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Edita: Instituto Juan de Herrera. Av. Juan de Herrera 4. 28040 MADRID. ESPAÑA. ISSN: 1578-097X
La globalización significa, por sobre todo, una transformación
radical de nuestro marco de referencia. Cuestiona las formas
heredadas de vida social y exige una recomposición del vínculo
social. El fenómeno de la globalización está minando o disminuyendo
la gobernabilidad, la capacidad colectiva. La pregunta central que
urge responder es la siguiente: ¿Qué nuevas formas hay para (re)
construir ciudadanía, para lograr unir el vínculo horizontal (el
"estar y actuar juntos") con la relación vertical
gobernados-gobernantes en Chile?
Dentro de este contexto se ha puesto de actualidad un concepto tan
antiguo como el de "ciudadanía". El sistema político depende de la
disponibilidad de los ciudadanos a comprometerse en la cosa pública
lo que implica la identificación del ciudadano con su comunidad. El
hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede
motivar a los individuos a trabajar por ella.
El desafío presente y futuro del sistema político y de la
convivencia democrática no consiste sólo en recomponer su relación
con la ciudadanía, sino en apostar a la construcción de una
ciudadanía capaz de ser agente de su futuro individual y colectivo,
así como de los espacios privados y públicos. Desde el ángulo del
ciudadano significa asumir el desafío de pasar de una conciencia de
los derechos a una conciencia de los deberes y responsabilidades.
En última instancia, el desarrollo humano es también una
responsabilidad individual que pasa, entre otras cosas, por asumir
un rol activo en la esfera pública. Para promover el desarrollo
humano es necesario una "ciudadanía activa".
La participación política no sólo implica que las personas elijan
a sus autoridades y delegue en éstas toda la responsabilidad del
gobierno y la toma de decisiones, sino también importa una
permanente actitud de colaboración y cogestión en dicha toma de
decisiones. Brünner concibe participación política como la
participación de los ciudadanos "en una actividad que intenta, o
tiene por efecto, influir sobre la acción del gobierno; ya sea
directamente, afectando la formulación o implementación de las
políticas o, indirectamente, influyendo sobre la elección de las
personas que hacen esas políticas" [Brünner, 1997].
En América Latina, son muchos los esfuerzos que se han intentado
llevar a cabo para el logro de una mayor participación y una mayor
efectividad de los mecanismos existentes de participación. Llama la
atención que el porcentaje de los ciudadanos que no participa
activamente en la política es altísimo. El hecho que sólo un
pequeño porcentaje de la ciudadanía hace uso real de las formas
existentes de participación a nivel local indica que no da abasto
a diseñar y ofrecer nuevos mecanismos o mecanismos adicionales de
participación. Es preciso estudiar las condiciones y los obstáculos
de la participación y diseñar estrategias para superarlos.
La participación encuentra enormes escollos debido a que la
estructura existente del poder local en las comunas[3] dista mucho
de la norma (dimensión normativa-jurídica) o del modelo
democrático-representativo (pluralista). En las comunas existen
estructuras del poder local con un alto grado de centralización.
La participación ciudadana está frecuentemente obstaculizada por la
estructura no demócrática y no pluralista de los procesos
decisorios políticos en las comunas. De enorme relevancia es el
"círculo de pre-decisores" que se compone de un grupo muy reducido
de personas y que juega un rol decisivo, especialmente en la
preparación de las decisiones locales (pre-decisiones). Este
círculo reviste rasgos oligárquicos. Dentro de este núcleo se toman
la mayoría de las decisiones relevantes. Este grupo de
"pre-decisores" constituye una especie de "gobierno local
informal".
Bachrach y Baratz [Bachrach, Baratz, 1962] han señalado la
existencia de formas de poder que no se manifiestan en el proceso
decisional. Se trata del "poder no visible" y se refiere al
fenómeno de la "no toma de decisiones" (non-decision-process).
Sostienen que si bien es cierto que se ejerce poder cuando A
participa en la toma de decisión que van a afectar a B, también se
ejerce poder cuando A dedica sus energías a crear y reforzar un
sistema de valores políticos y sociales y de prácticas
institucionales que limitan el área del proceso político, de tal
modo, que sólo aquellos asuntos que no constituyen una amenaza
seria para la posición, pueden ser sometidos a la consideración
pública. En la medida que A tiene éxito en lograr esta meta, B
quedará virtualmente incapacitado para organizar un debate público
cuya resolución podría ser perjudicial para los intereses de A. De
acuerdo a esta perspectiva, el verdadero poder a menudo se ejerce
no tanto en la toma de decisiones propiamente tales, sino
restringiendo el debate a aquellos asuntos o áreas que los sectores
que detentan el poder consideran seguros o inocuos, en los que la
estabilidad del sistema que les favorece no está en juego.
Hay una serie de barreras mediante las cuales los individuos y
grupos marginados pueden ser impedidos de avanzar hasta la "arena
decisional" (decision-making-arena), logrando así la exclusión de
sus intereses, a saber:
El desarrollo de la administración municipal ha conducido a la
rigidez uniformista, a la burocracia pesada, a la insensibilidad
social. La administración local se halla constantemente en peligro
de planificar de espaldas a los ciudadanos, sin tener en cuenta sus
ideas, ni reconocer claramente los intereses que lesiona y, en la
ponderación de los diferentes deseos y necesidades, repartir
erróneamente las prioridades.
El sistema institucional (burocracia) tiende a bloquear los
mecanismos de participación directa y a emplear y reproducir el
sistema de representación indirecta multiplicando los niveles
electivos y las estructuras administrativas. Se abren cauces para
los grupos sociales más organizados y calificados y que de hecho ya
actúan a través de los procedimientos existentes pero, en cambio,
es muy difícil la utilización de las instituciones participativas
por parte de los grupos que más atención requieren (minorías
étnicas o culturales, jóvenes, indigentes, etc.).
La participación requiere una doble credibilidad de la
administración local: que se la considere honesta y transparente y
que sea eficiente. Transparente en su funcionamiento y gasto,
flexible y dialogante en su estilo de relación con la ciudadanía.
Son condiciones previas al desarrollo de la participación
ciudadana.
Los partidos cumplen las funciones asignadas por la teoría
democrática representativa de manera muy deficiente. Algunos de los
signos o indicadores preocupantes en relación a los partidos son:
Otro agravante, son las deficiencias respecto a un eficiente
control de los incumbentes de cargos en la administración
seleccionados por los partidos. También la función de información
es cumplida por los partidos de manera insuficiente. Ellos obran
más bien como una especie de "filtro" para las informaciones. No
garantizan una relación suficiente entre el político comunal activo
y la población no activa. También, en cuanto a la generación y la
formulación de metas políticas locales, (programas
político-comunales) el rendimiento de los partidos políticos es
bastante insatisfactorio. Además, los partidos políticos
constituyen una especie de "correa de transmisión" para los
intereses de determinados grupos locales. Solamente, en casos
excepcionales, los partidos logran una ponderación de las demandas
político-comunales en favor de los grupos desfavorecidos.
En lo que se refiere a las organizaciones comunitarias, la mayoría
de éstas no se caracterizan por su representatividad; acusan
normalmente una estructura poca participativa y manejada por una
élite.
Precisamente para superar esta situación deficitaria, se han
desarrollado, en los EE.UU. y en los países europeos, nuevas formas
de participación. A continuación presentaremos tres nuevas formas,
a saber: la Planificación Abogadil, la Célula de Planificación y el
Taller del Futuro.
La "planificación abogadil" es un modelo de participación que ha
sido desarrollado a fin de garantizar una participación eficaz del
ciudadano en los procesos de planificación local. Aspira a activar
y representar los intereses de los ciudadanos afectados por
decisiones político-locales (planificación local); y en especial
los intereses de grupos postergados que, a raíz de su situación
marginal, no tienen voz y que no son escuchados.
Según Peattie y Davidoff [Peattie, 1969] [Davidoff, 1965], los
creadores de este modelo participativo, las formas tradicionales de
participación tienen la desventaja de ser aprovechados
(instrumentalizados) por los grupos mejor organizados de la
comunidad. Ellos están en mejores condiciones de articular y
imponer sus intereses. Por otro lado, del proceso de participación
están excluidos aquellos grupos que, por razones de su condición
social, su bajo nivel de educación y su situación de dependencia
(por ejemplo los grupos marginales) no están en condiciones de
articular sus intereses y hacerles ingresar al debate público. "La
gente que se ubican en los niveles más bajos de la sociedad",
afirma Lisa R. Peattie, es decir, "aquellos que carecen de
educación y conocimientos técnicos, [...] tienden a ser
desfavorecidos dentro del marco político" [Peattie, 1969].
La planificación abogadil busca representar los intereses de estos
grupos. Según Davidoff, estos grupos requieren de un experto, de un
especie de "abogado" que se encarga de articular sus ideas e
intereses y de hacerlos valer en el proceso político (proceso de
planificación local) [Davidoff, 1972]. El abogado de planificación
tiene la tarea de defender los intereses de aquellos ciudadanos que
se encuentran en una posición social débil y ha de desarrollar
propuestas alternativas en la planificación local.
Con esto se recoge de la teoría jurídica, la idea de la
representación de intereses y se la transfiere a la práxis de
decisión y planificación local. Señala Davidoff, "el abogado legal
ha de abogar por la defensa [...] de la propiedad legal o la
justicia del cliente. El planificador como abogado tendría que
defender el punto de vista del cliente que éste tiene en cuanto a
una buena sociedad" [Davidoff, 1972]. Así, el abogado de
planificación se pronuncia en favor de los grupos no privilegiados;
los moviliza y organiza, tratando de mejorar sus posibilidades en
el proceso distributivo, razón por la cual juega un claro rol
político.
El "abogado planificador" (planning advocate) utiliza sus
conocimientos técnicos para defender los intereses de los grupos no
privilegiados frente a la administración municipal. Además, no
actúa sólo como "asesor"ñ, sino también como "educador" de éstos.
La idea es lograr habilitarlos para la "autoayuda", para poder
articular solos sus intereses en el futuro.
La célula de planificación (planificacion cell) es un instrumento
relativamente nuevo de participación ciudadana local. Ha sido
desarrollado y testeado en numerosos municipios por Peter Dienel
[Dienel, 1991]
La Célula de Planificación es un grupo de ciudadanos (aprox. 20
personas), que, seleccionados al azar, trabajan voluntariamente por
un determinado período de tiempo (de uno hasta cuatro días), en la
solución de un determinado problema de planificación local, para lo
cual cuentan con la asistencia de asesores y expertos.
La Célula constituye un nuevo paso en el desarrollo de métodos de
investigación empíricos al combinar discusión grupal, con la
técnica del "survey". Este enfoque metodológico tiene varias
ventajas:
La célula de planificación presenta una serie de ventajas respecto
de las otras formas de participación, a saber:
Una de las innovaciones más interesantes en la participación
ciudadana local es la aplicación de la técnica del Taller del
Futuro. La técnica fue desarrollada y aplicada exitosamente por
Robert Jungk y Nobert Müllert en la RFA [Müllert, 1997]. El Taller
del Futuro es "una técnica social de solución de problemas y un
instrumento de trabajo grupal creativo". Apunta al desarrollo de la
fantasía social y la aplicación de sus resultados en la práctica.
Se basa en el principio de máxima "tensión creativa", combinando
métodos racional-analíticos con métodos emocional-intuitivos y
creativos (por ejemplo brainwriting, torbellino de ideas,
actuación/juego de roles, meditación, collages, etc.).
El Taller del Futuro consta de las siguientes fases:
Señala el autor intelectual del Taller del Futuro: "Nos interesa
difundir el concepto del Taller del Futuro, como oportunidad de
democratización. Nuestra utopía es: talleres del futuro en cada
ciudad y en todos los lugares donde surgen problemas sociales".
A manera de conclusión: La potenciación de la vida local implica,
entre otras cosas, una mayor participación y representación, sobre
todo a través de nuevos cauces; destacándose especialmente que la
participación es, además, un estilo de gobernar diferente y que
implica un desarrollo de la tarea educadora de la ciudadanía local
y de su cultura cívica. La representación y la participación
ciudadana en la vida local debe ser plural y diversa, como lo es la
propia realidad sobre que la que intentan influir; manifestándose
en las diversas fases de la vida pública y de las políticas
públicas locales, es decir, no sólo en las fases decisionales sino
también, en las de ejecución y en las de evaluación. Este último
aspecto adquiere cada día mayor importancia en el control actual de
la acción de gobierno, como complemento de la democracia
representativa institucional, a fin de poder juzgar tanto su
eficacia como su legitimidad.
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Fecha de referencia: 15-3-2002
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