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El modelo "Barcelona" de Seguridad Participada


Josep M. Lahosa Canelles. Director de Programas de Prevención del Ayuntamiento de Barcelona.



Introducción


Las investigaciones en el ámbito de la criminología ponen de manifiesto la complejidad de la percepción que los ciudadanos tienen de la seguridad. En este sentido, el modelo "Barcelona" de seguridad quiere dar respuesta no sólo a la reducción de la criminalidad sino también a su percepción social, quiere potenciar una sociedad tolerante, solidaria, participativa y corresponsable de las políticas públicas de seguridad. El objetivo es prever políticas de anticipación a los conflictos que sean capaces de gestionarlos.

Dos aspectos fundamentales deben ponerse de manifiesto: por una parte el espacio en el que se produce el conflicto y en
el que deben ponerse en marcha los recursos necesarios para recuperar o restablecer as relaciones distorsionadas, el territorio conocido y reconocido por los ciudadanos, por la otra la necesidad de aproximar la resolución de los conflictos a la comunidad. Por ello defendemos que los criterios de proximidad y subsidiariedad política y administrativa son fundamentales para el desarrollo de una política democrática de seguridad pública.

La seguridad pública es algo que hay que gestionar con relación a la proximidad de la emergencia del conflicto; esta gestión debe tener en cuenta las diferentes apreciaciones colectivas sobre el conflicto, debe ser capaz de modular las intervenciones públicas sobre la base de los recursos, a los conflictos y a la construcción social que se haga de los mismos. En este sentido, parece claro que las autoridades de proximidad, los alcaldes, son las mejor situadas para hacer frente a esta gestión: su especial situación entre las demandas de los ciudadanos y las capacidades de los servicios son una garantía de ello.

Este planteamiento, en el que la seguridad es un cúmulo de relaciones, algunas positivas y otras distorsionadas por el conflicto, es el que venimos aplicando en Barcelona desde 1984. Así nuestra política de seguridad no sólo integra las respuestas penales, sino que también incorpora como elemento central de estas políticas criterios de prevención, de participación comunitaria, de solidaridad con las víctimas y también con los victimarios. Desde nuestra perspectiva es necesario elaborar un modelo de seguridad que incluya un modelo de autoridades, un modelo de coordinación de políticas y un modelo de participación comunitaria, en definitiva estamos planteando un modelo de seguridad participado.



Las líneas del modelo


Barcelona, aparte de algunos episodios puntuales, ha sido, en su historia, una ciudad tranquila, pacífica, segura. El hecho de que los barceloneses tengan una imagen de sus relaciones con la ciudad desde una perspectiva multicéntrica en la que coexisten un centro político y administrativo, que permite cohesionar los rasgos de la identidad colectiva y de la cultura común, con los barrios donde se establecen las relaciones personales y de convivencia, y donde se estructura un fuerte nivel de asociacionismo popular, configura una ciudad intensamente conocida y reconocida por sus habitantes, con una fuerte cohesión social más habitual de las ciudades pequeñas y medianas que de las grandes metrópolis.

La fractura de algunos de estos elementos explicaría la aparición de un episodio de inseguridad evidenciado en el año 1983. El gobierno de la ciudad, con la información que tenía a su alcance (estadísticas policiales, judiciales, etc.) no podía justificar una relación directa entre este episodio y la realidad delictiva.

El Alcalde de la ciudad adoptó la decisión de constituir una comisión ad hoc que realizara un análisis de la situación y efectuara las propuestas adecuadas para desarrollar una nueva política de seguridad pública en la ciudad.
A lo largo de catorce meses, más de un centenar de profesionales de todos los ámbitos y especialidades desarrollaron esta tarea, entorno a once grupos de trabajo: análisis, menores, enseñanza, administración de justicia, policía, instituciones penitenciarias, drogas, seguridad del comercio, juventud, medios de comunicación y extranjeros.

De las propuestas de dicha comisión se extraen los criterios de la política de seguridad pública de Barcelona. Esta se plantea sobre la base de cuatro preceptos, prevención, represión, solidaridad y participación comunitaria, que deberán de ser aplicados teniendo en cuenta los siguientes ejes de trabajo: conocimiento de la realidad, cooperación y solidaridad institucional, coordinación de las políticas y desarrollo de programas.

De todas las conclusiones de la comisión, una de ellas ha sido fundamental para el desarrollo de la nueva política de seguridad, esta debe ser implantada teniendo en cuenta "la participación comunitaria en la definición de las políticas". En este sentido se hace evidente que el elemento principal para esta nueva concepción de la seguridad es la propia ciudad; la eficacia de las grandes opciones legislativas y gubernamentales depende de la apropiación social que se haga de ellas, es impensable, por lo tanto, creer que sea posible garantizar un nivel óptimo de seguridad y libertad sin tener en cuenta la corresponsabilidad de los ciudadanos en este ámbito de la vida de la ciudad.

Por otra parte, se propuso que esta nueva concepción de la seguridad urbana había que establecerla entorno a la constitución de órganos de representación y debate, los Consejos de Seguridad o Prevención.



El Consejo de Seguridad Urbana de Barcelona


El Consejo fue constituido el día 25 de junio de 1984. En él están representadas tanto las administraciones públicas como los servicios que inciden en el ámbito de la prevención y del control, así como representantes de los ciudadanos y de las fuerzas económicas y sociales de la ciudad.

Como mencionábamos con anterioridad Barcelona es una ciudad con una vida muy intensa en los barrios que la conforman, así nuestro modelo no sería completo sin los Consejos de Seguridad y Prevención en los diez distritos en que se divide la ciudad y donde están desplegados los servicios de atención a los ciudadanos.

A lo largo de estos trece años de trabajo, los Consejos de Barcelona han desarrollado una tarea muy importante; socializando y, por lo tanto, democratizando la discusión de los términos de seguridad, que han pasado a ser patrimonio de las administraciones públicas, a formar parte del interés y las políticas que genera la propia sociedad civil.

Decíamos que la nueva política de seguridad pública en Barcelona debía tener en cuenta el conocimiento de la realidad. Así pues, durante estos años se ha desarrollado un importante esfuerzo mediante el análisis, año tras año, de las encuestas de victimización y opinión sobre seguridad, que hemos exportado a otros lugares del Estado, impulsando la constitución de estructuras de análisis conjunto, analizando los datos de la policía, recogiendo y analizando conjuntamente con los vecinos sus demandas.

En el ámbito de la cooperación, el Consejo ha permitido a las administraciones desarrollar criterios de coordinación; en este sentido hay que mencionar el esfuerzo desarrollado por la administración de justicia para la puesta en marcha de la justicia inmediata en Barcelona, el convenio de colaboración firmado entre el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Barcelona referente a la coordinación policial, la constitución de la Mesas de Coordinación Policial, tanto en el ámbito de ciudad como de distritos, el trabajo desarrollado en algunos distritos en cooperación con servicios de la Generalitat de Catalunya (locales de pública concurrencia, reparación de daños realizados por menores, etc.). En lo que se refiere a la solidaridad institucional, hay que citar el trabajo de investigación sobre la victimización en el mundo del comercio realizado conjuntamente con la Cámara Oficial de Industria, Comercio y Navegación de Barcelona, el trabajo conjunto con entidades privadas, la incorporación de criterios de seguridad pública en los planes integrales, en especial el de Ciutat Vella, la presencia de servicios dependientes de otras administraciones en el seno de los Consejos de Seguridad y Prevención de los distritos.

En este sentido, es de justicia poner de manifiesto la voluntad de las administraciones, y en especial de las fuerzas políticas, de no utilizar demagógicamente los temas referidos a la seguridad como arma de confrontación partidista. Ésta ha sido una dinámica que, más allá del beneficio puntual, ha permitido el desarrollo de un trabajo basado en unos criterios comunes y, lo que es más importante, se ha conseguido impregnar a la sociedad barcelonesa de criterios de responsabilidad, tolerancia y aceptación de la diferencia.

En lo que se refiere a la coordinación de políticas, la existencia del Consejo y en especial de los Consejos de Seguridad y Prevención de los distritos ha permitido un trabajo de coordinación de las políticas de los diferentes servicios. En este sentido hay que mencionar el importante papel desarrollado por los Presidentes de los distritos municipales a la hora de impulsar los trabajos de los Consejos de Seguridad y Prevención y de las Mesas de Coordinación policial de los distritos, el trabajo entorno al Plan de acción ante las drogodependencias, con una actuación muy importante de información y conocimiento de los objetivos del Plan dirigida a otros servicios, especialmente los policiales, lo que permite adecuar las políticas propias de cada servicio a un objetivo común: el papel desarrollado por la Fiscalía en los distritos; los programas de prevención en el marco escolar, la gestión del conflicto entre el derecho al descanso y la libertad del ocio son algunos de los ejemplos de lo que ha permitido el modelo participado de seguridad pública con el que se ha dotado a nuestra ciudad.

Hasta ahí el modelo que hemos ido construyendo de forma cooperativa en Barcelona, no obstante muchos son los retos que tenemos planteados de cara al futuro. En este sentido, si bien es cierto que han sido muchos los logros conseguidos en Barcelona, en el campo de la seguridad en los últimos años, también lo es que la consolidación de este nuevo modelo de intervención pública, y más aún si se trata de asuntos relacionados con derechos fundamentales como la libertad y la seguridad, debe tener procesos largos y a menudo complejos.



Los próximos años


En estos diez años de trabajo colectivo, hemos visto que la seguridad pública es algo más que la inexistencia de hechos delictivos. Los ciudadanos construyen su percepción social a partir de un número elevado de datos, muchos de ellos ajenos a un hecho delictivo objetivable; la confianza en el sistema de justicia, en las instituciones, en los recursos públicos es básica en esta construcción, y por tanto es algo indisociable de una política de seguridad basada en criterios democráticos.

Así pues, si queremos dar un paso más deberemos abordar aquellas cuestiones que completan el modelo existente, que aún sufre algunas carencias. La consolidación de dicho modelo quedará asegurada cuando las administraciones del Estado y la Generalitat de Catalunya constituyan estructuras participadas de seguridad, creando sus Consejos. Es preciso que el país no quede al margen de las líneas de trabajo imperantes en todos los países de nuestro entorno (Francia, Países Bajos, Bélgica, Suecia, Dinamarca, EEUU, Canadá) que utilizan o ponen en marcha estructuras de estas características, ya que entienden que las cuestiones de seguridad y la política criminal son algo global.

La necesidad de definir un modelo de autoridades en materia de seguridad es fundamental para el país, no tiene sentido proseguir la sobredimensión de los aparatos de control. En este sentido, hay que tener en cuenta que los conflictos se vienen produciendo sobre la base de los territorios, y son las autoridades de éstos quienes se encuentran mejor situadas para dar una respuesta tanto a las causas que originan los conflictos como a sus consecuencias.

La percepción de los ciudadanos respecto a la seguridad y a su propio compromiso en la resolución de los conflictos se halla fuertemente influida por la confianza en las instituciones. Será fundamental seguir impulsando la aproximación de la justicia al medio urbano, el éxito de la justicia inmediata y de las fiscalías de distrito (la primera en Ciutat Vella) refuerza el interés por otros tipos de medidas que deben ponerse en marcha; así, el funcionamiento del jurado, la puesta en funcionamiento de la justicia municipal, junto a una política decidida de impulsar estructuras de mediación y conciliación en los conflictos de la vida cotidiana son algunos de los ejes del trabajo que deberemos desarrollar en los próximos años.

La legislación de menores y el NCP permite la reparación y el desarrollo de tareas en beneficio de la comunidad; trabajaremos para que la sociedad desarrolle una conciencia de tolerancia del conflicto, aceptando e impulsando este tipo de medidas ya que estamos convencidos de que en muchos casos la judicialización de determinados problemas no
generan la resolución del conflicto, más bien al contrario, la relación social que se ha distorsionado queda permanentemente deteriorada.

No obstante, éstos también deberán ir acompañados de un impulso decidido en la reducción del nivel actual de criminalización de los conflictos. En este sentido queremos impulsar una cultura de compromiso de la comunidad, que permita superar la actual situación de sociedad judicializada, creemos que la propia comunidad debe responsabilizarse de la resolución de muchos de sus propios conflictos.



La respuesta en proximidad


Si los primeros años de vida del Consejo de Seguridad Urbana de Barcelona han estado dirigidos a estructurar un nivel óptimo en la respuesta institucional y ciudadana a la delincuencia, en especial a su vertiente preventiva, los próximos deberán dedicarse a impulsar un compromiso de la comunidad con las estructuras de regulación de los conflictos, sea por la vía de la justicia, sea por la vía de la regulación comunitaria.

Es en este ámbito de potenciar el compromiso de la comunidad con las políticas públicas de prevención y de seguridad donde nos obligamos a desarrollar nuestras políticas de forma descentralizada, en este sentido y como se ha mencionado con anterioridad en los distritos de Barcelona vienen funcionando los Consejos de Seguridad y Prevención, así como las Mesas de Coordinación Policial, los dos están presididos [1] por el del Distrito.

Para garantizar y impulsar el funcionamiento de los Consejos y Mesas de coordinación se ha perfilado una figura, la Secretaria Técnica de Prevención de distrito que tiene una función de staff del Presidente y del Gerente del distrito.

Tal como manifiesta una de las secretarias técnicas de prevención, cuando define su rol, "estas son órganos ejecutivos que integran diferentes aspectos funcionales de los servicios del Ayuntamiento con la finalidad de dinamizar el Consejo de Seguridad y Prevención del distrito y la Mesa de Coordinación Policial". En este sentido, su misión consiste en conseguir una mejora del sentimiento de seguridad y de la seguridad real en el territorio, utilizando:

La participación comunitaria, la dinamización y la ejecución de las propuestas y acuerdos -tanto preventivos como represivos- del órgano de representación, el Consejo de Seguridad.


Como ya se ha dicho, una de las funciones de las STP es conseguir un nivel óptimo en el sentimiento de seguridad ya que es fundamental para poder desarrollar políticas preventivas, lo contrario impide la colaboración de los ciudadanos con los servicios públicos y aumenta la intolerancia, la crispación social. Por ello estamos convencidos de que no es posible realizar un trabajo positivo en el terreno de la seguridad y la prevención del delito sino es teniendo en cuenta las diferentes realidades del territorio.

Estas realidades sólo pueden ser detectadas desde el propio territorio, en este sentido necesitamos un referente válido tanto para los ciudadanos como para los profesionales.

Las STP por el especial lugar que ocupan en la organización administrativa, justo en el centro de las relaciones entre los ciudadanos y los servicios, aglutinan un nivel de información muy superior que la recogida por los servicios. Estos establecen relaciones con determinados segmentos de la población; las STP tiene una posición privilegiada ya que se relacionan con todos los segmentos de la población (Asociaciones de Padres de Alumnos, comerciantes, policías, jueces, población marginal, drogodependientes, etc.).

Parece evidente que este trabajo no es posible realizarlo desde una posición centralizada, especialmente si uno de los ejes de la política de seguridad y prevención es la participación comunitaria y el territorio. En este sentido las líneas de trabajo son aplicadas según la percepción y sensibilidad de los distritos:

En el ámbito de la coordinación policial:

En el ámbito de la prevención de la vía pública:

En el ámbito de la prevención de las drogodependencias:


En el ámbito de la prevención en menores:

En el ámbito de la integración:
En el ámbito de la justicia:
En el ámbito de la Participación comunitaria:
En el ámbito de la prevención del riesgo:

Espacio y seguridad

Por último algunas reflexiones alrededor de los espacios públicos en el sentido de explicitar cómo la apropiación del espacio por parte de la comunidad es lo que confiere seguridad y conservación a los espacios, asimismo el elemento principal de sensación de inseguridad se refiere a cuestiones relativas a la estructura, morfología y diseño de los espacios. En este sentido es necesario que la planificación y el diseño urbano incorporen elementos de seguridad y prevención del riesgo, asimismo en estos procesos se debería contar con mecanismos de incorporación de las expectativas de los futuros usuarios, estableciéndose, en la puesta en

funcionamiento de los espacios públicos, un sistema de acompañamiento en las fases iniciales para así conseguir una óptima apropiación social del espacio.


1: Barcelona está dividida en 10 distritos -con unas franjas poblacionales entre los 300.000 y 60.000 habitantes-, éstos están presididos por un concejal de la fuerza más votada en el distrito - de hecho hay cuatro presidentes de una fuerza política que no forma parte del gobierno de la ciudad- y un Gerente que tiene bajo su dependencia todos los servicios descentralizados, incluida la Guardia Urbana.

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