Boletín CF+S > 10 -- Especial: SEGUNDO CATÁLOGO ESPAÑOL DE BUENAS PRÁCTICAS > http://habitat.aq.upm.es/boletin/n10/aacor.html |
Edita: Instituto Juan de Herrera. Av. Juan de Herrera 4. 28040 MADRID. ESPAÑA. ISSN: 1578-097X
Madrid (España), abril de 1998
Con esta visión del hábitat como escenario se pretende subrayar el
doble carácter del mismo: como escenario físico (estructura,
elementos, etc), de un lado, y como escenario social (actos,
actores, programas, etc), de otro. Esta sentencia aparentemente
obvia, y no exenta de abstracción, constituye la clave para
entender la complejidad de los actuales procesos de
reestructuración social, económica y ambiental, así como la
interacción entre ellos. Antes de nada, es necesario expresar
sucintamente la tesis central de este trabajo: la exclusión social
es un fenómeno producido por muchas causas (segregación económica,
laboral, de género, de edad, etc); pero siempre se manifiesta
paralelamente a la exclusión espacial. Exclusión social y exclusión
espacial constituye, en la mayor parte de los casos, las dos caras
de una misma moneda.
Esta doble definición está subyaciendo a los planteamientos más
generalizados sobre el momento presente, en los que se considera el
hábitat humano con una urdimbre de elementos vitales de muy diverso
orden, haciendo referencia a características de la población,
características del soporte físico y biótico, características de la
organización social y, finalmente, características del desarrollo
técnico-instrumental. De esta forma, se hace necesaria una visión
sistémica del hábitat humano, que subraya la existencia de mutuas
influencias e interacciones entre estos cuatro dominios del
escenario humano: personas, medio físico, organización social y
tecnología.
Muchas son las posibles derivaciones de esta acepción sistémica de
la realidad. La más incisiva hace referencia a la mutua implicación
de decisiones y programas que afecten a cada una de estas esferas.
Una decisión o cambio sobre alguna de estos dominios o dimensiones,
afecta a cualquiera de las otras, y la trama de la relación
resultante. Esta visión tópica de la realidad tiene una derivación
operativa, que puede traducirse de la siguiente manera: gran parte
de los problemas ambientales que se plantean en la actualidad, sólo
encuentran una solución en la puesta en marcha de programas de
intervención social; y, a la inversa, gran parte de los problemas
sociales requieren modificaciones sustanciales en los modos y
pautas de estructuración del hábitat físico. De forma más simple,
puede enunciarse este hecho subrayando que las acciones sociales
tienen impacto ambiental; y que las acciones ambientales tienen
impacto social.
Así, puede resultar explicable la marcha paralela, casi simultánea,
de indicadores de declive económico, deterioro físico y de
desintegración social. Igualmente, esta integración sistémica se
observa en sentido contrario: el desarrollo económico y social, va
paralelo a la mejora física de hábitat y al establecimiento de
sólidas redes de integración social.
De esta forma, resulta inviable actualmente defender acciones
aisladas y/o políticas sectoriales de alcance limitado. La
remodelación de la estructura física de un barrio del casco antiguo
de un gran ciudad no es sólo un hecho urbanístico, ni siquiera sólo
un hecho económico. Es un hecho que altera sustancialmente los
modos de vida, de pensamiento y de acción de los pobladores
urbanos. Algo igualmente incierto podemos observar cuando se
pretenden poner en marcha programas o propuestas de acción social
que se centran exclusivamente en mejorar las condiciones de
disponibilidad de recursos sociales por parte de una población, sin
que tal programa incida en la condiciones de habitabilidad física
o de desarrollo económico. Para este tipo de acciones particulares,
se ha reservado la expresión de programas de maquillaje o de
modificación estética. Se hace necesario detectar y jerarquizar los
problemas de una comunidad; a medida que se profundiza en ello, se
descubre la necesidad de una actividad y programas integrados que
"toquen" todos los aspectos del entorno de la comunidad, y a la
comunidad misma.
Un ejemplo de lo anterior, puede encontrarse en la política de
viviendas de los últimos años. Se observa, con frecuencia, como el
objetivo central y, en ocasiones, único que legitima tal tipo de
programas es el de proporcionar una vivienda habitable a la
población necesitada de tal. Se observa, también con igual
frecuencia, como los beneficiosos efectos de esta política se han
visto reducidos por no incorporar a tales programas, otras
actividades que tengan que ver con la integración social, la
educación para el nuevo hábitat, y la promoción económica,
profesional y educativa de la población afectada por dicho
programa. Como se ha escrito, en otras ocasiones, sobre este mismo
problema, dar casa es el primer paso, imprescindible, pero sólo el
primer paso para la integración social. De forma similar, se ha
visto como costosos programas de acción social dirigidos a la
integración de minorías étnicas o a la mejora de los niveles
educativos de otros colectivos excluídos, tienen efectos igualmente
limitados por no estar acompañados de medidas de desarrollo
económico y mejora físicas de las condiciones de habitabilidad o de
los espacios públicos. Se hace necesario, pues, la elaboración de
programas y actividades integrados, que tengan en cuenta la
realidad total de la comunidad sobre y con la que se proyecta la
actuación. Este argumento, en sí aparentemente simple, es
paradójicamente la causa de la complejidad con que en la actualidad
se nos aparece la intervención socio-ambiental, que es el objeto
definitorio de la mayor parte de las propuestas presentadas en esta
Segunda Convocatoria del Concurso de Buenas Prácticas (Comité
Hábitat II). Bajo la aparentemente clara actuación o propuesta
indicada en cada uno de los proyectos evaluados, se encierra en
realidad una estructura de trabajo de gran complejidad.
El término sostenibilidad, en su acepción más abstracta, hace
referencia al establecimiento de controles que aseguren el
mantenimiento de recursos naturales (y lo que ello conlleve) para
las generaciones futuras. Expresa la exigencia de introducir
controles en el consumo de bienes materiales no renovables
(recursos naturales, energéticos, etc), y, por el momento,
constituye, más bien, un referente teórico para la formulación de
políticas que intentan mantener un óptimo nivel de desarrollo
económico, con un igual (o mayor) nivel de calidad de vida, y al
mismo tiempo, garantizar la superviviencia futura. Algunos piensan
que este concepto es más ideológico que operativo, y que, en sí,
supone algo así como la "cuadratura del círculo", al fundir dos
principios de difícil compaginación y pretender, así, fundir en uno
los dos términos de un dilema irreconciliable: desarrollo y calidad
de vida. En cualquier caso, parece irrenunciable la crítica del
actual modelo de desarrollo, basado en la búsqueda inmediata de los
recursos para la satisfacción de necesidades y el optimismo
irracional en los ideales del desarrollo ilimitado. Igualmente,
parece evidente que la sostenibilidad resulta ser más una etiqueta
que sintetiza algunas de las aspiraciones de controlar el modelo de
desarrollo económico, que un principio programático efectivo.
Igualmente, la sostenibilidad pretende ser un reclamo para aumentar
la conciencia ambiental de la comunidad, y reforzar, así, la
creencia en los límites de los recursos naturales. Pero, este
principio general no puede obviar la existencia de situaciones de
desigualdad social y económica de partida entre naciones y estados
y entre comunidades de un mismo país, y, lo que aún es más
importante, la existencia de mecanismos económicos difícilmente
compatibles con la sostenibilidad (la competitividad salvaje, la
falta de instrumentos de control económico o el mercado libre, por
ejemplo). De esta forma, cuando se creía haber encontrado una
solución (la formulación de modelos de desarrollo sostenible), en
realidad, lo que se ha descubierto es que se ha encontrado un nuevo
enigma: ¿cómo planificar en términos globales un modelo de
desarrollo que permita hacer lo que se está haciendo con un coste
menor? Pero, tal vez, la pregunta que haya que formularse sea otra
ligeramente distinta: ¿cómo redefinir estilos de vida y metas de la
organización social, que conduzcan a un diferente modelo de
desarrollo? Este segundo interrogante tiene fuertes implicaciones
económicas y de todo tipo; pero no es un interrogante que se pueda
responder de manera estrictamente contable.
Otro de los términos profusamente utilizados en la actualidad es el
de la necesidad de cohesión social, que abarca una cierta
multiplicidad de sentidos. Aquí se recoge como un término
relacionado con el de integración social, de tal forma que,
cohesión se opone a todos los procesos de "segmentación",
"dualización", "desintegración" o "exclusión" social. Se pretende
hacer frente a la existencia de marcadas y sobresalientes
condiciones de desigualdad social en el origen (la de aquellos
grupos excluidos de partida) o en la dinámica social (la de
aquellos otros grupos "expulsados" de la organización social). Con
agudeza, se subraya que el principal recurso para la cohesión
social es el trabajo y el acceso a un empleo. Se reclaman así
políticas activas, globales y específicas, para promover la
inserción laboral y lo que ello conlleva. Pero, se deja de lado la
referencia a los procesos que en una sociedad activa, pero cada vez
menos ocupada, requiere la consecución de un empleo: formación,
búsqueda y definición del propio sector de actividad, motivación
suficiente para ello, etc. Debe subrayarse que el problema no es el
empleo, es más bien tener la motivación y los recursos suficientes
para saber crear, mantener y dimensionar la propia actividad. Casi
todos los trabajos que realizamos son y pueden ser sustituibles por
el que otros pudieran realizar con un nivel de competencia y
eficacia similar al nuestro. En este contexto, quién puede hacer
frente a la desesperanza, el desánimo o la falta de iniciativa y
motivación para emprenderlo. No se trata de subrayar la necesidad
económica del desempleado (algo a lo que es de justicia hacer
frente), sino la situación emocional del desempleo. Parece evidente
que el principio de la cohesión social entra en contradicción con
el principio de la competitividad, y esta nueva paradoja es fácil
de resolver retóricamente, pero difícil de articular
programáticamente. En cualquier caso, resulta evidente la necesidad
de poner en marcha iniciativas y experiencias que, de manera
prioritaria, hagan frente a tres necesidades básicas: evitar la
discriminación, reducir la vulnerabilidad y promover la integración
social.
Un tercer término de uso extendido es el de mejora de la
habitabilidad, para referirse a un entramado de dimensiones y
aspectos que tienen que ver con los estándares de calidad del
entorno, más o menos próximo a la persona. Se ha subrayado
anteriormente la importancia de la estructura del entorno para la
configuración del clima social de una comunidad. En efecto, el
entorno es fruto y determinante, a la vez, de la vida social de una
comunidad. Se engloban bajo este término programas de alcance muy
variado, desde los que tienen en cuenta la necesidad de regenerar
estructuras urbanas envejecidas o en declive, hasta los que tienen
en cuenta los sistemas de organización y ordenación territorial,
pasando por aquéllos otros que movilizan recursos para la mejora
del parque habitacional y de vivienda. Debe subrayarse la
importancia social de esta dimensión ambiental. Los psicólogos
ambientales, por ejemplo, han trabajado con la idea de que el
entorno residencial constituye una estructura socio-física, en la
que se ven involucrados indicadores referidos a la vivienda, el
barrio y sus equipamientos y las características de la red social
que conforma la totalidad de los ocupantes. Los sociólogos y los
geógrafos han puesto de manifiesto la importancia del análisis de
los procesos de refuncionalización de los espacios urbanos, así
como los cambios de usos que conllevan los procesos de remodelación
y/o rehabilitación. Igualmente, se ha puesto de manifiesto como
muchos programas de rehabilitación de barrios, han supuesto de
hecho la "expulsión" territorial de segmentos de la población
empobrecidos y desfavorecidos por tal actuación. Resulta
imprescindible prestar atención a estos efectos paradójicos, cuando
no perversos, y tener en cuenta estos elementos a la hora de poner
en marcha un programa de mejora de la habitabilidad.
Un cuarto término es el de globalidad. Este término forma parte de
una epistemología del sentido común, muy extendida, para referirse
a la autoimagen compartida de un mundo multiconectado y mutuamente
influenciado. Se han ofrecido muchas versiones de este rasgo
(versiones tecnológicas, informativas, económicas y de intercambio,
de influencia global, etc), pero todas ellas coinciden en la
importancia de la conectividad global, y en la posibilidad que en
el presente se ofrece de "hacer presente" en el aquí y ahora
eventos del mundo lejano. Algunos se han referido a este fenómeno
con la expresión del "efecto mariposa": la influencia de
acontecimientos lejanos en el discurrir cercano y más inmediato a
las personas. Pero la globalidad, a veces, es una categoría que
oculta realidades específicas extremadamente diferenciadas entre
sí, y, en la práctica, estancas. Un ejemplo anecdótico puede
ilustrar esta extraña paradoja. En cierta ocasión, un responsable
de un programa de desarrollo en un país centroamericano aludía
entusiasmado a las ventajas de la globalidad y la conectividad
mundial, rememorando la imagen de un líder indígena que, mediante
un teléfono móvil y un ordenador portátil, exploraba distintos
servidores de internet desde su choza. La imagen puede resultar
sugerente, pero escasamente ilustrativa de los cambios en el
entorno cercano de la comunidad indígena. Y, además, la
conectividad mundializada puede llegar a constituir una especie de
máscara que difumine los perfiles de la realidad cercana,
inevitable en sus límites y posibilidades. El líder indígena podrá
llegar a comprender mejor el mundo lejano, pero, recogiendo la
sentencia decimonónica, ¿podrá tener más recursos para cambiar el
cercano?
En suma, estos cuatro términos describen algunos de los perfiles de
la complejidad actual. Estos términos, más que ofrecer soluciones,
permiten ordenar el conjunto de las paradojas del momento presente,
y, más que fuente de certezas, constituyen el origen de nuevos
retos. Algunos de ellos, pueden ser los siguientes:
De acuerdo con las investigaciones psicoambientales sobre este
problema (véase, por ejemplo, [Stokols , 1993]), se puede hablar de
tres tipos de fuentes de vulnerabilidad. En primer lugar, aquéllas
que amenazan el bienestar físico. En segundo lugar, aquéllas otras
que amenazan el bienestar emocional. Y, en tercer lugar, aquéllas
que suponen una amenaza al bienestar social (cohesión social,
identidad, etc).
En este sentido, deben mencionarse algunos de los indicadores
básicos de vulnerabilidad y de exclusión social. Establecer una
relación exhaustiva de estos indicadores es una tarea que desborda
el alcance de estas notas, aunque debería ser objeto de trabajo en
el futuro. Aquí se propone un esquema de partida para el
establecimiento de un sistema definido de indicadores de
vulnerabilidad. Tales indicadores de vulnerabilidad (predictores de
situaciones de exclusión social), afectan a todas las áreas de la
organización social y la vida humana. En este caso, podrían ser
considerados, al menos, indicadores que reflejen el nivel de
inclusión social en, al menos, las siguientes diez categorías:
Los criterios generales, sobre los cuales se ha realizado la
evaluación de las propuestas presentadas, para determinar lo que
constituyen Mejores Prácticas (Best Practices) son los siguientes:
La primera, y más destacable, es las reducidas alusiones a
programas centrados en el mundo rural. Es escasa la presentación de
propuestas focalizadas en la lucha contra la exclusión en contextos
rurales, en cualquiera de sus ámbitos (educación, género,
segregación por razones de edad, violencia, etc.). En cambio, la
mayor parte de las propuestas están centradas en la lucha contra la
exclusión en problemáticas urbanas, de diferente dimensión (grandes
ciudades, ciudades medias y pequeñas ciudades).
La segunda, se refiere a la escasa atención que las propuestas
realizan a problemas de exclusión social especializados
(inmigración, enfermos crónicos, diferencias étnicas, etc.). Por el
contrario, el desarrollo de propuestas normalmente se articula en
base a la consideración de un escenario específico, sea una
localidad, sea un barrio, y sobre dicho escenario se articula la
actividad o programa de actividades. Esto puede ser valorado como
un límite o, por el contrario, como una ventaja. Muy posiblemente
en ulteriores propuestas o convocatorias, debería establecerse una
matriz multidimensional que permitiera identificar tres dimensiones
del programa: escenarios, problemas y grupos poblacionales
afectados por la actividad o programa desarrollado.
El tercero de los límites que se puede destacar se refiere a que,
sólo en contadas ocasiones, se incluye dentro del programa un plan
de diseminación o difusión de la propuesta llevada a cabo de manera
que ésta actividad se convierta en modelo de actuación y permita,
de esta forma, el establecimiento de un acervo acumulativo de
ideas, recursos, actividades, agentes, etc. Este hecho subraya el
interés de este Catálogo, precisamente porque, a pesar de los
esfuerzos de conexión e intercambio de experiencias que se
realizan, aún es notable el aislamiento o falta de contraste de
algunas de las propuestas de actividades presentadas.
Y, finalmente, un cuarto elemento se refiere al hecho de que en muy
pocos programas o propuestas se incluye un esquema riguroso de
evaluación (o autoevaluación) de la(s) actividad(es), que
permitiría establecer criterios de seguimiento, de control y,
eventualmente, de corrección de la actuación o actuaciones
desarrolladas. Convendría, con la perspectiva que ofrecen las
sucesivas convocatorias, que los diferentes agentes y centros de
actividad que proponen programas o actuaciones ofrecieran modelos
de evaluación por los objetivos logrados, los procesos
desencadenados o la diseminación de otras actividades similares a
las propuestas efectivamente presentadas.
En efecto, la imagen resultante, teniendo en cuenta las propuestas
de Buenas Prácticas en el área temática de Lucha contra la
Exclusión Social, ofrece un panorama de claroscuros, con evidentes
síntomas de una gran actividad, orientada y programada
adecuadamente, pero también con síntomas que requerirían una cierta
reflexión global sobre los temas, criterios, metodología y
estrategias de evaluación que deben ser tenidos en cuenta en el
mismo momento de la concepción y desarrollo de un programa o
actividad.
Desarrollo de Valdicio-Soba: mejora de las condiciones de vida en
el medio rural.
Como ya se ha destacado, no hay en el conjunto de las propuestas
una gran cantidad de acciones en este ámbito. A pesar de ello, se
destaca la relevancia de la propuesta denominada "Desarrollo
Valdicio" (Valdicio-Soba, Cantabria).
Valdicio (Cantabria) constituye un ejemplo prototípico de un ámbito
de alta montaña, que se fue consolidando como un hábitat aislado,
espacial y socialmente. La realización de un estudio de detección
de necesidades, ha permitido identificar algunos vectores de
actuación, y definir actividades que modifiquen a la vez los
determinantes del aislamiento espacial y social. En este sentido,
se destaca, por ejemplo, la construcción de pistas de acceso a las
viviendas, así como la remodelación de las mismas; al tiempo, el
programa ponía en marcha una serie de actuaciones destinadas a
mejorar la formación de la población (formación agrícola, formación
en reelaboración de productos agropecuarios, etc.). Y todo ello,
sin descuidar la formación para la creación de estructuras de
producción cooperativa y otras acciones dirigidas al control
sanitario de la población.
De esta experiencia, yo quisiera destacar el hecho de que la
actuación en su conjunto ha tenido como logro notable la lucha
contra la indefensión que las condiciones de aislamiento
socio-espacial había creado en la comunidad. En ese sentido, se
destacan los logros en el desarrollo de capacidades internas de la
propia comunidad, así como la mejora de las condicones de
autoestima de la propia población.
El alcance reducido de la actuación no resta mérito a la propuesta;
más bien, al contrario, permite destacar el carácter de propuesta
de referencia para otras comunidades que, obviamente, requerirán
actuaciones diferentes y prioridades también diferentes.
Esta actuación se mantiene con el reto de profundizar en la mejora
de la capacitación de la población; sin embargo, lo importante es
que la actuación en su conjunto ha roto el progresivo ritmo hacia
el aislamiento al que parecía condenada la comunidad en su
conjunto.
Intervención en la margen izquierda del rio Tormes (Salamanca).
En este caso, se ha propuesto un esquema de acción integral en diez
barrios de la zona periférica del sur de la ciudad de Salamanca. Se
trata de barrios poblados por personas con limitadas capacidades de
acceso al mercado de trabajo, con dificultades de cohesión de la
comunidad, insuficiente integración del tejido social y con una
mala imagen en el resto de la ciudad. Las actuaciones ha
proporcionado un esquema de trabajo integral a partir de proyectos
de inserción laboral (formación y empleo), continuando con acciones
de promoción de la comunidad (mejorar el equipamiento cultural,
formación, y promoción de la salud, etc.). El resultado más visible
ha consistido en la creación de una empresa de economía social
(Algo Nuevo, S.L.) que desarrollaría actividad en distintos
sectores (confección, recuperación de ropa usada, catering,
servicios de mantenimiento, reciclado de voluminosos, etc.), y la
mejora del tejido social (incremento de la participación vecinal,
creación de nuevas asociaciones, reducción de los conflictos, etc).
Resulta clave en esta experiencia el efecto desencadenante, y
modelizador para los distintos barrios de la zona. Igualmente, es
destacable la sostenibilidad de la experiencia al basarse en
recursos, agentes y posibilidades de la propia comunidad.
Lucha contra el desempleo en el sur de Madrid.
En este caso, dada la mayor complejidad y extensión de la zona
afectada, los agentes sociales implicados en esta actuación,
después de un análisis de la situación, definen como actuación
prioritaria, la puesta en marcha de una iniciativa denominada
Servicio Integral de Promoción de Empleo. Este servicio,
utilizando, entre otros, recursos de información, orientación,
formación, capacitación y desarrollo de plantes personales de
empleo, ha consegudio crear empleo directo para 330 personas, y de
ellas, el 60% son personas que se han integrado fuera de la
fundación que promueve la experiencia.
La experiencia resulta significativa en el contexto en el que se
está realizando aunque, a diferencia del caso anterior, debería
subrayarse el interés y la conveniencia de promover un mayor
intercambio de recursos y mejorar la conexión con los agentes
sociales y otras iniciativas que están actuando en el mismo ámbito
y con pretensiones similares.
Con estrategias y objetivos diferenciados estas cuatro actuaciones
sintetizan algunos de los retos claves que, en la actualidad,
plantea la lucha contra la exclusión social urbana. Ello supone
establecer sistemas de evaluación y chequeo de la dinámica social
y espacial de la ciudad y, en los cuatro casos, se han desarrollado
propuestas para hacer frente, simultáneamente, a los procesos de
degradación física y social de áreas específicas dentro de la
ciudad. Igualmente, se destaca el perfil diferenciado de las
ciudades en las que se han desarrollado las actuaciones. Y,
finalmente, se destaca el que estas actuaciones, centradas en
entornos delimitados (barrios, zonas de uso residencial, núcleos
chabolistas, casco histórico), pretenden implicar el desarrollo de
acciones integrales, que modifican la estructura física de la casa
y los espacios urbanos, y también la dinámica social, económica y
vecinal del grupo de residentes. A continuación, se recogen algunos
de los rasgos más significativos de cada una de estas actuaciones.
Plan integral en un centro histórico (Zaragoza).
Se parte de la evaluación de la dinámica socio-espacial del Casco
Romano de Zaragoza. El diagnóstico previo confirma el progresivo
deterioro ambiental de un entorno emblemático, al tiempo que la
degradación social (paro, exclusión, envejecimiento, etc).
En esta actuación, se subraya la creación de estructuras de
participación (la Coordinadora de Desarrollo Comunitario y el
Consejo Sectorial del Plan), así como el intento de revitalización
de actividades económicas, de inserción laboral (escuelas taller,
entre otras), de servicios sociales, sanitarios y culturales. Se
destaca el esfuerzo por la redefinición simbólica de los espacios
urbanos (calles, plazas, etc), al tiempo que se ha recuperado la
monumentalidad del Casco Romano, dando lugar a nuevos espacios
urbanos.
Debe destacarse el hecho de que esta actuación, promovida desde las
instituciones locales, debe ser mantenida, continuando con el
programa de actuación centrado en tres referentes básicos: la
vivienda, el desarrollo del equipamiento educativo y la
consolidación del desarrollo de actividades económicas iniciadas en
la zona que permitan el desarrollo local endógeno.
Remodelación de "las Viviendas del Gobernador" (Barcelona).
Se aborda, en este caso, una actuación en un núcleo residencial
degradado y aislado de la ciudad de Barcelona. El diagnóstico
previo de la situación, permite identificar un núcleo residencial
de "infraviviendas", aislado en un entorno urbanístico renovado.
La actuación se articula en base a un proyecto de dotación de
viviendas que sustituyera las infraviviendas ocupadas por
aproximadamente 700 familias, al tiempo que se promueve la
integración de este núcleo residencial en la trama urbana
(reurbanización, mejorar de infrestructuras, peatonalización,
etc.).
En la actualidad, se han realojado 239 familias, y se ha promovido
la rehabilitación de espacios libres urbanos. Conviene destacar,
igualmente, el hecho de que se ha establecido un soporte
participativo de la actuación, así como el que se ha ido
configurando a lo largo de la actuación un mínimo equipamiento de
servicios sociales y de formación (escuela-taller de
rehabilitación). La actuación llevada a cabo, así como las acciones
futuras, destacan la necesidad de una programación integral de la
actuación que proporcione expectativas de inclusión social (y no
sólo una vivienda digna). La dotación de vivienda es el primer paso
de un programa de inclusión social que afecta a otras áreas de
desempeño de los pobladores.
Programa de realojamiento de población marginada (Valladolid).
En este caso, se ha propuesto llevar una operación de realojo de
117 familias, así como el apoyo a la mejora residencial de otras
tantas en núcleos chabolistas o de infravivienda de la ciudad de
Valladolid. Esta actuación se ha promovido buscando la implicación
de los distintos agentes sociales e instituciones presentes en la
zona, hecho éste que resulta crucial de cara al establecimiento de
otras actuaciones correlativas contra la exclusión social
(intervención socio-familiar, atención a la diversidad, etc.).
Este programa de actuación se basa en el diseño de la operación de
realojo teniendo en cuenta las peculiaridades culturales,
familiares y económicas de la población a la que va destinado.
Igualmente, debe destacarse el hecho de que se haya puesto en
marcha un plan integral de seguimiento de las familias realojadas.
Sería conveniente sistematizar y evaluar la experiencia teniendo en
cuenta precisamente el seguimiento efectuado del desarrollo de la
operación de realojo. Finalmente, también debe destarcarse el
interés de los promotores por orientar la actuación hacia la
integración espacial y social de estos núcleos en la ciudad en su
conjunto.
Puerta Abierta. Bilbao la Vieja.
Con esta actuación, se ha pretendido hacer frente a la degradación
física y social de una zona de Bilbao. El eje central de la
actuación implica, en lo que afecta en mayor medida a la lucha
contra la exclusión, la rehabilitación de tres centros municipales
con capacidad para poner en marcha "focos de atracción" para los
residentes del barrio y del resto dela ciudad. El establecimiento
de estos tres centros (para actividades musicales y culturales,
para actividades de promoción de empleo y para el desarrollo de
actividades creativas y formativas) ha constituido una oportunidad
para "abrir" el barrio, y, junto a otras actuaciones de mejora del
equipamiento urbano, un factor dinamizador de programas específicos
de lucha contra la exclusión social (centro de día para la tercera
edad, un programa específico de educación-formación para jóvenes,
creación de empresas y promoción de empleo).
A pesar de las dificultades, las actuaciones han logrado iniciar la
regeneración de la dinámica social del barrio, y abre perspectivas
para la integración del barrio en el resto de la ciudad, espacial
y socialmente.
Estas experiencias pueden clasificarse en función de su centro de
interés prioritario inicial. Así, algunas de ellas tienen como
punto de partida su interés de intervención focalizado en el
entorno, su mejora, rehabilitación, adecuación, etc. En otros caso,
en cambio, la intervención se articula a partir de un interés
inicial focalizado en las personas (la inclusión social, la
atención a la diversidad, la mejora de la red social, la reducción
de patologías sociales, etc).
Resulta crucial que las distintas propuestas, a pesar de su interés
inicial, busquen la actuación integral promoviendo la mejora de las
condiciones físicas y sociales a la vez. Este hecho resulta de gran
interés y constituye uno de los rasgos específicos más
sobresalientes del Concurso de Buenas Prácticas.
El carácter innovador de algunas de ellas contrasta con la
utilización de ideas ya probadas con metodologías de abordaje
igualmente utilizadas. Sin embargo, es destacable el interés por
promover estructuras participativas sobre las que apoyar las
actuaciones, en base a un consenso social suficiente. En el futuro,
debe tenerse en cuenta también la necesidad de encontrar espacios
de discusión y elaboración conjunta entre técnicos, gestores y
"usuarios", con el fin de optimizar el ajuste de las iniciativas a
las necesidades de la población objeto de las mismas.
Fecha de referencia: 31-7-1999
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