono: +55 61 3494155
Fax: +55 61 2230944
e-mail: ruaviva@ruaviva.org.br -
ruaviva@email.com.br
Socio:
Periódico Correio Braziliense (medios de comunicación)
Colaboración política y técnica.
Se tomaron varias medidas para controlar las violaciones de
las normas de tráfico, entre ellas la instalación de 330
puntos de control electrónico de la velocidad, la realización
de obras de ingeniería en los puntos donde mayor número de
accidentes se producían, la creación de una división especial
de tráfico con 500 policías, y otra serie de acciones que
modificasen los hábitos diarios de los conductores.
Gracias a la prensa, disminuyó el rechazo por parte de la
población. En especial fue importante la participación del
periódico Correio Braziliense que abarca al 90% de los
lectores de la prensa local. Nunca había sido tan alta la
participación ciudadana en Brasilia. El momento cumbre de la
participación se alcanzó en la "marcha cívica", durante la
cual 30.000 ciudadanos se reunieron para manifestarse a favor
del civismo en el tráfico.
Situación previa a la iniciativa
El tráfico en Brasilia, una ciudad que fue diseñada para
facilitar la circulación rodada, se caracterizaba por tener
una velocidad media de 90 km/h. Alrededor de 800 personas
morían anualmente a causa de los accidentes, 45% de los cuales
en atropellos. Los heridos por estos accidentes ocupaban dos
tercios de las camas disponibles en las unidades de cuidados
intensivos.
Establecimiento de prioridades
Cuando el Partido de los Trabajadores llegó al poder en
1995 tomó la determinación de acabar con la cultura de la
conducción a alta velocidad que caracterizaba a Brasilia desde
su construcción en 1960. Esta alta velocidad era precisamente
la causa principal de las muertes y mutilaciones que la
administración trataba de interrumpir. El gobierno del estado
formó un equipo técnico multidisciplinar cuya prioridad era
definir un programa global de seguridad vial que implicase a
la población en su actividad. Al mismo tiempo, el Correio
Braziliense comenzó a publicar artículos serios sobre los
accidentes automovilísticos. El gobierno, el periódico y
cincuenta y ocho instituciones representantes de la población
se reunieron para definir las acciones que darían visibilidad
a la campaña.
Formulación de objetivos y estrategias
El objetivo del gobierno era promover una cultura de derechos
ciudadanos frente al automovilista con el fin de reducir la
tasa de accidentes y de mutilaciones. Como estrategia, se
decidió instalar dispositivos electrónicos para el control de
la velocidad, aumentar la plantilla de guardias urbanos,
impartir cursos de seguridad vial en las escuelas, obligar a
los autobuses a mantener las luces encendidas también durante
el día y equiparlos con sistemas de control de velocidad. El
Correio Braziliense publicaba diariamente dos artículos
didácticos acerca del tráfico y reservaba una columna donde
los lectores podían expresar su opinión sobre el tráfico.
Movilización de recursos
Antes de la experiencia desarrollada en Brasilia, los sistemas
de control de velocidad sólo se habían utilizado en una ciudad
del país y la población de élite de la ciudad se mostraba
reticente a su utilización. A pesar de ello, el Partido de los
trabajadores tomó la iniciativa de instalar 330 dispositivos
en la capital del país sin que ello supusiese ningún coste
para el Estado: las compañías elegidas para proporcionar estos
mecanismos se encargaban de costear su instalación y su
mantenimiento a cambio de una cantidad fija que se deduce de
cada sanción impuesta. En las medidas introducidas para
reducir la velocidad del tráfico, el gobierno invirtió
alrededor de 30 millones de dólares americanos de su propio
presupuesto, incluyendo los trabajos de ingeniería que duraron
cuatro años, la colocación de señales de tráfico, el
equipamiento y las campañas para promover el control del
tráfico. Se recuperaron las señales horizontales en 311 km de
carretera y se colocaron 35.000 nuevas señales preventivas e
informativas. En las carreteras con mayores tasas de
accidentes los trabajos de ingeniería incluyeron pasos
elevados para peatones, rotondas y badenes. Se incrementó la
vigilancia y se creó un grupo de guardias urbanos compuesto
por 564 trabajadores especializados en los problemas de
tráfico.
El Correio Braziliense publicaba media página de artículos
relacionados con el tráfico diariamente. Si ese espacio se
hubiese destinado a anuncios publicitarios las ganancias entre
1996 y 1998 habrían alcanzado los dos millones y medio de
dólares americanos.
Proceso
Este cambio de los hábitos de conducción contó con el respaldo
de la población. La aprobación según los escrutinios, alcanzó
al 96% de la población pero la élite motorizada se resistía a
la idea, ya que no podrían elegir libremente la velocidad a la
que circular. A pesar de que esta resistencia se oponía a la
opinión general de la población, estaba apoyada por un soporte
económico y político muy importante. El principal empresario
de la ciudad, el diputado
Luiz Estevã, líder de la
oposición, costeó personalmente acciones judiciales que ponían
en duda la base legal de la instalación de los dispositivos
para el control de la velocidad en la red viaria. El
Parlamento aceptó una de estas acciones, presentada por
petición del Sindicato de Taxistas, y evitaron la aplicación
de las sanciones correspondientes a las dos últimas semanas de
Noviembre de 1996. Los movimientos sociales reaccionaron.
Parroquias de todas las religiones dedicaron los servicios de
los domingos a debates sobre los problemas relacionados con el
tráfico. La Unión de Sindicatos del Trabajador / Single
Workers' Association (CUT) movilizó a todos los
sindicatos para protestar contra ese retroceso. El gobernador
Cristovam Buarque y sus secretarios salieron a la calle
a repartir panfletos acerca de la relación entre los derechos
del ciudadano y el civismo en el tráfico. La prensa publicó
estadísticas confirmando que los accidentes habían vuelto a
aumentar. La presión de los ciudadanos llevó al Tribunal
Supremo a declarar que las demandas presentadas por el
diputado Estevã harían inviable el desarrollo del programa
para el control del tráfico. La Universidad Pública de
Brasilia, el gobierno y 58 instituciones que tomaron parte en
la campaña fundaron el Forum para la Paz en el Tráfico para
defender los logros obtenidos hasta ese momento.
Sin embargo, cuando, en Enero de 1999, el partido del diputado
Estevã ganó las elecciones para el gobierno de Brasilia, el
numero de accidentes automovilísticos volvió a aumentar. La
presente administración anula todas las sanciones impuestas en
1997 y 1998 a aquellos conductores que circulaban incluso a un
15% más de la velocidad permitida. El gobierno ha instalado
señales en las carreteras indicando donde están colocados los
detectores de velocidad y algunos conductores han comenzado a
respetar las limitaciones de velocidad sólo en las zonas
vigiladas. La connivencia del poder público con los
infractores ha provocado un incremento significativo del
número de accidentes. En 1999 aumentaron los incidentes un 4%
respecto al año anterior. El Programa de Paz en el Tráfico fue
reemplazado por otro basado en una teoría antagónica, llamada
Tráfico Inteligente. El proyecto puesto en marcha actualmente
está enfocado hacia la realización de obras de infraestructura
y de otras acciones con el fin de facilitar la circulación de
los automóviles, y no incluye una sola medida para la
prevención de accidentes.
Resultados obtenidos
Gracias a la campaña de seguridad vial, Brasilia cerró el año
1998 con 5'6 muertes por cada 10.000 vehículos, de acuerdo con
las estimaciones del Departamento Nacional de Tráfico
(DENATRAM), cuando en Enero de 1995, la tasa era de
11'6. En cuatro años el Programa redujo la tasa de defunciones
al 48'3%. De acuerdo con los estudios realizados por la
Universidad de Brasilia, el número de muertes causadas por
accidentes de tráfico dejó de crecer de manera proporcional al
aumento del parque automovilístico, como había estado
ocurriendo desde 1980. Desde Mayo de 1997 hasta Mayo de 1998,
el número de vehículos aumento en un 8% y sin embargo los
accidentes disminuyeron en un 29'6%. La velocidad media en la
ciudad descendió de 90 km/h a 55 km/h en 36 meses. Gracias a
la reducción de la velocidad media y a la obligatoriedad de
respetar los pasos para peatones, que se produjo hacia Abril
de 1996, cruzar la calle dejó de ser un acto de valentía y se
convirtió en un acto de respeto a los derechos del ciudadano.
Incluso en ausencia de señales de tráfico o de guardias
urbanos, los conductores frenaban ante el paso de cebra para
permitir cruzar a los peatones. Los peatones se convirtieron
en ciudadanos paseando en la ciudad. El ejemplo fijado por
Brasilia jugó un papel muy importante en la aprobación del
nuevo Código de Circulación Brasileño, basado en los derechos
de los ciudadanos y en la municipalización del tráfico. La
enmienda había sido presentada tres años antes y no se había
retomado hasta ese momento. El presidente Fernando Henrique
Cardoso apoyó el nuevo código y escribió un artículo en el
Correio Braziliense apoyando la campaña de Paz en el Tráfico.
Sostenibilidad
Como consecuencia de la campaña de trafico emprendida por el
gobierno, hubo un cambio en la actitud de la población en
Brasilia. La prepotencia propia de los automovilistas que
circulaban a gran velocidad fue sustituida por el derecho a la
vida. La campaña allanó el camino para la emergencia de una
nueva generación de conductores. Los niños comenzaron a
discutir sobre asuntos relacionados con las normas de
circulación en sus escuelas y comenzaron a animar a sus padres
a respetar los límites de velocidad y a los peatones. A pesar
de la firme posición de la nueva administración pública, que
intenta hacer fracasar las propuestas del programa del
gobierno anterior, la mayoría de la población de Brasilia se
ha resistido a este retroceso y ha insistido en la importancia
de respetar los pasos de peatones y los límites de velocidad.
Incluso después de que la nueva administración anulase las
infracciones y señalase los puntos de control de velocidad, la
comunidad sigue resistiendo, organizada en el Forum Permanente
para la Paz en el Tráfico. Tras la campaña de circulación los
medios de comunicación cambiaron su postura ante el tráfico:
la administración local es puesta en tela de juicio
constantemente cuando no aplica las medidas necesarias para
eliminar los accidentes de tráfico. Los delitos de tráfico son
tratados ahora tan duramente como cualquier otro delito
derivado de la violencia callejera. Los conductores que causan
accidentes ya no se ven como meras herramientas de la
fatalidad y los periodistas emplean su tiempo en averiguar las
causas de los accidentes.
En la opinión de muchos organismos municipales y estatales y
del Departamento Nacional de Tráfico, Brasilia es todavía un
paradigma a imitar. Los coordinadores de la campaña, el
gobierno local y el Correio Braziliense han sido invitados a
muchos congresos nacionales e internacionales para explicar su
experiencia.
Los estudios llevados a cabo por la Universidad de Brasilia
han demostrado que, en doce meses, la campaña redujo el número
de camas de hospital ocupadas por víctimas de un accidente de
tráfico al 50%, lo cual supone un ahorro anual de sesenta
millones de dólares americanos.
Lecciones aprendidas
El proyecto demostró al país que los males sociales pueden
eliminarse con éxito si existe un compromiso global y una
voluntad de lograrlo. El trabajo comenzó en 1995, como un
factor de cambio aislado, con tímidos resultados. La conexión
con la comunidad no se estableció hasta Agosto de 1996, cuando
el Correio Brasiliense destacó el tema del tráfico en sus
editoriales e hizo una llamada a la población para que se
uniese a la causa. En respuesta a su llamada al respeto a la
vida, actores históricamente antagónicos y personas que nunca
habían trabajado en conjunto se reunieron. Entre ellos se
encontraban los sindicatos, iglesias de distintas religiones,
partidos políticos adversos y responsables de escuelas
públicas y privadas. Cuando el grupo de coordinadores del
movimiento estaba definido formalmente, con un representante
de cada institución, los participantes dieron la iniciativa de
darle visibilidad a la participación de la sociedad civil en
la campaña.Las escuelas promovieron varias manifestaciones
entre sus alumnos para protestar contra la violencia en el
tráfico. Algunas empresas imprimieron el símbolo de la campaña
en sus productos. Grupos de teatro representaron obras en la
calle para enseñar las normas de tráfico a la población.
Iglesias, motoristas y ciclistas se unieron a la campaña. La
movilización de los distintos grupos contribuyó a organización
de una manifestación por la paz en el tráfico, que convocó a
25.000 personas en la mayor demostración cívica y social nunca
registrada en la ciudad.
Brasilia se convirtió en una referencia para otras
experiencias de mejora del tráfico a lo largo del país, donde
la ciudad es un laboratorio de los derechos del ciudadano
frente al tráfico rodado. Paralelamente, la experiencia del
Correio Braziliense llevó a los medios de comunicación más
influyentes a conceder mayor importancia al tema del tráfico y
a enfocarlo desde un punto de vista más crítico.
Transferibilidad
El Código de Circulación Brasileño, que fue revisado en Enero
de 1997, transfiere la responsabilidad de la gestión del
tráfico de los estados a los municipios. En ese momento, otras
ciudades volvieron la vista hacia el ejemplo de Brasilia como
referencia para sus programas de seguridad vial. La capital
federal, a través del éxito de esta experiencia, facilitó a
los administradores municipales la seguridad que necesitaban
para desarrollar sus programas. En la mayor ciudad de la
región Norte del país, Belém, situada en el estado de Parana,
el ejemplo de Brasilia ha inspirado a la municipalidad desde
1997. Belém ha conseguido reducir el numero de víctimas
mortales por accidente de tráfico al 50%. En la región Oeste,
en Goiâ, capital del estado de Goiâ, también se ha reforzado
la obligación de respetar los pasos de peatones y han fijado
sus propios límites de tráfico. São Paulo, la mayor ciudad del
país, ha instalado instrumentos electrónicos de control de la
velocidad en toda su red viaria.
Para replicar la experiencia de Brasilia en otro lugar, las
autoridades públicas deben conceder prioridad a la seguridad
en el tráfico. Una vez fijado este objetivo, la administración
pública debe desarrollar un programa continuo de seguridad en
lugar de lanzar campañas parciales periódicas. Para cambiar la
dinámica del tráfico es necesario recurrir a sistemas de
control electrónicos y a políticas especiales enfocadas a
controlar la velocidad de los automóviles. Sin embargo, para
alcanzar sus objetivos, el gobierno necesita apoyarse en la
participación de la sociedad y de los medios de comunicación
que se encargarán de extender la tesis de los derechos
ciudadanos frente al tráfico. Para conseguir el apoyo de la
población, se deben llevar a cabo acciones educativas a través
de la red de colegios y mediante campañas puntuales, pero sólo
se genera un ambiente positivo cuando los medios de
comunicación están convencidos de la importancia de apoyar la
iniciativa. Los trabajos de ingeniería en las vías y las
señales de tráfico también son necesarias, al igual que la
resolución inamovible de todos los miembros del gobierno a
resistir a las presiones políticas.
Perfil financiero
La inversión para alcanzar los resultados obtenidos en el
Programa por la Paz en el Tráfico se reduce a la reserva de
capital que se ha empleado. El gobierno ha contribuido con una
abundante suma de recursos en las obras de infraestructura,
equipamiento y en los equipos de vigilancia para establecer el
primer programa de seguridad vial del país, pero los logros
conseguidos se deben únicamente a la colaboración entre la
población y la prensa. No se gastó ni un céntimo del dinero
público en las manifestaciones de apoyo al plan del gobierno.
Es imposible medir el dinero que habría ganado la prensa, y en
especial el periódico Correio Braziliense, de haber empleado
en publicidad el espacio que ha dedicado de manera gratuita a
defender la causa del civismo y el respeto por la vida ante el
tráfico.
Buenas Prácticas > América Latina y el Caribe > Concurso Internacional 2000 > http://habitat.aq.upm.es/bpal/onu00/bp520.html |