Boletín CF+S > 7 -- Especial: MUJER Y CIUDAD > http://habitat.aq.upm.es/boletin/n7/aajus.html |
Edita: Instituto Juan de Herrera. Av. Juan de Herrera 4. 28040 MADRID. ESPAÑA. ISSN: 1578-097X
Madrid (España), octubre de 1998.
Hoy en día, es un hecho indiscutible la desigualdad hombre - mujer
en los campos económico, político o social, y que esta desigualdad
impregna nuestra vida diaria.
Esta situación implica que las funciones - actividades que
realizamos los hombres y las mujeres actualmente sean diferentes.
Estas actividades en relación al territorio y en concreto al
espacio físico llamado ciudad, hacen que las mujeres vivamos y
realizamos un uso de la ciudad que nos permite desentrañar toda una
serie de disfunciones, actualmente padecidas por nosotras, pero que
en un futuro seguirán siendo soportadas por nosotras (en la medida
que no se alcance la igualdad) o por otro colectivo, si no se
sientan las medidas necesarias para paliarlas , ya que éstas son
actividades necesarias para el funcionamiento de lo sociedad.
Estas disfunciones van desde las barreras arquitectónicas hasta el
modelo de ciudad que se diseña, pasando por todas las políticas
sectoriales que se desarrollan en relación a la ciudad (transporte,
medio ambiente, vivienda...).
En este sentido en desarrollo de las nuevas tecnologías y su
relación con el territorio, nos afecta más de lo que en una primera
impresión puede parecer.
Interesadas por este tema el Colectivo ha organizado dos
seminarios, dentro de las actividades que desarrolla en Instituto
de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de
Madrid, sobre la ciudad ligada a las nuevas tecnologías y en
particular las vinculadas a la transmisión a distancia de la
información, que ha generado la denominación de telépolis.
Las primeras jornadas de Mujer en Telépolis: la ciudad de la
telecomunicación desde el punto de vista del género, realizadas en
1997, tuvieron como objetivo abordar el marco en el que se
introducen las nuevas tecnologías de la información y cuales eran
y son las repercusiones sobre la vida cotidiana de las ciudadanas
y ciudadanos.
Aquellas jornadas fueron un primer encuentro con las nuevas
tecnologías, así como de la ciudad que se proyecta en función del
desarrollo e implantación de las mismas.
El debate fue amplio y profundo, en el que hubo posiciones tanto a
favor como en contra de las nuevas tecnologías y con diferentes
argumentaciones entre las que se pueden resaltar las siguientes:
Por lo tanto, en vista del debate suscitado y de cómo fue el
desarrollo de las mencionadas jornadas, en las 2. jornadas,
tituladas Telépolis: Utopías y Realidades nos seguíamos preguntando
en esta nueva construcción social, ¿que hay de utopía?, ¿que hay de
realidad? ¿donde nos situamos las mujeres?, ¿cómo les incide las
nuevas condiciones de trabajo? ¿la ciudad de la información tiene
mayores ventajas para las mujeres?.
Este curso planteó introducirnos más en profundidad en ese espacio:
la ciudad virtual que se nos está proyectando, desde la esfera
económica y política, como futuro real a corto y medio plazo,
frente al mundo de lo real.
Desde este escenario, desde la utopía a la realidad, en la primera
sesión se analizó el marco en el que se desarrolla el denominado
"Teletrabajo" y sus repercusiones en la vida laboral y cotidiana de
las mujeres, así como la nueva organización del empleo y su impacto
sobre el territorio.
En el segundo día se contrastó, desde el punto de vista del genero,
la utopía de la nueva construcción social frente al mundo real, la
configuración de la ciudad difusa y la pérdida de la ciudad real
como espacio público.
Los cambios operados en nuestra vida cotidiana y laboral con la
introducción de las nuevas tecnologías han sido evidentes: dinero
de plástico, desplazamiento de la maquina de escribir por el
ordenador, mayor acceso a la información, mayor rapidez en su
transmisión... pero realmente ¿esta nueva construcción social es
tan prometedora como nos auguran? por el contrario como dice Paul
Virilio [Virilio , 1997] ¿las pérdidas superaran a las ganancias?.
La incertidumbre respecto a la ciudad de las redes y su impacto
social es grande, pero ello no obvia su análisis y su crítica. "El
debate sobre las nuevas tecnologías no parece tener en cuenta todo
lo que hemos vivido a lo largo del siglo XX con el progreso. En el
siglo XIX podía existir cierta ingenuidad ante el progreso técnico
e incluso social. Se podía disculpar un pensamiento que no abarcara
la dimensión totalitaria de las nuevas tecnologías como el
ferrocarril, la radio su utilización negativa y la contaminación,
tanto psicológica como geológica y atmosférica de las mismas. Creo
que hoy en el umbral del siglo XXI, tenemos que aprovechar la
lección que se desprende de lo negativo de un progreso que sigue
siendo un progreso, pero ya no es un progreso todopoderoso, un
progreso idealizado por un pensamiento, según mi opinión, sin
marcha atrás frente a la cara oculta del positivismo". [Virilio
, 1997]
En este sentido y en consonancia con la línea de pensamiento de
Donna J. Harawey la lectura de nuestro presente no es inocente y
por ello es una fuente de esperanza no de desánimo. No es inocente
porque su lectura puede hacerse auténticamente comprometida, tanto
política como moralmente y porque al negar la inocencia y reconocer
la parcialidad de nuestra propia visión, la de las mujeres, puede
evitarse el impulso que ha pervertido toda la compresión a través
de nuestra única historia: la de la voz del hombre blanco de
occidente.
Abrazamos la parcialidad de nuestro conocimiento, el punto de vista
de las mujeres, porque creemos que es la única forma de prever un
futuro responsable, no totalizador y genuinamente enriquecedor y
que tenga en cuenta la voz de todos los grupos que integran la
sociedad ya sean de distinta raza, cultura, origen social o género
[1].
Las ciudades son la memoria de nuestra historia contenida en su
espacio edificado. Una de las mayores riquezas de la ciudad son los
espacios públicos como ámbitos de relación social y cultural: la
calle, la plaza, el parque, las bibliotecas..., donde se ha
fraguado la comunicación entre sus ciudadanos.
La concentración de la población en las ciudades a lo largo de la
historia ha sido constante y creciente: en 1800 el 3% de la
población mundial vivía en ciudades, en 1900 el 15%, en 1950 pasó
a ser de un 30% y en 1996 dicho porcentaje alcanza el 50%, es decir
la mitad de la población mundial vivimos en ciudades.
En España, del total de su población, el 75% habita en las ciudades
[2], concentrándose en nuevos núcleos de menor tamaño, como son
Palma, Cadiz, Vigo, Pontevedra y Gijón, mientras el 70% de su
territorio pierde población. Asistimos a nuevos fenómenos de
metropolización territorial.
Junto a este crecimiento de las ciudades se produce paralelamente
una terciarización de la economía, situación esta que se manifiesta
netamente en las ciudades. Asimismo se produce una creciente
dispersión de la actividad industrial, unas nuevas formas de
distribución comercial (hipermercados) y un auge de la vivienda
unifamiliar, lo que consecuentemente ha producido un fuerte
incremento de suelo urbanizado.
La extensión física de la ciudad ha conllevado una perdida de
calidad de la misma para sus habitantes: grandes desplazamientos,
incremento de espacio viario en detrimento de los espacios
públicos, aislamiento, zonas vacantes entre zonas edificadas...
La incidencia de esta pérdida de calidad de la ciudad no ha sido
igual para todos sus habitantes. Los grupos sociales más vulnerable
son los que más han perdido: los niños, los ancianos, las mujeres,
las personas de color. A las mujeres la vida en la ciudad cada vez
se nos ha hecho mas dura.
El conjunto de todas manifestaciones es lo que se ha denominado
crisis de la ciudad. En contraposición a estos fenómenos se han
alzado voces que demandan una recuperación de la ciudad , una
ciudad más habitable para todos sus ciudadanos, el valor de lo
local frente a lo global.
La Comisión Europea, el Libro Blanco de Delors, se ha propuesto que
a final de siglo cerca de 12 millones de europeos trabajen en sus
casas para la empresa que les haya contratado. En EEUU hay ya unos
6 millones de teletrabajadores que disponen de los suficientes
equipos de telecomunicaciones como para no tener que trasladarse
diariamente hasta la oficina y mantener el contacto permanente con
la empresa.
La Comisión Europea considera que el desarrollo del teletrabajo es
uno de los factores sobre los que la Unión Europea debe basar su
esfuerzo para ganar competitividad. El teletrabajo ha de significar
la culminación de un proceso de modernización de las redes de
comunicación en Europa y del movimiento de descentralización de la
economía y de la empresa. Esfuerzo económico para el cual la
Comisión Europa ha previsto algunos instrumentos y una dotación
económica de 3.000 millones de ecus, 480 millones de pts., hasta el
año 2000. El teletrabajo está incluido en un paquete de 67.000
millones de ecus para el desarrollo de redes transeuropeas de
telecomunicaciones, que deben tener cuatro aplicaciones
prioritarias: teletrabajo, teleformación, telemedicina y
teleadministración.
Un informe de las DG XXIII señala "la sociedad en su conjunto se
beneficia de una menor congestión en las ciudades, menor daño al
medio ambiente desde las empresas y unas mejor distribución de los
ingresos por impuestos de los servicios públicos e
infraestructuras.
Se apunta, igualmente, unas serie de ventajas para los
trabajadores: psicológicas: una organización de vida más flexible;
económicas: no tienes que comprar ropa especifica para trabajar, si
estas en casa puedes cuidar a los niños, comer en casa es más
barato y se gasta menos en coche. Con esto se ahorra
aproximadamente un 25 % del salario.
Estos análisis económicos no se evalúan el impacto real en las
dimensiones social y cultural. Aun cuando la incorporación de la
mujer al mundo laboral ha sido el acontecimiento más importante de
los último decenios como dice el informe del Lobby Europeo de
Mujeres. La precariedad en el trabajo afecta fundamentalmente a las
mujeres. La diferencia entre la remuneración de las mujeres y la de
los hombres por igual trabajo continua alcanzando la proporción
aterradora del 15 al 33%, por otra parte el 70 % de los pobres de
Europa son mujeres y el mercado de trabajo sigue estando marcado
por la segregación sexual, siendo las mujeres empleadas
esencialmente en puestos de trabajo menos remunerados y menos
seguros (Lobby).
En una sociedad en que las políticas económicas van encaminadas a
la desregularización del mercado laboral, es decir a la
liberalización absoluta del mercado de trabajo, las mujeres nos
encontramos en una situación más desfavorecida.
El teletrabajo, la no presencia física en el centro de trabajo,
sustentado sobre las diferentes tecnologías de la información y de
la comunicación aparece como una forma nueva de organización del
trabajo que entronca muy directamente con las nuevas políticas
laborales, y cobra relevancia desde dos puntos de vista:
Tabla 1: Coeficientes Analíticos por Actividad Principal en 1994
Actividad principal | Mujeres ocupadas % |
Desarrollo y suministro de software | 38,09 |
Proceso y bases de datos | 58,41 |
Contabilidad | 43,42 |
Estadísticas y estudios de mercado | 52,79 |
Aunque el teletrabajo ha remediado algunas situaciones de paro, no
todo son ventajas, de la experiencia de varias teletrabajadoras,
ponentes en las segundas jornadas, se concluye:
No se dispone de un análisis por género del acceso a las
telecomunicaciones, pero probablemente, dada la situación de las
mujeres en el mercado del trabajo, la doble jornada de trabajo,
menor capacidad adquisitiva etc., se aumente las distancias entre
hombres y mujeres, sin ir más lejos ya tenemos el fenómeno de las
ciberviudas en el internet.
Estos tres valores niegan esencialmente el aquí en beneficio del
ahora, el espacio público cede el lugar a la imagen pública, se
urbaniza el tiempo mundial mientras que se desurbaniza el espacio
de lo real, se tiende a la desintegración de la comunidad de los
presentes en beneficio de los ausentes: los abonados a internet o
los multimedia.
Esto supone una disolución del espacio público que es el soporte
del entramado de la relaciones sociales. Relaciones sociales
vitales para la humanidad, donde se dan los valores de la
comunicación, la solidaridad, la ayuda, la compañía... El hecho de
estar más cerca del que está más lejos que del que se encuentra al
lado, es un fenómeno de disolución política de la especie humana.
Si mañana nos empeñamos en preferir al que está lejos en detrimento
del que está cerca, destruiremos la ciudad, es decir el derecho a
la ciudad [Virilio , 1997].
Asimismo, con las nuevas tecnologías estamos perdiendo capacidad en
la percepción del espacio geográfico, las formas de ver han
cambiado a través de la televisión del vídeo, de los trenes de alta
velocidad... Igualmente el mundo se ha empequeñecido, antes era una
aventura el ir a, ahora no.
Virilio, Paul (1997) El cibermundo, la política de lo peor.
(Editorial Cátedra) .
Harawey, Donna J. (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención
de la Naturaleza. (Ediciones Cátedra.)
Comisiones Obreras (1997) Teletrabajo: de lo inevitable a la
oportunidad. (Forem, Fundación Formación y Empleo) .
Fecha de referencia: 27-11-1998
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